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La accesibilidad de las playas en Fuerteventura, entre el suspenso y el aprobado

A pesar del esfuerzo realizado por los ayuntamientos en los últimos años, las personas con discapacidad siguen denunciando la falta de itinerarios completos y las barreras que se encuentran cada vez que deciden acudir al litoral

Eloy Vera 8 COMENTARIOS 19/08/2021 - 07:45

Marcos Tapia acude casi todos los días a la playa del Burro, en Corralejo, a darse un chapuzón. Antes de llegar al agua, tiene que ir esquivando obstáculos: trabas en el aparcamiento adaptado, dificultades en la pasarela de madera que recorre, en ocasiones, haciendo el caballito con la silla para que las ruedas no se golpeen con las maderillas de la pasarela y problemas cuando la pasarela se acorta antes de llegar al agua. El resto del tramo hasta llegar a la orilla, a veces, lo hace arrastrándose por la arena, como si fuera una croqueta.

Este deportista de podios en la categoría de surf adaptado reconoce que, en ocasiones, más que barreras, lo que se encuentran las personas con discapacidad en las playas majoreras son muros. Pero, ¿qué hace falta para garantizar la seguridad en las playas? La respuesta, con normativa de accesibilidad en mano, es zonas de parking reservadas a personas con discapacidad; recorridos accesibles desde la parada de transporte y el parking hasta la zona de entrada.

Además de itinerarios accesibles a otras instalaciones de ocio o de servicio de la playa como terrazas, restaurantes, aseos públicos o vestuarios; un itinerario que llegue a la orilla con pasarelas antideslizantes y lugares de sombra y sillas anfibias en la orilla. También paseos elevados y rampas con pasamanos o barandilla a ambos lados y un rodapié como elemento de protección y de referencia para el bastón blanco de las personas invidentes.

Con toda esta información, Carlos Hernández, aparejador y asesor técnico de accesibilidad de la Asociación de Discapacitados, Visuales, Auditivos y Físicos de Fuerteventura (Adivia), no duda en asegurar que “no hay ninguna playa en la Isla que cumpla con la accesibilidad universal a pesar de que es una de las condiciones que pone la bandera azul”.

Este aparejador asegura desconocer si existe alguna playa en la Isla con pasarelas que lleguen a la línea de pleamar, “sí la hay, desde luego que no llega en las condiciones que debe tener un itinerario peatonal accesible” y recuerda que “ninguna tiene el itinerario completo, entre otras cosas, porque les falta un zócalo, bordillo o pavimento direccional de referencia para el bastón blanco, en el caso de las personas ciegas”.

“Ponen una pasarela de madera enrollable sobre la arena y creen que así está solucionado, pero la normativa dice que deben ser pasarelas rígidas, como las que se han instalado en algún tramo de las Grandes Playas, en Corralejo”, explica el asesor técnico de accesibilidad de Adivia.

Aun así, matiza, “el Ayuntamiento de La Oliva hizo un tramo y luego todo se quedó parado”. Y recuerda a los consistorios que “el itinerario no se puede hacer en tramos inconexos sino concatenados con otros”.

“En la playa del Burro se ha instalado una pasarela de madera y eso se agradece”, asegura Marcos Tapia. Aunque la infraestructura tiene un ‘pero’ y es que la pasarela, con tablillas y unida con cuerdas, no llega hasta la orilla.

Este hombre explica que para llegar al agua tiene que ir “haciendo el caballito y viendo cómo las ruedas pequeñas de la silla golpean con las tablillas, debido a los resaltes existentes, que se han ido deformando por el calor y la dilatación de la madera, y hacen de freno a las ruedas”.

A veces, se encuentra con algunos tramos cubiertos de arena. Gracias a su condición de deportista y a cómo ha ido preparando la silla con ruedas especiales, consigue llegar a la orilla, “pero no es fácil, ni todo el mundo puede hacer eso”.

Personas en silla de ruedas reclaman baños y aparcamientos adaptados

Sin embargo, el sufrimiento de Marcos comienza desde el mismo momento en el que se baja del coche. “No hay plazas de aparcamiento para personas con movilidad reducida al lado de la pasarela, cuando debería haber dos o tres para no ponernos tanto en riesgo. Tengo que ir por la carretera jugándome la vida”, dice preocupado.

El campeón de España de surf adaptado suele ir a playas destinadas a la práctica de surf. Allí, las barreras son incalculables. Cuando quiere relajarse, acude a otras más cercanas y de mejor acceso como la conocida como playa del Waikiki, también en Corralejo. La última vez que acudió, fue hace unos meses. Recuerda haberse encontrado con que habían quitado las dos plazas de aparcamiento para discapacitados. “Sobre ellas pusieron unos baños químicos. Uno de ellos es para personas con movilidad reducida, pero con un escalón de cuatro o cinco dedos de altura. Es un baño inaccesible y encima ocupa una plaza para discapacitados”, lamenta. No sabe si en los últimos tiempos han arreglado el desaguisado.

Esfuerzos insuficientes

En los últimos años, los ayuntamientos de la Isla han ido realizando esfuerzos para ganar en accesibilidad en sus playas. En la que hay entre los dos hoteles de RIU, en Corralejo, se han dado pasos positivos con aparcamientos accesibles, rampa de acceso, pasarela y silla anfibia. También El Cotillo, Playa Blanca, Los Pozos, El Castillo, o, más al sur, Costa Calma y Morro Jable han ido realizando mejoras.

“Aun así, siguen teniendo grandes deficiencias”, asegura el representante de Adivia. “En el caso de La Oliva, el Ayuntamiento hizo mejoras en Grandes Playas, con algún tramo, pero se quedaron parados. No han terminado de rematar con itinerarios hacia otras zonas como, por ejemplo, donde están los socorristas o los chiringuitos”, añade.

En el sur, Carlos Hernández reconoce que el Ayuntamiento de Pájara ha hecho mejoras y algunos tramos cuentan con pasarelas rígidas, “pero no le han puesto el zócalo que debe llevar para que una persona ciega pueda ir a la orilla de la playa sin ayuda”.

“No hay ninguna playa en la Isla que cumpla con la accesibilidad universal”

En algunas playas importantes de Fuerteventura, por la cantidad de bañistas que reciben a diario, se han instalado pasarelas fijas. “En otras son enrollables y la mayor parte se encuentra invadida por la arena. Además, son inestables y su pavimento tiene resaltes y hendiduras con dimensiones superiores a las permitidas por la normativa”, explica.

A todo ello se suma que son “tramos de pasarela cortos que no llegan al destino que tienen que llegar. Y, de nuevo y como ocurre en el resto de las playas de la Isla, carecen de referencia para el bastón blanco”.

En los últimos tiempos, algunos consistorios han adquirido sillas anfibias que, en el mejor de los casos, esperan en la orilla la llegada de algún usuario, pero, por lo general, aguardan en almacenes a que alguien las demande.

También se han ido creando zonas de sombra para hacer la transferencia de la silla de ruedas a las anfibias, “pero de poco sirve si no hay itinerarios accesibles hasta llegar a la zona de sombra”, denuncia Carlos.

En este sentido, Marcos Tapia reconoce que echa en falta zonas de sombra en algunas playas donde pueda estar la persona que va en silla de ruedas junto a su acompañante. En el caso de la playa del Burro, también falla la silla anfibia, que no existe.

A eso se suma que “los socorristas se encuentran lejos de donde está la pasarela. Si necesitas ayuda de esas personas, tienes que pedir a un tercero que vaya al puesto de socorrista para que vengan a ayudarte”, cuenta el deportista. Marcos asegura no entender cómo una playa cercana y con poco oleaje no se ha ido acondicionando para que pueda ser disfrutada por personas con movilidad reducida.

Adivia, en su lucha diaria por convertir Fuerteventura en una isla accesible, también ha cuestionado la situación en la que se encuentran los baños adaptados que se han ido instalando en las playas majoreras. “Los aseos de uso público no cumplen con la normativa. Los inodoros deben estar colocados de tal manera que se pueda hacer la transferencia por el lado izquierdo y derecho, pero se siguen haciendo aseos con el inodoro en una esquina”, denuncia Carlos. Y añade: “Esto no solo ocurre en playas, también en cafeterías, restaurantes o cualquier otro establecimiento de uso público”.

En su recorrido por las playas de Fuerteventura, el miembro de Adivia mira con tristeza la escasa señalética que existe en los itinerarios accesibles. Reconoce que hay “alguna señal aislada de accesibilidad, pero, en general, están muy poco señalizados y sin carteles, cuando la normativa estipula para los letreros un tamaño de letra de 14 centímetros de altura y que contraste el color de la letra con el fondo del cartel para las personas con resto visual”.

Eduardo Martínez tiene 45 años. En noviembre de 2012 sufrió un accidente deportivo que le dejó en silla de ruedas tras sufrir una lesión medular. Vive en Gran Canaria, pero visita con frecuencia Fuerteventura, “uno de sus destinos favoritos”. Este deportista cree que las playas de la Isla han ido ganando en accesibilidad en los últimos años y pone ejemplos como Corralejo y Playa Blanca.

Sin embargo, considera que la zona sur, Gran Tarajal y Jandía, es la asignatura pendiente. “El sur tiene playas espectaculares como las de Morro Jable y Costa Calma y lo mismo ocurre con la de Gran Tarajal, pero creo que tienen que dar un salto y no solo conformarse con plataformas, sillas anfibias y zonas de sombra porque falta información sobre los recursos existentes” para que, por ejemplo, “la persona con discapacidad que vaya a ir sepa antes que hay aparcamientos para personas con movilidad reducida, un baño adaptado y una plataforma que me permita entrar en la playa”.

También reclama que en las playas haya personas que conozcan “perfectamente las sillas anfibias y cómo llegar al mar para no tener que depender de terceras personas”. “Tenemos playas que han mejorado en accesibilidad, pero hay que llegar a ese punto de calidad y poder, incluso, llegar a turistas con discapacidad visual o física”, comenta. En este sentido, pone como ejemplo otras playas de Canarias, como Las Vistas en Tenerife, que han buscado alternativas para captar a turistas con discapacidad visual y auditiva.

Comentarios

Son super accesibles, anda que no vienen cayucos remolcados todas las semanas.
Ya estás con la mismo todo el día igual tú pueblo tb fue emigrante y muerto de hambre.
Anonimo 2: ¿que coño quiere decir?
Yo no se nadar, pero tengo derecho a disfrutar el mar. Exijo que la administracion tome las medidas adecuadas para que yo pueda bañarme en las playas. Por cierto, tambien quiero que me faciliten la practica del surf.
Comentarios sin sentido. Sentido. Bonita palabra. Sentir. Lo siento. Asiento. Por cierto, racismo y división ya nos traen bastante los que nos rigen. Encima, vamos a hacerles de perritos falderos y alemtar sus llamaradas divisivas. Gracias, por caer en el truco mas viejo que puede que jamas haya existido. Dividi Vinci - escrito por un poesta filósofo, hace ya un ratito. Juvenal se llamaba, y sigue llamando. Lean, educense y intenten no caer una y otra y otra y otra y otra vez, y tantas veces como nos han dividido desde el cuento ese de un tal tipo al que colocaron en una cruz. Sigan, adelante, que bien les viene a los regidores que sigamos haciendo su pandereta de dividir, asi nos mantienen... vencidos desde el nacimiento. Suerte familia.
Majorero, aburres siempre con lo mismo. Lo tuyo es una obsesión. Triste. Es lamentable tu falta de empatía. Si algún día tienes que emigrar, te gustaría encontrarte a alguien como tú???
Querida vecina: yo ya tuve que emigrar. Tenia todos los papeles que me exigia el pais de destino (Suiza), cumpli sus leyes y nunca pretendi que ellos ADAPTARAN sus costumbres a las mias. En caso ajena se hace lo que dice el dueño y si no te gusta, ya sabes.
majorero, si no te gusta ya sabes, te vas del mundo tiscamanita: seguramente tienes servicios municipales para aprender a nadar. PD: PORQUÉ SOIS TAN LIMITADOS?? que poquita capacidad de reflexión, qué lástima

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