ECONOMÍA

De brazos cruzados en Costa Calma: a la espera de quienes quedaron en venir

La pandemia de COVID se ha llevado por delante decenas de comercios en la localidad, uno de los núcleos turísticos de Fuerteventura más afectados por el impacto de la crisis sanitaria

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 4 COMENTARIOS 28/11/2020 - 09:22

Las agujas del reloj marcan las doce en Costa Calma. María Lirola lleva un rato a las puertas de su cafetería Maybe Some Coffe con los brazos cruzados y las mesas vacías. No sabe hasta cuándo permanecerá con ellos cruzados y sin clientes a los que servir un desayuno. Su duda la tienen el resto de los negocios de la zona, una de las más castigadas en la Isla por los efectos de la pandemia y la falta de turistas.

El anuncio del regreso del turismo británico y alemán fue un halo de esperanza para los comerciantes de la zona, aunque la ilusión duró poco. La noticia de confinamientos en los dos países los dejó de nuevo sumidos en la incertidumbre. Nadie sabe ahora cuándo resurgirá Costa Calma. Tampoco saben hasta cuándo podrán mantenerse abiertos los negocios.

Antes de que llegara la era COVID-19, el viento en Costa Calma soplaba a favor. Las fotografías eran a color y en ellas aparecían en el mismo plano hoteles con buena ocupación, bares y restaurantes con aforos optimistas y gente que echaba el día en pasear y mirar escaparates.

Costa Calma intentaba ser feliz hasta que llegó la pandemia. Ahora la fotografía es en blanco y negro y en la instantánea aparecen calles desiertas, locales vacíos o cerrados con carteles de “se alquila”. También se dejan retratar algunos comerciantes, “los de la resistencia”. En la imagen, salen asomados a la puerta, de brazos cruzados, esperando alguna noticia de Europa, de quienes quedaron en venir y no llegan.

La fotografía también tiene números que hablan de desempleo y de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Según datos del Observatorio Canario de Empleo, con fecha del 31 de julio, Fuerteventura recibió 1.651 solicitudes de ERTE que afectaron a 11.622 trabajadores.

El municipio con más trabajadores acogidos bajo el paraguas del ERTE fue Pájara con 4.395 personas. Se tramitaron 266 solicitudes. La hostelería, con un 42,3 por ciento, acumuló la mayor parte de los expedientes. Otros servicios supusieron el 29,6 por ciento de los ERTE y el comercio el 23,8 por ciento.

Los comerciantes solo encuentran una solución: el regreso del turismo

El presidente de la Asociación de Empresarios del Turismo Excelfuert, Luis Cardona, dibuja una situación “desastrosa” en la zona. Calcula que hasta medio centenar de comercios han tenido que cerrar en Costa Calma en los últimos meses. “Acogimos con entusiasmo el anuncio de llegada de los mercados británico y alemán, pero al final ha sido todo decepcionante. Todo esto está siendo una tragedia para la zona sur”, lamenta. Ahora mismo, permanecen nueve hoteles abiertos, “aunque los que más turistas tienen, rondan una ocupación del 28 por ciento”, asegura.

Para María Lirola también está siendo decepcionante abrir cada mañana la cafetería, en la que también sirve menús y cócteles, ubicada en el Centro Comercial Bahía Calma. Ella representa la resistencia. Al lado de su local, hay una discoteca cerrada desde julio y un restaurante que ahora solo abre de jueves a domingo. Antes del virus, las tiendas del piso de abajo abrían todo el día. Ahora, cierran las horas del mediodía. María cifra en unos 2.000 euros los gastos que tiene al mes en proveedores. Asegura que “esa cantidad no se saca en la caja. Estamos abiertos porque tenemos los mismos gastos que cerrados”.

En su negocio, el 80 por ciento de los clientes son turistas. Ahora, sin ellos, suelen entrar unas 20 o 30 personas, la mayoría a tomar desayunos. “Si llegamos a los cien euros al día en la caja, me puedo dar con un canto en los dientes. Trabajamos para gastos”, reconoce. No sabe hasta cuándo podrá estar abierto. Tampoco cómo podrá llegar a fin de mes con sus hijos, uno de ellos en la Universidad. Ni siquiera tiene claro hasta qué hora abrirá esa tarde. “Por la tarde no hay nadie. Me pongo a limpiar hasta ver si viene alguien. Si no, cojo y me voy”. Frente a ella y también de brazos cruzados permanece Arsenio Hernández. Lleva 23 años al volante de un taxi, siete de asalariado y el resto de autónomo.

Reconoce que nunca había visto Costa Clama tan muerta. Antes de la pandemia, hacía unas 30 o 40 carreras al día. Ahora se tiene que conformar con siete u ocho. A casa regresa con 20 o 30 euros. Por ese dinero, señala, “no me vale la pena poner en marcha el motor del taxi. Vengo de Pájara hasta Costa Calma. Son 30 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Luego hay que pagar la comida, gasoil… Hay días que me voy a casa con cero euros”.

Locales cerrados

Costa Calma tiene seis centros comerciales a los que la crisis sanitaria ha dejado tambaleando. Ante una situación tan dramática, el presidente de los centros comerciales Bahía Calma y Bahía Viento, Roberto Jaime, ha tenido que tomar medidas drásticas. De abril a junio, en pleno estado de alarma, estuvo cobrando el 50 por ciento del alquiler a los negocios. En octubre tuvo que volver a tomar esa medida. “Se les está echando una mano porque a quien genera una factura de 2.000 euros de negocio no le puedo generar una factura de 5.000”, dice.

Veronika Habermeyer lleva desde 2009 al frente de la tienda de decoración Qué chachi, en el Centro Comercial El Palmeral. Según Excelfuert, este centro ha tenido que ver cómo ha pasado de tener una veintena de negocios abiertos a apenas cinco.

Excelfuert calcula que hasta medio centenar de comercios han tenido que cerrar

“La gente que llega al centro toma algo en el bar, pero no entra en los pasillos porque todo está cerrado”, asegura esta mujer de origen alemán. Su local, repleto de detalles de decoración, pone luz en uno de sus pasillos. A su lado, hay puertas cerradas. Muchas puertas cerradas.

En algunas de ellas aparece un cartel de “se alquila”. “La gente no tiene dinero para comprar. Nadie compra decoración si no sabe si mañana tiene algo para comer y los turistas todavía no han llegado”, lamenta Veronika para quien las ventas han bajado un 80 por ciento.

Cuando oyó hablar de apertura de fronteras y de llegada de turistas, compró “mucha bisutería para poner a la venta. Los turistas de Alemania e Inglaterra vienen con maletas pequeñas y no quieren llevar cosas de decoración. Hice la compra porque pensaba que vendrían turistas, pero no he vendido nada”. Los nuevos confinamientos en Alemania e Inglaterra puede que la obliguen a tener los anillos y pendientes en el expositor un largo tiempo. Mientras tanto, hace frente a facturas y recibos de la Seguridad Social, teléfono, luz, seguro, alarma… “No sé hasta cuándo conseguiré mantener la puerta abierta. Si no llegan subvenciones no podré sobrevivir y tendré que cerrar”, dice.

Trabajar para pagar

Annett Merbold ha puesto la cafetera a funcionar desde temprano. A las diez de la mañana lleva servidos algunos cafés, menos de los que servía antes del virus. Hace siete años y medio, montó la cafetería Kapé. Durante todo este tiempo, jamás pensó que llegaría una pandemia con una maleta cargada de consecuencias. Mientras mira la puerta a la espera de algún cliente que le haga arrancar de nuevo la cafetera, cuenta que ha perdido “mucha clientela” y que “las ayudas del Estado son tan pequeñitas para los autónomos que no son suficientes ni para pagar el alquiler. Luego, tengo en casa un hijo que también quiere comer”.

“Esto se tiene que solucionar pronto porque un día se acabarán los ahorros”, sentencia. También se pregunta por qué no se toman medidas como “abrir las fronteras con seguridad, test en aeropuertos... Hay que abrir fronteras, activar el turismo. El Gobierno tiene que hacer cosas”, insiste. Y añade “aquí no hay turistas y la gente que vive en Costa Calma está con los ERTE, por lo que tampoco gasta dinero. Es un círculo del que resulta muy difícil salir”.

Pájara es el municipio de la Isla con más personas acogidas a un ERTE

Al margen de los trabajadores acogidos a los ERTE, el paro en Fuerteventura afecta ya a 14.197 personas, según los datos de octubre del Instituto Canario de Estadística (Istac). De los municipios turísticos, Pájara es, junto a La Oliva, el que acumula más trabajadores en situación de desempleo, con 2.659 al finalizar octubre. En Pájara residen unas 7.000 personas sin trabajo o con su puesto laboral suspendido en un ERTE. Según el último padrón, 21.093 personas viven en el municipio, en torno a un 35 por ciento de ellas en paro o acogidas a un ERTE. La medida de confinar Inglaterra hasta diciembre y las medidas restrictivas de Alemania harán, posiblemente, que estos datos cambien en las próximas semanas.

El local Mikes 7th Heaven ha colgado en la puerta un folio escrito a bolígrafo donde se lee “entra solo con mascarilla”. Solo falta que entre gente. La gallega Ana Pasos y su pareja el alemán Mike abrieron el bar en agosto del año pasado. Antes de la pandemia, españoles y, sobre todo, alemanes animaban el local. “Ahora no entran ni las moscas”, asegura Ana. En una noche facturaban entre 200 y 300 euros. Tras la COVID-19, hay días que hacen 20 euros de caja. Otros no consiguen ni tres euros. Aseguran que lo mantendrán abierto hasta que puedan porque “no les queda otro remedio”. Ella trabajaba como camarera de piso en los hoteles. Se le acabó el contrato a finales de febrero. Ha estado en el paro hasta octubre. El único ingreso que tenían era el bar. Viven con una hipoteca a cuestas.

María cifra en unos 2.000 euros los gastos que tiene al mes en proveedores

Para Ana la solución es la llegada de turistas y “también alguna ayuda. No tengo nada en el banco, pero me siguen descontando los impuestos del Ayuntamiento cuando no tengo nada para comer. Deberían tener un poquito de empatía con la gente. Si pagamos, no comemos”.

Asegura que tiene amigos y conocidos que han empezado a abandonar la Isla por falta de trabajo, rumbo a Alemania o Península. “Al menos allí hay alguna oportunidad y fábricas donde trabajar”, sostiene. Ella se plantea también irse a donde haya trabajo. El mes pasado tuvo que ir como temporera a la recogida de fresas a Segovia.

Esa noche Ana y Mike no saben si pondrán alguna copa. Veronika desconoce si venderá algún colgante y puede que Arsenio solo eche a andar el motor del taxi para volver a casa. María Lirola tampoco sabe si a mediodía servirá algún menú. Los cócteles de la tarde están aún más difíciles.

Comentarios

Animo en cuanto se pueda iremos a visitaros...en invierno y durante 5 años siempre hemos ido a Costa Calma este año estamos en dudas.. No os olvidamos
...es difícil que vengan turistas, si tienen que pagar 200€/persona por prueba PCR. ¿No podría invertir el gobierno central y autonómico para subvencionar PCR, y así ahorrarse muchos erte?
También le podíamos pagar las vacaciones, no te jode. Para que así los touroperadores puedan tener más beneficios. Me da una pena ver los pubs cerrados donde nos cobran una caña por 3€ y el combinado por 7€.
Yo trabajé en ese centro comercial de Costa Calma y recuerdo que mi jefe recibía miles de euros al día... Así que no se quejen tanto y que ahora vivan de lo que han ganado.

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