La Consejería ha construido tres de los centros contemplados en el Plan de Infraestructura Educativa, El Cotillo espera por un nuevo colegio y el IES de La Lajita continúa en el limbo

Suspenso de Educación en Fuerteventura: 43 millones de euros de inversión pendientes
La Consejería ha construido tres de los centros contemplados en el Plan de Infraestructura Educativa, El Cotillo espera por un nuevo colegio y el IES de La Lajita continúa en el limbo
Fuerteventura abrirá las puertas al nuevo curso escolar, un año más, sin ver cómo la mayoría de los colegios e institutos anunciados a bombo y platillo por parte de las administraciones canarias se han construido. En la mayoría de los casos, no se ha movido ni una piedra. El Plan de Infraestructura Educativa 2018-2025 contemplaba la construcción de once centros y trabajos de ampliación en otros tantos en la Isla. El plan llega a su fin este año con sólo tres inaugurados: el Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) en Morro Jable y los de Villaverde y El Castillo.
La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias ha dejado de invertir unos 43 millones de euros en Fuerteventura. El documento incluía 130 obras nominadas en las Islas con una previsión de dotar con unas 23.000 plazas escolares al Archipiélago en ocho años y una inversión prevista de casi 507 millones de euros.
El Plan de Infraestructura Educativa pretendía dar respuesta a la necesidad de plazas escolares con las que hacer frente al crecimiento demográfico de Canarias y reducir los ratios. En el caso de Fuerteventura, perseguía, entre otras medidas, eliminar las aulas prefabricadas.
Sin embargo, los objetivos del plan han quedado en el cajón. Poco a poco, los barracones han ido desapareciendo del mobiliario escolar, gracias a apaños. Sin embargo, la mayoría de los municipios siguen esperando por ver poner la primera piedra de los centros prometidos por el Gobierno canario.
“No se ha cumplido nada del Plan de Infraestructura Educativa. Empezamos el curso escolar con la misma pena de siempre. Otro año más y sin ver la luz”, asegura Grimanesa González, presidenta de Fimapa (Federación Insular Majorera de Madres, Padres y Alumnado). Y añade: “Vamos a otro curso sin nuevas infraestructuras educativas y esta vez no es culpa de la Consejería, sino de los ayuntamientos”.
Señala que desde Educación les han explicado que en el Gobierno de Canarias hay “ganas y dinero, pero no hay suelo”. “Son los ayuntamientos quienes tienen que ponerlo para poder construir, pero si no hay sincronización entre ayuntamientos y Consejería mal vamos”, insiste.
La escasa apuesta por dotar a la Isla de infraestructuras educativas se traduce, a su juicio, en fracaso escolar. Hay un abandono de las aulas porque el alumnado “no aguanta” el trajín de kilómetros y carretera de un municipio a otro para poder ir a clase y unos regresos a sus casas a las cuatro de la tarde “y sin comer”. Eso, asegura, “no hay quién lo soporte. Es muy triste que eso siga pasando en el siglo en el que estamos”.
Puerto del Rosario
El Plan de Infraestructura Educativa 2018-2025 de la Consejería de Educación contemplaba diversas obras de ampliación en los centros educativos existentes en el municipio y la construcción de un instituto en la capital y dos CEIP, uno en Casillas del Ángel y otro en el barrio capitalino de El Charco.
Para el de Casillas del Ángel había contemplado un presupuesto de 4,25 millones de euros; para el IES de la capital se recogía una partida de 5,6 millones, mientras que para el CEIP de El Charco estaba previsto destinar 5,2 millones. En ninguno se ha movido una piedra.
La Oliva
Los trabajos planificados en el Plan incluían la construcción de un CEIP en El Cotillo, otro en Lajares, y uno más en Villaverde, además de un centro de Secundaria en Corralejo. De todo ello, solo se ha hecho el segundo colegio de Villaverde, que entró en funcionamiento durante el curso 2021-2022. Al resto de pueblos les toca esperar.
Unos 130 alumnos comenzarán el nuevo curso escolar en el CEIP El Tostón de El Cotillo. El colegio volverá a abrir las puertas un año más sin haber dejado atrás los conocidos como barracones, unas instalaciones modulares que, con el tiempo, se han ido sofisticando. En El Cotillo se mantienen tres. Educación tenía previsto la construcción de nuevas aulas, pero la licitación quedó desierta.
No se ha movido ni una piedra en los centros proyectados en Puerto del Rosario
“El actual centro se ha quedado pequeño y tampoco podemos crecer como centro porque no tenemos infraestructura”, lamenta la presidenta de la asociación de padres y madres del colegio, Rosi Rodríguez. A pesar de tener demanda, las ratios de alumnos son muy bajas.
El centro tiene siete aulas de obra y tres modulares; dos baños para 130 alumnos; un solo servicio para el profesorado que comparten hombre y mujeres; no hay sala de profesores, sino un aula donde en ciertos horarios se reúnen los docentes; el aula para niños con necesidades especiales es muy pequeña y no existen zonas de sombra en el patio.
Rosi reconoce que es un centro con muchas necesidades. “Estamos en un momento de subsistencia. Sobreviviendo con lo que tenemos, pero tampoco queremos alargar esta situación”, subraya.
“Se ha ido remendando según las necesidades que hemos ido teniendo, pero visto que se va a construir un nuevo centro no creo que la Consejería vaya a hacer mucho más en este, aunque no podemos tener una caja de ratones toda la vida”, insiste.
El Ayuntamiento de La Oliva cedió unos terrenos al lado del campo de fútbol de El Cotillo para la construcción de un nuevo centro. El alcalde de La Oliva, Isaí Blanco, explica que el Consistorio ya ha entregado el suelo a la Consejería de Educación. Aclara que, al principio, “se alargó [el procedimiento] porque desde el Gobierno” les hicieron “varios requerimientos que hubo que corregir”.
Blanco espera poder sentarse con el consejero de Educación, Poli Suárez, y conocer las previsiones de la Consejería y dar respuesta, más allá de promesas, al pueblo de El Cotillo.
También tendrán que seguir esperando un año más los vecinos de Lajares. La demora tiene pinta de eternizarse en el tiempo. Al terreno que el Ayuntamiento tenía previsto ceder a Educación le ha salido otro propietario. “En el Ayuntamiento tenemos claro que nosotros somos los propietarios. Hemos tenido llevar el asunto a los juzgados”, explica el alcalde. Ahora será la Justicia la que resuelva quién es el dueño.
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Localidad de La Lajita, donde existe la demanda histórica de un instituto.
Pájara
El Plan de Infraestructura Educativa que finaliza este año recogía la construcción del CEIP Morro Jable II, el más grande de Canarias, con capacidad para albergar a unos 700 estudiantes, y el IES La Lajita. El primero se inauguró en 2021. El centro de La Lajita sigue esperando. El Plan contemplaba 6,7 millones de euros para su construcción. Sin embargo, no se ha hecho nada.
Los anuncios sobre la cesión de los terrenos inundan la hemeroteca de los medios de comunicación desde la década pasada. Ya en 2017 el Ayuntamiento de Pájara aseguraba que había cedido 12.700 metros cuadrados. La última oleada de comunicados es de 2021, cuando se llegó a anunciar la redacción del anteproyecto del instituto.
Nora, de 12 años, se tiene que levantar a las seis y media para ir hasta Gran Tarajal
Cuatro años más tarde, el bloqueo urbanístico continúa en el plan parcial La Lajita 2000, donde se reservó el suelo para ejecutar el centro. El suelo educativo se contempla a medio centenar de metros de la rotonda que distribuye el tráfico en el pueblo, en la calle Sise, justo en frente del CEIP La Lajita. Sin embargo, los terrenos forman parte de una enorme bolsa de suelo urbano no consolidado de más de medio millón de metros cuadrados, donde además se prevé la construcción de unas 2.500 viviendas y un gran establecimiento comercial. En este mismo plan parcial se encuentra la parcela para el Centro de Atención Especializada (CAE) de La Lajita.
El conflicto entre promotores y Ayuntamiento se ha recrudecido en el último año y medio. Los primeros rechazan el nuevo Plan General de Ordenación (PGO) y reclaman seguir pilotando el desarrollo de la urbanización, mientras que el Consistorio defiende su decisión de haber cambiado el modo de ejecutarlo a un sistema de iniciativa pública. La consecuencia práctica es que el plan parcial está bloqueado.
Ajena a la burocracia y a los entresijos del urbanismo, en unos días, Nora tendrá que volver a pegarse el madrugón. Tiene 12 años. Es su segundo año en la ESO. Su despertador sonará sobre las seis y media, desayunará y a las siete y media tendrá que coger una guagua que la lleve desde Costa Calma hasta el instituto de Gran Tarajal. No llegará a casa hasta las tres y media con hambre, cansada y con una tarde de deberes por delante.
Costa Calma no tiene instituto por lo que a sus jóvenes no les queda otra opción que irse hasta Gran Tarajal. Nora empezó la enseñanza obligatoria en el IES Vigán. Su madre Tatiana Jaime ha escuchado muchas veces a su hija preguntar: “¿Por qué tengo que irme tan lejos a estudiar?”.
“Los estudiantes del sur siguen sufriendo lo mismo que padecían sus padres hace 20 años. No es de recibo que un niño tenga que hacer más de 30 kilómetros para ir de Costa Calma a Gran Tarajal. No es justo que tenga que salir de su municipio a otro para ir a estudiar la Secundaria, que hay que recordar que sigue siendo obligatoria”, señala la presidenta de Fimapa. Para la representante de los padres y madres de la Isla, el instituto de La Lajita tenía que haber sido ya una realidad y “si no había suelo en La Lajita buscarlo en Costa Calma o donde fuera”.
“Cuando mi hija entró en primero de Primaria escuché promesas relacionadas con la construcción de un instituto. Nunca pensé que iba a llegar al instituto sin ver puesta la primera piedra del de La Lajita. Estoy viendo que mi segunda hija, que tiene ocho años, tampoco lo va a ver”, señala Tatiana.
“Es duro y frustrante. Siento que se ríen de nosotros. Mi hija nació en Costa Calma y se tiene que ir a Gran Tarajal, a otro municipio a estudiar”, lamenta esta madre y recuerda que su pareja, 20 años antes, se tenía que ir de Ajuy, en guagua, hasta otro municipio, el de Tuineje, para ir al instituto. Parece que nada ha cambiado y se pregunta “cuántos años más va a seguir así”.















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