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Solidaridad sin fronteras: el colegio María Castrillo de Corralejo se hermana con un centro de Nuadibú

Los alumnos del centro École Lareiguib de Mauritania reciben uniformes de la empresa Pinomar y balones del Club Deportivo Herbania en una iniciativa que estrecha lazos entre las dos orillas

Itziar Fernández 0 COMENTARIOS 08/12/2019 - 09:15

Entre Corralejo, al norte de Fuerteventura, y Nuadibú, al norte de Mauritania, hay más de 900 kilómetros de distancia, pero la solidaridad no entiende de fronteras ni de distancias. El colegio de Educación Infantil y Primaria CEIP María Castrillo de Corralejo ha sellado su hermanamiento con otro centro de Primaria de Nuadibú, École Lareiguib, a través de la asociación Sáhara Fuerte y con la ayuda del delegado en la Isla del Frente Polisario, Mohamed Ali Larbi.

 La idea parte de la necesidad de los empresarios Pino Sánchez y Pedro Benítez, matrimonio que regenta la empresa Pinomar, para gestionar un estocaje de 2.000 uniformes descatalogados, a consecuencia del cambio de vestimenta del colegio María Castrillo de Corralejo. Lo que fue, sin duda, un revés empresarial terminó constituyendo un ejemplo de solidaridad.

“No podíamos evitar la pérdida económica, pero se nos ocurrió donar los uniformes a niños que necesitan equipamiento, pero no tienen medios, y así nos propusieron la idea de enviarlo a un colegio de Mauritania. Nos pareció muy bonito”, explica Pino.

De hecho, el matrimonio quiere colgar en su local un gran cartel con fotografías del encuentro. “Nos ha felicitado mucha gente y estamos seguros de que este gesto solidario nos va a reportar no sólo una gran satisfacción personal, sino también muchos clientes, que se implican y valoran nuestra iniciativa para construir un mundo más justo y mejor”, expresan.

A ese equipamiento contribuyó el Club Deportivo Herbania, con una donación de balones y camisetas. “El colegio cuenta con un programa denominado Trazando sendas y teníamos en mente celebrar algún hermanamiento”, explica el maestro encargado del programa, Josué Reyes Rodríguez.

“La asociación del pueblo saharaui nos planteó esta posibilidad y nos pareció perfecto”, añade Josué, para quien esta iniciativa supone “un ejemplo de solidaridad y de educación en valores para nuestra comunidad educativa”.

Se consiguió mandar el material, casi cien cajas, en un contenedor que partía hacia Mauritania a bordo de Naviera Armas, desde el muelle de Las Palmas de Gran Canaria. “Así que, cuando estuvimos allí para el hermanamiento, los 300 alumnos ya lucían su equipamiento y disponían del material”, explica el docente.

Desde el centro subrayan “la transparencia durante todo el proceso, desde el envío hasta la recogida”. “Ha sido un intercambio cultural, ya que hay muchas cosas que nos unen. Fue una experiencia muy bonita, nos acogieron con una gran familiaridad y mucha emoción”, subrayan. El equipo docente explicó la iniciativa al alumnado y los niños y niñas del colegio María Castrillo confeccionaron pulseras para repartir entre los alumnos mauritanos, hicieron dibujos y escribieron cartas, con una presentación en francés, el idioma, junto al árabe, que estudian en este centro africano.

“Lo más gratificante fue que los escolares de Nuadibú quisieron responder a los majoreros y escribieron sus cartas de agradecimiento sobre la marcha, para que pudiéramos traerlas de regreso. También realizaron dibujos, con todo su cariño, para que los repartiéramos entre nuestro alumnado de Corralejo”, destaca el maestro, emocionado.

La comitiva majorera elaboró un vídeo de su estancia en el colegio mauritano, que se proyectó en el CEIP María Castrillo para que la comunidad educativa pudiera ver “lo felices que son estos niños con lo poco que tienen y su solidaridad espontánea. Nos ofrecieron todo de lo que disponían”, detalla Josué.

El equipo docente del María Castrillo estudia mantener este hermanamiento con nuevas acciones: “El director del colegio africano mostró su interés y deseo de venir a visitarnos para conocer el funcionamiento de nuestro centro y poner en práctica algunas de nuestras herramientas educativas en su país”.

Las condiciones educativas de los dos colegios hermanados son bastante distintas: “Allí puede haber hasta 70 alumnos por aula, disponen de poco espacio y escasos maestros y medios materiales. Sin embargo, docentes y alumnos se esfuerzan en aprender y superarse”, indica Josué. Esta experiencia solidaria, ha permitido al alumnado del centro majorero conocer la realidad que se vive en la otra orilla, en el continente africano, un territorio con estrechos lazos históricos con Canarias.

Juan Francisco Chocho, Juanbi Cabrera y Carmen Delia Gutiérrez, de la Asociación Sáhara Fuerte, se embarcaron en este viaje junto a Larbi y voluntarios del colegio, como Patria del Carmen Sáez y Paulo Miguel Lima.

“El hermanamiento cuenta con un protocolo para presentarlo a los gobiernos locales y apoyar temas relacionados con la educación y el progreso del alumnado”, recoge el documento que ha avalado el proceso seguido por el colegio de Corralejo.

También se detalla la importancia de organizar planes e intercambios para conocer las realidades de ambos entornos, establecer programas de trabajo conjunto con la participación de los sectores de la cultura y el deporte, así como el respeto a los principios establecidos por la Federación Mundial de Ciudades Unidas (FMECU). Unos preceptos que demuestran que la educación y la enseñanza no tienen fronteras físicas y que pequeños gestos individuales “cambian el mundo y permiten construir un futuro mejor para todos los pueblos”.

Mohamed Larbi destaca que existen lazos de unión con el alcalde de Nuadibú, que es saharaui, “lo que facilitó el acercamiento e intercambio”. Además, y de forma casual, el viaje de la expedición majorera, a finales de noviembre, coincidió con el aviso del Gobierno español de suspender las entradas a los campamentos saharauis de Tinduf, por una posible alerta terrorista en la zona, pero nadie de la expedición quiso abandonar.

“A nosotros no nos afectó la alerta porque viajábamos a Mauritania. De todas formas, tampoco afectó a los programas hacia las zonas amenazadas. Casi nadie dejó el programa de ayuda a estos pueblos, ni los andaluces,ni otros viajes de cooperación previstos en estas fechas”, relata Juan Francisco Chocho.

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