
Como si se quemara una papelera

Así fue el silencio. Así la indiferencia.
Nadie lloró, ni le dio importancia. Las autoridades no fueron por allí, ni hicieron demasiadas preguntas; no mostraron su culpa. Las autoridades, en realidad, ni siquiera lo supieron (dicen), aunque ocurrió a unos metros del Ayuntamiento y en horario laboral, a plena (más plena no la hay) luz del día: a las doce de un miércoles. Lo supieron un día después y hasta allí solo fue un concejal, el de Cultura, avisado de los hechos por la Asociación Raíz del Pueblo. Según su relato, otro concejal estaba informado desde el momento de la intervención de emergencias, pero no dio la voz de alarma. No lo consideró oportuno. Esta es la altura del compromiso público.
Así que nadie informó, nadie explicó, nadie puso su responsabilidad sobre la mesa. La ermita más antigua de Fuerteventura (y una de las más antiguas de Canarias), desprotegida: ni una sola cámara de vigilancia, a pesar de que ya había sufrido anteriormente varias sorpresas.
El BIC más antiguo de La Oliva ardió un miércoles, a plena luz del día; después de más de una década de abandono, después de haberse ignorado repetidamente las peticiones de Raíz del Pueblo y otros colectivos por su protección, después de que se plantaran en su entorno cincuenta olivos con sus cincuenta promesas. Después de que la propuesta de rehabilitación quedara sin avanzar dos legislaturas: tras haber sido desestimada por la comisión de Patrimonio, no fue subsanada ni mejorada para su puesta en marcha.
Se produce un incendio, pero todos desconocen, a pesar de ser paliado por el servicio de bomberos de La Oliva y atendido por la policía municipal. Se produce un incendio, uno que amenaza con destruir una joya del patrimonio insular, y la institución no lanza a los medios de comunicación ninguna nota explicativa, ningún informe de daños, ninguna convocatoria para dar detalles. Es posible que sea este un buen momento para recordar al Ayuntamiento de La Oliva que tiene una obligación con la información pública y que los gabinetes de las instituciones sirven, primero y fundamentalmente, a este deber público: las fotos de concejales en las fiestas de verano no son el cumplimiento de ese deber.
Pero el debate es el vandalismo. Un inmueble del siglo XVI, desprotegido y en evidente estado de abandono, se prende a plena luz del día, a la vista de todos, sin que ninguna autoridad lo sepa o lo atienda. Pero el debate es el vandalismo.
Como si hubieran quemado una papelera.











Comentarios
1 Irene Hormiga S... Sáb, 09/08/2025 - 00:17
2 Pilar Sáb, 09/08/2025 - 13:34
3 Susana Pintos G... Lun, 11/08/2025 - 13:46
4 Elena Mar, 12/08/2025 - 09:36
5 Lagunero Jue, 14/08/2025 - 22:25
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