ECONOMÍA

La falta de británicos que ahoga a Caleta de Fuste

Las zonas turísticas de Fuerteventura empiezan a respirar, pero El Castillo se encuentra en peor situación por su dependencia de los turistas del Reino Unido, que llega a alcanzar el 80%

Eloy Vera 12 COMENTARIOS 25/08/2021 - 06:03

Un puñado de tórtolas revolotea de un lado para otro de la vía. Picotean en el suelo, despegan el vuelo y vuelven a aterrizar. Así, durante un tiempo. Es, tal vez, la mayor aglomeración que ese día se vivirá en la calle Juan Ramón Soto Morales, uno de los pulmones comerciales de Caleta de Fuste hasta la llegada del virus. Ahora, sus propietarios se asoman a la puerta y miran al cielo en busca de algún avión procedente del Reino Unido, el principal cliente de la zona. Las restricciones del país para viajar a Canarias se han aliviado, pero la incertidumbre de los viajeros y la falta de conectividad dejan El Castillo con la soga al cuello.

La fotografía de Caleta de Fuste antes de la Covid era en color. En la instantánea, los turistas se retrataban en la playa o paseando en busca de souvenirs que llevar a su país. Salía gente con cara de felicidad en las terrazas de los bares y restaurantes y hasta un tren, con pasajeros a bordo recorriendo las calles, aparecía a un lado de la imagen. Ahora, la fotografía sigue en color, pero falta el público acostumbrado en la vía. Los comercios aparecen casi vacíos o cerrados y el tren ha desaparecido de la imagen. Es la foto de Caleta de Fuste en la era Covid.

El gerente de la Asociación de Empresarios Turísticos de Fuerteventura (Asofuer), Mario de la Cruz, explica cómo el turismo británico ha sido el que “tradicionalmente” ha visitado la zona de El Castillo. En los últimos meses, otros mercados como el alemán han empezado a recuperarse. Sin embargo, el británico “hoy en día no se ha reactivado. De ahí, la baja ocupación y que muchos de los hoteles de la zona permanezcan cerrados”.

De la Cruz apunta como causas la incertidumbre de la población ante los viajes, las restricciones que llegan desde Londres, que cambian de un día para otro y, sobre todo, la falta de conectividad aérea, que no ha conseguido recuperarse desde que apareció la pandemia. El Reino Unido decidió el pasado 15 de julio mantener a España en ámbar en su semáforo Covid. Cuatro días después, el Ejecutivo de Boris Johnson eliminó la cuarentena para los viajeros con la pauta completa de vacunación que regresen de territorios que estén en riesgo medio por la incidencia del coronavirus, como Canarias. Sin embargo, los que aún no tengan la pauta completa deben realizar una cuarentena de 10 días a su regreso al Reino Unido, si han pasado antes por España.

Los datos no engañan: en junio, el primer mes de la temporada de verano, de 52.324 turistas que recibió Fuerteventura, apenas 1.148 eran británicos. Los franceses fueron cuatro veces más y llegaron casi 22.000 alemanes. En el primer semestre, las cifras son todavía más abultadas: de casi 163.000 turistas, apenas 2.085 llegaron del Reino Unido, según el estudio Frontur.

Alexander Blum aparece con el chaleco amarillo de seguridad. Viene de estar en alguna obra. Es el director del Barceló Fuerteventura, uno de los dos hoteles que la cadena tiene en Caleta de Fuste. Diez días después de decretarse el estado de alarma, el complejo hotelero cerró. Han aprovechado todo este tiempo de pandemia para realizar obras. Ahora esperan poder reabrir el 1 de noviembre. En estos momentos, la cadena mantiene abierto el Barceló Castillo, con una planificación del 60 por ciento de ocupación para este mes de agosto.

“Hasta ahora, la ocupación ha sido bastante mala, en torno a un 20 por ciento, cuando estos hoteles siempre han tenido un gran volumen con un 90 por ciento de ocupación, incluso en años malos”, cuenta. Alexander reconoce que el turismo británico está “muy flojo” en Caleta de Fuste. Explica cómo “habitualmente se ha estado rondando una dependencia del turismo británico del 60 por ciento todo el año, una cifra que en invierno roza el 80 por ciento”. Sin embargo, “ahora mismo, como mucho, llegamos a un 10 por ciento de impacto del turismo británico y con hoteles con una ocupación por debajo del 60 por ciento”.


Alexander Blum.

Poco a poco, otras zonas turísticas de la Isla han ido sacando la cabeza del agujero. La primera semana de agosto, el Cabildo de Fuerteventura celebraba que Pájara contara con el 90 por ciento de sus establecimientos hoteleros abiertos, con una ocupación que oscilaba entre el 70 y el 75 por ciento. En el caso de La Oliva, el 70 por ciento de la planta hotelera está abierta, según los datos que maneja la primera institución de la Isla. La otra cara de la moneda es Antigua, donde el 70 por ciento de los hoteles siguen cerrados, algunos de ellos en obras.

Alexander reconoce “la dependencia” que tiene la zona al turismo británico y eso ha hecho que haya una ocupación muy diferente a otras localidades de Fuerteventura, aunque, apostilla, “se está trabajando en mover el mix de nacionalidades” que conforma su clientela. De momento, explica cómo hay una parte de las reservas del turismo británico que se han mantenido. Sin embargo, la esperanza este mes de agosto llega a través del turismo peninsular e interinsular. “No tenemos un crecimiento sostenido de las ocupaciones, se mantiene con turismo local canario y peninsular y algo de ingleses, italianos...”, apunta.

Mark Erasmuson espera a las puertas de su bar Havana la llegada de turistas británicos. Gracias a ellos y a los trabajadores de los hoteles, conseguía llevar un sueldo a casa y los salarios de sus dos empleados. Así, iba tirando hasta que llegó el virus. “La pandemia ha sido muy mala”, reconoce este escocés, que hace tres años decidió abrir un bar cerca de las oficinas de la Tenencia de Alcaldía. “Los hoteles están casi todos cerrados y los turistas no vienen”, lamenta.

Mark cambia la puerta por una mesa, se sienta y empieza a contar cómo la mayoría de los turistas que se acercaban a la barra de su bar antes de la aparición de la Covid eran británicos. “En los últimos meses, Corralejo ha estado lleno y el sur también, pero aquí lo que había eran ingleses y, al no venir, todo esto está muerto”, dice resignado.

“Vamos a tener que repensar la oferta y la comercialización”, dice Blum

El propietario del Havana se pregunta por qué en todo este tiempo a nadie se le ha pasado por la cabeza otras opciones, como apostar por buscar turistas en otros mercados, como el sueco o el alemán. No obstante, celebra que en las últimas semanas el turismo nacional esté dando un respiro a la localidad. También la llegada de algunos extranjeros.

Sin embargo, la caja de su bar no termina de alegrarse. El día que se le da bien hace entre 400 y 600 euros. En la era preCovid facturaba unos 1.000. Con lo que gana ahora, no consigue pagar las facturas, el préstamo que pidió al banco durante el confinamiento, ni el salario de los trabajadores. Uno de ellos se encuentra actualmente en un Expediente de regulación temporal de empleo (ERTE).

El escocés asegura que los turistas que están apareciendo por Caleta de Fuste, en estos momentos, son los de ‘todo incluido’: “Eso, para nosotros, es lo peor”. Aun así, Mark es un superviviente. Muchos de los bares de la zona, que tenían como clientela el turismo británico, han echado el cierre. “Todo esto está siendo fatal. Los bares del centro comercial están cerrados porque no hay suficientes ingleses”, asegura.


Mark Erasmuson.

Microcentro británico

“La gran dependencia del turismo británico no ha sido buscada ni querida, sino una evolución natural de Caleta de Fuste. Hay muchos residentes británicos que se han asentado en la zona, muchos pubs, bares británicos, y se ha ido generando un microcentro enfocado al turismo del Reino Unido”, explica el director de Barceló Fuerteventura.

A su juicio, esta dependencia ha comenzado a deshacerse, poco a poco, y “veremos cómo en los próximos años habrá un cambio de nacionalidades importante. Sobre todo, porque hemos visto que hay que ir mirando alternativas”.

Mientras llegan las alternativas, Sandra Nankani sigue asomada a la puerta de su negocio, Eurogift, esperando clientela. Estaba acostumbrada al trajín de la gente entrando y saliendo a su local, una tienda de souvenirs donde se vende desde artículos de playa hasta tabaco. Ahora, los clientes entran a cuentagotas. “Hasta que llegó el estado de alarma iba más o menos bien. Habían bajado un poco las ventas, pero también es verdad que había algo de competencia”, dice.

Tras levantarse el confinamiento, reabrió el local con la esperanza de que los aviones con turistas no tardaran en llegar. La ilusión fue desapareciendo, según avanzaban los meses y desde Europa llegaban noticias de cierres, restricciones y nuevas variantes del virus que ponían en jaque a la ciencia y en la cuerda floja a los empresarios.

“Desde que reabrimos, hemos estado a piñón todo el día para ver si vendemos algo”, asegura esta mujer. Antes, atendía a unos 50 clientes al día. En estos momentos, con suerte, llega a 20. En las últimas semanas, han mejorado algo las ventas, gracias al turismo peninsular y canario, “pero ha sido muy poquito el aumento”. “En una semana, puede que dos días se den bien, pero el resto no da ni para pipas. Así no se consigue levantar cabeza”, insiste.


Sandra Nankani.

Frente a la tienda, se levanta un grupo de apartahoteles vacíos. La imagen se repite por otras zonas de Caleta de Fuste. Sandra achaca la ausencia de turistas a la “falta de alojamiento de calidad y también al tipo de turismo que está viniendo. Se debería trabajar en traer un turismo con poder económico”.

La mujer para un momento la conversación para atender a un cliente. Una vez le devuelve el cambio, regresa a la charla. “Durante todo este tiempo se centraron en el turista británico y no abrieron otros mercados y a eso se suma el todo incluido. Todo eso nos influye”, explica. “Oímos que vienen los británicos, que ya van a venir, pero al final no vienen”, lamenta Sandra. La mujer se despide resignada. Aún le quedan horas por delante mirando a la puerta a la espera de que entre algún turista.

“Estamos sufriendo más aquí que en otras zonas de la Isla. Esa es la realidad que nos está tocando vivir, debido a la tendencia histórica de depender del turismo británico en un 80 por ciento”, explica el presidente de la Asociación de Empresarios y Comerciantes de Antigua, Francisco Ufano. El representante de los empresarios de la zona se muestra optimista y calcula que, gracias al turismo español, se puede “alcanzar un 60 o 70 por ciento de ocupación en agosto”. A ver si somos capaces, luego, de mantener esas cifras en septiembre. Creo que esto se va a espabilar un poco y propiciar la reapertura de más comercios”, señala.

Ufano calcula que, en estos momentos, un 40 por ciento de los establecimientos de Caleta de Fuste continúan cerrados. En la zona del centro comercial, el número de establecimientos cerrados podría alcanzar seis de cada diez. Muchos de ellos son bares y restaurantes que han ido especializándose en el turismo británico. A la desesperada, AECA ha creado la moneda Mafasca, una divisa propia, para impulsar el comercio local. La campaña, con la que se pretende propiciar las compras esta temporada de verano, espera dejar un impacto económico de 400.000 euros.

Ufano culpa a la “incertidumbre” como causa principal por la que los turistas británicos no estén viajando a Canarias como antes. “Nuestras cifras de contagio son malas y ellos también tienen unos números negativos. Al final, la gente se retrae y creo que es lo que está sucediendo con los ingleses”, dice. Sin embargo, el representante de AECA se muestra confiado en que, a partir de septiembre, empiece a resurgir el turismo británico.

“En los momentos de crisis, cuando se tiene dependencia de un turista o turoperador, es cuando se paga el precio. Mientras las cosas van bien no nos quejamos. Hasta ahora, han ido bien, pero vamos a tener que repensar la oferta, la comercialización y los canales de distribución”, apunta el director de Barceló Fuerteventura, Alexander Blum.

El responsable hotelero añade: “El británico será una parte importante de Caleta de Fuste. Ha sido así hasta ahora. El motor de la riqueza que se ha creado en la zona”. Al núcleo turístico le espera una regeneración que también tendrá su implicación en la oferta complementaria que, Blum, confiado, asegura que “va a cambiar para atraer a un turista diferente”.

Comentarios

Tampoco se puede. Nada en caleta de fuste muy feo es
Es una zona hortera pretenciosa y muy fea
Pero si llenaron caleta de africanos el gobierno dice que nesecitamos muchos inmigrantes digo que le abra venido bien a caleta que le llenarán los hoteles de africanos mantenidos con nuestros impuestos
Sitio más feo ahora censuren por decir hortera y pretencioso o no lo es ahora censura y censura con ínfulas. Ahora censuren comentario muy típico de este periodico
Busquen más turoperadores y listo
Triste es que llegues a un complejo y recibas la noticia de que el aire acondicionado se paga a parte.Un extra en el que te aumenta el precio por día,ya que estar en agosto,en Caleta sin aire acondicionado es imposible.No hay coches de alquiler y si hay alguna oferta,pasa de 700€ por semana por un coche básico....
Construcciones cutres, de pesima calidad. Locales igual de cutres, con ingleses borrachos que espantan a los turistas de otras nacionalidades. Han construido un microcosmos para ingleses de clase baja ( los adinerados no aparecen por aqui) y ahora se quejan. Tienen lo que han sembrado.
y usted Verónica que es nórdica que impuestos que populismo barato yo he estado en restaurantes y no he visto ni uno que hooligans sois la isla tiene problemas más importantes que esos. La tasa de universitarios , el paro y algún lugareño los tiene a esos negritos que dice usted sin cotizar y trabaja do en b todo y pagando una miseria es mentira lo que digo por que todo el mundo sabe en estas empresas de construcción o en agricultura existen esos africanos son cotizar en b y pagando mal y si pagan dando solo algún alojamiento que es del tercer mundo y después setenciandolos eso no dices nada Verónica verdad o bares que tienen algún negro trabajando más de ocho horas y cotizando 4 semanales ehhhhh no dices nada
Con los precios de los hoteles por las nuves logico que esten al 20 por ciento duplican los precios ee otras islas
Trabajando no ahí ningún ilegal,no inventes cosas falsas, ellos vienen sólo a vivir de nuestros impuestos.
Ahora todos a llorar , después de años ganando un dineral , aprovechándose de contratos basuras o contratos de media jornada y trabajando jornada completa . Haciendo horas extras como locos y no pagarlas un sin fin de casos en caleta de fuste tanto como restaurantes comercios y hoteles. Estaban más preocupados en llenarse los bolsillos que realmente lo que pasaba en caleta de fuste , simplemente no miraron más allá .
Coches de alquiler a 900 euros la semana restaurantes que cierran a las 1o y pico cervecitas por los caminos bolsas de plástico tiradas , falta de conciertos y de cultura una vergüenza vivir allí ,ahora censuren

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