DEPORTES

Gravel, una modalidad ciclista que se abre camino en Fuerteventura

La orografía majorera es idónea para la práctica de este nuevo deporte

Manu Riau 1 COMENTARIOS 20/12/2021 - 09:05

“El gravel es una nueva aventura sobre dos ruedas”. Esta es la definición más escuchada entre los graveleros, los practicantes de una modalidad que lleva pocos años en el ciclismo y que viene pegando fuerte. Se necesita una bicicleta parecida en su geometría a las de ruta, pero con un cuadro adaptado para poder ser utilizada fuera del asfalto. El manillar es curvo, similar al de las bicis de ruta, y las ruedas son de mayor dimensión, impropias de una bici convencional de carretera.

El aficionado Iñaki Fernández ha adaptado su bicicleta de cicloturista para poder practicar gravel en Fuerteventura. Ertzaina en Bilbao, su trabajo como piloto de helicópteros de rescate le permite pasar la mitad del año en su ciudad natal y la otra en el paraíso majorero, en su casa de Majanicho. “En el País Vasco el gravel es muy popular porque existe una cultura de ciclo cross, pero en Fuerteventura, donde aún está empezando, cada vez veo más ciclistas con bicis de gravel o adaptadas, como la mía”, explica.

Las carreteras de guijo, la grava que se emplea como pavimento, son muy habituales en la Isla. La orografía majorera proporciona magnificas posibilidades para crear rutas adecuadas a esta actividad. Es lo que ha hecho César González, un tinerfeño de cuarenta y nueve años que ha alargado su vida deportiva como gravelero. “Antes corría por asfalto y montaña, pero hubo un momento en que las lesiones óseas eran constantes, mis rodillas dijeron basta. Entonces descubrí el gravel, que me permite hacer deporte de manera menos agresiva para mi cuerpo”, argumenta.

César compró una bicicleta de gravel hace un año y, siempre que puede, busca un hueco para hacer kilómetros con ella. Hace poco estuvo de vacaciones en la Maxorata con su familia y cargó la bici en el coche. Planificó con tiempo una ruta de cuarenta y dos kilómetros, un diseño que según cuenta es similar al recorrido que se hace en Fudenas, la famosa carrera cívico militar para bicicleta de montaña que recorre la Isla de norte a sur y que se celebró en octubre pasado.

César e Iñaki son dos deportistas aficionados que, como tantos otros, han encontrado en el gravel mayor variedad de ciclismo que en disciplinas que utilizan otro tipo de bicis. “Puedes ir por asfalto o por gravilla y circular por carreteras secundarias o por largos senderos, vale para todo. Permite visitar multitud de parajes. En Fuerteventura, por ejemplo, se disfruta de cada rincón de la Isla”, cuenta César. Una de las modalidades más asentadas entre los graveleros es el bikepacking, una forma minimalista de viajar en bicicleta: “Echas lo esencial en la mochila, las bicicletas se pueden adaptar fácilmente para portar estos equipajes y durante varios días haces diferentes etapas que te permiten visitar sitios realmente espectaculares”.

El nacimiento de este deporte se localiza en Estados Unidos. Allí empezó la bicicleta de montaña y en la actualidad el gravel está en pleno auge. Las cifras de su crecimiento en el país norteamericano son reveladoras, se venden 10 bicis de gravel por cada una de ruta. Sin embargo, la realidad es que este deporte se practica desde hace décadas, cuando la gente se desplazaba entre localidades con bicicletas rudimentarias, sin ninguna tecnología añadida y por caminos sin asfaltar. Aquello, en cierto modo, también era gravel.


César González, junto a su bicicleta de gravel. 

Distinguir esta nueva modalidad del ciclismo en ruta es fácil, su verdadera lucha por afianzarse en el mundo del pedal es la competencia con el mountain bike. “La rigidez y fortaleza de la bicicleta de montaña permite ir por caminos más difíciles y arriesgados, pero la de gravel abre un mundo de infinitas posibilidades. Puedes rodar tranquilo por carretera, hacer largas rutas por caminos sin asfaltar y, además, son bicicletas que permiten conducciones más rápidas que las hacen muy divertidas”, dice Iñaki.

“Las carreteras de guijo, la grava para pavimento, son habituales en la Isla”

En Europa la demanda no ha llegado todavía al nivel de Estados Unidos, pero todo indica que pronto será igual de popular. Además de su polivalencia deportiva, se vive un repunte en la venta de bicicletas en los últimos años acentuado por la pandemia. El usuario de la 'gravel' huye del peligro del asfalto, pero tampoco necesita una tecnología muy cara para meterse por caminos complicados. “Las bicicletas profesionales de cualquier modalidad son muy caras, pero, si hablamos de iniciación, quizás las de gravel son las más económicas. Comprar una buena bicicleta de ruta puede estar sobre los 1.000 euros, la 'gravel' en torno a los 1.500 y las de montaña sin duda son las más caras, cerca de los 2.000”, explica César.

El éxito de este deporte no ha pasado desapercibido para la Unión Ciclista Internacional (UCI) ni a nivel deportivo ni, por supuesto, comercial. En septiembre, lo reconoció como modalidad deportiva y ya se está preparando un calendario mundial para la temporada que viene, las Gravel World Series. En lo relativo a la comercialización hay un filón para las multinacionales que saquen prototipos de bici cada temporada, evoluciones tecnológicas, etcétera.

El fenómeno parece imparable, ya que ha enganchado a ciclistas populares, pero también lo ha hecho con los profesionales. Aprovechando el final de la temporada ciclista, varias estrellas del circuito internacional de ruta se han dejado ver como graveleros en carreras profesionales, aun sin ser oficiales para la UCI. Parece que el gravel ha llegado para quedarse.

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