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Gran Tarajal reaviva la batalla por el puerto con la capital

En los 40 el muelle tuvo una actividad mercante y de pasajeros “hoy impensable”

Descarga de mercancías en los años 50. Fotos cedidas por Juan Castellano.
Lourdes Bermejo 1 COMENTARIOS 15/02/2019 - 07:40

Cuando se cumple un siglo de la creación del actual puerto de Gran Tarajal, la población retoma este año 2019 la histórica reivindicación de contar con una infraestructura de comunicación marítima de referencia para el sur de la Isla. Los recientes incidentes del crucero Balmoral de la compañía Fred Olsen, que por dos veces suspendió la escala prevista en el puerto sureño, atracando en la capital, ha puesto en pie de guerra al Ayuntamiento de Tuineje, como ya ocurriera en épocas pasadas, cuando Puerto Cabras le arrebató el protagonismo de la actividad mercante y de pasajeros.

El doctor en Historia Carmelo Torres, autor de un libro sobre el puerto de Gran Tarajal a encargo de la institución municipal, explica las contingencias históricas que han acompañado a esta infraestructura, “que habría de cambiar el devenir socioeconómico de toda la comarca centro-sur de Fuerteventura”, dice.

El historiador asegura que fueron los “obstinados y muy activos vecinos de Tuineje” quienes en el tránsito del siglo XIX al XX iniciaron las acciones por contar con un muelle en Gran Tarajal, “entendiendo que en el mismo se concentrarían los intereses y productos de los cuatro municipios del sur: Tuineje, Pájara, Antigua y Betancuria”.

El alcalde de Tuineje en 1892, Matías López, inició una colecta de fondos para construir el puerto, continuando con las gestiones ya en marcha para declararlo habilitado. Sin embargo, aunque el último día del año 1903 se obtuvo la declaración de puerto de interés general de segunda orden, las obras de construcción no se iniciaron hasta 1919.

En aquellos primeros años de la centuria la actividad exportadora era tal que se llegó “al extremo de intentar construir un tren ligero de Gran Tarajal a Puerto de Cabras, por el interior, que potenciara el desarrollo agrícola y comercial de la Isla”, explica Torres en su libro. Finalmente, el 16 de octubre de 1919 se puso la primera piedra de la esperada infraestructura “sin la que sería harto difícil entender el despegue comercial, económico y social de Gran Tarajal y de buena parte de la comarca centro-sur”.

El ingeniero titular fue Jesús Ramírez y el contratista Juan Sánchez Monroy. En las crónicas de la época se destaca el papel jugado en la consecución de la dotación por el diputado a Cortes Salvador Manrique de Lara, quien en el acto enumeró “los trabajos y sinsabores” que tuvo que sufrir el Gobierno para obtener el crédito necesario para el puerto de Gran Tarajal, “abrumado por la fiebre de peticiones que en estos tiempos invade las altas esferas”. Era este asunto, “para mí, una cuestión de vida o muerte, una deuda de honor, de tal manera que si no hubiera obtenido esta mejora no me hubiera presentado nuevamente candidato”, publicó el diario La Provincia.

El mérito fue, pues, para Manrique de Lara, en pugna con el diputado José Betancort (Ángel Guerra), que se arrogaba también ser valedor de la obra. Como se esperaba, el muelle se convirtió en una auténtica puerta abierta al exterior, “tanto para dar salida a una enorme variedad de productos que la Isla producía en el pasado (tomate, alfalfa, cereales, legumbres, ganado, queso, pescado, piedra de cal, cochinilla e incluso carbón), como para introducir lo que demandaba una población que mejoraba su calidad de vida”.

Así, entre 1938 y 1948 se verificaron 744 atraques de los correíllos interinsulares (en Transmediterránea) sin contar los que fondeaban, además de pesqueros, transportistas o yates. “Todo ello pone de manifiesto una realidad que ahora nos parece impensable, tal era el movimiento portuario que entonces acogía el muelle sureño”, subraya Carmelo Torres.

Se da la circunstancia, asimismo, de que en 1934 se acometen unas obras de ampliación del dique, para dar cobertura a los correíllos que “sorprendentemente”, según explica el historiador, “serán las últimas hasta inicios de los 80”. Algo en lo que tuvo mucho que ver la disputa con Puerto de Cabras por la hegemonía portuaria a finales de la década de los 50. Así “en los años 1957 y 1958, la capital terminó por concentrar todas las mejoras y ampliaciones portuarias, en perjuicio de Gran Tarajal, a pesar de poseer un movimiento comercial económico mayor”.

En esta batalla, los protagonistas políticos fueron el entonces alcalde capitalino y vicepresidente del Cabildo, Miguel Velázquez, y el consejero Juan Guerrero, que defendía los derechos de Gran Tarajal, argumentando que por su puerto salía toda la exportación de tomates.

Torres destaca que en las décadas siguientes, y a pesar del crecimiento económico generado en torno al puerto sureño, se impuso el deseo de centralización de la capital majorera, lo que supuso que todas las inversiones en puertos de la Isla se realizaran en Puerto de Cabras. Esto desencadenó la paulatina agonía del muelle, desde la suspensión del transporte de pasajeros en los correíllos, en los 70, al rechazo a las justas reivindicaciones de la población del sur, que confiaban en el puerto para su desarrollo y bienestar.


Carmelo Torres. Foto: Carlos de Saá.

Carmelo Torres: “En 1934 se acometieron unas obras de ampliación del dique para dar cobertura a los correíllos que, sorprendentemente, fueron las últimas hasta inicios de los 80”

Como ejemplo ilustrativo de esta guerra abierta entre los dos núcleos, Torres cita en su libro la “incomprensible” medida de fondear los correíllos que llegaban a Gran Tarajal, en lugar de atracarlos en el viejo muelle que quedaba a escasos 300 metros. “Aunque el tamaño de los barcos no era mayor, esta acción justificaba el bulo de la falta de calado, todo un insulto a la inteligencia”, asegura el historiador.

Finalmente, en los últimos cuarenta años se han llevado a cabo varias mejoras, a petición de los vecinos, que llevan desde la década de los 40 luchando por recuperar el auge de la infraestructura de otras épocas. Unas peticiones que en 1985 se trasladan a la comunidad autónoma de Canarias tras el traspaso de competencias en puertos interiores.

Entre las reivindicaciones está la de contar con una terminal de pasajeros y la preparación necesaria para acoger turismo de cruceros, lo que hasta la fecha se ve improbable tras las suspensiones de escala del Balmoral, oficialmente por condiciones meteorológicas adversas, un argumento que no convence a las autoridades locales.

Comentarios

Muy buen trabajo, Enhorabuena Carmelo Torres.

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