El clásico de los bares - ¿a punto de desaparecer?
Desde su invención a finales del siglo XIX, las máquinas tragaperras han sido uno de los pilares fundamentales de los casinos y bares. En 2011 entró en vigor la Ley de regulación del juego, y la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) comenzó a repartir licencias que autorizaban a unos cuantos afortunados operadores para que sus casinos online pudieran funcionar de forma legal y regulada en España.
Desde entonces, las máquinas tragaperras, ese clásico de los bares, con sus tres o cinco carretes, sus símbolos de frutas, campanas y sietes, y sus lucecitas centelleantes, han tenido que soportar el desafío de unas slots más modernas, más vistosas y más accesibles. Y parece que, tras años en declive, las tragaperras clásicas cada vez tienen menos ganas de seguir luchando.
Origen e historia de las máquinas tragamonedas
La primera máquina tragamonedas la inventó el mecánico Charles Fey en San Francisco, Estados Unidos, en 1887. La máquina de Fey funcionaba al introducir una moneda en una ranura y tirar de una palanca, lo que hacía girar sus tres rodillos. Este mecanismo de activación hizo que a las primeras tragamonedas se las conociera como “bandidos mancos” (one-armed bandits).
La tragaperras de Fey mostraba cinco símbolos distribuidos en sus tres rodillos: Una herradura, una pica, un diamante, un corazón y una campana de la libertad, icono estadounidense que dio nombre a la máquina: Liberty Bell. El uso de los tres carretes permitió a Fey simplificar el mecanismo y que este fuera de pago automático. ¿El mayor premio? Tres campanas en línea, que concedían al ganador 10 monedas de cinco centavos.
A partir de ese momento, las tragaperras fueron evolucionando, y se convirtieron en todo un fenómeno en los casinos de todo el mundo durante el siglo XX. En los años 70 aparecieron las primeras máquinas electrónicas, más sofisticadas, que empezaban a incorporar múltiples líneas de pago y pantallas de bonificación, lo que consolidó aún más su popularidad.
La irrupción del juego online
Sin embargo, las tragaperras físicas han empezado a perder fuerza en la última década, debido en parte al crecimiento del juego online. Los casinos online comenzaron a surgir a mediados de los años 90, y con ellos la posibilidad de jugar sin moverse de casa, de forma cómoda, accesible y, sobre todo, discreta. Los juegos de casino tradicionales, así como las tragaperras, que hasta ese momento habían sido una experiencia física, no tardaron en incorporarse a este entorno virtual, y con gran éxito.
A medida que los avances tecnológicos han ido mejorando la calidad de los gráficos, las animaciones y la jugabilidad, la popularidad de las tragaperras online ha aumentado exponencialmente. Los desarrolladores han aprovechado la oportunidad para ofrecer una experiencia mucho más personalizada y dinámica que las máquinas tradicionales, con temas variados, gráficos 3D y funciones de bonificación que no son tan sencillas de replicar en una tragamonedas física.
La decadencia de las tragaperras tradicionales
El declive del que, en su día, fuera el juego clásico de los bares por excelencia es ya una realidad. Según el último informe del Consejo Empresarial del Juego (CeJuego), en 2022 (el último año con información completa de todas las comunidades) había en España 177.377 máquinas tragaperras en activo, 18.000 menos que en 2017. Por su parte, los ingresos brutos del juego (GGR) en máquinas de hostelería han disminuido en cerca de 800 millones de euros en esos cinco años, desde 2017 (Cuando la recaudación fue de casi 3.000 millones de €) hasta 2022 (poco más de 2.100 millones).
La otra cara de la moneda es el incremento del GGR en juego online, que en el primer trimestre de 2024 ha subido hasta los 350,7 millones de euros, una mejora del 15,1% respecto al mismo periodo del año pasado. La reducción en el número de tragaperras físicas y su GGR, unido al aumento de la recaudación en lo relativo al juego online, parecen demostrar que, aunque las slots tradicionales siguen teniendo su sitio en bares y casinos físicos, su relevancia está disminuyendo frente a las ventajas y la comodidad que ofrece sus equivalentes digitales.
Otras razones de la caída de las tragaperras físicas
El auge del juego online no es el único motivo del declive de este clásico de los bares, aunque sí está relacionado con una de las principales razones que esgrimen los hosteleros: la bajada de la recaudación. La mayor presencia de jugadores en los casinos online implica que estos usuarios, sobre todo jóvenes, no acuden a los bares a dejarse el dinero. En caso de querer jugar en persona, prefieren ir a los salones de juego y casas de apuestas deportivas, donde no se sienten obligados a tomar una consumición.
A esto hay que añadir el problema de la delincuencia. Los robos que sufren estas máquinas han sido siempre un problema para los hosteleros, a pesar de sus tácticas disuasorias, como el sempiterno cartel que anunciaba que la recaudación se recogía al cerrar el local. Los problemas de seguridad también vienen de parte de cierta clientela, posiblemente con adicción al juego, y que pueden llegar incluso a ponerse violentos si no consiguen ganar, como afirman algunos propietarios.
Finalmente, no hay que olvidar un hito que cambió los hábitos de buena parte de la población, y que tuvo un fuerte impacto en el crecimiento del juego online y el declive de las tragaperras de bar: la pandemia de COVID-19 y el confinamiento resultante. Para muestra, un botón: según CeJuego, el GGR en máquinas de hostelería durante el año 2020 alcanzó su punto más bajo de los últimos años, con una recaudación que apenas superó los 1.200 millones de euros.
En general, el panorama no parece halagüeño a largo plazo para las tragaperras clásicas. Aunque es probable que puedan mantenerse como un entretenimiento para nostálgicos, todo apunta a que el juego online seguirá ganando terreno, especialmente entre las nuevas generaciones, que buscan una experiencia más visual, accesible e interactiva.