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Aceysele Chacón o el sonido que sale de las entrañas de Fuerteventura

La conocida cantante acaba de lanzar ‘Temas propios’, un cuidado trabajo con sonidos de raíz, pegados a la tierra y a la identidad majorera

Aceysele Chacón, en El Cotillo. Fotos: Carlos de Saá.
Eloy Vera 0 COMENTARIOS 23/01/2021 - 09:03

Aceysele Chacón pasó el confinamiento encerrada en su casa de El Cotillo sin televisión y con dos gigas de internet. Un timple, un laúd y un contrabajo se atrincheraron con ella. Cada domingo, se asomaba al mundo a través de la ventana de su ordenador para entretener a otros confinados con improvisados conciertos de dos o tres canciones. El resto de la semana lo dedicaba a componer. Medio año después, lanza, a través de las redes sociales, Temas propios, ocho canciones, siete grabadas en solitario, con letras pegadas a la tierra, sonidos de raíz y mensajes que van más allá de los de una pancarta ecologista.

Con tres años despertaba sonrisas con sus bailes de La Lambada; con cinco, sacaba de oído las canciones que almacenaba un teclado Casio que habían regalado a su hermana Violeta. Con 13, tocaba el laúd en la rondalla de Tetir y con 15, empezaba a dejarse ver en algunas de las bandas locales que han ido escribiendo la historia musical reciente de Puerto del Rosario.

La entrevista con Diario de Fuerteventura tiene lugar el 24 de diciembre. Aún faltan más de diez horas para sacar la comida del horno y empezar a digerir la Nochebuena. Aceysele, traductora e intérprete de profesión, sigue en su despacho intentando terminar algunas traducciones. Sabía que el 25, día de Navidad, también le tocaba trabajar.

Resignada, decide apagar el ordenador, poner el móvil en silencio y entregarse a la conversación. Sobre la mesa, varios temas: sus inicios en grupos locales; el fin de Guineo Colectivo; el panorama actual de la escena musical en la Isla y Temas propios, un trabajo donde la joven, a punto de cumplir 37 años, se atreve a poner letra y sonidos a la realidad de Fuerteventura.

‘Temas propios’ tiene influencia de la música canaria, africana y sudamericana

El primer disco que puso en su estantería fue un recopilatorio de canciones de Juan Luis Guerra y 4.40. Tenía diez años. Luego llegaron muchos otros nuevos gustos musicales. “Al principio oía música mexicana, canaria, a Luis Morera, Taburiente…”, cuenta. Una música de identidad que fue germinando en ella el cariño al terruño. Con la llegada de la adolescencia, entró en crisis amorosa con el folclore y se dejó llevar por la influencia de un hermano que oía música grunge: Nirvana, Pearl Jam… Se convirtieron en sus bandas de cabecera.

Al final, abandonó la rondalla y se dejó seducir por la música moderna. El laúd, de 12 cuerdas, lo sustituyó por el bajo, de cuatro. “Empecé en el garaje de casa a tocar imitando lo que oía. Escuchaba música inglesa y estadounidense”, cuenta, recordando sus inicios.

En 2008, llegó la oportunidad de formar parte de Blues de Gofio. La joven se convirtió en la bajista de un grupo de siete músicos, tres de ellos mujeres, que mezclaba los sonidos del pop, el rock y el funky con versiones. En 2011, actuaron en Fuerteventura en Música (FEM), en El Cotillo. Fue una de las últimas actuaciones de la banda antes de bajarse definitivamente de los escenarios.

Electrolapas

Un día, Óscar Montelongo, baterista con amplio historial en bandas locales, le propuso tocar juntos. Aceysele no se lo pensó y corrió a coger el bajo. A la aventura se unió Marcelo Chocho. La unión de los tres dio pie a Electrolapas. El garaje de su casa, en la calle Pizarro, se convirtió en un improvisado laboratorio del que salían letras y sonidos que transitaban por el pop, el rock y el funky.

“Era música de garaje. Hacíamos mucho ruido. Llegamos a actuar en el FEM. Allí, conocimos a Nayaband, un músico senegalés afincado en Gran Canaria. Le gustamos y nos buscó escenarios en Gran Canaria. En un año, hicimos 26 conciertos”, recuerda.

En 2013, los tres componentes de Electrolapas decidieron poner fin a la aventura y separarse. Con el duelo aún en el cuerpo, Aceysele inició el reto de coger el bajo y comenzar a cantar: “Conocí a Melody Gardot, una cantante estadounidense, y empecé a escuchar sus canciones, a cantarlas y tocarlas y así fue como me animé”. El primer concierto como cantante llegó en las navidades de 2013. El escenario fue una peluquería que apostaba por la cultura. Junto a ella, Marcelo Chocho y su primo Tony Santana, con el que había coincidido en Blues de Gofio.

En sus letras, Aceysele trata el miedo del majorero a perder su cultura

De la peluquería a Guineo Colectivo. En marzo de 2014, Joan Marc Moltó, conocido como Juanillo, le propuso montar un grupo junto a él y José García. La idea parecía, a simple vista, descabellada. La intención era crear una banda de afrobeat en Fuerteventura.

“Sabía que era muy complicado. Este tipo de bandas conlleva tener 11, 12 o más músicos y eso en Fuerteventura es muy difícil, pero soy de las que me apunto a lo que sea”, reconoce orgullosa. Los tres tenían muy claro el discurso que iban a llevar en las letras y composiciones: Canarias como puente entre Europa, África y América.

Meses después de crearse, Guineo era ya una explosión de composiciones. Entraban y salían músicos y su presencia en los escenarios de la Isla era cada vez mayor. Sin ser del todo conscientes, sus integrantes escribían un nuevo capítulo en la historia musical de Fuerteventura y del resto de Canarias. Aceysele reconoce que la banda “ha sido una plataforma de creación y también ha permitido exponer fuera el sonido que hacemos en Fuerteventura. A la gente le gustaba el rollo y nos animaban a seguir”.

A nivel personal, confiesa que “ha supuesto muchísimo. Ha sido un guineo de entrada y salida de gente. No hemos podido estar estables nunca, pero siempre nos hemos ido adaptando. Fuimos viajando por casi todas las islas. Todo esto ha sido muy importante para mí. En parte, porque he podido componer mis propias canciones con banda”.

Tras seis años en los escenarios canarios y con una actuación en Barcelona de las que hacen historia para cualquier grupo local, Guineo decidió colgar los instrumentos. La decisión de sus componentes dejaba a Fuerteventura huérfana de una de las bandas con más proyección fuera de la frontera insular. El sueño del grupo de dar el salto a Hispanoamérica jamás pudo cumplirse.

“Planteo la posibilidad de tratar la tierra como un ser vivo expuesto”

Aceysele inició el duelo en pleno confinamiento. Encerrada en su casa de El Cotillo, empezó a digerir la nueva situación. Llegaba el momento de comenzar en solitario su carrera musical y continuar con aquella aventura que inició con 15 años en el garaje de su casa. “Me di cuenta de que me tenía que adaptar a la situación, estar sola y sobrevivir con lo que hay. Si hay agua, con agua y, si no, sin ella”, dice.

Durante el confinamiento, comenzó a escribir letras. Más tarde, se decidió a darle forma a todo aquello y empezó a grabar algunos temas con Luca Simonelli, el saxofonista de Guineo. En plena grabación, Luca se tuvo que marchar de la Isla, como consecuencia de la crisis derivada de la pandemia. El resto de los temas y los arreglos musicales se hicieron a distancia, justo el trecho que hay entre Fuerteventura y Holanda, la nueva residencia de Luca.

Aceysele explica que en sus letras habla de la tierra y de la necesidad de ser conscientes de verla como una base sobre la que se debe pasar sin “pisotearla”. En ellas, continúa, “lanzo un mensaje sobre la necesidad de entender que todo aquello que pisamos es tan importante o más que tú mismo. Mirar al suelo en vez de al aire. Planteo la posibilidad de tratar la tierra como un ser vivo, que está expuesto a nuestras ambiciones y fantasías”.

Su intención es ir dando a conocer los temas a través de YouTube. En plena Navidad, publicó en redes Abre la puerta, donde cuenta con la colaboración de Óscar Montelongo, en la batería, y Danilo Ruiz, a la guitarra eléctrica. “En la canción hablo de Fuerteventura como si fuéramos a abusar de ella. Cada vez que viene alguien parece que se quiere comer la Isla. Hago una crítica sobre todo esto y también sobre la manía de fotografiar espacios vírgenes y subirlos luego a internet. En ese momento, dejan de ser vírgenes”, sostiene.

“En esta canción trato a Fuerteventura como si fuese una mujer a la que alguien toca y ella dice déjame. Cuando me hablaban del monumento de Chillida, en Tindaya, me parecía una violación, una perforación a una montaña. Entonces, empecé a pensar en esta letra”, comenta.

Cree que “la música que va a surgir, a partir de ahora, será mucho más de la tierra”

En sus letras, Aceysele trata la identidad, el miedo del majorero a perder su cultura, habla e historia por culpa de la globalización y de los desastres del ser humano ante la fragilidad del territorio. También hay letras en las que aparece la Aceysele más activista, la que lanza la mano a aquellos que llegan en patera en busca de futuro con letras como todos juntos a trabajar o coge la bandera del feminismo para reivindicar la igualdad entre mujeres y hombres.

Temas propios recibe las influencias de la música canaria, africana y sudamericana. Un trabajo con sonidos de raíz en los que se oye el timple, el tambor herreño, las lapas, el shekere (un instrumento de percusión del norte de África) y hasta el sonido que desprende el picón cuando se pisa sobre él, mezclado con el bajo eléctrico, la clave y el contrabajo, el último compañero que Aceysele ha adoptado para sus composiciones.

También crea sinergias con ilustradores de la isla: Zebenzui Armas, Sheyla del Valle, Peñita Gutiérrez, Tony Santana, Nazaret Umpiérrez y Dailos Ruiz, que se han encargado de ilustrar cada una de las canciones. Una vez presente en redes las ocho canciones, espera poder dar un concierto en algún municipio de la Isla.

Obstáculos

Después de casi media vida haciendo música en una isla alejada de los circuitos culturales, Aceysele reconoce que son muchos los obstáculos que se encuentran los grupos de la Isla. Entre ellos, la falta de locales de ensayo. “Llevamos 20 años diciéndolo. Hay dinero e instalaciones, tanto del Cabildo como de los ayuntamientos, y se tienen que poner al servicio de la juventud, que sea un espacio autogestionado”, plantea.

El cierre del Tagoror, en Gran Tarajal, dejó sin local a los grupos de la zona sur de la Isla. Aceysele reconoce que la medida supuso “una pena” porque “hay mucha música creada allí. Se necesita un espacio físico, como decía Virginia Woolf en Mi cuarto propio, para crear porque, si no, te lleva el viento”.

También echa en falta asesores en los ayuntamientos y en el Cabildo que ayuden con el papeleo a los jóvenes que se atreven a iniciarse en la música. En este punto, la intérprete lamenta la desaparición del Lebrancho Rock, un festival en la plaza de La Paz de la capital que servía de escaparate a los grupos que empezaban a hacer sus pinitos en la Isla.

La intérprete lamenta la desaparición del festival Lebrancho Rock

Y, por supuesto, faltan salas de conciertos. La pandemia obligó a echar el cierre, de momento, a La Tierra, el único bar de Puerto del Rosario que programa conciertos fuera de la ruta más comercial y de versiones. A su juicio, “hace falta un espacio preparado para conciertos como hay en Lanzarote y Gran Canaria”.

También añora una mayor presencia de los grupos locales en los espacios públicos gestionados por el Cabildo y los ayuntamientos. “Hace falta que los creadores canarios tengan lugares donde exponer sus trabajos, no tanto Mar Abierto y Arena Negra y que traigan gente de fuera todo el rato. También se pueden hacer cosas con la de Fuerteventura”.

Después de una hora de conversación, llega el momento de mirar alrededor y radiografiar el panorama musical en Fuerteventura. Antes de 2020, explica la cantante, “había muchísima música hecha por europeos, sobre todo de versiones. Había escenarios ocupados por gente que aspira al turismo, en vez de al público residente”. Con la llegada del virus, muchos han hecho las maletas y han regresado a su país o a otros lugares en busca de trabajo.

Aceysele cree que “lo que va a surgir, a partir de ahora, será mucho más de la tierra. Habrá una efervescencia de bandas locales con canciones donde se plantee qué está pasando y se lance un mensaje de verdad y no el de entretener al turismo. Los creadores ahora están en sus casas creando. En momentos de crisis, es cuando más llega la fuerza para crear”.

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