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Un estudio intentará reconstruir el paisaje vegetal de Fuerteventura antes de la conquista

El proyecto, con fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación, buscará respuestas al uso de los recursos vegetales entre las sociedades aborígenes, como la de los majos

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 02/02/2023 - 07:25

En la década de los setenta del siglo pasado se depositó en el antiguo museo arqueológico de Fuerteventura un pequeño fragmento de fibras trabajadas de junco procedente del yacimiento de Maninubre. Desde entonces, han surgido hipótesis que lo atribuyen al mundo aborigen y otras que plantean la posibilidad de que pertenezca a tiempos posteriores a la conquista. Lo cierto es que es el único fragmento de fibras vegetales encontrado en un yacimiento arqueológico en la Isla. Ahora, la pieza será objeto de estudio de un proyecto, con fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación, que intenta aclarar el uso que tuvieron los recursos vegetales en las sociedades aborígenes canarias.

El proyecto Uso y gestión de recursos leñosos durante el periodo prehispánico y colonial en Canarias: adaptación e impacto humano en medios insulares, dirigido por la arqueóloga e investigadora del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna, Paloma Vidal, tiene un ámbito de investigación que abarca las islas de Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura.

Desde el laboratorio de Arqueobotánica de la universidad, Vidal explica que el proyecto tiene dos objetivos. Por un lado, estudiar cómo era el paisaje durante el periodo prehispánico y colonial y evaluar el impacto humano que tuvieron esos grupos aborígenes sobre el medio forestal porque “se ha hablado mucho, se han dicho datos interesantes y se han hecho estudios previos, pero todavía no tenemos evaluado el impacto”.

El segundo de los objetivos es estudiar la tecnología vegetal. Es decir, según explica la investigadora, “todas las producciones que hicieron los grupos aborígenes sobre material vegetal. En concreto, sobre las maderas y fibras vegetales”.

El proyecto cuenta con un equipo especializado en el que intervienen la doctora en Prehistoria de la Universidad de La Laguna, Matilde Arnay, además de las empresas de arqueología Arenisca, con sede en Fuerteventura, y Arqueocanaria, de Gran Canaria. También participa el Museo Cueva Pintada, de Gáldar.

Los trabajos de la investigadora en arquebotánica, María del Carmen Machado, han permitido tener algunas ideas de cómo eran los bosques de Gran Canaria y Tenerife antes de la conquista en el siglo XV. Sin embargo, “los datos que tenemos son muy puntuales. Este estudio nos permitirá avanzar en el conocimiento. Tenemos datos de carbones muy concretos de yacimientos de Gran Canaria y Tenerife, pero no tenemos todavía secuencias en las que podamos comparar y ver las posibles modificaciones que ha sufrido el paisaje”, indica Vidal.

En el caso de la isla majorera, el proyecto permitirá reconstruir el paisaje de la Fuerteventura protohistórica. La crónica de la conquista Le Canarien dibujaba una Fuerteventura, muy distinta a la actual, con bosques termófilos y formaciones de naturaleza xerófila -tabaibales y cardonales- y abundantes palmeras.

Cueva de Villaverde

En 1979, las arqueólogas Francisca Hernández y Dolores Sánchez estudiaron la cueva de Villaverde. Entre los múltiples hallazgos, aparecieron los restos de dos individuos, muelas de molino, malacofauna, restos de cerámica, fuegos de hogares, restos óseos de foca monje y huesos de cabras y ovejas.

Paloma recuerda que los carbones de Villaverde fueron estudiados hace 30 años. En aquel momento, las investigaciones ya arrojaron importantes datos. La doctora en Historia explica cómo, tras aquellos estudios, “se hicieron interpretaciones bastante interesantes que hablaban de una mayor humedad y de la presencia de una posible laurisilva en Fuerteventura, además de un bosque termófilo, que son formaciones vegetales que hoy en día están muy reducidas. Ahora, necesitamos otros datos de yacimientos cercanos para poder comparar los resultados y no tener solo el de un yacimiento”.

Los carbones de Villaverde se han vuelto a estudiar ahora, pero solo con estos datos resulta muy difícil reconstruir el paisaje insular. Por ello, el proyecto también contempla sondeos en otros yacimientos de la Isla. Entre ellos está prevista una intervención arqueológica en la zona de Tejate, un espacio aborigen cercano a la cueva de Villaverde.

Los trabajos arqueológicos en ese lugar pueden servir, apunta la arqueóloga, “para comparar con el contexto que ya tenemos de la cueva de Villaverde”. “El estudio de carbones nos puede decir muchísimo. Nos está hablando de cómo podría ser el paisaje arbóreo y arbustivo en ese momento”, indica. Además, añade, “estos estudios son importantes para los arqueólogos porque nos están hablando, al mismo tiempo, de cómo los grupos humanos interactuaban con el bosque o el medio forestal”. Con el estudio de los carbones se podrá saber también qué maderas eran seleccionadas para combustible y qué finalidades tenía hacer fuego.

En el caso de los carbones, explica la investigadora, “intento identificar los criterios de selección de esa leña: si se está seleccionando madera sana o madera muerta del suelo del bosque, incluso la picada por insectos, podrida y afectada por hongos. Etnográficamente, se observa una recogida de combustible según la finalidad que tenga. Si vas a hacer un ahumado, por ejemplo, se optará por seleccionar madera sana y seca junto con madera podrida con el fin de producir humo y brasas. Si el objetivo es producir llamas altas, que alumbren o calienten, los criterios de recogida son otros”.

Este estudio en profundidad arroja datos sobre la finalidad del fuego. “No es lo mismo hacer un fuego para iluminar una estancia que hacer un fuego, por ejemplo, para ahumar pescado o carne. El estado de la leña que se va a utilizar es diferente”, apunta. En 2019, la empresa Arenisca realizó unos sondeos en la cueva de El Junquillo, en el municipio de Betancuria. Aparecieron abundantes restos de pescado y mariscos, que habían sido procesados. Las pruebas de Carbono 14 arrojaron datos interesantes. Permitieron confirmar que se trata de uno de los yacimientos más antiguos de Fuerteventura con unas dataciones que van de los siglos IV-V hasta los siglos XI-XII de nuestra era. También aparecieron carbones que serán ahora estudiados en el marco de este proyecto.

Además de como combustibles, las fuentes etnohistóricas y los trabajos de campo han ido aportando información sobre el uso de la madera entre las comunidades aborígenes del Archipiélago. Vidal celebra que “en Canarias se pueda contar con un conjunto de maderas, conservadas gracias a las condiciones ambientales” y que fueron utilizadas como elementos arquitectónicos o para la confección de herramientas por parte de las comunidades aborígenes.

En el caso de Fuerteventura, los registros de madera seca en los yacimientos arqueológicos son casi nulos. Paloma asegura no haber encontrado explicación a ello. “Es algo curioso y para tener en cuenta. No sabemos si fue porque la madera se reutilizó más tras la conquista o debido a una cobertura arbórea mucho más reducida que, por ejemplo, Tenerife o Gran Canaria o, incluso, a una conservación diferencial por algún motivo”.

Por suerte, una excavación en Punta Caletones sacó a la luz cinco fragmentos de madera en los que el equipo del proyecto tiene las esperanzas puestas. A simple vista, se observa que son especies arbóreas, no de arbustos. Por tanto, apunta la investigadora, “nos está indicando que había unas especies, aún por identificar, de porte arbóreo en ese momento en una isla en la que, hoy día, la cubierta vegetal está bastante reducida”.

Con su estudio, continúa explicando, “podremos saber de qué especies se trata y, en el caso de que tuvieran marcas de trabajo, podríamos saber, por ejemplo, qué usos tuvieron dentro de la población de los majos”, señala.

“Si da la suerte de que veamos marcas de trabajo en la superficie de esos fragmentos podremos integrarlo en la línea de tecnología que tenemos en el proyecto y ver qué pasos se usaron en ese proceso de trabajo con la madera. En el caso de Fuerteventura, no tenemos ningún dato por lo que toda información será innovadora y bienvenida”, asegura.

Además del estudio de estos fragmentos de madera, la parte tecnológica del proyecto en Fuerteventura se centrará también en el uso de las fibras vegetales por parte de los majos. Con las crónicas de la conquista como referencia, se ha defendido para Fuerteventura y el resto del Archipiélago el uso para la vestimenta de pieles y fibras vegetales. Sin embargo, no ha podido ser demostrado aún el uso de fibras vegetales entre los antiguos pobladores de la Isla.

Arqueólogos en la cueva de Villaverde.

Los investigadores del proyecto de la ULL esperan poder arrojar alguna luz a este tema con el estudio de un pequeño fragmento de tejidos que apareció en la década de los setenta del siglo XX en el yacimiento de Maninubre. Se trata de un fragmento formado por fibras de junco, posiblemente desecadas y majadas. “El fragmento no está datado y viene de un contexto que no está claro”, asegura la especialista.

“Se va a datar y, en el momento en el que se date, veremos si es de periodo prehispánico o posterior a la conquista. Creemos que puede ser de época aborigen. La técnica de manufactura no dista para nada de determinados modos tecnológicos que hemos detectado en los materiales depositados en el Museo Canario, pertenecientes a Gran Canaria. Si esto es así y es de periodo prehispánico hablaríamos de una técnica de fabricar cestería muy similar y que se practicó en islas distintas. Incluso, si fuera de periodo colonial veríamos que esas técnicas perduran más allá de la conquista”, explica.

Sobre la mesa, la posibilidad de que este tejido, que puede ser de un fragmento de cestería o de estera, sea aborigen, de época colonial, o de producción aborigen, pero ya en un periodo colonial, pues “no hay que olvidar que, tras la conquista, los aborígenes no desaparecen”, sostiene. Pero, por qué solo se ha conservado este trozo es otra de las incógnitas de la arqueología majorera. “Es un enigma”, responde Paloma. “No sabemos si fue por un tema de conservación o que la producción fue menor que en otras islas debido, tal vez, a que la disponibilidad de juncos era menor”.

Sin embargo, la hipótesis choca con los abundantes topónimos repartidos por la geografía insular que hablan de junquillos y juncos. “Esa presencia está, muy probablemente, hablando de una o varias especies de junco. Eso quiere decir que esos topónimos, que se definieron hace mucho tiempo, se debían a que había especies de juncos más o menos abundantes en Fuerteventura”, indica Vidal. Ahora, faltará saber si los antiguos habitantes de la Isla utilizaron esos recursos para confeccionar útiles para el uso diario.

Paloma concluye asegurando que el proyecto es vital para el estudio de la arqueología de Fuerteventura. “El registro arqueológico se ha basado casi siempre en los materiales duraderos como la piedra, la industria lítica, los huesos y la cerámica, que han servido para marcar periodos arqueológicos y han temporalizado el registro”.

Sin embargo, sostiene que “en Fuerteventura y en el resto de Canarias lo vegetal, y sobre todo lo que tiene que ver con la madera y la cestería, no han tenido el mismo foco de interés. Han estado bastante olvidadas por la investigación salvo los trabajos de carbones de Carmen Machado y el trabajo de cestería aborigen de Bertila Galván”.

Este proyecto espera, ahora, poder sacar a la luz “muchos datos del registro más perecedero. Seguro que tiene mucho que aportar a una serie de preguntas que nos hacemos respecto al mundo arqueológico prehispánico”, manifiesta la investigadora.

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