ECONOMÍA

Sin fiestas ni grandes celebraciones, la pandemia pone en el precipicio a las tiendas de moda de Fuerteventura

El confinamiento alcanzó a los comercios de ropa en plena temporada de primavera-verano y ahora no saben cómo dar salida a la mercancía ni cómo afrontar el otoño. No descartan terminar echando el cierre si las ventas no mejoran

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 1 COMENTARIOS 02/08/2020 - 08:27

El coronavirus dejó los vestidos de novia, los trajes de princesas y marineros de la primera comunión y el resto de vestimenta de fiesta colgados en los escaparates esperando una nueva oportunidad. El confinamiento pilló a las tiendas de ropa con la venta de la temporada primavera-verano y con la mercancía recién llegada. Con un periodo estival sin apenas eventos, los comerciantes de Puerto del Rosario dan casi por perdida la temporada. Muchos de ellos están convencidos de que un segundo brote sería el golpe final que los obligaría al cierre.

Pino García lleva seis años al frente de Pasarela Moda, una boutique de ropa de mujeres de la capital que ha logrado especializarse en vestidos de fiesta y trajes de novia de grandes firmas. Antes de la llegada del virus, acompañaba la buena racha. Tenía ventas por toda la Isla y el negocio se había convertido en un referente para aquellas que buscaban un vestido para dar el “sí quiero”, acudir como invitadas a bodas, bautizos y comuniones o algún otro evento que exigiera etiqueta.

Su propietaria empezó a darse cuenta de que la cosa no iba bien cuando cerró el colegio que está enfrente de su negocio ante la amenaza del coronavirus. Días después, fue ella la que tuvo que pasar la llave a la cerradura. España entraba en estado de alarma y llegaba la hora de resguardarse en las casas para no coger el virus.

“La mercancía me había llegado esa misma semana, también entró durante el confinamiento”, recuerda. Pino intentó negociar para frenar su envío y, “gracias a eso, pude pararla casi toda”, explica. Sin embargo, calcula que ha podido perder unos 30.000 euros en dos o tres pedidos. En su caso, la venta se ha reducido un 90% con respecto al año pasado.

La llegada de la Covid-19 pilló a los comerciantes de la industria textil en plena temporada de primavera-verano. La nueva colección se quedó congelada en los almacenes de las tiendas. Algunas llegaron a colocarse en los escaparates, pero pocas encontraron clientes.

Pino reconoce que cuando se vende ropa de fiesta en Fuerteventura es “de febrero a noviembre. Marzo, abril y mayo son los meses de comunión fuertes. Luego, terminan en junio y comienzan las bodas y bautizos”.

Rosa reconoce que durante estos meses no se está facturando ni la mitad de lo que se facturaba el año pasado

Sin embargo, este año la Covid-19 ha trastocado el calendario. Los párrocos han empezado a dar fecha para las comuniones, pero estarán condicionadas por las normas de aforo que exige la nueva normalidad. “No se ha podido dar salida a nada de la vestimenta de fiesta, sólo algo a la ropa casual. Ahora, se ha limitado el número de invitados a las comuniones, unos 20 o 30, por lo que ya la gente no quiere ir tan arreglada”, explica esta comerciante.

Tampoco parece que se atrevan las parejas a retomar sus planes de boda. Muchas han optado por aplazar la celebración. Pino asegura que en su almacén esperan 50 trajes ya vendidos de novias que han dejado su boda para el próximo año.

Pino desconoce aún si hará pedidos de ropa para la temporada de otoño-invierno. La incertidumbre también planea en las fábricas textiles que aún no han empezado a recoger pedidos. La propietaria de Pasarela Moda sabe que un segundo brote la llevará al cierre de su negocio.

El coronavirus llegó en la mejor época de ventas para Las Ranitas Moda Infantil, un comercio de Puerto del Rosario especializado en vestimenta para niños y trajes de comunión. Su propietaria, Rosa Armas, también reconoce que son los meses de marzo, abril y mayo los mejores en ventas. Poco antes de llegar el virus, pudo vender el 50 por ciento de los trajes de comunión, “pero el resto no, ni tampoco la de los niños que van como invitados a las comuniones, bautizos y bodas. De eso, no se vendió nada”, explica su propietaria.

Rosa reconoce que durante estos meses no se está facturando ni la mitad de lo que se facturaba el año pasado. “Íbamos subiendo las ventas durante estos años, pero este hemos tenido que volver para atrás”, lamenta. Y es que, a su juicio, “mientras no lleguen los turistas y la gente no tenga trabajo todo va a ser complicado. Hay miedo a gastarse el dinero”.

Ella también ha tenido que cancelar muchos de los pedidos para la temporada de otoño e invierno. “Nos hemos quedado con lo mínimo. Hasta ver qué pasa. Prácticamente la mitad cancelada”, cuenta desde detrás del mostrador.

En mayo pudo abrir con cita previa y en junio ya sin limitaciones. Reconoce que ha sido duro seguir abonando el alquiler del local durante todos estos meses de encierro. También pagar la mercancía a pesar de tener la puerta cerrada, “eso ha sido lo peor”.

La presidenta de la Asociación de Empresarios de Puerto del Rosario, Daniela Plotegher, no oculta su preocupación por la situación en la que se encuentra en comercio de la capital. Asegura que aún hay tiendas de ropa que permanecen cerradas. Otras han tenido que reinventarse y han empezado la venta online.

A falta de cifras más concretas, la representante de los empresarios de la capital cifra en más de un 50 por ciento la bajada de ventas esta temporada con respecto al mismo periodo del año anterior.

Chaquetas y corbatas

Paqui y Ana Marichal estuvieron cerca de 35 años al frente de Bazar Quina. Durante décadas, vistieron a muchos de los hombres de la Isla cuando se atrevían a pasar por el altar, tenían un acto social o a aquellos jóvenes que, en diciembre, buscaban un traje o una camisa que estrenar la noche de Fin de Año. Muchos se pusieron, por primera vez ,una pajarita o una corbata, aconsejados por estas dos hermanas.

Tras la muerte de Paqui, su hija Beatriz decidió ponerse al frente del negocio. De aquello hace unos seis años. En este tiempo, sus clientes han seguido confiando en el gusto de la “hija de Paqui”. Con la llegada de la pandemia, el local, rebautizado con el nombre de El Rincón de Paqui, tuvo que cerrar sus puertas.

“Han sido dos meses cerrado. Nos ha afectado mucho el cierre”, explica Beatriz. Coincide con las compañeras que aparecen en este reportaje en que “marzo, abril y mayo son meses que, normalmente, son bastante buenos con comuniones, bodas y bautizos. Cerrar en esta época, que es una de las mejores junto a Navidad, para nosotros ha sido fatal. Nos ha costado mucho”.

El confinamiento les pilló en pleno cambio de estación, “estábamos liquidando lo que quedaba de otoño e invierno y empezando a recibir la campaña de primavera-verano. Hemos podido frenar alguna parte, pero la otra aquí está”, cuenta la joven.

Los comercios textiles aplican un estricto protocolo de desinfección y cuarentena en la vestimenta que se prueba

“La gente tiene mucho miedo y están con poca actitud de compra”, opina. Beatriz ha escuchado a los clientes decir que “como no se sale ni hay sitios a los que ir tampoco van a comprar ropa. Luego está la incertidumbre laboral. Todo el mundo no tiene trabajo, unos están afectados por los ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo y otros que, ni siquiera, saben si se van a poder reincorporar a su puesto de trabajo”.

Incluso, se ha percatado de cierto miedo a entrar en el negocio. “La gente hay veces que no quiere pasar. Te preguntan desde fuera”, señala la comerciante. Los comercios textiles aplican un estricto protocolo de desinfección de la ropa, cuarentena en la vestimenta que se prueba y el resto de las medidas de seguridad que se aplican en los establecimientos públicos.

Beatriz prefiere no pensar cuánto han podido ser las pérdidas. Por suerte, ha conseguido hacer frente llegando muy al límite, pero “también nos planteamos qué pasa si llega un rebrote. Sé que un rebrote no lo podremos afrontar”. Sí ha tenido que enfrentarse estos meses de cierre al pago de alquiler del local, agua, luz y las facturas de la mercancía.

Perseguidos por los centros comerciales, el coronavirus ha sido la estocada final a las tiendas de ropa de la capital. “Depende del día, pero con la Covid hay días que entran una o dos personas, A veces, algo más”, apunta Beatriz.

Las rebajas

Poco después de reabrir, los negocios se han visto con el periodo de rebajas llamando a la puerta. “Estamos recibiendo la mercancía, no hemos podido pagarla y la gente ya nos pide descuentos y rebajas porque, al final, los grandes establecimientos se adaptan al tema de los descuentos y las rebajas. En cambio, nosotros no sabemos la facilidad que vamos a tener para pagar esa mercancía cuanto más adaptarse a una rebaja”, explica la propietaria de El Rincón de Paqui.

Pino García, de Pasarela Moda, ha empezado a poner la ropa de temporada al 50 por ciento. Sabe que no es rentable, pero y “si pasa otra cosa qué hacemos”. Su compañera Rosa Armas, de Las Ranitas Moda Infantil, también ha tenido que poner rebajas. No les ha quedado otra opción.

Comentarios

El Cabildo debe ayudarles. Exactamente igual beque hizo con los agricultores. ¿ o es que estos tienen más derechos?

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