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Los médicos del desierto que curan en Fuerteventura

Los doctores saharauis Bachir Urga, Raguia Hanadi y Mustapha Bentaleb ejercen en los centros de salud de la Isla y cuentan la situación de su pueblo en los campamentos y territorios ocupados

Mustapha Bentaleb y Raguía Hamadi en el centro de salud de Corralejo.
Itziar Fernández 0 COMENTARIOS 20/01/2021 - 09:21

Un grupo de reconocidos médicos saharauis que ejercen en Fuerteventura reflexionan sobre la convulsa situación que vive su pueblo. Con una enorme tensión en el desierto, tras 44 años de angustia, la población de la antigua colonia española ha decidido romper los acuerdos de paz para luchar por la soberanía de su territorio: el Sahara.

Los doctores saharauis Bachir Urga, Raguia Hamadi y Mustapha Bentaleb, que ejercen la medicina en Fuerteventura, forman parte del movimiento de solidaridad hacia su pueblo que se ha creado en las últimas semanas, a fin de hacer un frente común de ayuda a los refugiados. Han organizado colectas para recabar dinero para mantener los campamentos, recogidas de alimentos y caravanas de la paz para mejorar la salud de la población.

En la actualidad, unas 170.000 personas se encuentran desterradas en Tinduf (Argelia) en campos donde carecen de los recursos alimentarios y médicos necesarios. Los refugiados sobreviven en un limbo político y jurídico desde hace cuatro décadas, cuando España los abandonó a su suerte.

Los sanitarios saharauis que residen en Fuerteventura explican que los últimos acontecimientos son ya “una verdadera cruzada internacional” para que los países reconozcan el derecho a un referéndum de autodeterminación del territorio y se respeten los acuerdos internacionales”.

Médico de urgencias

Bachir Urga (El Aaiún, 1971) trabaja como médico de urgencias en el centro de salud de Gran Tarajal. Lleva 15 años en la Isla, pero su mirada siempre está en la otra orilla. “Cada día pensamos en nuestro pueblo, en cómo estarán nuestros familiares, tanto los que habitan en las zonas ocupadas por Marruecos, en el Sahara, como los que se levantan cada mañana en los campamentos de Tinduf, en Argelia”, indica el médico.

“En Tinduf, la situación es ya insostenible para las familias saharauis”

Dice que la situación es extrema: “Ya no podemos más, nuestro pueblo está sufriendo y la situación resulta insostenible para las familias”. “Mi vida es un poco diferente a la de muchos niños que salieron con becas a estudiar en Cuba. Yo finalicé mis estudios de Bachillerato en un colegio en los campamentos de Tinduf y de ahí vine a España y conseguí entrar en la carrera de Medicina en Zaragoza”, recuerda este saharaui.

Tras esta etapa vino a Canarias y se afincó en Fuerteventura. “Tengo familiares en los campamentos y fuera, porque los refugiados estamos repartidos por España, Europa e, incluso, Sudamérica”, explica Bachir.

El doctor asegura que el Sahara ha demostrado que es un pueblo tolerante, estudioso y pacífico, pero también advierte de que “la paciencia tiene un límite”: “Cuando vemos la desigualdad, la pobreza y el abandono en el que se encuentran los campamentos de refugiados no podemos evitar nuestra rabia e indignación”.

Solidaridad

La doctora Raguía Hamadi, de 52 años, llegó hace poco tiempo a la Isla. Ha pasado media vida fuera de su tierra y hasta su llegada a Fuerteventura estuvo afincada en Vitoria Gazteiz (País Vasco). Actualmente, trabaja como médico de familia en el centro médico de Corralejo. Por motivos de salud de su marido, también sanitario saharaui, jubilado, ha cambiado su residencia en el norte del país por Canarias.

La doctora Raguía es una defensora del melhfa, el atuendo tradicional

La doctora salió con 12 años de los campamentos para estudiar en Cuba y allí finalizó la carrera de Medicina. Regresó a casa en 1994 y allí permaneció seis años, pero en 2000 viajó a Vitoria a terminar el MIR y empezó a ejercer en el País Vasco. Pasó dos décadas en tierras vascas (habla euskera), pero en los últimos dos años comenzó a viajar con frecuencia a Canarias junto a su marido y, finalmente, la familia fijó su residencia en Fuerteventura, donde Raguía ejerce su profesión. El matrimonio tiene una hija de 20 años que estudia Administración y Dirección de Empresas.

Raguía es médico voluntaria en las campañas solidarias dirigidas a los campamentos de refugiados y califica la salud de su pueblo de “precaria” y cree que está “en peligro”. “Muchos miembros de nuestra comunidad presentan graves problemas, como desnutrición, dermatitis, retraso en el crecimiento entre los más pequeños, problemas de estómago o deficiencias auditivas y oculares”, manifiesta. Aparecen, además, enfermedades como el cáncer, úlceras, problemas renales y también, ahora, la pandemia de COVID.

“En general, la salud de nuestros compatriotas empeora día tras día porque residen en campamentos en el desierto, en un ambiente seco, caluroso y con falta de agua potable y alimentos básicos como frutas y verduras”, apunta la doctora, que ha participado en varias caravanas de la paz con otros médicos organizadas por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Vitoria.

“El País Vasco, Canarias y Andalucía son las comunidades más solidarias con nuestro pueblo y contribuyen a nuestro mantenimiento, junto con Argelia”, asegura. En cuanto a la cartilla de vacunación infantil, Raguía indica que muchos menores ni siquiera reciben las vacunas y que algunos se las ponen gracias a campañas especiales que se organizan o durante su estancia en España con familias de acogida, a través del programa Vacaciones en Paz.

“Por desgracia, las personas refugiadas también han padecido la pandemia y algunas han muerto por la COVID. Ya se temía la propagación masiva del virus, que podría derivar en una catástrofe sanitaria entre una población desterrada que está en situación de alto riesgo”, resalta.

El confinamiento de 2020 provocó también a los saharauis la pérdida de ingresos y puestos de trabajo, aumentando todavía más la situación de pobreza para este pueblo. Un año “nefasto”, al originarse también una epidemia que acabó con muchas cabezas de ganado en el Sahara Occidental. Un programa de ACNUR trasladó rebaños de cabras y ovejas para que los refugiados pudieran dedicarse al pastoreo y alimentar a sus familias, pero algunos han perdido casi todos sus animales.

La doctora Raguía es una defensora del melhfa, el atuendo tradicional femenino, como el resto de mujeres saharauis, que no quieren perder sus costumbres y tradiciones.


Bachir Urga con el equipo de Urgencias de Gran Tarajal.

Vacaciones en Paz

Por su parte, el doctor Mustapha Bachir Bentaleb (1987) participó con seis años, en el verano de 1994, en el programa de Vacaciones en Paz en Gran Canaria, acogido por una familia con la que mantiene el contacto. Después, estudió un año en Argelia, recibió una beca para formarse como médico en Cuba en agosto de 2001 y allí estuvo hasta 2013.

Las becas de Argelia, Libia y Cuba han permitido estudiar a los refugiados

Tras terminar la carrera, regresó a los campamentos y trabajó en un hospital cerca de Rabuni, donde pudo permanecer junto a su padre, muy enfermo, hasta que falleció. Posteriormente, Mustapha se trasladó a Albacete, junto a su primo, y trabajó en una residencia de mayores en Valladolid, donde pudo homologar su titulación.

Poco después, trabajó en el Servicio Andaluz de Salud, en Granada, como apátrida, un puente para legalizar su situación. Fue entonces cuando contactó con un amigo también médico de Fuerteventura y se trasladó a la Isla, para trabajar en el centro de salud de Puerto del Rosario. Casado con una mujer saharaui, este año será padre por primera vez, así que 2021 será inolvidable para esta familia.

Actualmente, Mustapha pasa consulta como médico de familia en Corralejo. El doctor Bentaleb cita tres países que han sido “esenciales” para que los niños refugiados saharauis puedan estudiar: Argelia, Libia y Cuba: “Son los que más becas han dado a nuestro pueblo”. Seguidamente, reconoce la solidaridad de España, en especial de Canarias, País Vasco y Andalucía.

Este doctor del desierto subraya la “capacidad de supervivencia” de los refugiados y la “necesidad imperiosa” de los jóvenes de salir de los campamentos para aportar sabiduría y conocimientos en todo el planeta. “Nuestro pueblo quiere estudiar, trabajar, tener ingresos y una vivienda digna. Prueba de ello es que somos muchos los saharauis que residimos en diferentes ciudades españolas, aunque siempre apoyando la lucha desde fuera”, resalta.

Para Mustapha, todos los refugiados que se encuentran fuera siguen unidos al Sahara Occidental. “Los que viven allí, en los campamentos, son los verdaderos héroes y estamos junto a ellos con el corazón”, concluye.

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