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La capacidad de ser diferente

Fuerteventura acoge un proyecto pionero en Canarias, destinado a jóvenes con discapacidad excluidos del ciclo educativo, para dotarlos de autonomía e insertarlos en el mundo laboral

Los alumnos practican en clase de cocina en el Centro de Formación Diferentes e Iguales. Fotos: Rafael Fuentes.
María José Lahora 0 COMENTARIOS 22/01/2020 - 08:41

El Centro de Formación: El mundo a tu alcance. Diferentes e Iguales desarrolla, por primera vez este curso, un proyecto de entrenamiento en habilidades socioeducativas para personas con discapacidad mayores de 21 años, pionero en el Archipiélago. “Está destinado a personas excluidas de la educación formal reglada, una vez concluido el ciclo escolar, sin ninguna alternativa para satisfacer las necesidades de desarrollo de sus capacidades”, explica Tania Azurmendi, trabajadora social del centro.

 “Este colectivo carece de otra oportunidad de formación continua. Los jóvenes tampoco puede seguir desarrollando sus habilidades ni contar con apoyo para seguir manteniendo destrezas  educativas y cognitivas”, añade Tania. Patricia Martín, socia fundadora, junto a Leticia Morales, del centro de formación, interviene para aclarar que “realmente no tienen otra alternativa porque el centro no se rige por la Ley de Dependencia, donde la opción que se les ofrece a los jóvenes es la residencia, sin poder continuar con una formación”. Es el caso de varios alumnos que, tras cumplir los veintiún años, se vieron abocados a quedarse en casa “sin una estimulación profesional continua”, señala Tania. Son varios los chicos que se han visto obligados a pasar hasta diez años sin desarrollar sus capacidades sociales y cognitivas y que ahora vuelven a contar con un lugar para proseguir con sus estudios o destrezas. 

No en vano, el proyecto ofrece formación continua y también establecimiento de itinerarios individuales, porque no todos requieren de este primera parte del proyecto, sino que precisan sólo de desarrollar sus capacidades. Fueron las propias familias las que demandaron la puesta en marcha de la iniciativa. Petición de la que supo hacerse eco Adivia (Asociación de Discapacitados Visuales, Auditivos y Físicos). El colectivo, con gran acierto y persistencia, captó el proyecto para exponerlo ante el Cabildo de Fuerteventura, logrando, así, el pasado mes de septiembre, la dotación económica que permitió ponerlo en marcha.

El programa cuenta en la actualidad con diez plazas, la decena de personas que así lo solicitaron, según aclaran las técnicas del mismo. Sin embargo, desde su puesta en marcha, cuatro jóvenes más se encuentran en lista de espera, con la esperanza de que para el próximo curso pueda ampliarse la dotación económica y tengan cabida en el centro de formación. Al respecto, Patricia Martín explica que, mientras el centro de formación ocupacional del Cabildo de Fuerteventura no se ponga en marcha, “todos los alumnos que concluyan su formación en aulas en clave pasarán a la lista de reserva de este proyecto”.

La técnico explica que se desconoce el censo real de personas con discapacidad que precisan de este tipo de servicios. El principal problema es que la atención a este colectivo, hasta el momento, “se limita a asistirle con una plaza de residencia. Algo que muchos jóvenes y familias rechazan”. Es el caso de uno de los alumnos que, hasta la puesta en marcha de la iniciativa, había pasado seis años en casa porque “la administración solo supo ofertarle una plaza en una residencia, hecho que la familia no concebía como futuro para su hijo”, indica Patricia. 

“El principal objetivo del programa es aprovechar las capacidades de los alumnos que durante el ciclo escolar no se han sabido enfocar, en lugar de estar en su hogar formando parte del mobiliario de su casa”

En el pionero programa se ofrece formación permanente, en torno a temas de cultura general, también actividades teórico-prácticas, habilidades en cocina y jardinería y, también, seguridad y autoprotección. Los alumnos aprenden todo sobre nutrición y alimentos, así como a elaborarlos. En la parte de jardinería, el centro de formación cuenta con su propia parcela en los huertos urbanos de El Charco, gracias a la colaboración de Avanfuer. Los alumnos también pueden poner en práctica los conocimientos adquiridos en el programa con salidas, a fin de demostrar sus conocimientos para desenvolverse en el entorno social, como el uso de medios de transporte, por ejemplo. No faltan tampoco actividades lúdicas y sociales para mejorar las relaciones. 

Autonomía

“Intentamos dotarlos de todos esos conocimientos y herramientas para que cada uno, a su nivel, alcance el máximo de autonomía”, especifica Tania. Sin embargo, la Isla carece de recursos para que puedan vivir de forma autónoma, como pisos tutelados. “Tampoco es el objetivo”, aclara la trabajadora social del centro. Añade Patricia que el futuro de estos jóvenes, una vez abandonan la casa familiar, será la residencia, pero quiere dejar claro que una persona con discapacidad no tiene por qué ser dependiente. “Hay personas con discapacidad que, después de un entrenamiento, han podido llevar su vida de forma autónoma. De ahí la importancia de programas como el que lleva a cabo este centro de formación”, subraya la técnica. 

En clase de cocina trabajan esa mañana tres alumnos, mientras el resto se encuentra desarrollando otras habilidades. Uno de los cocineros improvisados, que estudia unas oposiciones para auxiliar administrativo, ha demostrado desde el inicio del curso una gran autonomía, según explican sus profesoras, y, “aunque en el futuro llegara a perder por completo la vista, podría desarrollar una vida autónoma”. Él tiene claro que piensa presentarse a las exámenes en la próxima convocatoria, algo a lo que considera ha contribuido la participación, desde el pasado mes de septiembre, en el programa que desarrolla el centro y que le animó a opositar. “Quiero trabajar”, dice este joven de 31 años, a quien no le asusta su discapacidad para hacer realidad sus sueños. Este futuro funcionario, que cursó anteriormente un ciclo formativo de Informática en el CIFP Majada Marcial, dice que, además de estudiar, pasa los fines de semana en casa cuidando de su madre.

Otro de los alumnos, con grandes dotes sociales y habilidades comerciales, es el alma del programa. “Tiene un don, es su talento natural”, dicen sus profesoras cuando explican que fue el encargado de vender todas las piezas de manualidades que habían elaborado con motivo de la Noche Blanca de Puerto de Rosario. Con 31 años de edad, al igual que su compañero opositor, pasó toda una década sin poder desarrollar su formación. Conoció el programa a través de las redes sociales y fue él mismo el encargado de hacerle saber a su madre que deseaba incorporarse al proyecto. “Es increíble”, comenta este estudiante al hablar de la experiencia que está viviendo. Comenta que le gustaría trabajar en una biblioteca. “Me encantan los libros”, dice. En la actualidad está centrado en concluir sus estudios de ESO con Radio ECCA y participa en numerosas actividades. Colabora con varias asociaciones de la Isla, como Adisfuer, donde ejerce como cantante de la orquesta. “Lo que mejor se me da son las rancheras”, comenta orgulloso.

El tercero de los presentes en esta entretenida clase de cocina, donde los alumnos y dos docentes están elaborando bolitas de coco, siente tal preferencia por los animales que ya sabe que quiere proseguir sus estudios en la rama de veterinaria, después de concluir la ESO. Dice que le gustaría trabajar con “mamíferos, reptiles y aves, pero anfibios no. Las ranas no me gustan. Son muy viscosas y pegajosas”, aclara con gran determinación. Es el más joven de los integrantes del grupo y ha podido tener acceso a una formación continua hasta el momento. Primero en el IES San Diego de Alcalá, después en el IES Puerto del Rosario y sigue empeñado en sacarse el título de la ESO, a través también de Radio ECCA. Dice que en el centro Diferentes e Iguales es donde más ha aprendido de todo su periplo educativo. Tiene las mismas inquietudes que otros jóvenes de su edad y siente preferencia por el móvil, la televisión y el ordenador. A este amante de los animales también le encanta viajar. Cada año, la familia organiza una salida. La última fue en septiembre a Nueva York, a donde le gustaría volver. Dice que uno de sus sueños es que, tras su último viaje, todos los amigos y amigas le reciban a su regreso en el aeropuerto “con una gran pancarta con letras mayúsculas”. El presidente de Adivia, José Gómez, explica que muchos son los que pueden integrarse en el mercado laboral gracias al programa que desarrolla el Centro de Formación Diferentes e Iguales. “Le entregan alma y corazón, algo que no siempre hacen otras personas que tienen todos los sentidos”. Aunque el principal objetivo es mejorar su calidad de vida y “aprovechar correctamente las capacidades que tienen y que en el ciclo escolar no se ha sabido enfocar adecuadamente, en lugar de estar en su casa formando parte del mobiliario de su casa y convirtiéndose en personas que no tienen autonomía”, explica.


De izquierda a derecha, Tania Azurmendi, Patricia Martín y José Gómez junto a un acompañante de Adivia.

“La única limitación es la económica”

Los responsables del programa recuerdan la necesidad de contar con dotación presupuestaria.

Se trata de “un programa sin límite de tiempo”, según explica Tania Azurmendi, trabajadora social del Centro de Formación Diferentes e Iguales, con lo que podrían estar dentro del circuito hasta los 65 años. “Las limitaciones dependerán de si encontramos los recursos económicos o no”, añade. Conocedora de que el programa continuará este año tras la aprobación de los presupuestos del Cabildo de Fuerteventura, recuerda que “hay que buscar los recursos económicos para incorporar el próximo curso a esas cuatro personas que ya han solicitado la plaza y no dejarlas fuera. Nuestro objetivo es que todos los que lo precisen entren y no quede nadie sin atención”. Sin embargo, José Gómez, presidente de Adivia, explica que se están topando con un problema recurrente en la Isla: el del transporte, principalmente en el entorno urbano de Puerto del Rosario.

El presidente de Adivia indica que el desarrollo y futuro de este programa pasa por una mayor implicación de las administraciones locales. Por ejemplo, del Ayuntamiento de la capital, de donde proceden ocho de los diez alumnos, por lo que se le reclama que costee un taxi adaptado para el desplazamiento de los jóvenes. Sin olvidar, el caso de Patri, de Triquivijate (Antigua). “Facilitar el transporte a estos alumnos es una de las formas de contribuir a su autonomía”, sentencia José Gómez. En un futuro no muy lejano, Adivia espera poder adquirir dos microbuses de nueve plazas, a fin de cubrir el desplazamiento, tanto desde el norte como desde el sur de la Isla, desde donde no les ha llegado ninguna solicitud por el momento.

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