ENTREVISTA

“Los majoreros y los conejeros son los que adaptan el español al Atlántico”

Marcial Morera, catedrático de Lengua Española de la ULL

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 3 COMENTARIOS 28/12/2020 - 08:20

El catedrático de Lengua Española de la Universidad de La Laguna, Marcial Morera, fue uno de los participantes de la primera edición de Tanit, el Festival de las Culturas, celebrado en Puerto del Rosario, donde habló de las palabras aborígenes que aún perduran en el español de Fuerteventura.

En esta entrevista, defiende el papel que jugaron las islas de Fuerteventura y Lanzarote en la conformación del español de Canarias en el siglo XV, aunque se muestra pesimista respecto al futuro que le espera a algunos términos aborígenes a los que el vocabulario moderno “fundamentalmente técnico e inglés” ha ido relegando hasta casi condenarlos a desaparecer.

-¿Cuáles son las particularidades del español de Fuerteventura?

-En principio, el español de Fuerteventura coincide en lo esencial con el resto de Canarias. Hay determinadas características que comparte con las islas orientales. En determinados sitios, sobre todo Puerto del Rosario, Gran Tarajal y Morro Jable, ya se nota la pronunciación tensa de las consonantes be, de, gue y ye de los grancanarios. También determinados rasgos gramaticales, como el uso del diminutivo de respeto cariñoso que se emplea para tratar a las personas mayores, como Pedrito y Mariquita. El español de Fuerteventura ha ido evolucionando al compás del resto del español de Canarias más evolucionado. Se encuentra bajo la influencia de Gran Canaria, cuya habla de Las Palmas de Gran Canaria, por ser un habla urbana y muy abierta al exterior, es muy innovadora.

-Betancuria jugó un papel importante en el arranque del español de Canarias...

-El español llegó a Lanzarote en 1402 y a Fuerteventura en 1404. En Teguise y Betancuria es donde se conformó el núcleo primero del español de Canarias. Son los majoreros y conejeros los que adaptan el español al Atlántico. En buena medida, el español que se recibe en Gran Canaria, Tenerife y La Palma es el español de Lanzarote y Fuerteventura, con las palabras que se heredaron de la población aborigen incluidas. Quienes sientan las bases del español de Canarias no son solo españoles llega dos de Andalucía, sino también portugueses que trabajan en los barcos que traen a la gente de la península, en la agricultura, la pesca e, incluso, la artesanía. Por tanto, el español de Canarias termina contaminándose de portuguesismos. Además, se toman muchas palabras de la lengua bereber que se hablaba en Fuerteventura y Lanzarote a principios del siglo XV. También se adoptan y adaptan palabras de los moriscos, una población que llega tras la conquista, fruto de las cabalgadas de los señores en el norte de África. Sobre todo, son palabras relacionadas con el camello como majalulo o fuche.

“Es probable que a finales del XVI en Fuerteventura ya no se hablase la lengua aborigen”

-¿Qué se conserva de la lengua aborigen en Fuerteventura?

-En principio, es impropio hablar de guanchismos en Fuerteventura. Aquí lo que hay, obviamente, son prehispanismos majoreros. Términos como Tiscamanita, Tindaya o Tuineje son palabras prehispánicas de Fuerteventura. El gentilicio guanche solo se usaba para designar a los naturales de Tenerife. Por tanto, los guanchismos son las palabras que el habla de Tenerife toma del dialecto bereber que se hablaba en esa isla al tiempo de la conquista. En el siglo XIX, el término guanche se extendió para denominar a toda la población aborigen de Canarias, pero eso fue una extensión abusiva. Los términos que se emplean en el español de Fuerteventura procedentes de la lengua bereber son majorerismos prehispánicos. Algunos son exclusivos de esta Isla. Se trata de topónimos como Tindaya, Fayagua, Triquivijate, Ugán, Tefía o Tetir.

-¿Y más allá de esos topónimos qué se conserva?

-Hay algún nombre común. Por ejemplo, la palabra esquén. En la documentación del siglo XVI aparece con el sentido de corral para las cabras. En gran parte de las casas de la Fuerteventura del siglo XV había un corral que llamaban esquén, según la documentación que se conserva. Es una palabra bereber y la tenemos regada por toda la toponimia de la Isla. Al sur de Puerto del Rosario, por ejemplo, hay una zona que se llama los lomos de Lesque. Además, esquensillos y esquenes hay en la toponimia de Fuerteventura por todas partes. Es una palabra bereber que se conserva en la toponimia de la Isla. Hay otro  término aborigen exclusivo de Fuerteventura: mije, que se emplea para asignar la puerta del corral de cabras cuando tiene dintel. Por lo que he visto en la documentación, prehispanismos canarios generales como gofio, taro, guanil o beletén adoptaron de la lengua de los mahos y se adaptaron paulatinamente en Fuerteventura y, de ahí, se exportaron con los colonos majoreros a Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

“Puede haber unos 1.500 o 2.000 topónimos de procedencia prehispánica”

-¿Cada isla tenía su propio dialecto durante la etapa aborigen?

-Por regla general, los topónimos son exclusivos de cada isla. Por ejemplo, no tenemos Tuineje sino en Fuerteventura o Tacoronte en Tenerife. Eso es un indicio de que los dialectos que se hablaban en la Canarias preeuropea eran muy distintos de una isla a otra. Sin embargo, los nombres comunes son los mismos en toda Canarias. ¿Por qué son las cosas así? Creo que se debe a que esas palabras se adaptaron al español en Fuerteventura y Lanzarote y de ahí se extendieron al resto de las islas. Creo que el prehispanismo gofio es originario de Fuerteventura. En Tenerife está el término beletén y creo que está porque lo trajeron los majoreros y conejeros. Lanzarote y Fuerteventura dieron bastante unidad al español de Canarias. El español de Canarias se trasladó luego a las islas de realengo que, gracias a su prestigio y poder expansivo, se encargaron de imponerlo y reforzar la unidad del habla regional.

-¿Hasta cuándo se habló la lengua aborigen en Fuerteventura?

-En Fuerteventura, Lanzarote, La Gomera y El Hierro desapareció mucho antes que en las islas de realengo. Lanzarote y Fuerteventura se castellanizaron muy pronto. El cronista Abreu Galindo dice que, a finales del siglo XVI, en El Hierro no se hablaba guanche. Es muy probable que esa lengua, que era muy rústica y que no podía satisfacer las necesidades culturales y económicas de la nueva sociedad, mucho más avanzada que la aborigen, desapareciera tras un periodo más o menos largo. Es probable que en Lanzarote y Fuerteventura a finales del siglo XVI o, incluso, antes no se hablara ya la lengua de los mahos.

“Las palabras aborígenes irán desapareciendo, se conservarán las de la toponimia”

-El hebreo desapareció del habla viva hasta mitad del siglo pasado cuando lo resucitaron los ortodoxos judíos. ¿Podría ocurrir algo similar con la lengua aborigen?

-Eso es muy difícil porque lo que conservamos de la lengua aborigen canaria es muy poco. No conservamos sino alguna que otra raíz léxica y algunos elementos gramaticales, sobre todo relacionados con el sintagma nominal. Con tan pocos elementos, no se puede reconstruir ninguna lengua. En fonética no queda nada, porque todas las palabras, tanto los nombres comunes como los propios, que quedan de esa lengua se adaptaron a la fonología del español. No sabemos cómo era el sistema fonológico de esa lengua. Cuando alguien dice que sí se puede resucitar o reconstruir está pensando realmente en las distintas lenguas bereberes que se hablan en el norte de África, sin duda hermanas de la canaria o de las canarias, pero no iguales. Se podría intentar, pero no habría ninguna garantía de que el resultado fuera, realmente, lo que hablaba la antigua población bereber de las Islas. Y luego habría que ver cuál se reconstruye: ¿el aborigen de Fuerteventura?, ¿el de Tenerife?, ¿el de La Gomera?...

-¿Cuántos términos aborígenes se pueden conservar?

-Se conservan muchos en la toponimia. Podría haber unos 1.500 o 2.000 de procedencia prehispánica, tanto en la toponimia mayor como en la menor. Los nombres comunes son muy pocos. Quedaron algunos. Hay que tener en cuenta que era una cultura muy primaria, casi de la Edad de Piedra. Quedan algunos elementos relacionados con la flora, como tabaiba o tajinaste; con la fauna, para designar elementos que no conocían los conquistadores, como perenquén y guirre; los relacionados con la vida doméstica como gofio, tafeña o beletén y algunos elementos de la ganadería, que era la especialidad de la población aborigen, como guanil, goro, gambuesa, baifo, beletén o tajorase. Esta última, se emplea por Betancuria, por ejemplo, para designar al macho cabrío joven.

“Palabras como ‘gofio’ son de Fuerteventura y, luego, se exportaron”

-Durante años ha estado de moda bautizar a los niños y niñas con nombres aborígenes. ¿Realmente son todos esos nombres propios de origen prehispánico?

-En el mejor de los casos son aborígenes adaptados al español. Son aborígenes que pertenecen a la onomástica personal del español. En segundo lugar, algunos de esos nombres como Doramas o Yaiza son nombres reales; otros se han tomado de documentos que han deformado el nombre. Por ejemplo, algunos se tomaron del poema Antigüedades de las Islas Canarias de Viana. Sin embargo, no hay que olvidar que Viana era poeta y lo que hizo fue poetizar o inventarse algunos y atribuírselos a los guanches. Es lo que sucede, al parecer, con los antropónimos Beneharo y Pelinor, dos de los antiguos menceyes de Tenerife.

-Hace unos cuarenta años el registro de términos aborígenes era mayor que el que se conserva en la actualidad. ¿Qué se puede hacer para evitar que sigan desapareciendo?

-Es muy complicado. En Tenerife está la palabra tagoror, que no se empleó nunca como palabra común en el español de Canarias sino como término de historiadores para designar la asamblea de los guanches de Tenerife. Ahora, esa palabra la han rehabilitado desde el Ayuntamiento de Santa Cruz para designar las juntas de barrios del municipio. Esa es una forma de conservar el nombre. Soy bastante pesimista porque el vocabulario moderno es, fundamentalmente, técnico y es inglés. Eso es imparable. Luego quedarán palabras como gofio que se mantendrán hasta que haya gofio. Cuando desaparezca el alimento también desaparecerá la palabra. En ganadería la palabra guanil, que en bereber significaba lo libre, es una palabra que está de capa caída. También beletén terminará, probablemente, desapareciendo. Donde sí se van a conservar es en la toponimia. Sobre todo, en la toponimia mayor.

-Algunos estudiosos encuentran ciertas similitudes entre el guanche y una lengua viva como es el vasco. ¿Comparte esa teoría?

-Es una cosa muy discutible. El bereber era la lengua que hablaba toda la gente del norte de África antes de la llegada de los árabes en el siglo VII. Ese norte de África estuvo muy relacionado con la Península Ibérica. Es probable que haya raíces comunes, pero eso no significa que la gramática o el sistema fonológico sea común. El vasco hoy no tiene nada que ver con el bereber ni desde el punto de vista gramatical, ni léxico, ni fonológico. El vasco, que es una lengua de origen absolutamente desconocido, es una lengua muy influida por el latín, fundamentalmente en el vocabulario.

Comentarios

Muy interesante tu artículo, querido amigo Marcial. Siempre has sido un ejemplo a seguir. Enhorabuena, por tu ascendente evolución como persona preocupada e involucrada, por todo lo relacionado con tu tierra y como experto en todo lo relacionado con Miguel de Unamuno.
Muchas gracias por difundir Cultura Canaria. Pienso que es necesario dar a conocer el origen para sentir orgullo y no sucumbir al "nuevo vocabulario" a costa de la destrucción de nuestra Cultura
Supongo que de entrada, en 1402, se introduciría primero el francés. La castellanización sería posterior a la visita del conquitador a Valladolid y la entrega del señorio de las Islas menores al Rey de Castilla, Enrique III, El Doliente, de la mano de su primo Robín de Bracamonte, almirante francés. Esto no fue gratuito, porque le pagaron la deuda que Bethencourt tenía, reclamada por la Court de Conte de Normandía, con el Rey de Francia. Segun cuenta don Elías Serra Rafols.

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