DESTACAMOS

Santiago Travieso, embrujado por la radio

Foto: Carlos de Saá.
Pía Peñagarikano 0 COMENTARIOS 04/02/2018 - 09:14

La lengua más afilada y carismática de los medios de comunicación majoreros asumió el honor de pregonar el Carnaval de Puerto del Rosario haciendo lo que mejor sabe hacer: poner el dedo en la llaga y despertar, a la par, admiración y recelo. Santiago Travieso reivindica la creatividad, la participación y la entrega que siempre han caracterizado a estas fiestas y de las que “adolecen en la actualidad”.

“Quien alquila el culo, no caga cuando quiere”. Travieso ha hecho suya esta máxima repetida muchas veces por el político majorero Domingo González Arroyo. Una filosofía de vida que ha llevado al director de Radio Sintonía a convertirse en un auténtico superviviente del periodismo de Fuerteventura a pesar de las embestidas recibidas para hacerle abandonar la Isla.

Con gran arraigo a esta tierra, lo cierto es que el polémico comunicador, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1955, no llegó a la Maxorata hasta el año 1987. Formado en el Claret y en Los Salesianos, marchó joven a El Aaiún donde trabajó en el sector de la banca y comenzó a hacer sus primeras incursiones en la radio. Al producirse la evacuación de la zona (1975), volvió a Las Palmas donde logró una plaza en el Cabildo de Gran Canaria para desempeñar sus funciones en el órgano de gestión de los servicios benéficos sanitarios insulares que administraba los cinco hospitales de la Isla. Continuó compaginando esta labor con su pasión durante varios años incorporándose a Radio Las Palmas.

La SER le brindó la oportunidad de formarse con los grandes y de conocer a quien sería su mentor, José María Ayazo, una de las voces más prestigiosas del archipiélago. Allí consiguió su espaldarazo radiofónico gracias a su programa “Noctámbulos”. Se marchó de la casa por un tema de libertad profesional, “cuando vetaron a un travesti y no lo pude entrevistar”, recuerda. Dos días después hacía el programa, con todo su equipo de producción, en los micrófonos de Radio Cadena Española hasta que lo ficharon para llevar la campaña electoral de la alianza entre el PIL y el CDS en Lanzarote.

Tras las elecciones, le ofrecieron gestionar la emisora del Cabildo de la Isla vecina, pero optó por la propuesta que le hizo su representante artístico, muy acostumbrado a poner en valor las dotes de Santiago como presentador de galas, ceremonias y actos. Así, llegó a la Maxorata para montar lo que sería la primera emisora comercial de la Isla, Radio Fuerteventura, ubicada en la calle Cervantes 22 de la ciudad portuense.

Santiago recuerda con cariño aquella época en la que tuvo que dejar a un lado el trabajo con su voz para afanarse con sus manos. “Nos cogió el boom de la construcción, no conseguíamos carpinteros ni profesionales y tuvimos que hacerla nosotros de forma artesanal, forrando los muebles con formica, que era la única manera de tapar los desastres que hacíamos”, sonríe divertido.

Mueren las multicopistas y nace la radio

La radio irrumpió con mucha fuerza en Fuerteventura. La acogida “fue bestial”, rememora Travieso. Supuso una auténtica revolución en la manera de informar y de llegar al público de masas. Hasta entonces, las esquelas se colgaban en los escaparates de los comercios. La información se transmitía a través de panfletos impresos en las multicopistas o “paquistanís”, como se denominaban en la Isla. También se utilizaban para difamar, “y en eso algún partido político era especialista”, apostilla. “Te hundían la vida sencillamente a través de unas hojas que tiraban por las noches en las calles”, describe sin rencor.

A medida que crecía el poder del comunicador, también se incrementaban los ataques. “Por la noche intentábamos montar un centro emisor en la montaña de La Muda y por la mañana aparecía derruido todo lo que habíamos montado”. A pesar de todo, confiesa que fue una etapa preciosa que tuvo el honor y el orgullo de vivir como precursor de la radio comercial en la Isla. Un medio que se convertiría también en emisora escuela de quienes serían los futuros profesionales de las ondas majoreras.

Fue en el propio equipo, sin embargo, donde el decano de la prensa majorera encontró a su principal opositor. Se trataba del administrador de la radio, a quien denunció por vejación profesional. Un profesor de La Oliva que quiso ser “director por encima del director” y que lo amenazó reiteradamente. En una ocasión, incluso, “me puso unas tijeras largas de esas en la cara, me dio una subida de tensión, pierdo la visión del ojo derecho y acabo ingresado en el hospital”, explica. Ganó el juicio y descubrió que detrás de la emisora, que posteriormente se llamaría Radio Difusión Fuerteventura, estaba el controvertido político Domingo González Arroyo, conocido como “El Marqués de La Oliva”.

Gran parte del equipo acompañó al locutor en su salida para fundar, en la Calle La Juventud, Radio Archipiélago. Se inició una etapa nueva que se prolongó hasta el año 91. Asegura que las cosas marchaban bien hasta que la parte de socios no radiofónicos, no profesionales, intentó imponer una serie de directrices. De manera poco elegante, Santiago fue despedido. Se enteró por teléfono tras llegar de unas vacaciones en Estados Unidos donde había permanecido, acompañado de su familia, durante un mes. Al pisar tierra majorera, telefoneó al hoy consejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, José Miguel Barragán, para conocer la actualidad de la Isla y se topó de bruces con la noticia principal, su propio despido.

A pesar de que su mujer, María Teresa Gómez Medina, era socia de la radio con un 40 por ciento de las acciones, la familia Bornia –que ostentaba la mayoría de la empresa- cedió ante lo que supuestamente fue un complot en toda regla. Se dice, cuenta Travieso, que durante ese verano en casa de un relevante político en El Cotillo se reunieron gentes de todos los partidos para marcar el objetivo. De ser así, “siempre digo que es la única vez que los políticos de Fuerteventura se pusieron de acuerdo en algo y ese algo era echar a Santiago Travieso de la isla de Fuerteventura”, ironiza.

Consciente de que vale más por lo que calla que por lo que cuenta, no desvela la identidad del principal instigador de la reunión aunque sí revela que días más tarde Domingo González Arroyo, “más listo que los demás”, lo invitó a su casa, donde estaban reunidos sus acólitos, y le entregó las llaves de Radio Difusión. “Fue un sábado. Esas cosas no se olvidan. Rechacé la propuesta porque nunca pasó por mi mente depender de un político”. El lunes, tras recibir el apoyo de su familia y, especialmente, de su madre “siempre muy bragada”, volvió ante Arroyo para declinar definitivamente la invitación.


Presentación con Gemma Ibáñez.

Radio Sintonía, con criterio propio

Veinte días después, Radio Sintonía era una realidad en el barrio de Los Pozos. Sus fieles compañeros y puntales, Marusa Hernández y Pedro Ramos, le acompañaron en esta aventura. “Un nuevo reto porque tú habías creado a las otras emisoras con tu producto y ahora tenías que luchar contra tus productos y tumbarlos”, reflexiona.

Políticamente incorrecto por naturaleza, el periodista reconoce que Sintonía es su último refugio donde continúa imperando el “criterio propio”. Un eslogan y filosofía de vida por la que ha pagado un alto peaje al recibir, durante épocas, “cero euros de publicidad institucional”. También le ha granjeado grandes enemistades con carismáticos personajes. Domingo González Arroyo fue durante años protagonista, sin pretenderlo, de los saludos radiofónicos de Santiago. Con un: “Buenos días a todos menos a uno”, comenzaba habitualmente su programa hasta que un día, sencillamente, se dio cuenta de que no se puede vivir de odios ni resentimientos.

En la actualidad, quizás fruto del crecimiento personal al que dedica parte de su escaso tiempo libre, asegura tener una relación cordial no solo con Arroyo sino con los políticos y empresarios con los que se ha relacionado a lo largo de su trayectoria vital, aunque tiene claro que a algunos, al abrazarle, “les gustaría tener algo punzante en las manos”.

Condenado a vivir de manera cíclica, el director de Radio Sintonía disfrutó momentos muy dulces durante la pasada crisis económica. Continuó con su labor de informar sobre la actualidad majorera, formar a estudiantes y estrenar nueva sede, en la calle de La Cruz. Al contrario que muchos medios que fueron desapareciendo, su emisora cobró ímpetu y buenos contratos publicitarios. Se hizo fuerte en la adversidad lo que le llevó a convertirse “como siempre, en el enemigo a batir”, confiesa.

En poco tiempo se encontró con un nuevo y variado panorama de medios. Algunos merecen su profundo respeto, especialmente los surgidos por emprendedores apasionados del mundo de la comunicación que defienden con entusiasmo sus proyectos. Otros casos, sin embargo, despiertan su atención. Pone por ejemplo “aquellos promovidos por personajes que van presumiendo de que van a por la cabeza de Santiago Travieso. La falta de respeto es máxima”, denuncia, mientras apunta a una posible “complicidad política” entre ellos y quienes a lo largo de 31 años “están siempre detrás de todos los movimientos, detrás de los medios, intentando su control. Quizás son más jóvenes pero con formas mucho más antiguas”.

Una saga de Traviesos embrujados por la radio

Combate la adversidad con la pasión por la radio que comparte con su familia. Todo un lujo en una profesión muy sacrificada y de mucha entrega, como gusta decir. Su hijo Iván, con tan solo 11 años, ya le quitaba el asiento al técnico en su ausencia y su hija, Yaiza, dejó la empresa privada para ocuparse, junto a su madre, de las labores comerciales y administrativas de la radio. Travieso tuvo suerte, confiesa, de que ninguno mostrase jamás interés por trabajar en las instituciones. Sus nietos, Laura (11 años) y Hugo (siete), también quieren ser periodistas aunque el varón, ríe, “me dio algunos problemillas cuando hace tiempo me dijo que quería ser alcalde”.

Carnaval, memoria y crítica

En los últimos días, Santiago ha dejado a un lado los cursos, eventos, conversaciones con amigos y buena parte del tiempo que se dedica a sí mismo, para bucear por los archivos municipales e investigar sobre el carnaval. Ha echado mano también de su excelsa memoria para escribir dos discursos que no utilizará. Sus pequeños ojos chispeantes testimonian la diversión que siente mientras trabaja. Destaca lo que considera el declive del Carnaval que se inicia, según opina, sobre el año 99, cuando el Ayuntamiento asume su organización.

Añadir nuevo comentario