Esta iniciativa, que lidera la Universidad de Las Palmas, consta de tres fases y busca un proceso de gestión compartida de los espacios marinos de las islas orientales

Proyecto Amplía: conocer los recursos marinos de Fuerteventura y Lanzarote para preservar
Esta iniciativa, que lidera la Universidad de Las Palmas, consta de tres fases y busca un proceso de gestión compartida de los espacios marinos de las islas orientales
El Proyecto Amplía va camino ya de su tercera fase. En la primera se trataba de estudiar el estado en que se encuentran los recursos marinos, conseguir información y evaluar los ecosistemas y las especies más vulnerables que están en una situación más crítica. La segunda fase está centrada en formar a aquellos que tienen una relación directa con el mar e interpretar los resultados, los datos e indicadores ecológicos que se obtuvieron en la primera fase.
La tercera comenzará el próximo mes de junio. Consistirá en establecer un prototipo fundamentado en la participación ciudadana para la toma informada de decisiones y sentar así las bases para un uso colectivo del mar sostenible en el tiempo. “Consistirá en exponer los datos a interpretar, sentarnos todos y llegar a acuerdos que nos digan cómo puede ser la ordenación y tener una conservación más realista”.
Esto último lo dice José Juan Castro, responsable del proyecto, doctor en Ciencias del Mar y director del departamento de Biología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ecoaqua es el Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos que pertenece a esta unversidad y lidera la iniciativa. En la investigación también colabora el Departamento de Matemáticas de la ULPGC.
El proyecto se inició hace un año, está financiado con fondos Next Generation del Ministerio de Transición Ecológica y del Gobierno de Canarias e implica a las Reservas de la Biosfera de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote ya que se quiere determinar el potencial impacto de una ampliación o rezonificación de los espacios protegidos como Reservas de la Biosfera en las islas orientales e incluir en esa clasificación las zonas marinas que se consideren críticas o vitales para la biodiversidad.
El objetivo principal es el de “alcanzar una gestión eficaz y sostenible contando con la participación ciudadana” y, más concretamente, compatibilizar la pesca con la conservación de los recursos y ecosistemas marinos y cumplir con el compromiso internacional asumido por España de proteger al menos el 30 por ciento de la superficie marina antes de 2030.
No se trata de “ampliar por el mero hecho de ampliar, sin más”, señala Castro. “Se trata de ver los recursos y cuáles deberían ser la extensión y la estructura internas. No tiene sentido proteger por proteger si no hay datos que avalen esa figura y al revés”, señala Castro, que añade: “Todo esto tiene que ser con un porqué detrás”.
Según explica José Juan Castro, “las Reservas de la Biosfera deben dar los pasos necesarios para incluir en sus áreas de influencia el conjunto de espacios marinos insulares relevantes para la biodiversidad marina, de modo que procuren la viabilidad de su preservación, poniendo en marcha las estrategias de participación ciudadana en la toma de decisiones, necesarias para la conservación del conjunto del patrimonio natural y mitigar, en lo posible, los efectos del cambio climático”.
Castro habla de un proceso de convencimiento, no de imposición, de que aquellos que más utilizan el mar se convenzan de la necesidad de proteger las zonas más sensibles. “El problema no está en que nosotros lo digamos, no es una imposición porque si no finalmente la ley que salga de ahí no la va a cumplir nadie”, dice.
Las reservas marinas “son un espejismo”, acaban como cotos de pesca
Pone el acento en la cuestión científica. Insiste en que no se trata de una cuestión arbitraria, sino de confiar en la ciencia. Considera que la actual Ley de pesca no está hecha ni con rigor ni con fundamento científico, y apunta un dato esclarecedor: “Hemos perdido el 90 por ciento de la biomasa en los últimos veinte años”.
En la actual Ley solo tienen talla mínima algunas especies, algo más de veinte, pero Castro dice que hay que establecer tallas mínimas para todas las especies. “No hay que ponerse de acuerdo en cuál es la talla mínima en la que una especie empieza a desovar, eso es ciencia”. “En el mar no podemos seguir haciendo lo que hacemos, tenemos que hacer las cosas de otra manera, poner tallas mínimas a todas las especies acorde a su ciclo reproductor”, señala. Pone el ejemplo de las lapas: las pequeñas son machos y las grandes, hembras. Si solo se permite coger las de un tamaño, el resultado es obvio: “No hace falta ir a la Universidad para saber que nos quedaremos sin lapas”. “El sistema natural cada vez está peor y no podemos darle más palos al mar”, añade.
El proyecto intenta, en primer lugar, ampliar la información de la que se dispone actualmente. De las 5.232 especies catalogadas hasta el momento (164 endémicas) se dispone de poca información biológica y ecológica, pero sí se conocen indicadores que apuntan a que algunas de ellas se encuentran amenazadas de extinción. Los recursos pesqueros marinos están, en su mayoría, sobreexplotados, pero tampoco existe una base de datos sólida que permita verificar su estado actual.
Reserva
Por otra parte, Castro señala que las reservas marinas “son un espejismo” porque acaban convertidas en cotos de pesca. En la Reserva más grande, la del Norte de Lanzarote y los Islotes, tan solo hay una pequeña parte donde está prohibida la pesca. En el resto se puede pescar. “Si hacemos otra Reserva, como está en marcha la de La Bocaina, la filosofía no puede ser que sea un coto, tiene que ser otra”, señala, y considera que la Reserva es una protección “de papel”.
“Hay que conocer la dimensión del problema del mar para poder afrontarlo”
También señala que, aunque no pesquen todos, “no puede haber hasta 90.000 licencias de pesca recreativa en Canarias”. Para Castro, el principal enemigo del mar “es la ignorancia” y lo primero es conocer “la dimensión del problema para poder afrontarlo”.
A la pregunta de por qué hay que conservar el mar, responde que “por muchas razones”. “Porque comemos de él, porque respiramos de él, porque bebemos de él o porque vivimos de él, hay muchas razones por las que debemos tratar el mar de forma diferente. No es un parque recreativo, dependemos de él”. También apunta al problema de los vertidos, entre ellos los de aguas residuales.
Foros
Después de realizar foros en diferentes islas se hará un encuentro global del que saldrá un informe. “Esa información, con la participación de mucha gente, se debería tener en cuenta para hacer una regulación”, señala Castro, que insiste en que se trata de un proceso de cogestión.
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