ENTREVISTA

Luisgé Martín: “La literatura me permite mirar por el ojo de la cerradura, donde estamos más desnudos, como realmente somos”

El escritor, premio Herralde 2020 por la novela Cien Noches, protagoniza este jueves el regreso de “El escritor y tú”, ciclo literario organizado por el Centro Bibliotecario Insular y coordinado por el periodista Eloy Vera

María Valerón 0 COMENTARIOS 09/02/2021 - 08:25

Sobre Cien noches, la novela que ha dado el Premio Herralde 2020 a Luisgé Martín, el jurado destacó su aliento poético, su temática reflexiva que danza en torno a fidelidad afectiva y promiscuidad sexual, “el conflicto entre erotismo caducifolio y la persistencia de afectos”, en palabras de Marta Sanz, e incluso la definieron como “la fantasía de un moralista perverso y la de un antropólogo social”, palabras de Juan Pablo Villalobos. Para Luisgé Martín, Cien noches ha sido una oportunidad de mirar “por el ojo de la cerradura”, indagar desde la ficción en el ángulo muerto de la intimidad, allí donde nadie admite reconocerse.

El autor no ha podido celebrar el Premio Herralde con el público: la cita de El Escritor y tú , que este jueves 11 de febrero llevará a Luisgé Martín al Centro Bibliotecario Insular de Fuerteventura, será el segundo encuentro presencial que realice a nivel nacional desde la publicación de su novela. La pandemia le ha robado la oportunidad de acercarse a los lectores pero, cuenta, no se permite quejas: “Muchísimas personas recordarán este año solo con sufrimiento. Yo, aunque eche de menos haber podido presentar con el público, al menos puedo recordar algo positivo del año que se fue”.

-Cien noches podría ser una defensa del amor más allá de la fidelidad, y de la sexualidad más allá del amor. Hay en todas tus novelas un trabajo de fondo en torno a estos grandes temas, ¿por qué crees que te atrapa esta temática?

-Uno entra en aquellos temas que en algún momento le han roto alguna fibra dentro, le han quebrado la personalidad o han construido parte de su personalidad, y trata de reordenar el mundo, de volver a colocar las piezas en su lugar; creo que es lo que hace la literatura. Pienso que, en general, como dice Rosa Montero y Elias Canetti, todos los escritores hablamos siempre de la muerte, pero luego hay algunos temas que son variaciones del fondo de la muerte, del miedo a la muerte y del desarrollo de la propia vida. Yo siempre he creído que la sexualidad revela muchísimo de lo que somos y no mostramos a los demás, y hay una parte oscura, no en el sentido moral sino en el de escondite. Me interesa, y creo que es un material literario de primera mano; la literatura me permite mirar a las personas a través del ojo de la cerradura, que es cuando más desnudos estamos y más nos mostramos como realmente somos.

-En tu libro El amor del revés relatas las complejidades de forjar tu personalidad desde unos valores impuestos (religión, arraigos socioculturales). Algunos personajes de Cien noches arrastran también estas contradicciones: ¿Hay siempre algo de ti mismo en los personajes de tus novelas?

-Sí, creo que siempre hay mucho de mí en todo lo que escribo. En concreto, en el caso de Cien noches, hay cosas que hace y dice Irene (protagonista de la novela) que yo no necesariamente comparto, pero sí hay en ella aspectos de mi forma de mirar el mundo, de mis preocupaciones, de mis inquietudes. Los temas que he ido arrastrando a lo largo de toda mi literatura tienen que ver conmigo y uno de ellos es ese: en la primera juventud hay un proceso en el que se nos quedan pegados al corazón toda una serie de prejuicios; tenemos una educación sentimental de la que luego es prácticamente imposible liberarnos, porque incluso cuando ya nos deshacemos de esos prejuicios intelectualmente no nos deshacemos de los prejuicios emocionalmente. Ahí seguimos teniendo inseguridades, sentimiento de culpa, miedos, todo ello permanece si se ha gestado mal en esas edades. Y yo creo que en el caso de Irene ocurre algo parecido.

-También crees, como tu protagonista, que la personalidad real se demuestra en la sexualidad y en la intimidad.

-Sí, y en cómo encaramos las relaciones sexuales. Lo que dice Irene en alguna parte de la novela, lo comparto: cuando te acuestas con alguien, más allá de que el acto se pueda defender en sí mismo porque es algo placentero (defiendo el placer si no causa ningún daño a la otra persona, claro) es además una vía de conocimiento hacia cómo se comportan los demás: cómo te tratan, cómo se expresan, cómo interaccionan. Me parece que en el sexo hay una forma de expresión perfectamente clara.

-¿Poner como protagonista a una mujer, en primera persona, hablando de relaciones sexuales, fue el mayor reto al abordar la escritura de esta novela?

-Era uno de los grandes retos, sí. Siempre tuve claro que este personaje principal tenía que ser una mujer, porque si lo hacía desde la voz de un hombre la novela iba a ser completamente distinta. Me inspiré en algunas mujeres que no son realmente el modelo de Irene, pero son personas cercanas a esa visión de la sexualidad tan libre de prejuicios; le añadí esa frialdad científica que ella busca en unas partes de la novela y la acercan a la mirada más extraña del personaje.

-¿Qué fue lo más complicado de esta elección?

-Como con todos los personajes, que empiece a sonarte su voz. Cuando ya suena esta voz, de alguna manera empiezas a vivir dentro del personaje. Quizás fue más complejo que otros personajes en que me podía ver a mí mismo, o, salvando las distancias históricas o biográficas, podía hacer una proyección más directa de mí, y en este sentido con este personaje tuve que impostar un poco más, pero estaba claro que tenía que ser una mujer.

-Enlazando toda la narración se intercalan relatos de infidelidades, a modo de expedientes de detectives, escritos por Edurne Portela, Manuel Vilas, Sergio del Molino, Lara Moreno, José Ovejero... ¿Fue una fórmula para incluirlos, o la idea de estos textos parte de tu lado amante de los relatos?

-Era algo naturalmente buscado, de hecho añadir a otros escritores y escritoras llegó después de empezar a escribir yo mismo algunas de estas historias. Todas mis novelas están truncadas con pequeños cuentos, es algo que me gusta mucho y de absoluta tradición española. El Quijote si lo pensamos es eso: en un marco general, que es la aventura de Don Quijote y Sancho, se van insertando un montón de relatos que a veces les ocurren a ellos y que a veces son interrupciones de alguien que se cruza en el camino. A mí ese tipo de literatura en que no solamente se sigue el plano general me interesa mucho.

-De este 2020, que no te ha permitido celebrar el Premio Herralde, ¿echas de menos la actividad cultural?

-Sí, y, creo que como todos, echo de menos la posibilidad de viajar con libertad; en mi rutina una parte importante de viajar eran los festivales literarios, presentaciones... Nunca he sido un escritor abonado a todo, pero sí que asistía a cuatro o cinco festivales o intervenciones al año y llevaba muchos años sin dejar de ir a Sudamérica. En el fondo estoy deseando que vuelva la normalidad para retomar los viajes y en particular los festivales. Yo los disfruto, en general: conoces autores a los que no has leído y que de repente descubres.

-Y mientras vuelve la normalidad, ¿en qué estás trabajando?

-Saco un libro en abril con la editorial Dos Bigotes, una obra de teatro titulada Amor puro, que parte de todos los temas que hemos hablado. Es la primera obra de teatro que publico, ojalá pronto pueda representarse en el escenario. Y, en una línea más de investigación, estoy preparando un pequeño libro para Anagrama: un ensayo corto sobre parafilias sexuales. Es un tema que me interesa y sobre el que ya tengo opiniones y teorías formadas de muchos años. Hay historias sorprendentes, incluso para quien lleva años leyendo e investigando el tema, comportamientos sexuales desconcertantes.

-Siendo tu segundo acto presencial de toda la pandemia, cabe esperar que tengas muchas ganas de estar en el Escritor y tú en Fuerteventura.

-Sí, muchas ganas del encuentro con lectores y lectoras. Fui en el papel de entrevistador hace unos años, acompañando a Vicente Molina Foix, conocí al coordinador, Eloy Vera, y su trabajo, y aquella fue una experiencia magnífica. Fue estupendo encontrarme con lectores de Fuerteventura y me gustó mucho la participación. Espero conocer más lectores, y, sobre todo, disfrutar también esa sensación de estar físicamente presentando la novela junto al público.

 

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