CULTURA

Los secretos del pasado de Fuerteventura se ocultan en la Montaña del Cardón

Unas prospecciones en la zona han permitido a los expertos de la empresa Tibicena identificar 75 bienes arqueológicos, una veintena de ellos sin inventariar hasta ahora

Eloy Vera 4 COMENTARIOS 14/12/2021 - 07:31

La arqueología majorera sigue dando sorpresas. La última llega desde la Montaña del Cardón, la mítica cima donde la leyenda y las fuentes etnohistóricas sitúan el sepulcro del gigante Mahan. Unas prospecciones arqueológicas en la montaña han permitido inventariar una veintena de nuevos bienes arqueológicos. Entre ellos, estructuras y cuevas que servían de hábitat y hasta una cueva funeraria y que se suman a los 59 bienes etnográficos inventariados en el lugar. El trabajo arqueológico viene a confirmar al enclave como un foco del saber desde el que extraer nuevos aportes con los que estudiar la etapa aborigen e histórica de la Isla.

Hace algún tiempo, el Cabildo de Fuerteventura daba a conocer su intención de aumentar la protección de la montaña, iniciando un expediente para su incoación como Bien de Interés Cultural (BIC). Con el objetivo de establecer la delimitación del conjunto cultural, la Consejería insular de Cultura y Patrimonio Histórico encargó y financió el proyecto Prospección Arqueológica Integral de la Montaña del Cardón a la empresa de arqueología Tibicena.

Uno de sus arqueólogos, Gabriel García, y el especialista en etnografía, el majorero Antonio Cabrera, recorrieron la zona durante la segunda quincena de octubre anotando y fotografiando todos aquellos elementos aborígenes o de etapa histórica que encontraban en el camino.

Los trabajos dieron pie a inventariar 134 bienes patrimoniales, 75 de ellos arqueológicos y 59 etnográficos. “El inventario ha permitido constatar que la Montaña del Cardón es un lugar básico para la arqueología y la historia local, al encontrarse en la zona representaciones de todos los ámbitos humanos desde el periodo aborigen hasta casi la actualidad”, sostiene el arqueólogo de Tibicena.

Gabriel García insiste en que el trabajo “pone de relieve la importancia histórica de la montaña, tanto en época aborigen como en periodos históricos y en la propia actualidad”. Es, subraya, “un territorio con una ocupación ininterrumpida e intensiva, reflejo de todos los aspectos de la realidad humana de los habitantes de Fuerteventura”.

La huella aborigen en El Cardón se encuentra en numerosos yacimientos repartidos por la cima y las faldas de la montaña: El Castillete, la Cueva del Majo, Cueva del Gigante, Cementerio de los Niños, Cuevas Labradas, Cueva del Queso, Las Hermosas o la Iglesia de los Majos. La carta arqueológica y las referencias orales y escritas hablan de la existencia en ellos de cuevas artificiales, círculos de piedras hincadas, poblados preeuropeos, grabados podomorfos…

Las fuentes etnohistóricas aseguran que los antiguos pobladores canarios eran muy firmes en sus creencias, adoraban ídolos e, incluso, tenían iglesias en las que “hacían sus sacrificios”. Fray Juan Abreu Galindo, monje franciscano y uno de los mejores historiadores del siglo XVII, describe cómo en Fuerteventura “adoraban a un dios, levantando las manos al cielo” y añade: “Hacían sacrificios en las montañas, derramando leche de cabras con vasos que llaman gánigos, hechos de barro”.

Los arqueólogos e historiadores que han estudiado hasta el momento la Montaña del Cardón parecen coincidir en el carácter cultual, sacro y funerario de la zona. En el verano de 1877, Ramon Fernández Castañeyra subió a la montaña en busca de algún elemento del pasado aborigen de la Isla. El estudioso local delineó a pluma el contorno de su cumbre y anotó en el lateral del cuaderno: “restos humanos”. Será el antropólogo francés René Verneau el primero que apunte una vinculación de la montaña con aspectos culturales y su consagración a la religión. Una vinculación que dura hasta hoy día con la romería a la Virgen del Tanquito, cuya imagen tiene su santuario en una cueva de la cima.

Las prospecciones realizadas por el equipo de Tibicena han podido confirmar la existencia de zonas cultuales para la realización de ritos religiosos repartidos por la cima de la montaña. En lo más alto de ella, aparecen dos roques: El Cencerro y El Castillejo.

En ellos, explica el arqueólogo, “existen dos cuevas que se relacionan con ritos, aunque en toda su base y entorno inmediato también aparecen estructuras con piedras ciclópeas de grandes dimensiones y muchas cuevas con signos de adecuación y preparación del espacio para enterramientos”. Estudios anteriores también documentan la existencia de grabados podomorfos en la zona de El Castillejo, apuntan los expertos.

Han documentado 59 bienes etnográficos relacionados con la vida agraria

Además, han confirmado hasta tres cuevas funerarias, dos de ellas con restos óseos de los que ya los estudios arqueológicos habían dado constancia. De la tercera, explica Gabriel, no se tenía conocimiento hasta esta prospección, pero en ella “vemos que, desde el punto de vista constructivo, es funeraria. A priori, en su interior no se ven restos humanos, aunque, si se excava, tal vez se hallen”.

Gabriel y Antonio también han anotado en su cuaderno la existencia de dos nacientes de agua, “lo que nos permite confirmar que El Cardón es un lugar rico en un bien escaso en la Isla como es el agua. De ahí que fuera tras la conquista uno de los primeros lugares donde se repartió la tierra entre los nuevos pobladores”.

La zona de El Cardón también cuenta con uno de los yacimientos más interesantes de la arqueología insular y, tal vez, más olvidados por la investigación: el poblado de Las Hermosas. En la zona arqueológica, se habían inventariado hasta ahora 20 estructuras, muchas de ellas con fines habitacionales y ganaderos. El equipo de Tibicena ha podido inventariar tres más, relacionadas con el mundo pastoril.

Gabriel no para de soltar elogios sobre el yacimiento. “Es ideal, pues en él encontramos estructuras que perduran tras la conquista y que más tarde fueron reutilizadas y convertidas en casas históricas. Los nuevos pobladores vieron los beneficios del espacio y las volvieron a ocupar, una ocupación que se mantendría hasta los años 50 del pasado siglo”, indica. Sobre el terreno aún se encuentran restos de malacofauna y cerámica aborigen, popular y de importación, “lo que nos habla de la pervivencia y de la continuidad del espacio”, apunta el investigador, quien también alerta del riesgo que producen las barranqueras próximas al poblado, pues “cuando hay lluvia, el agua corre y se lleva parte del yacimiento. Eso está haciendo que nos encontremos con corrales derruidos por la ladera”.

“Las Hermosas sería un lugar ideal para llevar a cabo una excavación en profundidad. De esta forma, se podría mostrar a la población cómo se llevan a cabo los trabajos arqueológicos en un yacimiento”, apunta Gabriel. Además, cree que reúne óptimas condiciones para convertirse en un centro de interpretación o, incluso, en el primer parque arqueológico de Fuerteventura.


Roque del Cencerro.

El gigante Mahan

Si hacemos referencia a las fuentes etnohistóricas, la Montaña del Cardón fue escenario de un enfrentamiento entre los recién llegados y los locales. La arqueóloga y hoy directora de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Nona Perera, describe en uno de sus trabajos sobre la montaña cómo el gigante Mahan, un hombre de gran altura, fue sorprendido y asesinado junto a otras nueve personas por los normandos e indígenas de Lanzarote.

Se apunta a la montaña como lugar de enterramiento y ritos religiosos

Le Canarien, la crónica de la conquista que escribieron los frailes franciscanos que acompañaban a los normandos en la expedición, facilita el nombre de Mahan y, siglos después, en 1731, el historiador y sacerdote canario José de Viera y Clavijo escribe sobre la “muerte de cierto majorero de una estatura gigantesca”.

Las fuentes etnohistóricas sitúan el sepulcro del gigante Mahan en la montaña. La arqueología aún no ha podido confirmar lo que el ingeniero italiano Leonardo Torriani dijo en el siglo XVI y más tarde apuntarían otros historiadores como Fray Juan Abreu o Tomás Arias Marín y Cubas.

“Hay diversas teorías de diferentes investigadores. Unos dicen que vivía en la Montaña del Cardón y otros que fue ahí donde murió. Se habla de que en la base de uno de los roques está el túmulo que han denominado de Mahan, pero eso sin una excavación arqueológica no se podría confirmar”, sostiene el arqueólogo. “Hasta el momento, solo podemos decir que hubo un personaje que se llamaba Mahan y que pudo vivir en la montaña o que, tal vez, fue ahí donde murió”, añade.

El trabajo de Tibicena también tenía como objetivo inventariar todos aquellos elementos históricos y etnográficos que se asientan sobre la montaña. En total, se inventarió 59 bienes de los que el 90 por ciento son de nueva incorporación. Se documentaron decenas de construcciones relacionadas con el mundo ganadero y agrícola: toriles, socos de pastor, corrales, gambuesas, terrazas de cultivo, nateros y bardos, unas estructuras circulares de piedra en las que se plantaban árboles y se colocaban en los extremos de los barrancos para aprovechar el agua cuando llovía y corrían los barrancos. También se anotaron estanques, atarjeas y hasta un horno de cal, huella del pasado de Fuerteventura vinculado a la industria de la cal.

Durante los trabajos en la montaña, el etnógrafo Antonio Cabrera pudo dar con varios caserones, unas estructuras habitacionales construidas en piedra que recuerdan el pasado trashumante de Fuerteventura, un tiempo en el que sus gentes se movían de una zona a otra durante temporadas para cuidar sus ganados o trabajar en la agricultura.

También continúa en pie el cortijo de Chilegua, una especie de hacienda en la que se reparten la casa del señor, que corresponde con una vivienda con estructura de planta rectangular con una era cerca, terrenos de cultivo y varias construcciones en las que vivían los medianeros que trabajaban en la finca. El equipo de Tibicena destaca la importancia de esta construcción que debió levantarse tiempo después de la conquista.

Preocupa también el estado de conservación de algunos de sus yacimientos, expuestos a la presión ganadera y humana existente en la zona. “Hay mucha gente que camina por la montaña y vemos afecciones, como poner mojones con piedras de estructuras de yacimientos”, indica el arqueólogo. Lamenta que se hayan producido episodios como el que ocurrió hace algún tiempo en una de las cuevas de la cima, donde una persona vació la cueva y tiró parte de la tierra por la ladera hacia abajo con todo el material arqueológico que en ella había.

La declaración como BIC de la montaña podría evitar que se sigan produciendo episodios como este. El equipo de Tibicena celebra la intención del Cabildo, pero aboga también por seguir potenciando investigaciones relacionadas con la montaña. “Es un pilar fundamental de la sociedad de Fuerteventura y un lugar recurrente donde acude la gente de la Isla, atraída por la devoción hacia la Virgen del Tanquito”, apunta.

“Hay que seguir haciendo sondeos, excavaciones, estudios etnográficos para conocer más datos y que no se quede en un inventario de la montaña sino que vaya más allá”, insiste Gabriel. El arqueólogo plantea un proyecto a medio largo plazo que permita no solo la recuperación de conocimiento a través de la investigación, sino que esta revierta en la puesta en uso y disfrute social del lugar. En definitiva, intentar que “el conocimiento trascienda del ámbito científico y llegue a toda la sociedad”.

Comentarios

Esto no interesa interesa los quads mas que más da piedras amontonadas
Sin duda un enclave excepcional a todos los niveles, merece el máximo cuidado y protección como parte de nuestro legado a futuras generaciones.
Parece que no conoces la política del Cabildo de Fuerteventura con las "piedras amontonadas". Suele tener que ver con un tractor. Mas o menos.
Subo esa montaña una vez al mes....me transmite muchísima energía y siento una paz en ella increíble?..pero me apena el que haya gente que no valoren y destrocen o dejen basura e incluso huellas en sus piedras..y me apena el que se prohíba subirla por culpa de gente sin escrúpulos

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