OTRA HISTORIA DE CANARIAS

Los legendarios faros de Fuerteventura y Lanzarote

Desde hace más de 160 años estos guías iluminan la navegación por el Atlántico, dejando, además, un legado arquitectónico, cultural y social muy peculiar

Mario Ferrer 0 COMENTARIOS 28/09/2025 - 07:26

Mar y sociedad están íntimamente unidos en Canarias desde el mismo inicio del poblamiento de las islas. Por el océano ha arribado casi todo, siendo el Atlántico uno de los grandes reguladores del devenir del Archipiélago. Tanto es así, que hasta un elemento llegado de forma relativamente reciente como los faros marítimos ha pasado pronto, y con fuerza, a la cultura canaria. Buena prueba de ello es una de las isas más famosas del folclore canario:

“Esta noche no alumbra,

la farola del mar.

Esta noche no alumbra,

porque no tiene gas,

porque no tiene gas,

porque no tiene gas.

Esta noche no alumbra,

la farola del mar.”

La “Farola del Mar” era el sobrenombre con el que se conocía a un faro que comenzó a funcionar en 1863 en Santa Cruz de Tenerife, como el segundo del Archipiélago. Actualmente, en Canarias hay un total de 27 faros, con seis en Fuerteventura (Punta Jandía, Punta Martiño, en Isla de Lobos, Tostón, Punta la Entallada, Puerto del Rosario y Morro Jable) y dos en Lanzarote (Punta Delgada, en Alegranza, y Pechiguera), es decir, casi un tercio del total que tiene Canarias.

Estos elementos de iluminación tienen una función esencial de orientación en la navegación, pero han ido mucho más allá, convirtiéndose en iconos arquitectónicos de la costa canaria y también en emblemas de un modo de vida, el de los fareros o torreros, una profesión legendaria que conforme desaparece por la automatización del servicio su recuerdo adquiere más romanticismo. Eran hombres, con sus familias, que muchas veces vivían en lugares remotos, desempeñando una labor clave para la seguridad de miles de personas, la cual, además, requería conocimientos técnicos avanzados. Su oficio fue mejorando con las décadas, aunque el aura de trabajo solitario y sacrificado siempre ha estado presente.

Faro de Isla de Lobos.

Vamos a empezar este pequeño recorrido siguiendo un itinerario muy marinero, de noreste a suroeste, como suele ser la principal dirección de entrada de los barcos en aguas canarias, siguiendo el curso de los vientos y corrientes predominantes desde Europa. En ese camino oceánico tradicional, el primer faro en iluminar esta vía de los navíos es el de Punta Delgada, en el extremo este de la isla más septentrional de Canarias: Alegranza. Por esta misma razón, esta torre fue una de las primeras en ponerse en funcionamiento, en abril de 1865, con el plan de Juan de León y Castillo, ingeniero hermano del famoso político grancanario e impulsor de la primera red de faros de Canarias.

Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2002, el faro de Alegranza sigue en funcionamiento y aunque está diseñado para albergar dos familias, en la actualidad su servicio está automatizado. Hoy en día acoge, de forma ocasional, labores científicas relacionadas con la avifauna de la Isla, especialmente, la pardela cenicienta.

Tres faros de Fuerteventura tienen usos culturales en la actualidad

Este faro tiene a Agustín Pallarés Padilla (1928, La Oliva - 2022, Arrecife) como principal figura humana. Este investigador y cronista, que fue nombrado Hijo Adoptivo por el Cabildo de Lanzarote, provenía de estirpe de faristas, como él prefería llamar a los fareros. Su padre fue represaliado por sus ideas de izquierda con la Guerra Civil, de manera que se fue al faro más alejado de Canarias, el de Alegranza, donde permaneció entre 1937 y 1943 todo el tiempo salvo dos semanas, por enfermedad de un hermano. Como escribe en el libro La isla de Alegranza, aquel largo periodo de aislamiento en este islote supuso una de sus etapas más felices para Agustín Pallarés, quien ya de mayor se hizo farero, eligiendo Alegranza como destino. Siguiendo la estela intelectual de otros torreros, Pallarés publicó numerosas investigaciones sobre Lanzarote y sus islotes, y en la obra antes mencionada describe la vida del faro de Punta Delgada con todo lujo de detalles.

Faro de Jandía.

La Bocaina

En el sur de Lanzarote, la referencia es Pechiguera, uno de los primeros faros de Canarias, puesto en marcha en 1866, aunque hoy el que funciona es la versión moderna y más alta, que empezó su andadura en los años noventa del siglo XX. El antiguo faro, que sigue el mismo modelo de Alegranza e Isla de Lobos, fue declarado BIC pero se encuentra en un lamentable estado de semiabandono.

Al otro lado de La Bocaina, viéndose e iluminándose mutuamente, está el faro de Martiño, en el norte de Isla de Lobos. Es de la misma hornada que los de Lanzarote nombrados anteriormente, ya que entró en funcionamiento en 1865. Los tres tienen características muy similares: una torre cilíndrica de 15 metros de alto y 3,7 de ancho que va adherida a una construcción de una sola planta, la cual, a su vez, se divide en varias habitaciones para los fareros y sus familias, a partir de un patio central. Además, están provistos de aljibes y otros sistemas de recogida de agua. Los materiales de construcción son sencillos: piedras de cantería, barro y cal.

Los fareros y sus familias desarrollaban una labor dura y solitaria

El faro de Isla de Lobos destaca por su historia humana. Una de las últimas grandes figuras fue la de Antonio Hernández Páez, más conocido como “Antoñito El Farero”, un graciosero que dejó tanta huella que el colegio de Corralejo lleva a su nombre, pero hay muchos más personajes. En Martiño también hay un recuerdo especial para los Rial (José Rial Vázquez y su hijo, José Antonio Rial González). Además de fareros, ambos fueron hombres de letras importantes en su época (periodismo, narrativa, teatro, poesía...) y tuvieron vidas de película, al tener que exiliarse a distintos países de Latinoamérica durante el franquismo por sus ideas de izquierda.

No solo destacan los torreros, entre los familiares que vivieron en Isla de Lobos también podemos encontrar a Josefina Pla, escritora y artista que tuvo una destacada carrera en Paraguay, o a Federico Doreste, pedagogo y escritor de origen lanzaroteño. Los fareros solían ser personas instruidas que, en muchas ocasiones, desarrollaron notables trayectorias intelectuales.

El otro punto de luz que cubre La Bocaina, un estrecho de mar clave para la navegación en Canarias, es el faro del Tostón, en El Cotillo. Este fue construido un poco después, en 1897 y, como en Pechiguera, tiene la peculiaridad de que se conserva al lado del nuevo faro. Tras varias remodelaciones, el antiguo es hoy la sede del Museo de la Pesca Tradicional del Cabildo de Fuerteventura.

Infografía sobre el faro de la Entallada del Proyecto TSP del Gobierno de Canarias.

Centro y sur

Siguiendo hacia el sur, la siguiente referencia es el faro de Puerto del Rosario o faro de Punta Gavioto, que es de los más nuevos, ya que empezó su función en 1991. Un poco más abajo, en el municipio de Tuineje, está el faro de La Entallada, puesto en marcha en 1954, siendo de los últimos en ser construido pensando en albergar torreros, puesto que no mucho más tarde empezaron los primeros procesos de automatización del control de la luces. La Entallada tiene una arquitectura peculiar, que ahora se utiliza para una función cultural, con exposiciones temporales y como sede del Museo de Señalizaciones Marítimas que pertenece al Cabildo insular de Fuerteventura.

Este faro está situado en el punto de Canarias más cercano a África, a aproximadamente 100 kilómetros, y sigue jugando un papel esencial, porque suele ser la referencia que toman muchas de las pateras que vienen del continente vecino por esta zona del océano. La gran misión histórica de estas torres de iluminación ha sido precisamente esa, la de ayudar a los barcos en la navegación nocturna, intentando evitar naufragios. A pesar de haber realizado esa gran labor, en muchas ocasiones han sido testigos de accidentes marítimos terribles.

Portada de ‘La isla de Alegranza’.

En el sur de Fuerteventura está el faro más nuevo, el de Morro Jable, de 1992, y el más antiguo, el de Jandía, que empezó a desprender destellos en 1864. Precisamente la iluminación es otra de las claves de estos espacios y uno de los terrenos donde más novedades se han producido. En los faros de las islas más orientales de Canarias se empezaron usando lámparas de aceite (casi siempre de oliva), las cuales requerían una gran atención de los fareros y además tenían un alcance bastante limitado. Más adelante se pasó a otros combustibles como parafina, petróleo o acetileno, para poco a poco ir avanzando hacia la electrificación y la automatización. Ahora estos guías del Atlántico solo necesitan unos guardianes que supervisan su correcto funcionamiento, pero antes los fareros tradicionales necesitaban una formación especializada.

El faro de Jandía, el situado más al sur de todo el grupo y vigilante de otra zona clave de navegación en estas aguas, entre Fuerteventura y Gran Canaria, alberga el Centro de Interpretación del Parque Natural de Jandía.

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