SOCIEDAD

Las mujeres musulmanas de Costa Calma dan la cara

Las reivindicaciones del colectivo no se diferencian de las de cualquier otra vecina del núcleo sureño

Foto: Rafael Fuentes.
Lourdes Bermejo 3 COMENTARIOS 28/11/2019 - 05:36

Las nacionalidades árabes en Costa Calma son solo algunas de las 67 que figuran en el censo de este núcleo poblacional, nacido al albor del desarrollo turístico y que actualmente cuenta con más de 20.000 residentes.

La comunidad árabe, mayoritariamente musulmana, se congrega principalmente en esta localidad, aunque en el municipio de Pájara se registran en total unas 1.600 personas procedentes de países como Marruecos (1.359 vecinos en 2018), Senegal (224), y de forma más testimonial Argelia (19), Nigeria (17) o Pakistán (tres personas llegadas en 2019).

Assia es una de las residentes que llegó siendo niña “por reagrupación familiar” a Costa Calma, donde ha desarrollado su vida y formado una familia. Ella, como tantas otras mujeres de la comunidad árabe que han hablado con Diario de Fuerteventura, vive las vicisitudes propias del hecho de emigrar a otras culturas, por ejemplo las dificultades para encontrar en la Isla vestimentas tradicionales, como el hiyab (velo con el que las musulmanas se cubren la cabeza y el pecho); e incluso ausencia en Costa Calma de locales apropiados para las celebraciones religiosas, como las bodas o el llamado soboul, una ceremonia asimilable al bautismo en el catolicismo, donde un familiar le recita al oído al niño frases del Corán, simbolizando que todo aquel que nace, lo hace en la fe islámica.

En estos casos, la comunidad prepara su propio banquete, al igual que ocurre al finalizar el Ramadán, pero no existen locales acondicionados para esta función, ya que se trata de una actividad donde se manipula alimentos. En ocasiones algunos establecimientos de hostelería dan facilidades, alquilando sus salas.

Al margen de estas circunstancias, que pueden parecer anecdóticas, esta comunidad sí subraya otros perjuicios más graves, como la carencia de profesores de árabe en los centros educativos. “Nuestros hijos hablan su lengua materna, pero no la leen ni saben escribirla y, al final, usan un lenguaje de la calle, por lo que han aprendido en casa, muy precario, completando a veces las frases en castellano”, explica Assia, que sí echa de menos más atención a su cultura “como estipulan las propias leyes educativas españolas para casos de comunidades numerosas”.

En efecto, la LOE plantea medidas específicas para favorecer la interculturalidad y la integración plena de los alumnos y de las alumnas en el medio escolar y social del país de acogida, y salvaguardar su identidad cultural, contribuyendo así al pleno desarrollo de su personalidad.

Sin embargo, puede que este sea todo el listado de reivindicaciones propias de los vecinos árabes de Costa Calma, ya que la comunidad se siente, en palabras de las entrevistadas “perfectamente acogida” y se ha integrado, como una más, con el resto de colonias extranjeras del núcleo sureño.

Cabe destacar que, según el diagnóstico de la asociación empresarial de Hostelería y Turismo Excelfuert, Costa Calma es la zona de Fuerteventura “con mayor multiculturalidad, al contar con más residentes nacidos fuera de España que dentro”, explica el geógrafo y máster en planeamiento urbano Adán Batista, autor del estudio.

Aunque no se puede hablar de racismo en la población local -“o quizá, como suele ocurrir, solo por parte de otro extranjero”, ironizan las mujeres de la comunidad musulmana- lo cierto es que en la práctica se sospecha de actitudes poco integradoras, incluso por parte de las administraciones.

Fatima ha intentado varias veces optar a un puesto en los programas de empleo que suscriben el SCE y el Ayuntamiento de Pájara. Nunca ha sido seleccionada, aunque las labores que se ofertan no suelen requerir un alto grado de formación (limpieza o jardinería) y a pesar de que en las cláusulas de los convenios figura la alternancia de los candidatos al puesto de trabajo. “Lo cierto es que vemos gente que accede año sí, año no al programa. Da la sensación de que hace falta tener un padrino”, asegura Assia.

Fatima también ha pedido trabajo como camarera de piso: “Me dicen que no necesitan a nadie, que ya está la plantilla llena..., pero no creo que siempre sea así. Me siento un poco rechazada”, explica. Su esposo sí trabaja en hostelería y ella ha de dedicarse casi al completo a las labores domésticas y a sus dos hijas.

Fatima ha intentado varias veces optar a un puesto en los programas de empleo que suscriben el SCE y el Ayuntamiento de Pájara. Nunca ha sido seleccionada

Siempre con una sonrisa en la cara, Fatima no responde directamente a la pregunta de si le gustaría volver a Mauritania, pero lo deja entrever cuando dice: “una de mis hijas tiene ya 16 años, ha estudiado y crecido aquí, se siente de aquí”.

No solo el acceso al mundo laboral se hace difícil para algunas de estas mujeres, aunque, en general, reconocen que la situación económica en la Isla “es mucho mejor que durante la crisis”, sino que en Costa Calma tampoco hay mucha oferta de ocio o de formación para adultos.

Hafida, que acaba de matricularse en inglés en la escuela de idiomas y habla un fluido castellano, denuncia la falta de programación, “ya que ni siquiera hay un centro cultural”. En el caso de las mujeres “vendría muy bien poder acudir a clases de idiomas, cocina, costura, manualidades..., pero no se programa nada, a excepción de algunas actividades para los niños”, dice.

En el grupo hay una costurera, Milua que tiene su propia máquina de coser, traída con ella cuando vino de Marruecos, “aunque solo le hago arreglos a algunas chicas árabes porque aquí no parece que nadie necesite una costurera”, indica. Hafida cree que sería “tan fácil” que Milua diera clases a otras personas en un local del Ayuntamiento. “Ni siquiera hace falta dinero, solo coordinar un poco las acciones”, insiste.

Reivindicaciones comunes

Por lo demás, como madres y ciudadanas majoreras, las reivindicaciones de las mujeres árabes de Costa Calma no se diferencian lo más mínimo a las de cualquier otro vecino. “Costa Calma entera está abandonada, da pena ver lo bonita y urbanizada que está Corralejo y compararla con este pobre pueblo”, reiteran. Lo que más preocupa es “la educación y la sanidad, que son los pilares de una sociedad”, dicen.

En el tema educativo, no todo son quejas por la saturación de los centros o el obligado traslado de los alumnos de Secundaria al IES de Gran Tarajal. También supone un obstáculo el nuevo sistema educativo Amara Berri, implantado en el CEIP Costa Calma hace tres años, “y para el que no están preparados ni alumnos ni profesores”, opina Assia.

Hafida, que acaba de matricularse de inglés en la escuela de idiomas y habla un fluido castellano, denuncia la falta de programación, “ya que ni siquiera hay un centro cultural”

 En este nuevo sistema, no se utilizan libros de texto y no hay tutores específicos por aulas, sino por materias, lo que obliga a ir rotando por aulas, privando al profesor de un aula estable, que sí tiene en los sistemas tradicionales. “El resultado es que ha habido que ampliar de cinco a siete las aulas de la ESO en Gran Tarajal para acoger a los niños repetidores que llegan de este colegio, que este año han sido 34”, aseguran estas madres.

Las carencias en sanidad son otra problemática compartida por toda la población del núcleo sureño. “Aquí no hay servicio de Urgencias y el centro de salud cierra a las 20.00 horas, aunque uno nunca sabe cuándo va a caer enfermo. Así que, si al niño le sube la fiebre en mitad de la noche y no tienes coche para trasladarte a La Lajita o Morro Jable, a ver qué haces”, se lamenta Assia.

Las marquesinas donde los escolares aguardan la guagua para el instituto, sin protección alguna, a la intemperie o los precios de la alimentación, provocados en parte por el bipolio de las cadenas y el hecho de estar en suelo turístico, son otras de las quejas comunes que comparte como todos los vecinos la comunidad árabe en este núcleo del sur de Fuerteventura.

“Costa Calma no es pobre, ni mucho menos. Si hay solvencia, por los altos ingresos turísticos ¿Por qué no revierte en la sociedad?”, se preguntan estas mujeres, tan enfadadas como el resto de sus vecinos, aunque con una particularidad cultural: la eterna sonrisa en sus rostros.

Comentarios

Primero:También habemos majoreros que optamos a esos puestos de trabajo y nunca nos cogen,no es cuestión de racismo. Segundo:Hay muchas carencias en los centros educativos más prioritarias que clases de arabe. Tercero:Costa calma según el ayuntamiento de pajara es “privada” y por eso mientras gobierne el PSOE nunca se hará nada allí.
Completamente de acuerdo con el comentario nº 1.
Por algo se les conoce como los medianeros de Ferraz. Reciben órdenes desde la metrópoli, no les extrañe que las cosas de palacio vayan tan despacio y todavía es norte, después de la calma viene la tempestad. Debería haber existido un hospital en la zona norte de la isla y otro en el Sur, pero nada de nada.