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Las escuelas unitarias de Fuerteventura salen del olvido

Estudiar en los colegios rurales se convierte en un lujo este curso por la pandemia al tratarse de espacios más seguros y menos masificados

Escuela unitaria de Casillas de Morales. Fotos: Carlos de Saá.
Itziar Fernández 1 COMENTARIOS 08/12/2020 - 08:48

Estudiar en las unitarias se ha convertido en este curso en un lujo para las familias de los pueblos. Sin embargo, estas escuelas no siempre han estado tan vivas y demandadas. Durante años han sido las grandes olvidadas, tanto en obras de reforma como en dotación de profesorado y financiación para proyectos educativos. Aunque ahora se han puesto de moda, las escuelitas han sobrevivido gracias al esfuerzo del centro de profesores, las familias y los gobiernos municipales que apuestan por mantener la enseñanza tradicional en las zonas rurales. Un ejemplo: en la localidad de Tefía el colegio se ha mantenido abierto con sólo 13 estudiantes.

Tener la oportunidad de recibir docencia en este año de la pandemia en aulas con unos diez alumnos de diferentes edades proporciona tranquilidad, señalan los padres. Los residentes, profesores y ayuntamientos han luchado para rescatar estos centros que se mantenían en el olvido. La coordinadora del colectivo de Escuelas Rurales Fuerteventura Norte, María de la Cruz, afirma que para matricularse en una unitaria en este nuevo curso, en donde aumentó la demanda, ha habido que justificar los motivos del traslado, ya que muchas familias deseaban llevar a sus hijos a estos centros porque son “más seguros”, están menos masificados y se aprende en un ambiente muy familiar.

“Al final hemos mantenido una matrícula casi similar al curso pasado, unos 135 estudiantes en las siete unitarias que conforman la zona centro y norte en los municipios Puerto del Rosario, Antigua y Betancuria”, detalla la coordinadora. En siete localidades majoreras se imparte enseñanza en este tipo de centros: Casillas del Ángel, Llanos de La Concepción, Tefía, La Ampuyenta, Valle de Santa Inés, Betancuria y Valles de Ortega.

Por esta red de escuelas rotan un total de 11 profesores itinerantes que imparten siete asignaturas como idiomas, tecnología, pedagogía terapéutica o educación física, y tienen asignado un profesor como coordinador COVID. “La metodología está adaptada a la edad, es más personalizada y se suplen las carencias en aspectos como variedad de aulas temáticas, o programas específicos de los colegios más grandes, con una enseñanza más cercana, adaptada a las necesidades y con un mayor compañerismo”, destacan los docentes. “Los alumnos de las escuelas rurales asumen responsabilidades, enseñan a sus compañeros y el proceso es muy especial”, recalcan.

Algunas escuelas unitarias tienen incluso la fortuna de contar con comedor, como las de Valles de Ortega y La Ampuyenta. En Valles de Ortega, los dos maestros, Carmen y Gustavo, explican que este centro atesora una larga tradición de escuela rural, al reunir a pequeños de Valles y Casillas de Morales. “Tenemos dos unidades; es decir, dos clases con 20 alumnos, y se ofrece un servicio de comedor en dos turnos con los dos grupos burbuja”, explica Carmen.

La docente añade que “las normas contra la COVID se llevan mucho mejor en este centro porque hay espacio, ventilación, varias entradas y todo resulta más sencillo”. Esta docente ha comprobado las diferencias entre impartir enseñanza en un colegio grande, como el CEIP Agustín Millares Carló, y en la unitaria de Valles de Ortega, donde ha descubierto la esencia de la docencia rural, con una mayor cercanía con los padres y más protagonismo de cada pequeño.

“Es muy diferente estudiar en un centro u otro, y desde luego que la escuela unitaria es un lujo en la actualidad, porque hay un ambiente cálido, con mucho cariño, familiar, y vemos cada día la evolución de cada alumno o alumna. Son más responsables y asumen las tareas con mucho interés. Resulta admirable comprobar cómo se ayudan unos a otros”, indica esta maestra, que se muestra encantada de trabajar en este centro rural del municipio de Antigua. A eso se suma la oportunidad de contar con un comedor, que facilita la conciliación laboral para los padres.

La falta de comedor escolar en la mayoría de las unitarias hace que “muchas familias” hayan optado tradicionalmente “por llevar a sus hijos a los colegios de Puerto del Rosario, aunque residían en el campo”, añade Carmen. En Valles de Ortega sólo se imparten clases hasta cuarto de primaria, y, después, los niños pasan al CEO de Antigua.

Según el profesorado, de nuevo los estudiantes de las zonas rurales han dado una lección a la sociedad adaptándose a esta situación nueva y atípica, tanto en el uso de la mascarilla como manteniendo la distancia social o cambiando juegos con pelotas por los de mesa en los recreos.

“El gran cambio para nuestra unitaria de Valles de Ortega ha sido la suspensión de excursiones, viajes o salidas del centro, para evitar riesgos innecesarios en una realidad protagonizada por el virus”, expone la maestra.

La idea es conciliar la enseñanza con la nueva situación y algunos programas se han adaptado, como las nuevas normas de seguridad para trabajos en grupo, el intercambio de alumnos, los programas de idiomas o las charlas para toda la comunidad educativa de la zona.

Dos escuelas en el sur

El colectivo de escuelas rurales de la zona sur de Fuerteventura agrupa sólo a dos centros, de los pueblos de Tesejerague y Tiscamanita (Tuineje), ya que en el resto de pueblos sureños la matrícula ha aumentado tanto en los últimos años que se han convertido en colegios de línea uno y dos, como La Lajita o Las Playitas. En total, un centenar de alumnos estudian en estas dos unitarias de la zona sur.

Este curso se estrena María Martín como coordinadora del colectivo CER de la zona sur de la Isla, quien va superando las barreras y problemas cada día y descubre un nuevo concepto de enseñanza. “En las escuelas rurales se imparte una enseñanza para la vida, con muchos valores”, revela la docente.

La proyección internacional del colegio El Tostón

No pertenece al colectivo de escuelas rurales, pero se ha convertido en el centro más internacional de Fuerteventura, con su programa Erasmus Plus. José Antonio González Colmenero, profesor de francés y coordinador del proyecto en el CEIP Tostón en El Cotillo, confirma que es el único colegio de Primaria en toda la Isla en tener este programa, que integra a cuatro centros: la escuela de La Jaille en La Guadalupe, el centro Mouguerre de Bayona, en el País Vasco Francés, la escuela Guiseppe Lombardo en Siracusa (Italia) y el CEIP Tostón, en Fuerteventura.

En el programa enseñan el patrimonio y la cultura de Fuerteventura. A finales de enero de 2019, los alumnos de sexto visitaron la isla francesa de Guadalupe y en mayo recibieron a la expedición caribeña en la isla majorera. Tocar el timple, bailar la berlina, aprender a cocinar pan en horno de leña, elaborar el queso majorero o conocer las pintaderas fueron parte del programa de intercambio, junto a descubrir el deportes autóctonos, como la lucha canaria, lucha de lata, bola canaria, inmersión en el colegio con los demás alumnos, y organizar visitas al islote de Lobos, las dunas de Corralejo, los pueblos de Betancuria y el museo del queso en Antigua. “Un intercambio de experiencias inolvidable para niños de 9 y 10 años, que nunca olvidarán, y una oportunidad para viajar por el mundo y descubrir nuevas culturas”, afirma González Colmenero.

El CEIP El Tostón ha sido distinguido entre los únicos 10 centros de primaria de toda Canarias como Centro Embajador ECIE (Estrategia Canaria para la internacionalización de la Educación), por su trayectoria y proyección internacional. “El programa tenía una duración de dos años, se ha trabajado mucho en los idiomas y esperamos cumplir con todos los objetivos superando los obstáculos que ha generado la pandemia para nosotros”, detalla el profesor. Se trata de un centro que cuenta sólo con un centenar de alumnos en el que se han contabilizado hasta 25 nacionalidades distintas, al convivir estudiantes con padres y madres de diferentes países. “En esta realidad observamos que trabajar programas de idiomas e integración es fundamental para conocer las culturas y fomentar valores como el respeto y la solidaridad”, concluye Antonio González.

Comentarios

Las escuelas rurales siguen siendo un ejemplo a seguir, como lo fueron en su momento los médicos rurales, los curas y el alcalde pedáneo. La enseñanza en las mismas es individualizada y hay un contacto permanente con los padres de alumnos/as, una estrecha relación con toda la Comunidad Educativa y con la ventaja, que todo el alumnado, aprende y recuerda las distintas materias que se imparten, al estar todos juntos y escuchar las enseñanzas no solo del profesor tutor sino la de sus compañeros, con los que pueden desarrollar más y mejor sus capacidades. Tuve la suerte de comenzar en una escuela rural y estar destinado en otras a lo largo de lo que fue mi profesión como peón cualificado de la enseñanza. Mi enhorabuena a todos los que se han preocupado porque este sistema de trabajo no desaparezca, siendo muy útil para toda la Comunidad Educativa.

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