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La Lajita se convierte en escaparate de las tradiciones

El mercado agroartesanal de los domingos en el parque zoológico Oasis Park Fuerteventura ofrece productos ecológicos y artesanales

Fotos: Rafael Fuentes.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 20/04/2019 - 07:41

Aceite, queso majorero, repostería artesanal, verduras, miel, frutas, legumbres y pintura, fotografía, artículos textiles, bisutería, muebles, iluminación, souvenirs, productos cosméticos naturales y hasta bebés Reborn. Esta es la oferta del mercado agroartesanal que se instala cada mañana de domingo en las instalaciones de Oasis Park Fuerteventura, con acceso gratuito. Una cita que aúna “la tradición de la alimentación majorera y la artesanía elaborada con materias primas procedentes de la Isla”, como se lee en la web del mercado.

Decenas de puesteros, ataviados con vestimenta tradicional, ofertan al visitante sus productos en este espacio, desde luthiers a artesanos del cuero o productores ecológicos. Así, Santiago Monzón, ebanista de profesión, oriundo de Santa Brígida (Gran Canaria), aunque con muchos años de residencia en Costa Calma, donde tiene su taller, vende sus timples y otros instrumentos de cuerda como laudes, bandurrias o guitarras en el mercadillo. Fue su tío quien le enseñó el oficio “en la carpintería donde vivíamos toda la familia y donde nací yo, en el pesebre, como el Niño Jesús”, bromea.

Aunque su fundamental mercado es el canario, los turistas terminan, en ocasiones, encaprichándose de los pequeños instrumentos, dando lugar a numerosas anécdotas. “Un niño alemán se empeñó en llevarse un timple. La madre quiso comprárselo y, al final, el pequeño eligió el más caro que había en la exposición, pagó 600 euros por el instrumento”, recuerda Santiago que, en el fondo no ve apropiado regalar a un niño un objeto tan frágil como si fuera un juguete más.

El joven cliente tuvo ojo, pero hay timples para todos los bolsillos, desde los 450 a los 800 euros. “Depende sobre todo del tipo de madera”, explica Monzón. “La más popular es la de palosanto de Brasil. Antes se traía el de Indias, pero se prohibió la tala”. Su madera favorita es la buvinga, procedente de Centroáfrica, que proporciona “una sonoridad vibrante”. También se usa la caoba o el palisandro. El material más popular en Canarias ha sido tradicionalmente el moral “porque antiguamente no se trabajaban las maderas nobles”. La madera de moral da “un buen sonido, es compacta, sin poro y da una buena respuesta”, asegura.

El luthier dice ser maniático con los instrumentos que produce y, aunque el resultado guste al cliente, él puede no quedar satisfecho. “Me ocurrió con el timplista José Bolaños. Él quedó loco con el instrumento, pero a mí me resultaba un poco grave, después de buscar tanta calidad”, recuerda. Padrón ha integrado distintos grupos musicales en su Gran Canaria natal, como Copacabana, Bentaguaire y, ya en Fuerteventura, formó parte de Atlántida. Ahora, se ha retirado de los escenarios. “En la Isla se toca mucho folclore y mi estilo es más la canción sudamericana, bolero, tango o chachachá”, explica.

En otro de los puestos del vasto mercadillo vende sus productos la Finca Ecológica La Paredeja, del Valle de Santa Inés. Obdulia Alberto se siente especialmente orgullosa de la papaya, “que, según dicen los clientes, está espectacular”, aunque también produce gran variedad de verduras y frutas “de agricultura ecológica certificada” desde hace 14 años. En la zona del Valle de Santa Inés parecen darse bien también las manzanas, las peras y las fresas, frutas “muy apreciadas sobre todo por los alemanes, tanto los residentes como los que pasan sus vacaciones en apartamentos”, cuenta Obdulia, que destaca la concienciación de los germanos con la alimentación.

La agricultura biológica “es mucho más cara” que la convencional, al evitar pesticidas, en aras de la salud alimentaria y para proteger el medio ambiente. Por ello, se dispara el coste de los productos utilizados y se reduce la productividad de la tierra. “Nosotros hacemos tratamientos de mineralización de la tierra a base de stevia”, indica Obdulia, que también explica que el coste se dispara al tener que permanecer más tiempo la planta en tierra, por tener un crecimiento más lento.

Aunque “no se puede vivir de esto”, en la Finca La Paredeja compensa poner un grano de arena en la concienciación por una alimentación saludable. “Esperamos que cambie la mentalidad y que se empiece a reconocer que las virtudes de la agricultura ecológica suponen un coste añadido”, indica Obdulia.

La variedad de puestos en el mercado es tal que también es posible encontrar objetos de cuero, hechos de forma artesanal al estilo argentino y majorero. Emiliano Benítez es el encargado de confeccionar cinturones, bolsos, pulseras, fundas de cuadernos de notas o para la tableta y hasta alfombras de pelo de cabra.

Proveniente de Ciudad de La Plata, Emiliano lleva más de dos décadas en Fuerteventura como artesano multifacético. “He trabajado la forja, incluyendo incrustaciones de piedras preciosas en cuchillos o colgantes”, dice. Ahora trabaja la piel y se ha especializado en la técnica del repujado, “que es muy especial por la acción de golpear con mateadores (herramienta) de variadas formas y texturas para grabar los motivos”.

Benítez, que tenía conocimientos básicos sobre este arte, reconoce que le costó atreverse a dar el paso “porque hace falta un maestro”. Finalmente, se formó de manera autodidacta y se estrenó con una alforja que necesitaba para la moto, ya que no encontró a nadie que la hiciera en la Isla, recuerda.

Ahora vende sus productos, sobre todo hechos de piel de vaca, pero también de cabra, siguiendo el proceso de curtido tradicional que ha aprendido de los ganaderos de Vallebrón. Es un proceso que dura unos quince días e incluye hidratación con cal viva, secado en sal “para matar los restos de carne, sangre o grasa y evitar que la mosca no pise el cuero”, tratamiento con productos químicos para sacar el olor, raspado y dar la terminación. Antiguamente se usaban excrementos de perro, pero actualmente se utilizan ácidos que matan los microbios.

Estos productos de manufactura tradicional son muy apreciados por los visitantes del mercado de La Lajita, “especialmente por los ingleses, que tienen su propia cultura del cuero”, explica Emiliano. “Buscan siempre la calidad y suelen comentar que estos artículos son muy baratos, en comparación con su país”, dice. Un cinturón oscila entre los 25 y los 80 euros. “Una hebilla de colección, como las de Harley Davidson llegada de Estados Unidos cuesta unos 60 euros”. Las agendas rondan los 50 euros, “dependiendo del espesor”, los bolsos oscilan entre 80 y 150 euros, mientras que una alfombrilla de noche de piel de cabra puede suponer un desembolso de 40 euros.

Otro de los stands más populares es el de Morro Fisch. Suen Conradi regenta la única ahumadería de Fuerteventura, ubicada en el mercado municipal de Pájara, en Morro Jable. Hace un año y medio decidió dejar su profesión de cocinero, que llevaba veinte años ejerciendo, “siempre en restaurantes y hoteles” del Sur y amoldarse a un horario más racional. “El turismo exige trabajar siete días a la semana, atender comandas a la carta, la media pensión...”, explica. Así que, como el pescado ya era la especialidad del chef, Suen adquirió la maquinaria de ahumadería, traída desde su Alemania natal “porque en España no se fabrica este tipo de aparataje” y se instaló en un puesto en el mercado.

Cada domingo ofrece sus productos en el mercadillo de La Lajita, donde, asegura “hay mucha más oportunidad de venta con la clientela”, que llega atraída por la gran oferta de productos gastronómicos. En el puesto de Morro Fisch se puede encontrar atún, pez espada, salmón, lenguado, trucha, langosta, gambas o caballa. El negocio suele abastecer también a restaurantes y prepara por encargo bandejas de canapés, para celebraciones.

El procedimiento de ahumado difiere, según la clase de pescado. En caliente, la temperatura debe ser superior a los 70° C pero inferior a los 110° C y los alimentos se cocinan a la vez que se ahúman. El lenguado se suele ahumar con esta técnica. En frío, el proceso dura entre 24 y 48 horas (dependiendo del alimento) y no debe superar los 30 grados. A diferencia del ahumado en caliente, no cocina los alimentos. Un ejemplo típico es el salmón, aunque con este procedimiento también se ahúma el atún o el pez espada.

La mañana del domingo (el mercado cierra a las 14.00 horas) se hace corta para adentrarse en la cantidad de sectores que ofrece el mercado agroartesanal de La Lajita, que está reconocido por publicaciones turísticas como el mejor de la Isla, seguido del de El Campanario de Corralejo y el Mercado de las tradiciones de La Oliva y está puntuado con cuatro de cinco puntos en la web de viajes TripAdvisor.

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