La experiencia rural, protagonista de la disidencia sexogenérica
El albergue de Tefía acogió las Jornadas de Memoria Histórica de la Disidencia Sexogenérica organizadas por el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Fuerteventura
La Dirección General de Juventud del Gobierno de Canarias y el Cabildo de Fuerteventura celebraron en Tefía las Jornadas de Memoria Histórica de la Disidencia Sexogenérica. Distintas asociaciones LGTBIQ+ de las Islas, especialistas en la materia y público en general, se dieron cita para explorar y compartir cómo las disidencias han sido silenciadas y exiliadas desde la ruralidad, pero también construidas y enunciadas desde ahí.
Dice la investigadora y activista canaria Daniasa Curbelo que los pueblos también son nuestros, como “la noche y las calles” del cántico feminista en la manifestación de un 25N. Aunque nos los hayan arrebatado con la idea de que hay que dejarlos para crecer, para ser alguien en la vida, para no ser una maga. Aunque nos hayan contado que volver es un fracaso, un desaliento, un paso atrás. Aunque nos hayan vendido que la verdadera libertad sexual solo se encuentra entre luces y balcones arcoíris de una gran ciudad. “¡Pues qué pereza una fiesta drag!, a mí dame un buen paseo por el pueblo”, exclama Paulino Ballesteros, investigador y antropoloca, como él mismo se define, quien acaba de presentar en las Jornadas de Memoria Histórica su estudio Locas y marimachas de pueblo, una reflexión y recuperación del pasado y presente de los relatos invisibilizados y estigmatizados de la disidencia sexogenérica en los pueblos.
Para Daniasa, la huida de lo rural no está vinculada exclusivamente a las personas LGBTI: “Simplemente el hecho de ser mujer y que te llamen la frescona o la fulana, por no encajar en las normas de género de la misoginia ya hace que te quieras mandar a mudar”. Sin embargo, apunta a que hay un grave error en pensar que las ciudades son espacios de mayor libertad sexual, ya que las discriminaciones y situaciones peligrosas para la comunidad LGBTI, y para las mujeres en general, están a la orden del día en las grandes urbes. “Lo que ocurre”, explica, “es que al pasar de un pueblo de 1.500 personas a una ciudad de 60.000, tu identidad se diluye en el anonimato y la violencia ya no está tan centrada en ti, está más desperdigada, porque no encarnas todo lo que está considerado fuera de la moral”.
Paulino, originario de una localidad de mil habitantes de la sierra de Huelva, ha vivido en pueblos de 300 personas, pero también en ciudades como Sevilla o Bogotá. Según recuerda, no se sentía interpelado por muchas situaciones que se daban en las grandes capitales. “Yo soy más de campo que una bellota, ¿por qué me tengo que esforzar para ser un gay de ciudad?”, se pregunta. Fue así, no queriendo renunciar a ninguna de estas dos identidades, pueblo y orientación sexual, como se dio cuenta de que existían y existen muchas personas del colectivo que no han abandonado los pueblos, pero cuyas realidades, “tan válidas como cualquier otra, han sido invisibilizadas por la narrativa urbana de la diversidad sexual”.
En palabras de José Antonio Ramos Arteaga, Pepe, investigador y profesor de la Universidad de La Laguna, rescatar la memoria histórica de las disidencias sexogenéricas de los territorios periféricos es una asignatura pendiente también en Canarias. “Hemos recuperado algo de lo que pasaba en Gran Canaria y en Tenerife, pero nos faltan el resto de Islas”, recalca. De esta manera, señala que aunque tenemos un archivo extraordinario, entre los que figuran los trabajos del exdirector general de Diversidad del Gobierno de Canarias, Víctor Ramírez, como Peligrosas y revolucionarias, “nos falta complejizar la mirada hacia el pasado”, ya que según apunta, “tenemos una suma de relatos episódicos, pero nos falta lo que hilvane nuestro pasado como comunidad diversa”.
Daniasa: “El sexilio deja una herida con la identidad y otra con el territorio”
Precisamente como parte de ese esfuerzo por construir una imagen más panorámica de las disidencias en el pasado y generar un relato más continuado, Pepe llevó a cabo este año la recopilación de Materiales histórico-literarios para el estudio sobre la diversidad sexogenérica en Canarias, que fue presentado durante las jornadas, y al que se puede acceder de manera gratuita a través de la página web de la Dirección General de Diversidad. Se trata de un cuadernillo divulgativo que sirve como recurso académico para abordar la materia en las aulas, instituciones y espacios de convivencia.
Asimismo, Daniasa presentó en el encuentro su reciente investigación Pueblo chico, ¿infierno grande?, una publicación que también se encuentra disponible de manera gratuita en la web. El estudio, que ya ha sido publicado fuera de las fronteras del Archipiélago, tiene como objetivo realizar una comparativa temporal “que sirva para analizar factores de riesgo -por ser excluyentes, discriminatorios o violentos- y factores de protección -aquellos que promueven respeto, convivencia e inclusión- del colectivo LGBTI+ en el entorno rural de Canarias”. El director general de Diversidad del Gobierno de Canarias, Celso Mendoza, puso en valor durante la celebración de las Jornadas lo que significa que “estas investigaciones se hagan desde Canarias para la gente de Canarias”. Así como también el orgullo que supone haberlas presentado en las jornadas (disponibles en el canal de Youtube @socialgobcan), que este año estuvieron enfocadas en la ruralidad, coincidiendo con el lema de 2025, Ser LGTBI+ Más allá de las Grandes Ciudades, de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTB).
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Celebración de las Jornadas de Memoria Histórica de la Disidencia Sexogenérica.
Por su parte, Paulino señala que para su investigación quiso rescatar historias de la ruralidad que desafían y confrontan la idea de que el locus de la enunciación para la diversidad han sido las metrópolis. “Quienes hemos sido de pueblo tenemos que reivindicar que nosotros ya existíamos, y no porque lo hayan conseguido las ciudades”. Y añade que ese protagonismo tan característico de lo urbano se deja ver cada vez que “vienen al pueblo a educarnos sobre sexualidad y a decirnos cómo tenemos que vivir nuestras vidas, como si fuésemos las tontas del bote porque no tenemos un arcoíris en el balcón”. En este sentido, anima a pensar lo LGTBIQ+ como una herramienta poderosa a nivel político, pero no como una novedad: “Debemos desterrar esta visión occidental de que parece que estamos inventando la rueda, cuando en México tenemos a las muxes, en India las hijras, en Albania las vírgenes juradas, y otros tantos ejemplos”.
“El pueblo es tan importante identitariamente como mi sexualidad”
Además, Paulino destaca que le parece fundamental investigar sobre qué hacían las personas disidentes que huyeron a las ciudades durante la transición cada vez que volvían a su pueblo. “Esa drag que llenaba espectáculos en Madrid o Barcelona en los 80 seguro que el fin de semana se iba a su pueblo, ¿qué ocurría en el pueblo cuando volvía? ¿con qué performance vivía el pueblo? ¿y qué significó para su familia?”, se pregunta. En este sentido, Daniasa reflexiona acerca de cuántas historias desconocidas habrá de personas que vivieron un sexilio, y cuántas a día de hoy siguen iniciando y experimentando estos procesos. “Sabemos de los casos más conocidos, como el de Carla Antonelli o Silvia Reyes, entre otros, pero ¿cómo le reparamos la herida a todas las personas que no conocemos y que además tienen una herida doble, con su identidad y con su territorio?”, se cuestiona.
La reparación
Sobre la idea de generar y cultivar líneas de reparación para con las personas disidentes tanto si huyeron de sus lugares de origen como si no, Daniasa menciona que ya tenemos buenos ejemplos, referenciando varios de ellos. Por un lado, muy pronto la Fundación 26 de diciembre inaugurará en Villaverde (Madrid) la residencia para mayores LGTBIQ+, que será la primera del mundo y además pública. Por otro lado, la activista trans Samantha Flores abrió en México hace unos años una casa de día también para mayores del colectivo bajo el nombre Vida alegre. Y en cuanto a Canarias se refiere, comenta la investigadora que ya se están produciendo dinámicas de encuentros y espacios seguros para personas mayores, como en Puerto de la Cruz.
Precisamente una residencia para mayores LGTBIQ+ le parece a Paulino una buena idea para la antigua cárcel de Huelva, lugar de represión de las disidencias sexogenéricas durante la dictadura franquista. “No se pueden desaprovechar las oportunidades de dignificar los espacios y hacer justicia poética”, recalca. Y se lamenta de que se pongan sobre la mesa otros proyectos desconectados de la resignificación de los lugares. “Solo hay una plaquita que recuerda que se convirtió en una cárcel para disidencias sexogenéricas, y ahora quieren montar algo de empresas, ¿pero qué me estás contando?”, se pregunta molesto. Y añade que hay que estar siempre muy pendientes de que la memoria histórica tenga un lugar en el presente porque “si no, no se hace”, subraya.
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“Hemos recuperado algo en las islas capitalinas, pero nos faltan el resto”
Pepe también coincide con la necesidad de generar espacios seguros para la población mayor del colectivo. De hecho, para él una política de reparación tiene mucho más que ver con el futuro que con el pasado, entre otras cosas porque “para reparar el pasado primero debemos conocerlo, y para ello hay que seguir investigando”, señala. Por eso, propone una política contemporánea de reparación basada en dos líneas muy claras, una hacia la población mayor y otra hacia la juventud. Según el investigador, no podemos permitirnos que las personas que están llegando a la tercera edad se encuentren con espacios en los que tengan que volver a su armario: “Estos espacios no están habilitados para acoger la diversidad y las personas tienen que poder vivir esta etapa de la vida de manera segura e inclusiva”, apunta.
En cuanto a la gente joven, Pepe expone que se les debe trasladar que se trata de derechos que se han conseguido con mucho esfuerzo, y que si no hay una política real de educación afectiva sexual continua y transversal, “por mucho que reparemos el pasado y rehabilitemos espacios, si esto no se visibiliza dentro de las escuelas y los institutos, lo que estamos haciendo no dejará de ser algo testimonial”, lamenta. Esto es crucial porque, en su opinión, existe un riesgo real de volver al pasado, y referencia las declaraciones del actual presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, quien este mismo año afirmaba que si accede a la presidencia del Gobierno español derogará la Ley 4/2023 para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.
Daniasa sitúa asimismo a la juventud como un elemento fundamental de dicha reparación, pues le entristece que a día de hoy haya gente joven que tenga una visión del franquismo no tan problemática. “Se está incluso romantizando lo que pasó con Franco. Y si esa es la base, ¿dónde queda la diversidad sexual?”, se pregunta. Además, considera también oportuna la iniciativa de las compensaciones económicas, como se hizo en el Archipiélago en el año 2020, cuando la Viceconsejería de Igualdad y Diversidad del Gobierno de Canarias, a cargo de Sylvia Jaén, resolvió la “concesión directa de la ayuda económica transitoria para personas lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) en exclusión social perseguidas o socialmente discriminadas durante el franquismo”. Una ayuda para mayores de 55 años y sin recursos, que fue pionera no solo a nivel nacional, sino también europeo.
A esta justicia económica Paulino añade la “mariconización del patrimonio”. En este sentido, propone desneutralizar todo lo vinculado con el relato cultural e identificar de manera visible quiénes están detrás de toda esa narrativa. “Mariconear las historias”, resume. “Nos han contado una historia neutral que se da por heterosexual, pero de todos esos pintores que tienes expuestos, cuéntame cuántos eran maricones. ¿Y por qué no me dices que los señores que visten a la Virgen en la fiesta son maricones?”, se cuestiona. Y añade que esto lo podemos extrapolar a cualquier territorio. De hecho, aclara que aunque su investigación está centrada en Andalucía, su propósito al hacerse estas preguntas es establecer conexiones entre las experiencias que se dan en todos los pueblos, independientemente de dónde estén ubicados. “El pueblo es tan importante identitariamente como mi sexualidad, y no quiero renunciar a ninguna”, asegura el investigador. Por lo que se alegra de que cada vez sea más común el movimiento de regreso del colectivo a lo rural, “¡hasta influencers hay que se llaman las locas del pueblo!”, cuenta.
También para Daniasa, los pueblos deben ser siempre un lugar seguro en el que sentir que merece la pena quedarse o regresar, en el que crear comunidad y disfrutar. Para ella, “no tenemos que incrustarnos en un tejido urbanita y turístico para ser felices. Merecemos ser felices en los pueblos”.
















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