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Jacob Negrín y la rentabilidad de la agricultura tradicional

Especializado en olivar y viña ecológicos, apuesta en Fuerteventura por sabores identificativos

Jacob Negrín en su finca de Casillas de Morales, donde apuesta por el olivar y la viña ecológicos. Fotos: Carlos de Saá.
María José Lahora 0 COMENTARIOS 21/02/2021 - 09:38

Jacob Negrín es un romántico de la agricultura. Un apasionado del cultivo tradicional. “Mi padre, en lugar de darme dos apartamentos terminados, me dio una cata y un tablero”, dice este técnico en Industrias Alimentarias y Gestión Agropecuaria. No en vano, defiende el concepto de la agroecología. Ni corto ni perezoso, Jacob decidió poner en valor esa herencia paterna y demostrar que las áridas tierras de Fuerteventura pueden ser productivas. El proyecto que ha desarrollado en las tres hectáreas de producción ecológica de Casillas de Morales así lo demuestra.

Centrado en el olivar y viña ecológicos, dispone, además, de cultivos hortícolas. Jacob forma parte también de la asociación Ecogavia, con la que participa en el programa Ecocomedores. “Un mercado seguro con el que contamos porque los niños comen alimentos de calidad”, señala.

Apuesta por introducir a su catálogo de productos también huevos ecológicos con la incorporación de gallinas al terreno donde se asientan los olivos en una doble función: ponedora y de prevención de plagas, como limpiadoras de insectos.

La última cosecha de olivo, la segunda que ha disfrutado, reportó 4.000 kilos de fruto y una producción de 400 litros de aceite virgen extra. Cuenta con variedades hojiblanca, picual y verdial del país, que presenta en botellas de medio litro coupage (mezcla) y monovarietal, “en función de los atributos que se desean aportar”, explica.

En torno a 300 olivos conforman el paisaje de su tablero. En cuanto a la viña, la producción ha alcanzado los 1.400 kilos de uva, de variedades malvasía, marmajuelo y moscatel para mesa, lo que le ha permitido elaborar 700 botellas de vino.

Asegura que su proyecto puede ser un ejemplo de la rentabilidad en el campo. “Si lo trabajas y te mueves, es rentable, siempre que el consumidor pague la producción en su justo precio. Nuestro principal competidor es la producción que procede de la Península. Aquí, los costes de producción son mucho más altos y no podemos competir con ellos. Nuestro mercado es el local, pero debe ir acompañado de concienciación ciudadana para que nuestro producto cuente con ese valor añadido apreciado por unos consumidores que deben ser fieles”, comenta.

En este sentido, aclara que sus clientes son locales, un consumidor fiel que se interesa por los productos de la tierra, que está empezando a conocer “lo que es un buen aceite de oliva y las propiedades que aporta. Además, en cuanto prueba el oro líquido de Fuerteventura se convence”.

Las gallinas tienen una doble función: ponedora y de prevención de plagas

Trabaja ahora en la creación de su propia bodega y en alcanzar una producción de entre 3.500 y 4.000 botellas de vino anuales, con la ventaja de ser el único productor de vino ecológico en Fuerteventura. Sabedor también de que no pueden excederse en la producción porque mermaría la calidad del caldo. Jacob forma parte de la asociación de viticultores de Fuerteventura, con la que se puede alcanzar el sello de Vinos de calidad. La ubicación de sus parras no se ha dejado al azar. Como experto, sabe que la elección acertada para cultivar la viña permitirá ofrecer más tarde esos matices que distinguen a su producción. “El viñedo siempre está en lugares estratégicos”, explica.

Destaca la satisfacción por que su perfil de cliente sea local, evitando una dependencia de la hostelería y el turismo. Asegura que le resulta muy difícil competir en restauración con las denominaciones de origen y sus precios de mercado. De ahí, la necesidad de concienciar al consumidor para que crezca la cultura del vino y aumente la demanda de producción vinícola local. “El vino se ha industrializado, ya sea Rioja, Ribera o Valdepeñas. Todos son similares. El consumidor busca ahora la diferencia y es lo que podemos ofrecerle”, señala. Jacob comenta que se empieza a vislumbrar una mayor apuesta por el elaborador artesanal, “que defiende su producto con un precio rentable, que trabaja de forma diferente apostando por las variedades locales o adaptadas”. “Disfrutar de un buen vino, sin sulfitos ni aditivos, es vida”, asegura.

Horticultura

A través de la práctica de la rotación de cultivo, Jacob ha contado en su huerto con papas, cebolletas y zanahorias. Ahora le toca el turno a las fresas, que ya están dando sus primeros frutos. Combina esta producción con leguminosas, como la famosa arveja local, col, calabaza, ajo, etcétera. “Hemos ido quitando unos cultivos y asociando otros para un mayor aprovechamiento del suelo”, dice. Trabaja la producción de temporada y está interesado en aumentar la superficie dedicada a la horticultura.

“Todo esto se riega con coste energético cero, con sistema de riego en altura”

Jacob ha logrado que su tablero ofrezca una rentabilidad para poder seguir invirtiendo en el proyecto. Pone su propio ejemplo: “Todo esto se riega con coste energético cero. He diseñado un sistema de riego en altitud, con un depósito a 3,80 metros de altura con un equipo de filtrado, que permite que, por gravedad, se riegue todo, sin necesidad de invertir en energías renovables. Hacemos también un trabajo de suelo con menores necesidades hídricas y eso es también ahorro. Se trata de optimizar el agua en lugar de solicitar más cantidad. El trabajo del agricultor también se ve compensando. Dejando húmedo ese suelo, no es necesario estar tan pendiente del terreno”.

Asimismo, para que el proyecto Ecogavia pueda seguir progresando, miembros como Jacob, que defienden la rentabilidad de la agricultura ecológica, abogan por un centro de acopio en la Isla para poder mejorar la cadena de distribución.

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