ECONOMÍA

Fuerteventura, a la cabeza de Canarias en destrucción de empresas en el último año

La crisis del coronavirus ya ha arrasado el 10% del tejido productivo majorero, las perspectivas para 2021 empeoran y los empresarios demandan más ayudas y un plan real de reactivación económica

Imagen de un comercio cerrado en la avenida principal de Corralejo. Fotos: Carlos de Saá
Eloy Vera 7 COMENTARIOS 01/03/2021 - 07:04

“El cierre fue muy triste. Fueron 15 años de historia y trabajo con mi familia. Todos trabajaban en el restaurante”, cuenta Massimo Avarelle, el dueño de La Pascualina, en Corralejo. Su restaurante es uno de los negocios que la pandemia de coronavirus se ha llevado por delante en Fuerteventura, la isla donde, porcentualmente, más empresas se han destruido en el último año.

Prácticamente 10 de cada 100 empresas han desaparecido en lo que va de crisis, según los datos del Instituto Canario de Estadística (Istac). Al finalizar el pasado mes de diciembre, en la Isla permanecían inscritas en la Seguridad Social 3.120 empresas, un 9,7 por ciento menos con respecto al año anterior.

En todos los sectores ha habido un retroceso: en el que más, en los servicios (más de 300 empresas cerradas), pero también en el sector primario (10 menos) y en la construcción (22 menos). El 47 por ciento de las inscripciones en la Seguridad Social es de autónomos y, del total de negocios que luchan por seguir adelante, 2.720 son microempresas con menos de 10 trabajadores, más del 87 por ciento del tejido productivo de Fuerteventura.

“La Isla ha dejado de ser un paraíso y se ha convertido en un infierno para los comerciantes y la ciudadanía”, asegura el portavoz de comercio interior de la Cámara de Comercio de Fuerteventura, José Luján. Tras 30 años dedicado al comercio, califica la situación de “catástrofe”.

“Hay gente que ha tenido que cerrar y otra que está soportando una carga de personal muy grande”, asegura. Y es que, según cuenta este empresario dedicado al comercio desde hace 30 años, “no se vende nada. La gente no está saliendo. El consumo está muy mal y la hostelería, muerta. Está siendo imposible mantener abierto un negocio”. Añade: “En esta Isla, desde que se para el aeropuerto...” y deja la frase sin terminar.

La imagen vale más que cualquier palabra. Los empresarios de la localidad de Corralejo conocen de cerca las consecuencias de la falta de vuelos con turistas. El presidente de la Asociación de Empresarios de La Oliva, Asemco, Daniel Alberti, calcula que un 50 por ciento de los comercios del municipio están cerrados. El 30 por ciento definitivamente y un 20 por ciento con cierre temporal y “estamos casi a un 80 por ciento en el número de empresarios que están abiertos con deudas, problemas económicos o a punto del cierre”.

“Fuerteventura se ha convertido en un infierno para los comerciantes”, afirma la Cámara

El italiano Massimo Avarelle pone rostro a estas cifras. Llegó a Fuerteventura en 2003. Con su viaje a la Isla, renunciaba a seguir al frente de uno de los restaurantes más grandes de Torino a cambio de “tranquilidad”. El 11 de octubre de 2005 abrió La Pascualina, en pleno casco viejo de Corralejo. En sus fogones se cocinaba pasta italiana y “la verdadera pizza italiana”, cuenta, como si estuviera recitando la carta a un cliente.

Empezó con siete empleados, muchos de ellos eran familiares. Antes de la pandemia llegó a tener nueve. Finalizó 2019 con unos ingresos que ayudaban al optimismo. Los primeros tres meses de 2020 también pronosticaban un buen año. Nadie sabía que llegaría un virus que ha dejado en el municipio de La Oliva a 3.031 personas en ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo), según datos de la Consejería de Empleo de fecha 30 de noviembre.

Cuando empezó el estado de alarma, Massimo cerró su restaurante, tras llegar a un acuerdo con el propietario del local y pagó el finiquito a sus trabajadores. En agosto, volvió a abrir el negocio en busca de otra oportunidad y después de que el dueño le rebajara de 3.500 a 2.000 euros el precio del alquiler. Pudo sortear el último cuatrimestre de 2020 hasta que decidió cerrar definitivamente el 31 de diciembre. “Desde agosto hasta diciembre, me estaba resultando imposible pagar los sueldos”, confiesa.

“En diciembre me dijeron que había gente que quería coger el local y decidí agarrar la pelota que me lanzaron”, señala. “Vendí todo por mucho menos dinero. Tenía 250.000 euros entre licencia, maquinaria, mobiliario y lo traspasé por 65.000. Al final, el dinero fue para pagar deudas y el alquiler de los meses que estuvo cerrado”, dice resignado.

El 50 por ciento de los comercios de Corralejo está cerrado por la crisis turística

Massimo lamenta la falta de ayudas a la que se ha visto expuesto el sector del comercio. “En mayo pedí un préstamo ICO de 20.000 euros que empezaré a pagar en mayo de 2021. Fue la única cosa que he pedido porque ayudas reales no hemos visto muchas”, asegura. “El Ayuntamiento de La Oliva nos prometió no pagar la ocupación pública, ni los impuestos, pero al final mucha gente pagó el impuesto de la basura y la ocupación pública. El Ayuntamiento nos prometió que no y, al final, sí”, lamenta.

Las quejas de Massimo coinciden con las del presidente de Asemco, quien asegura que el Consistorio norteño ha dado “cero” ayudas y ningún tipo de ventajas. “El año 2020 se cerró cobrando todos los impuestos. Ha sido todo de palabra. A las empresas se les ha cobrado todo. Hablan del embellecimiento de La Oliva, pero no han aportado nada para la gente que tiene que comer”, critica.


Massimo Avarelle tuvo que cerrar el restaurante La Pascualina.

Cierres en la capital

Las calles León y Castillo y Primero de Mayo, dos de las vértebras del comercio local de la capital, empiezan a lucir la misma fotografía que dejó la crisis de 2008: locales vacíos con carteles de Se alquila o anuncios de liquidación que anuncian un inminente cierre. La Asociación de Empresarios de Puerto del Rosario ha visto cómo de sus 108 negocios inscritos, 30 han anunciado el cierre en el último año.

El comercio Totis Regalos, de Leonor Rodríguez, fue uno de ellos. La falta de cruceros por el cierre de fronteras ha sido la estocada final a su negocio. Hace cuatro años, abrió una tienda de souvenirs y regalos, en la calle Primero de Mayo que permitía a los turistas y, sobre todo, a cruceristas regresar a su país de origen con un artículo de recuerdo de su paso por Fuerteventura.

El confinamiento de marzo la cogió con el mes de alquiler del local ya pagado. “Al siguiente mes ya fue más complicada la cosa”, reconoce. Luego, “el dueño del local me permitió estar dos meses sin pagar el alquiler, pero en junio quería cobrar y yo no podía pagar autónomo, alquiler, trimestrales... Me era imposible. Era mantener el negocio o darle de comer a mi hija”, explica.

Al final, optó por bajar la reja en junio. “Trabajaba desde la mañana hasta la noche, y si llegaba un crucero, no cerraba ni a mediodía. Duele ver todo el dinero empleado en mercancía puesto en un trastero pudriéndose”, comenta. No sabe si algún día volverá a abrir. De momento, sigue de alta como autónoma y recibiendo la ayuda de 600 euros de autónomo. La mitad es para pagar el recibo de autónomo. En su día, solicitó ayudas al Cabildo y al Ayuntamiento de Puerto del Rosario: “Pero no me han dado nada. Las últimas facturas a los proveedores las he ido pagando, dándoles 50 euros mensuales”.

Las calles de la capital muestran locales vacíos y anuncios de traspaso

En la zona alta de Puerto del Rosario cerró Pasarela Moda, una boutique de ropa de firmas que Pino García abrió hace siete años. Antes de la aparición del coronavirus, la suerte acompañaba al negocio. El local se había convertido en un punto de referencia en Fuerteventura para todas aquellas mujeres que buscaban un traje de comunión, ropa de fiesta o un vestido para dar el sí quiero. “Compré la mercancía en septiembre, pero no pensaba que nos iba a caer la que nos cayó. La mercancía entrando durante el confinamiento, teniéndola que pagar y sin poder venderla. Yo tenía ropa para eventos y salía muy bien”, cuenta esta comerciante que jamás pensó que a mediados de marzo tendría que cerrar su negocio por el estado de alarma.

El 11 de mayo volvió a abrir la tienda con la ilusión de remontar el negocio. Al principio, la cosa iba bien, “parece que la gente salió del confinamiento con ganas de comprar, pero en junio llegó el parón”, recuerda. Empezaron a cancelarse las bodas, a aplazarse las comuniones y a prohibirse las celebraciones. “Me vi con 30.000 o 40.000 euros en prendas sin saber cómo venderlas y, al final, decidí no seguir adelante, cerrar y no endeudarme ni luchar contra algo que no sabía cómo iba a evolucionar”, explica.

Se quedó con 45 trajes de novia vendidos para bodas que esperaban celebrarse en 2020 y que aún está entregando a las novias. Ha tenido, incluso, que alquilar un local para guardar los vestidos porque ellas en sus casas no tienen hueco. Pino recuerda el sentimiento de pena que le produjo echar el cierre a su negocio el pasado 31 de julio. Decía adiós a la ilusión que cada febrero sentía cuando iba a comprar la mercancía fuera y a la clientela fiel que ha ido ganando durante todos estos años, “pero se imponía lo obvio. Las ventas habían caído un cien por cien”.

La comerciante tiene claro que se han olvidado del comercio durante la pandemia. “Las ayudas que ofrecían no daban para nada. Ofrecían los préstamos ICO, pero cómo lo vas a solicitar si no sabes si lo vas a poder pagar. Meterte en un ICO era entrar en un bucle”, reconoce. Ante esta situación, decidió cortar por lo sano: “Con mucha pena porque le tenía mucho cariño a la tienda. Al final, era un hobby para mí. Me encantaba y me hacía ilusión. Le tenía cariño a la clientela”, cuenta.

El sur agoniza

La zona de Caleta de Fuste y el sur de la Isla se han convertido en una especie de ciudades fantasma donde los comerciantes que resisten abiertos se asoman a la puerta a la espera de clientes y miran al cielo en busca de aviones con turistas que no saben cuándo regresarán.

El 60 por ciento de los locales de El Castillo está cerrado, según los empresarios

Mientras los principales países emisores de turistas permanezcan blindados para evitar contagios de la COVID-19, la imagen que se irá repitiendo en zonas turísticas como Costa Calma o El Castillo serán las del cierre de comercios, unos para siempre y otros hasta que la situación mejore, pero nadie parece tener claro cuándo llegará la mejoría.

El presidente de la Asociación de Empresarios y Comerciantes de Antigua (AECA), Francisco Ufano, calcula con una simple apreciación visual que el 60 por ciento de los comercios de Caleta de Fuste están cerrados “y el resto agonizando y esperando a ver si mejora la situación una vez pase la primavera. Antes no creo que vayamos a recibir turistas y sin ellos va a ser muy difícil que esto levante cabeza porque la capacidad interna en Caleta de Fuste no existe, ya que aquí no hay residentes”.

Los comerciantes se quejan de la falta de ayudas y de compromiso de las instituciones

La situación en el sur es similar. Allí también se agarran al verano con la esperanza de que lleguen turistas y salven la economía. “La situación es de quiebra total, principalmente en la zona turística de Jandía. En la avenida de Jandía la actividad es cero y así llevamos desde marzo del año pasado. El pueblo de Morro Jable ha ido escapando y haciendo milagros, pero la zona turística está fatal”, apunta el presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios del municipio de Pájara, Altaba, Faustino Cabrera.

El representante de los empresarios asegura que hay muchos que han cerrado definitivamente. “Entre 10 y 15, contando los del centro comercial Cosmos y la avenida de Jandía. Algunos son empresarios que se han ido de la Isla y el resto está aguantando a ver si esto mejora y en verano pueden abrir. Si esto se prolonga más allá de julio más del 80 por ciento de los negocios terminarán cerrando definitivamente y yéndose a la quiebra”, sostiene.

Comentarios

Que ganas de quejarse tiene la gente. ¿Quieren que hablemos de cosas importantes? He aqui algunas: -necesidad de que Lloret sea, como sea, presidente del cabildo (porque el, lo vale) -necesidad de que el gobierno del ayuntamiento cobre cada mes ( porque se lo merecen) -necesidad de hacer senador a Blas Acosta (porque lo necesita) Estos son problemas graves y no que la gente se quede sin trabajo.
Mientras que las empresas y autónomos se estan arruinando,los politicos peleando por que coge mas cacho en el cabildo,que es lo único que les interesa.Que triste !
Pero que se puede esperar de la clase política de Fuerteventura
#1- por lo que escribes se nota que estas limitado en tus capacidades intelectuales...te voy a perdonar porque no se puede ser mas melon que tu
Yo no se de politica pero si se que los politicos cobran todos los meses el sueldo de ellos a subido.y si se que hay mucha gente que no cobra nada . solo piensa en ellos.
La realidad, social económica que atraviesa Fuerteventura es de total hecatombe, las ayudas No llegan, hay hambre. Aventuró. Un estallido social... Antes del verano Ya si hablamos de los sueldos. De los políticos Es que es inmortal. Oprobioso. La ambición la cara La geta. Que tienen estos titiriteros, no tiene límites
Hay que disfrutar de lo votado, no se podía saber.

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