PERFIL

'Fonfín' Hierro, el último de la saga

Idelfonso ‘Fonfín’ Hierro Rodríguez es el último de una saga de carteros rurales y carpinteros de ribera, noble arte del que es el único representante en la Isla, aunque curiosamente él nunca se ha embarcado

Foto: Manolo de la Hoz.
María José Lahora 1 COMENTARIOS 16/02/2019 - 08:48

La paquetería ha reemplazado a la correspondencia tradicional en localidades rurales de la Isla. Fonfín asegura que conoce más los carnés de sus vecinos que los teléfonos y aunque los tiene a todos localizados por nombre y apellidos, las dificultades surgen cuando tiene que salir de vacaciones y su suplente debe ingeniárselas para llevar el correo a aquellos que decidieron no cambiar su dirección postal aunque sí su lugar de residencia.

Añora los tiempos en los que trataba con la gente mientras realizaba el reparto del correo. Y aunque suene extraño asegura que conoce más a los vecinos que los vecinos a él y bromea con que “tiene a todo el mundo controlado. Ahora se tiene más miedo al cartero que a la Guardia Civil porque no se traen más que malas noticias”.

Y aunque con las nuevas tecnologías y aplicaciones se ha ido perdiendo la costumbre de la correspondencia por correo ordinario, asegura que aún entrega cartas y no del banco, precisamente. Recuerda también cuando antes les leía esas cartas a las personas mayores y le recibían encantados cuando tenía que hacer la entrega del subsidio.

Como anécdota, cuenta la de la “viejita” que cada vez que le entregaba el subsidio le decía: “Dame billetes nuevos para guardarlos”. También se sabía de memoria el número de DNI de esos vecinos a los que tenía que entregarles “la paga”. Hasta una treintena llegó a aprenderse. “Me sabía más carnés de identidad que teléfonos”, comenta como forma de agilizar las entregas.

Su jornada laboral comienza viajando a Corralejo, donde recibe el correo que debe repartir. Tras realizar el reparto en El Cotillo y El Roque, abre diariamente la oficina una hora y vuelta a Corralejo para liquidar. Le preocupa la gran cantidad de paquetes que tiene que repartir. “Lo de China es una locura, la gente ya compra por vicio”. Las grandes empresas de venta por internet como Aliexpress y Amazon están dando mucho quehacer a los carteros. Hasta un centenar de entregas suele realizar a diario.

Recuerda que el cartero rural debe aportar la oficina y el vehículo para realizar el reparto. No es de extrañar, pues, que el taller de carpintería de ribera de su residencia de la calle Santiago Hierro de El Cotillo se haya convertido en una prolongación de la oficina de Correos.

En el taller, una embarcación varada desde hace tiempo espera los permisos para poder salir a flote. A pesar de que la crisis en el sector pesquero y las preferencias por la fibra están dando al traste con este trabajo artesano basado en la madera para confeccionar barcos de pesca o recreo.

Fonfín muestra una sonrisa cuando recorre el taller y explica el más de centenar de barcos que han confeccionado sus manos. Su bisabuelo ya trabajaba la carpintería de ribera, más tarde su abuelo y después su padre, del que aprendió ambos oficios. “El bisabuelo de Ildefonso, José María Hierro Garrido, llegó de Huelva y era el encargado del faro de Jandía, el torrero. Parece que fue a finales del siglo XIX cuando José, junto con su hijo Santiago Hierro Viera, empezó a hacer “barquitos” de pesca, como se denominaban en la época. Eran embarcaciones pequeñas, para trabajar cerca de la orilla”, recuerda, en su blog sobre apuntes de la historia de Fuerteventura, Daniel Rodríguez Zaragoza. Una historia de raíces centenarias la de la saga de los Hierro en la Isla. La herencia artesana pasó entonces de su abuelo Santiago a su padre y, si nada lo remedia Fonfín podría ser el último carpintero de la saga.

Saga familiar

Fonfín reside en la calle Santiago Hierro que homenajea a su abuelo y a su padre. “En El Cotillo no se conoce otro cartero que los Hierro”, destaca. Su padre fue, además, alcalde de barrio. De la prima hermana de su progenitor, Mariquita Hierro, todos recuerdan los magníficos caldos de pescado, considerados de los mejores de la Isla en el famoso restaurante ahora reconvertido en hotel. También de la familia era Mercedes Hierro, que contaba con un establecimiento donde los mejillones y las lapas eran lo más apreciado.

“Lo de China es una locura, la gente ya compra por vicio”. Las grandes empresas de venta por internet como Aliexpress y Amazon están dando mucho quehacer a los carteros. Hasta un centenar de entregas suele realizar a diario

Los Hierro han llevado de la mano el reparto de la correspondencia en la zona y la carpintería de ribera. En el primero de los oficios el relevo familiar ya está descartado, señala Fonfín con tristeza. Y en cuanto al segundo, comenta que la profesión no está garantizada por la situación del sector pesquero. “No creo que se pueda vivir ahora mismo de carpintero. Es gracias al correo que se vive”.

También ha sido espectador de primera fila del desarrollo urbanístico de El Cotillo y espera que no siga creciendo turísticamente, porque “podría afectar a la calidad de vida de los residentes”. A diario le preguntan si sabe de alguna vivienda para alquilar. El boom de la vivienda vacacional está dando al traste con las posibilidad de los trabajadores de poder residir en la zona. “Antes cuando recorría el pueblo, podía ver carteles de ‘se alquila’ continuamente y, en cambio, ahora no ves ni uno. Lo más que hay ahora es gente preguntando por esas viviendas”, dice.

Los visitantes recurren a él para que les indique dónde se puede comer bien y, como buen hombre de familia, les manda a La Marisma, regentada por los nietos de Mariquita Hierro. Aunque su oficio está dividido entre el reparto de la correspondencia, a lo que dedica la mañana, y la carpintería por las tardes, “cuando hay trabajo”, también tiene tiempo para su principal afición, el campo.

Comentarios

"el último de una saga de carteros rurales y carpinteros de ribera" : ¡ Qué pena! Me supongo que sólo de carpinteros de ribera, porque carteros rurales, aún quedan... al menos, los que pasan y han ido pasando por mi pago y otros más... ¡Afortunadamente! (Y no sólo para repartir paquetería, sino también otros objetos más tradicionales de ese buen y útil oficio). Pero los carpinteros de ribera, su oficio, desgraciadamente sí que están desapareciendo: pero mi meria, vieja, cansada y borrosa, aún guarda sagradas imágenes de esos dignos trabajadores, faenando en nuestras playas, junto al mar y bajo los soles majoreros; armados de sus serruchos, hachas, martillos... ¡Otro último vestigio de nuestra cultura, historia, tradiciones... que se nos va, nos deja...NOS VAMOS YENDO...

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