Fernando Higueras (Madrid, 1930-2008) fue Premio Nacional de Arquitectura al inicio de su carrera, con apenas 31 años. Está considerado una eminencia y uno de los más arquitectos prestigiosos del pasado siglo en España. En Canarias desarrolló parte de su obra más representativa. Amigo de César Manrique, con el genio canario trabajó en proyectos emblemáticos como el Hotel Las Salinas en Costa Teguise o el Lago Martiánez en Puerto de la Cruz.

El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA por sus siglas en inglés) compró algunos de sus planos. Acuñó el término rascainfiernos para referirse a los edificios que, en vez de estar en la superficie, se adentraban en el interior de la tierra. El propio arquitecto vivía en una casa construida, a modo de cueva excavada en su jardín, que se convirtió en su estudio y morada.

Higueras dijo una vez: “Lo mejor que construí en Canarias fue lo que no hice”. Cuando le encargan el diseño de un hotel en las Dunas de Corralejo proyecta un establecimiento diferente al que luego se construiría y terminaría convirtiéndose en el RIU Oliva Beach. Así lo evidencian sus dibujos, que aparecen en la tesis doctoral de Joan Alfós Bernad, en el departamento de Proyectos de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña. La investigación está dedicada a El hotel de mar de Coderch, pero analiza en paralelo el trabajo de Fernando Higueras y dedica varias páginas al edificio de RIU en dominio público marítimo terrestre, que en estos días está en el centro de la polémica, al no haber concedido el Ministerio de Medio Ambiente, por el momento, la autorización para reformarlo.

La idea original era bien distinta a lo que se ejecutó. Así, en un principio, “Higueras, incapaz de esconderse en la desértica playa, elabora una estrategia de cómo aparecer, integrándose en el paisaje y marcando el imaginario fugaz del turista…”, señala la tesis doctoral sobre el proyecto original. Sin embargo, el Oliva Beach, con 800 camas, que se inaugura en diciembre de 1976 como un hotel de tres estrellas, según su autor “es una máquina de alojar alemanes, nada atractivo”. Sobre el hotel, Higueras declararía: “A mi juicio, le sobran seis plantas”. De hecho, Higueras, en la ficha de este hotel, evita la fotografía del establecimiento en el paisaje de las Dunas de Corralejo, como si fuera una mancha en su carrera profesional.

El investigador Alfós Bernad señala en su tesis que Higueras trata, en su obra arquitectónica, de “no estropear el paisaje, volviendo la construcción casi invisible”, así como de “minimizar el impacto del hotel extendiéndolo, evitando que la altura del edificio modifique la silueta del lugar y haciéndolo desaparecer, ya sea enterrándolo parcialmente u ocultándolo bajo la frondosa capa de pinos”.

En la tesis se concluye que el diseño original que realizó Higueras para el hotel de las Dunas se frustró y, en cambio, “se proyectó según el esquema de un experto hotelero”. Su bondad era que se convirtió, al parecer, en “el hotel más rentable de Canarias” de su época. De “una máquina de vivir” se pasó a “una máquina para alojar turistas alemanes”.

‘Sosteniblabla’

La polémica que ha levantado en los últimos meses la situación del Oliva Beach, con la cadena hotelera RIU amenazando con un expediente de regulación de empleo, ha reabierto el debate sobre las edificaciones en plenas Dunas de Corralejo. En el espacio político, todas las formaciones se han puesto del lado del proyecto de la empresa. En el ámbito académico y ecologista, el criterio general es radicalmente distinto. Emma Pérez-Chacón es catedrática de Geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y dice, de forma tajante, que su opinión es que “se debe cumplir la ley” y, en todo caso, “respetar el ecosistema playa-duna”.

Eugenio Reyes, con una amplia trayectoria en el activismo, recuerda que “nuestra economía viene del paisaje y no de los hoteles”. Miembro fundador de Ben Magec-Ecologistas en Acción, en los últimos tiempos se ha destacado como portavoz de la plataforma que se constituyó contra la Ley del Suelo impulsada por CC y aprobada en la pasada legislatura. “El Oliva Beach es fruto de una época y los socialistas, que ahora gobiernan en Canarias y Fuerteventura, parecen hijos ideológicos del Marqués de las Dunas”, opina Reyes. “Deberían tener un poco más de decoro y plantear una solución para recuperar las Dunas y transformar los empleos”, añade.

Pedro Hernández es profesor de Recursos Territoriales, adscrito a la ULPGC, y destaca que el territorio es “el mejor activo” que tiene cualquier destino turístico. El turismo, que se inició en Canarias hace más de 150 años con los primeros viajes organizados, “ya valoraba esos recursos de una manera esencial”, afirma Hernández, quien considera “una grave irresponsabilidad que pervivan los errores cometidos en el modelo que se impuso en las Islas en los años 60 y 70, vinculado al segmento de sol y playa, construyendo encima de sistemas dunares en Corralejo, Jandía o Maspalomas, en terrenos de dominio público”.

“Los actuales gobernantes deben corregir esos errores y tratar de revertir esos daños que se han realizado en estos ecosistemas dunares”, recalca. Para el profesor, ésta sería “la mejor manera de generar empleo estable, de calidad y en perspectiva de sostenibilidad”. “La única manera de ser serios y no seguir con la propaganda de sosteniblabla, como dice el poeta y escritor Jorge Riechmann”, concluye.

Para el profesor del Grado de Turismo, “la única alternativa del Oliva Beach, que nunca debió estar ahí, es ser coherente con las propuestas y exigencias que hicieron en los años 80 los estudiantes majoreros en la Universidad de La Laguna, así como seguir los acuerdos adoptados entonces en el Cabildo de Fuerteventura, exigiendo la declaración de Parque Natural con todas las consecuencias y, por tanto, eliminándolo de ese espacio, recuperando el dominio público marítimo terrestre y restaurando el daño”.