Hace menos de un siglo el Aljibe de Cho Julián era clave para la supervivencia de la población de Villaverde, en el norte de La Oliva. En aquella época, el agua era más importante que el metro cuadrado de suelo, por lo que se estipulaban incluso las cantidades que se podían consumir para que nadie se muriera de sed. El aljibe contaba con un encargado que controlaba y supervisaba que nadie robara ni malgastara agua. Hoy en día, con estos terrenos mancomunales se está produciendo un “atentado irreparable”, mediante la parcelación y segregación de fincas para su posterior venta y construcción de viviendas, según denuncian vecinos de la zona y una plataforma que se ha creado para salvar Cho Julián. De matar la sed a tablero de especulación urbanística.

El último alguacil de Cho Julián fue Juan Guerra Carreño, el padre del desaparecido Andrés Guerra. Los precios del agua variaban, según recordaba hace más de una década su hijo, que afirmaba que 25 barricas que cargaba el camello eran a dos perras gordas y una perra chica. Para beber cuatro cabras era un céntimo, aunque dependía si eran machorras o baifos, y por las latas de agua que cargaban las mujeres para lavar la ropa se cobraba tres céntimos.

La protección histórica del Aljibe y la Alcogida de Cho Julián ha sido solicitada a la Dirección de Patrimonio del Gobierno de Canarias y a la Consejería de Cultura del Cabildo por una plataforma de vecinos de la zona que ha surgido para pedir “la defensa de este sistema hidráulico único”. Así destacan que lo marca el Plan Hidrológico de Fuerteventura. “Las heredades y zonas mancomunales en la captación de aguas forman desde tiempos inmemoriales de la cultura del pueblo majorero”, subrayan. El cuidado de las gavias y arenados se considera también “imprescindible”, según la petición del grupo ambiental Agonane, de la federación Ben Magec-Ecologistas en Acción.

El Aljibe de Cho Julián, unido a su alcogida, según el historiador Pedro Carreño, forma parte de los depósitos históricos más interesantes de toda Canarias. Fue mandado construir en 1836 por Don Julián Leal Sicilia, propietario también de la Casa del Inglés. El objetivo de esta infraestructura era paliar la escasez de agua en la zona norte de Fuerteventura. Su testamento da amplia información sobre esta obra, según el historiador.

Carreño guarda en su poder un documento de 1913, una “lista para saber lo que corresponde a cada uno de los herederos” en el aljibe, según la distribución efectuada el 5 de junio de aquel año. En la citada lista aparecen los porcentajes en la propiedad de la Alcogida de Cho Julián de los herederos de esta mancomunidad. El inventario señala principalmente a Manuel Carreño (8,43 por ciento), un siete por ciento de Antonio María Melián, hoy de la Iglesia -según comenta el historiador Pedro Carreño- Ambrosio Leal con el 6,42 por ciento, Bernardo Montelongo con el 5,71 por ciento, Aurelio Fleitas con el 5,71 por ciento, Vicente Gutiérrez con el 4,58 por ciento o María Leal con el 4,49 por ciento.

Otros miembros que se relacionan son Habiel Melián, Donato Fajardo, Miguel Guerra, Pedro Guerra, José Guerra, Teófilo Guerra, Salvador Guerra, Gabriel Rodríguez, Carlos Perdomo y un largo etcétera de personas con pequeños porcentajes de este histórico territorio que hizo posible la vida de Villaverde.

Nadie discute que los aljibes han sido, tanto en el pasado como en la actualidad, esenciales para el abastecimiento de agua a la población majorera, un recurso necesario para un aprovechamiento eficiente de las aguas superficiales en la Isla. Hoy en día, cuando la lluvia carga el Aljibe de Cho Julián no tarda mucho en desaparecer el agua y casi todos dicen que tienen permiso de la heredad. Las cubas se dirigen a fincas de Villaverde para regar e incluso a obras de Lajares, como Diario de Fuerteventura ha podido comprobar.

En la petición elevada a la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias se solicita ayuda para “conservar este espacio de tanto valor histórico, cultural y paisajístico. Y se advierte del riesgo: “Algunas personas, incluso ajenas a esta comunidad, han segregado la finca para permitir su construcción, destruyendo la posibilidad de que el Aljibe de Cho Julián siga vivo”.

En otro escrito de la plataforma Salvar el Aljibe de Cho Julián se resalta que las parcelaciones y registros de terrenos están siendo efectuados por personas “cuyo único objetivo es el beneficio privado y la especulación inmobiliaria en la zona, para realizar parcelaciones de 2.500 metros y su posterior venta como solares edificables” y la “construcción de viviendas”, lo que supone “la destrucción de este lugar de valor natural único e histórico”.

También señalan que el Ayuntamiento de La Oliva conoce que este lugar cuenta con un mapa histórico y que, como demuestra el catastro de 1957, hay 139.080 metros cuadrados que pertenecían a la comunidad de propietarios, lo que también “avala” el Consistorio en un certificado de junio de 2009 ante la solicitud de uno de los interesados. Ya en 2007 hubo vecinos y miembros de la comunidad que se opusieron en un acta de notoriedad sobre “inmatriculación de fincas no inscritas” a nombre de una empresa.

Plano de ubicación del aljibe.

El aljibe y la alcogida tienen su origen en el siglo XIX, de la mano de Julián Leal

La mercantil, han reiterado ahora los vecinos al Registro de la Propiedad, está “ligada” al exalcalde Domingo González Arroyo, y la parcela en cuestión tendría unos 59.328 metros cuadrados. De esta comunidad de Cho Julián, otra familia -la González Perdomo- tiene inscrito un bocado de 25.000 metros cuadrados.

El Ayuntamiento también ha dado vía libre a la segregación de ocho parcelas, dos de ellas, alegan los vecinos, con salida a un camino que no existía hace dos décadas. En su escrito al Registro, la plataforma para salvar el aljibe advierte que se trata de suelo rústico, clasificado como “asentamiento rural disperso”, en el que es conocido que en la alcogida “fluyen las aguas de lluvia”, por lo que entienden necesario el informe del Consejo Insular de Aguas.

La finalidad de esta categoría del suelo, añaden, es el uso agrícola o ganadero, en parcelas mínimas de 2.500 metros cuadrados. “Para que no sea un fraude de ley, no pueden ir ligadas a viviendas residenciales o vacacionales”, recalcan.

El titular catastral de una de las parcelas con la que linda la citada finca segregada es la empresa Carburantes Lajares SL, cuyo administrador es Miguel Rives, que estuvo vinculado a la televisión que tenía González Arroyo.

Desde principios de siglo se han venido detectando inscripciones y ventas de estos terrenos comunales, que luego han terminado en otras manos, que a su vez han logrado licencia de obras. Es el caso de una concedida en la zona en septiembre de 2020 por la Junta de Gobierno, ya con Pilar González en la alcaldía, para una vivienda unifamiliar aislada, con garaje y piscina.

Valores naturales

Esta zona cuenta con valores naturales y especies en peligro de extinción, como ha certificado un informe de SEO Birdlife. En el área del aljibe, actualmente, crían dos parejas de tarro canelo, el pequeño ganso del desierto, declarado por el Catálogo de Especies Amenazadas de Interés Especial y, por tanto, un ave protegida. Además, son habituales un largo número de aves amenazadas, pero sobre todo se trata de un lugar donde todavía se encuentra la hubara, en estado crítico de extinción.