CULTURA

Ecos de arte relacional y transformación de la vanguardia artística, en la Casa de los Coroneles

Tania García, artista visual y performática, presenta ‘Hábitat para el espacio profundo’, instalación artística que propone, desde el juego y un enfoque pop, una reflexión para el cambio global

Foto: Carlos de Saá.
María Valerón 0 COMENTARIOS 22/10/2020 - 07:39

Tania García (Caracas, 1984) se adentró en el arte performático, cuenta, atraída por su capacidad de centrarse en lo conceptual, de transmitir ideas y de permitir la interacción espontánea del público; el también llamado arte en acción la llevó por el mundo y le permitió participar en las muestras ADA Festival de Acciones (Oporto, en 2009), 6 Cuerpos 1er Festival Internacional de Performance (Murcia, en 2009), Action Art Centro de Cultura Contemporánea de Octubre (Valencia, en 2010) o el Festival PAO Performance Art Oslo (Oslo, en 2016), entre otros.

La artista, licenciada en Bellas Artes y con un máster en Filosofía y Cultura, presenta estos días su último trabajo, Hábitat para el espacio profundo, una instalación artística que se mantendrá expuesta en la Casa de Los Coroneles hasta el 12 de diciembre y con la que García explora nuevas posibilidades de relacionar obra y público: “Se trata de un proyecto pop, porque utiliza un tema futurista y divertido, pero, ¿por qué lo utilizo? Me parece un terreno fértil para que cualquier persona, incluso niños, pueda reflexionar acerca de lo que quiero plantear y que pueda cautivar de forma sencilla a la reflexión”, explica la autora.

“García parte en esta exposición de una idea inicial, con un punto lúdico, cómico: si abandonáramos la Tierra, ¿cuál sería nuestro equipaje?”, explica Sonia Cabrera, comisaria de la exposición: “La instalación artística, distribuida en tres salas, está formada por cajas de poliestireno, que generan un enorme impacto visual buscado por la artista a modo de denuncia (es uno de los materiales que más abundan en la Tierra), donde se han ido empaquetando elementos esenciales de diferentes campos del saber; al ser un proyecto relacional, se ha invitado a diferentes personas de distintos ámbitos a aportar cuáles serían los elementos esenciales de la Tierra para empezar de cero, qué salvaríamos de todo el conocimiento con el que contamos”, señala Cabrera.

La instalación artística está formada por 200 cajas; de ellas, 27 han sido equipadas por personas de diferentes ramas del conocimiento. Música, vídeos, documentos, semillas, obras de arte, tierra y minerales e, incluso, una vestimenta tradicional de La Palma, diseñada por una artesana con materiales útiles para el espacio, componen el contenido de este equipaje que ocupará durante unos meses la Casa de Los Coroneles.

“El objetivo inicial era crear, en paralelo a esta instalación artística, mesas de debate sobre aquello que decidimos salvar de la Tierra, con representación de las ramas del saber: filósofos, politólogos, sociólogos, científicos, artistas, humanistas, para generar una reflexión amplia y analizar por qué hemos escogido estos elementos en nuestras cajas”, explica García, que indica que el COVID-19 rompió algunos de los elementos clave del proyecto y que espera poder ampliarlo en el futuro para incluirlos de nuevo.

“Quería involucrar al espectador, que pudiera incluir su equipaje (aunque esto no fue posible) y revisar el equipaje de las cajas, abrirlas, explorarlas: en una institución, normalmente el espectador simplemente observa. En un museo, el espectador es partícipe en la recepción pero no es partícipe en la obra, eso es lo que quiero modificar”, explica la artista, que indica que busca despertar una sociedad más participativa, desde el terreno artístico hasta el ámbito social y político: “Somos una generación con un conocimiento brutal, capaz de pensar, de criticar, de reflexionar; podemos construir un mundo mejor”.

Sujeto y la identidad

“Se trata de una obra de arte relacional, y el arte relacional es impredecible, es incertidumbre”, explica Tania García. Esta corriente artística parte de dar más protagonismo a la relación entre arte y espectador, frente al objeto artístico; se trata de la esencia misma del arte en acción o performático, que provoca al público para que la experiencia, en sí misma, genere el contenido artístico. En Hábitat para el espacio profundo la relación también se ha producido antes de la exposición, con la participación de las personas de diferentes áreas del saber que han llenado parte del equipaje.

La artista Tania García propone apenas un juego, a través del arte, que permita pensar el mundo

“Durante el proceso creativo, y a partir de la idea de proyecto relacional, surgen nuevas direcciones: los sujetos participantes, al plantearse su equipaje para el espacio exterior lo hacen de forma diversa y siempre atendiendo a cuestiones más personales. Al seleccionar qué perpetuar en un posible mundo exterior, se vieron abocados a reproducir su mundo interior: había quien metía en su caja elementos personales que quería perpetuar, quien quería partir de cero. Surge una nueva reflexión de la identidad, que no era el punto de partida del proyecto”, explica Sonia Cabrera, que señala que de esta manera la propuesta tomó nuevas perspectivas.

Así surgen nuevos espacios dentro de la instalación artística, como el dedicado a la exploración del territorio y la identidad, en que la artista analiza cómo podría constituir nuevos límites (o no) territoriales, su construcción política, sus variables y la transformación del sistema de territorio de la Tierra: “La identidad ha sido siempre la base de toda mi obra creativa; creo que cada artista tiene sus propias reflexiones que le impulsan a la búsqueda y esta es mi obsesión: ¿de dónde soy? He trabajado mucho sobre la migración y aquí me paré para dejar de hablar de emigración y hablar de colonización, pero una colonización distinta. Se trata de un espacio completamente nuevo, donde todos somos inmigrantes y nada pertenece a nadie. Es un buen punto de partida para la reflexión”, explica García.

También de este trabajo de investigación previa surge el espacio de Cartografía bacteriana, que la artista denomina “el equipaje invisible”: a partir de un trabajo de recopilación, investigación y cultivo de muestras, extraídas de distintos centros de arte (en La Palma, Tenerife, Fuerteventura y Suiza), Tania García desarrolla un trabajo fotográfico a partir de diferentes microorganismos: “El conjunto de fotografías microorgánicas ofrecen, visualmente, la apariencia de nuevos planetas y paisajes, con lo que la sala de Cartografía bacteriana sugiere que estamos completamente conectados”, señala la comisaria de la exposición.

Relación con el público

De sus cajas, Tania García no se llevaría nada. Aunque muchas de las cajas de poliestireno, cerámica y madera de la exposición han sido equipadas por ella misma, asegura que se llevaría “la relación de todo el proceso”.

“Cada caja es un proyecto de relación creativa, incluso el apartado de las bacterias es una relación que he mantenido con centros de arte. Me llevaría el tiempo que dedicó la artesana preparando un traje para llevar la identidad, transformada, a otro mundo; o el pintor que cedió una obra que tiene desde hace más de 20 años”, cuenta la autora.

Seguidora de John Cage, Robert Filliou y la corriente Fluxus, García señala que se identifica con la idea de encontrar arte en “lo sencillo, lo cotidiano, la diversión, el juego”, en la interdisciplinaridad y en dar herramientas al espectador para que sea él o ella, quien transforme en arte la realidad. Por eso, su deseo de equiparse solo con las relaciones creadas desde su proyecto parece coherente con su cercanía a este movimiento artístico y parece un buen símbolo de lealtad a su propia obra. Al fin y al cabo, fue John Cage quien dijo: “El arte no es algo que haga una sola persona, sino un proceso puesto en movimiento por muchas”.

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