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Del bar de carretera al restaurante rural

Carmen Chico y Gema Aguilar se lanzan a la aventura empresarial con el renacimiento de La Finca de Triquivijate

Carmita muestra cómo la carne de cabra bulle en los fogones de La Finca. Fotos: Rafael Fuentes.
María José Lahora 2 COMENTARIOS 03/03/2020 - 07:25

A Carmen Chico y Gema Aguilar les gusta comentar con sus clientes que, gracias a su nuevo proyecto empresarial, han “dado vida” al restaurante La Finca de Triquivijate, conocido establecimiento de hostelería de Fuerteventura que llevaba diez años abandonado.

La fortuna quiso que la hasta poco regente del Bar García en Los Llanos de la Concepción y reconocida cocinera por sus platos de carne de cabra, Carmen Chico o Carmita, como se la conoce, se topase con la oportunidad de su vida, después de que se viera obligada a abandonar el establecimiento ubicado en la carretera FV-30, una de las más transitadas de la Isla, tras permanecer siete años al frente del mismo. “Algo tenía que hacer para no irme al paro”, comenta.

Dio la casualidad de que, además de encontrarse con el anuncio de su futuro restaurante en las redes sociales, Carmen conocía a la dueña de La Finca. Ambas, restauradora y propietaria, se beneficiaban mutuamente de llegar a un acuerdo. Carmen necesitaba nuevos fogones y la propietaria del restaurante a alguien que volviera a encender la chispa del que fuera uno de los restaurantes más concurridos de la zona, antes de que su marido enfermase.

Para el proyecto de restauración, Carmen contaba con su socia Gema, con la que ya trabajaba en el bar, y que ahora se ha convertido en la responsable de la repostería casera que ofrece a sus comensales en La Finca, al tiempo que está al frente de la cocina junto a su marido, Jonathan, al que han incorporado a la plantilla, además de dos camareras eventuales para atender las reservas de los fines de semana.

Tras conseguir arrendar el local de Triquivijate, se pusieron manos a la obra. Nunca mejor dicho, dado que ellas mismas han sido las responsables de realizar los trabajos de albañilería, fontanería y electricidad.

“Toda la reforma la hemos hecho nosotras, en tan sólo dos meses, trabajando 14 o 16 horas diarias”, señala orgullosa Carmen. Han contado también con la ayuda de sus parejas. Un “sacrificio” que ahora comprueban que tiene su recompensa.

Sin apenas ingresos y poniendo su propia mano de obra en la reforma, así ha podido salir adelante este ambicioso proyecto que no ha tardado en darles “satisfacciones” con domingos a pleno rendimiento y reservas a diario, según relatan las artífices de este renacimiento.

La rústica decoración del establecimiento corre a cargo, también, de las nuevas responsables, que han querido mantener la esencia rural de la zona donde se ubica el restaurante, en plena naturaleza. Aunque una de las cosas que más las animó a decantarse por el traslado fue la cocina del restaurante. “Impresionante y con toda la equipación”, resalta una orgullosa y emocionada Carmita, mientras muestra la olla de carne de cabra que está preparando.

Es una cocina en la que continuar con sus ya clásicos platos, principal reclamo de la propuesta gastronómica, donde la carne de cabra y el cabrito son los manjares más apreciados. Así lo demuestra la fiel clientela con la que ya contaban Carmen y Gema en el bar cafetería de Los Llanos de la Concepción, que no ha dudado en desplazarse hasta Triquivijate para continuar degustando estos platos junto a la población residente en la zona. “Tenemos Triquivijate revolucionado”, destacan las restauradoras.

A estos platos se suman ahora otras carnes, como entrecot, chuletón y solomillo. Sancocho y puchero se ofrecen también los fines de semana, junto a otros clásicos como el queso de Las Margaritas. Para los postres están buscando el que más identifique a La Finca, mientras tanto, presentan propuestas tan suculentas como tarta de queso, arroz con leche y tarta de tres chocolates.

También han abierto su cocina a la clientela internacional. Así se puede comprobar en la singular carta, pintada a tiza en la barra de madera que da entrada a la terraza del establecimiento, donde se detalla el menú en español, italiano, inglés y alemán. En el mismo se pueden leer también nuevos platos que han incorporado para dar un mayor servicio que se extiende hasta las cenas.

“Aquí trabajamos la noche”, señala Carmen, en referencia al cambio de horario con respecto al anterior local. “Madrugo menos y es más rentable que el horario de los siete años que estuve en el bar cafetería”, comenta.

Carmen y Gema están volcadas en convertir La Finca en centro de reunión social y por sus cabezas pasan numerosas propuestas para dinamizar la actividad del nuevo restaurante, como actuaciones musicales para amenizar las cenas o la celebración de una feria de abril majorera.

Comentarios

Buenos días Cuales su ubicación por favor? Gracias
Después de leer el articulo me muero de ganas de ir.

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