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Cristóbal Afonso, el posible artífice de las pinturas de La Ampuyenta

El doctor en Historia del Arte Juan Alejandro Lorenzo Lima atribuye al maestro tinerfeño las pinturas murales de la ermita, consideradas por algunos como las más importantes de su género en Canarias

Pinturas murales de la ermita de La Ampuyenta realizadas en las últimas décadas del siglo XVIII. Fotos: Carlos de Saá.
Eloy Vera 0 COMENTARIOS 26/01/2021 - 07:23

La ermita de San Pedro de Alcántara, en La Ampuyenta, ha sido apodada la Capilla Sixtina majorera. La cantidad y calidad de los cuadros en los que se representa la vida del santo titular, el retablo y, sobre todo, las pinturas murales, consideradas por algunos estudiosos las más importantes de Canarias, la convierten en única en Fuerteventura.

Ahora, un estudio del doctor en Historia del Arte por la Universidad de Granada, Juan Alejandro Lorenzo Lima, atribuye las pinturas murales a Cristóbal Afonso (1742-1797), un artista de La Laguna que destacaba en la segunda mitad del siglo XVIII como pintor muralista en Tenerife.

El libro de cuentas de la ermita de La Ampuyenta, custodiado en el Archivo Diocesano de Las Palmas, ha sido hasta no hace mucho tiempo la única pista que los investigadores del arte canario tenían como referencia sobre las pinturas murales de La Ampuyenta.

Gracias al documento, se conoce que estas tuvieron que ser pintadas entre 1773 y 1782. En este último año, aparece recogido que el mayordomo de la ermita, Jerónimo Ventura del Castillo, invirtió 16.330 reales en una serie de obras de la ermita, el acabado de la ampliación de la capilla mayor y “también las pinturas en el interior”.

Algunos estudiosos han ido atribuyendo durante las últimas décadas la autoría de las pinturas a maestros del arte canario. La obra ha sido atribuida por algunos al pincel de Manuel Antonio de la Cruz, artífice del púlpito de la iglesia de La Oliva. Otros a Juan de Miranda, del que sabemos que pintó el políptico de la iglesia de La Oliva y los cuadros de San Agustín y Santa Ana de la ermita de Valles de Ortega.

La atribución más reciente la realizó el historiador Manuel Barroso, que las identificó con la obra de Miranda en el libro Cuadros anónimos y obras del pintor Juan de Miranda en la ermita de San Pedro de Ampuyenta en Fuerteventura.

Recientemente, el doctor en Historia del Arte Juan Alejandro Lorenzo Lima presentó en el Coloquio de Historia Canario Americana un estudio sobre Cristóbal Afonso en el que concede la hechura de la obra de La Ampuyenta al autor tinerfeño.

¿Pero quién fue Cristóbal Afonso? Lorenzo Lima contesta asegurando que fue “uno de tantos maestros que trabajó en Canarias en una época tremendamente complicada, el final del Antiguo Régimen a finales del siglo XVIII. Le tocó vivir una época compleja en el arte, un momento de transición entre el carácter barroquizante del siglo XVII y los nuevos postulados de la Ilustración, con un mayor sentido de renovación”.

Durante años, fue etiquetado y recordado como el maestro de dibujo de Luján Pérez. Hoy se sabe que fue algo más que eso: un pintor atractivo, con una obra muy variada, que engloba diversas manifestaciones: retratos al óleo, obras devocionales, pero sobre todo fue pintor de murales y decorador de todo tipo de bienes, desde retablos a marcos efímeros, pinturas de bóvedas, paredes… “No es un pintor de gran técnica, pero sí muy resolutivo. Muy práctico y eficaz. Sus obras deslumbran nada más verlas”, asegura el investigador tinerfeño.

Hasta ahora, se han documentados trabajos de Afonso en la cúpula de la iglesia de La Concepción, en La Orotava, y en la iglesia de San Juan de La Orotava. También parece ser de su autoría el ciclo de pinturas de la iglesia de San Francisco, en Santa Cruz de Tenerife.

“Su contribución al arte canario fue muy importante porque pinta en una época en la que el Archipiélago despierta a esta manifestación artística. Antes había pintura mural, pero era muy limitada. Sobre todo, acotada a cúpulas y pechinas. En Canarias, existía la tradición de decorar templos con telas, terciopelos, damascos… Ese carácter efímero, vinculado a las telas, hizo que no se desarrollara tanto la pintura mural”, explica Lorenzo Lima.

Hubo una época en la que los tejidos dejaron de estar de moda. Los gustos ilustrados desterraron las telas y es entonces cuando Afonso empieza a pintar las paredes de las ermitas e iglesias con figuras decorativas.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Cristóbal Afonso realizó trabajos en las iglesias de Tenerife y, de forma puntual, en templos de Gran Canaria y Fuerteventura. En esta última, policromó en 1769 el retablo y pintó los lienzos del santuario de la Peña, en Vega de Río Palmas.

Él, como otros maestros de Tenerife, debió de tener una vinculación estrecha con Fuerteventura. Está demostrado que en el siglo XVIII diversos artistas de Tenerife fueron a trabajar a Fuerteventura. Entre ellos, Juan de Miranda, Manuel Antonio de la Cruz y Nicolás de Medina, autor de la pintura La Gran Nave de la sacristía de Betancuria y al que el doctor en Historia del Arte Carlos Rodríguez Morales atribuye otros lienzos de la iglesia de Betancuria, además del ciclo sobre San Pedro de la ermita de La Ampuyenta.

Según explica Lorenzo Lima, estos pintores se trasladaron durante temporadas a Fuerteventura a cubrir el vacío artístico que había a la hora de decorar las ermitas que iban surgiendo por todo el territorio insular durante el siglo XVIII.

Además, “sabemos que Afonso conocía la Isla y sus materiales porque importó yeso desde Fuerteventura para poder trabajar en la iglesia de La Orotava. Hay que recordar que fue muy común el trasvase de materiales entre las dos islas. De Fuerteventura siempre se envió cal y yeso a Tenerife, mientras que de esta se exportaban las maderas necesarias para techar las ermitas majoreras”, explica.

Juan Alejandro Lorenzo Lima lleva años con la sospecha de que la mano de Cristóbal Afonso está detrás de las pinturas murales de La Ampuyenta. “En Fuerteventura ha habido otros maestros que también pintaron las paredes de las ermitas, pero ninguna de estas pinturas murales alcanza la vistosidad de propuestas arquitectónicas que tienen las de La Ampuyenta”, asegura.

Icod y La Ampuyenta

Durante los trabajos de restauración de los murales de la iglesia del Amparo, en Icod de los Vinos, el restaurador Rubén Sánchez encontró la firma de Cristóbal Afonso en una de las cartelas de la pintura. El hallazgo permitió a Lorenzo Lima comparar técnicas y estilos entre las pinturas de La Ampuyenta y las de Icod. Al final, llegó a la conclusión de que detrás de las pinturas murales de la iglesia de San Pedro Alcántara estaba también Cristóbal Afonso.

El artista policromó el retablo de la Virgen de la Peña en 1769

“Hemos empezado a armar un puzle. Comparando ambas obras, vemos que las pinturas de la iglesia del Amparo tienen una sintonía con las de La Ampuyenta. Donde más se ve es en las similitudes que existen en las recreaciones arquitectónicas, la manera en la que se disponen los motivos arquitectónicos y el tratamiento de los personajes con formas que derivan de estampas devocionales”, señala el estudioso.

Las pinturas de La Ampuyenta se han valorado como las más representativas de la pintura mural en Canarias en el siglo XVIII y es debido, sobre todo, a que son unas obras “tremendamente vistosas. Cuando se observan, llaman la atención por la visión panorámica”, explica Lorenzo Lima. Sin embargo, “cuando empezamos a estudiar al detalle, diseccionar y ver cómo están compuestas, nos percatamos de que tienen muchas carencias y limitaciones, algo que también ocurre con las pinturas de Afonso en los templos tinerfeños”, añade.

Las pinturas murales de La Ampuyenta se extienden por las paredes de la epístola y el evangelio y por el arco del triunfo de la capilla mayor. Intentan simular un retablo a cada lado. Representan en cada una de las paredes un marco arquitectónico con dos cuerpos, uno bajo, donde se representa una especie de pasillo con galería abierta y otro superior con tres nichos, donde se intercalan representaciones pictóricas de santos.

Santos y balaustradas

En toda la pintura aparecen balaustradas, columnas de estilo corintio… Una arquitectura fingida que dota de majestuosidad la representación pictórica. “Los pórticos de entrada, que es lo más solvente de la pintura, copian fielmente estampas de un libro del padre Andrea Pozzo Perspectiva pictorum et arquitectorum que copian modelos romanos de finales del siglo XVII”, apunta el historiador del arte.

Los murales de la ermita de La Ampuyenta son de estilo tardobarroco

Los murales de Ampuyenta son, según explica Lorenzo Lima, “un conjunto tremendamente vistoso, una especie de collage donde aparecen cartelas de gusto rococó con inscripciones en latín. Introduce elementos en el cuerpo central, mientras que en el resto se limita a retablos con hornacinas en las que están representados San Francisco, San Antonio, San José y San Juan Bautista, mientras que en el cuerpo central aparecen una Inmaculada y un Niño Jesús Nazareno. Todo eso refleja un espíritu franciscano. Hay que recordar que la ermita está dedicada a un santo franciscano, San Pedro de Alcántara”.

Sorprende también, según el historiador del arte, “el protagonismo concedido a los colores claros en el fondo de toda la estancia y en la decoración de elementos como el arco de cantería de la capilla mayor. A estos tonos se unen los habituales grises, rojos, ocres y azules, cuya integración armoniosa dota al conjunto de una vistosidad mayor”.

Los murales de La Ampuyenta, de estilo tardobarroco o último barroco y preludio de las formas neoclásicas, fueron restaurados hace algo más de una década por la restauradora María Jesús Morante.

FUERTEVENTURA, CLAVE PARA ENTENDER LA PINTURA DEL XVIII EN CANARIAS

Juan Alejandro Lorenzo Lima forma parte de una nueva hornada de estudiosos interesados en situar la pintura antigua de Fuerteventura en el mapa artístico de Canarias. “La pintura mural y los grandes ciclos pictóricos que se representan en los lienzos de las ermitas majoreras son una de las mayores contribuciones de Fuerteventura al arte canario del Antiguo Régimen”, apunta el investigador.

Sin embargo, insiste en que este patrimonio requiere “una visión de conjunto. La pintura en Fuerteventura no empieza en La Oliva y acaba en Pájara, sino que tiene relaciones con el resto del Archipiélago. Eso no se ha estudiado detenidamente y es lo que falta por hacer. Un puzle donde hay que ir colocando las piezas”.

Si no hubiese aparecido la firma de Cristóbal Afonso en los murales de la iglesia del Amparo, en Icod de los Vinos, o haber conocido más su obra no se hubiese sabido nada de las pinturas de La Ampuyenta porque la pintura en Fuerteventura está en contacto directo con lo que pasa fuera y, al contrario, si nosotros no conociéramos las obras de Fuerteventura no podríamos avanzar en la catalogación”, sostiene.

Hasta ahora, los investigadores se han encontrado con que la documentación para estudiar el arte religioso majorero es muy limitada. No hay recibos, contratos, pagos directos al artista... “Por tanto, hay que recurrir a los análisis formales y comparativos con obras de dentro y fuera de la Isla para poder avanzar”, concluye Lorenzo Lima.

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