DESTACAMOS

Ayoze, secuestrado en casa por culpa de una rampa

Una sentencia judicial obligó a retirar una instalación en la vía que permitía su acceso a la calle. Desde entonces, Ayoze solo sale de casa para ir al médico y, a veces, necesita ayuda de los bomberos

Eloy Vera 2 COMENTARIOS 22/09/2021 - 07:14

“Tengo un niño de nueve años y no puedo hacer cosas con él porque no tengo cómo salir de casa”, asegura Ayoze Placeres, un joven de 40 años que hace cinco quedó parapléjico en un accidente de moto. Los dos primeros años pudo disfrutar de cierta libertad, gracias a una rampa instalada en su casa de Morro Jable por el Ayuntamiento de Pájara, hasta que la denuncia de un vecino y una posterior sentencia judicial obligaron a retirar la infraestructura. Desde entonces, vive secuestrado en su vivienda y sin ningún acceso que le permita acariciar la libertad.

Son las diez de la mañana y Ayoze duerme en su cama. Lo hace de lado, pues las secuelas del accidente le impiden hacerlo boca arriba. Sentada a los pies de la cama, su madre, Josefa Hierro, cuenta cómo el 22 de octubre de hace cinco años su hijo tuvo un accidente en un circuito de motos en Maspalomas, en Gran Canaria. “Trabajaba en las oficinas de la Naviera Armas, en Fuerteventura, y un amigo le propuso ir al circuito, fueron y tuvo un accidente de moto en el que resultó muy grave”, cuenta, mientras acaricia los pies de su hijo.

Tras el accidente, llegó la operación y múltiples lesiones que le condenaron a vivir en una silla de ruedas. Sufrió una rotura de diafragma (que quedó partido por la mitad), columna, once vertebras y escápulas. Aun así, pudo ir enfrentándose a la nueva realidad hasta que hace dos años entró en el quirófano para una nueva operación que no pudo terminar por la rotura de la vena aorta.

Ayoze se despierta y decide incorporarse a la conversación. Empieza contando cómo un día decidieron ir a un circuito de motos, pensando que allí estarían más seguros. Sin embargo, la moto le jugó una mala pasada y se quedó sin frenos. Reconoce que, al principio, fue duro hacerse a la idea de que su vida transcurriría, a partir de ese momento, en una silla de ruedas. “Fue duro saber que me quedaba parapléjico, pero lo asimilé rápido y bien porque veía que con la silla podía hacer todo. No me limitaba prácticamente nada”, confiesa.

A pesar del optimismo, su vivienda no estaba dispuesta a colaborar para hacerle más fácil su salida al exterior. Los accesos desde la casa a la calle son, bien a través de varios tramos de escalera, bien por una puerta que da a la calle trasera, la Maxorata, donde tropieza con una altura de más de un metro. Ante esta situación, no tuvo otra opción que realizar un escrito al Ayuntamiento de Pájara en el que pedía un elevador.

Tras visitar la vivienda y conocer la situación del joven, los técnicos municipales decidieron construir una rampa que facilitara el acceso al exterior a través de la calle Maxorata y que venía a sustituir una escalera metálica que durante años dio acceso a la casa. Era 2017 y la sonrisa volvía a la cara de Ayoze.

“Los técnicos del Ayuntamiento nos dijeron que lo del elevador no podía ser y dedujeron que lo más conveniente era hacer una rampa. Gracias a ella pude salir todos los días a la calle. Con la silla de ruedas, podía hacer un montón de cosas”, recuerda.

Más tarde, llegó una denuncia de un vecino en la que se quejaba de los inconvenientes que suponía la rampa y una sentencia judicial que obligaba a retirar la infraestructura. La corporación municipal que entró en el Gobierno de Pájara tras las elecciones de 2019, decidió acatar la sentencia y la rampa acabó en el suelo.

El Diputado del Común, Rafael Yanes, tras la queja presentada por la Asociación de Discapacitados Visuales y Auditivos (Adivia), solicitó a la corporación que gobernaba en ese momento que retrasara la ejecución de la sentencia del Juzgado de lo contencioso número 3 de Las Palmas de Gran Canaria hasta que se encontrara una alternativa de acceso a su casa, como una plataforma elevadora y, recordaba en su escrito, que esto último “se propone en la propia sentencia”.

El joven se quedó parapléjico hace cinco años por un accidente en un circuito de motos

Sin embargo, el Ayuntamiento hizo oídos sordos y la rampa acabó en el suelo. Con la demolición se cerraba el único acceso que permitía a Ayoze acariciar la libertad. Ese día, muchos sentimientos se entremezclaron en el pecho del joven, sobre todo el de la rabia. No entendía cómo un ayuntamiento, con el alcalde al frente, se prestaba a ello. Desde entonces, se ha tenido que conformar con ver el sol a través de los rayos que entran por su ventana.

Desde la cama, cuenta que su vida se limita a estar acostado de lado, con cambios de postura cada tres horas. Encuentra respiro en la televisión, YouTube y algunos podcast que descarga y va escuchando. Los dolores no le dan tregua, lo acompañan durante las 24 horas. Siente como si tuviera un cinturón apretándolo todo el día. De vez en cuando, sufre dolores neuropáticos que lo obligan a trasladarse al centro de salud en una ambulancia medicalizada. Son sus únicas salidas. “Salgo solo para lo estrictamente necesario”, asegura.

Cada seis meses tiene consulta en la unidad medular del hospital de Gran Canaria. La última cita fue en junio pasado, después de más de un año sin poder ir por culpa del Covid. Su familia dudó hasta última hora si llevarlo, consciente de la problemática que se les venía encima.

A la desesperada, Ayoze intentó que el viaje a Gran Canaria fuera en barco. La naviera le dijo que, de ser así, tendría que ser en ambulancia, pero “el Servicio Canario de Salud me dijo que no movían una ambulancia a otra isla y que tenía que ir en avión”, recuerda.

Al final, decidieron ir en avión, pero los problemas no dejaron de aparecer desde que comenzaron a moverlo de la cama. Hizo falta ambulancia, bomberos y la ayuda de los familiares. Ayoze explica cómo para él el camino hasta Puerto del Rosario “ya es duro porque no puedo ir acostado boca arriba. Tengo una vértebra que quedó mal y cuando la tocan me dan dolores fuertes”.

“Para poder ir me tomé bastante medicación de rescate”, asegura, mientras cuenta cómo hasta llegó a caerse en la silla eléctrica que le llevaba directamente al avión. Una vez dentro, hizo falta reservar nueve asientos para poder moverlo a Gran Canaria, después de días luchando para conseguir todas esas plazas aéreas. “Un viaje así no se lo deseo a nadie”, confiesa.


Imagen del desnivel insalvable de la casa.

Rampa polémica

La Asociación de Discapacitados Visuales y Auditivos (Adivia) ha seguido el tema de Ayoze de cerca durante los últimos años. Su asesor técnico de accesibilidad y por aquel entonces técnico municipal de Pájara, Carlos Hernández, explica que “sabíamos que la construcción de la rampa podía traer polémica, porque era un poco aparatosa, pero se hizo con todas las de la ley”.

En un primer momento, se empezó a hacer de bloques, pero, tras la denuncia, se paralizó la obra y se hizo metálica. Este aparejador, ya jubilado, insiste en que “se intentó consensuar con el vecino que se quejaba de que la rampa dejaba sin claridad el semisótano, pero no fue posible llegar a un acuerdo”.

Su casa tiene un desnivel de un metro y necesita de un mecanismo para salir

Carlos recalca en que la rampa tenía “todas las condiciones legales para hacerse, pero cuando el vecino presentó la denuncia la jueza se amparó en un informe de la Policía Local donde decía que no tenía la alternativa para que el viandante pudiera pasar, tal y como pide la ley para poner una rampa en la vía pública”. A lo que el aparejador añade, “estaba contemplado en el proyecto, pero no se había hecho porque la alternativa, que consistía en pintar una raya amarilla, la hacía el Ayuntamiento y no la había hecho. Se llevó a cabo tres meses después de considerarse que la rampa estaba terminada”.

Este experto en accesibilidad critica que la policía hiciera el informe que se presentó en los juzgados “sin preguntar al director de la obra qué pasaba con la alternativa. Se hicieron las fotos, se mandaron a la jueza y se tomó la decisión”.

Desde Adivia pidieron que se paralizara la demolición y que se pusiera una instalación provisional para poder entrar y salir hasta que se buscara una decisión definitiva que garantizara “el acceso universal que Ayoze estaba disfrutando en ese momento, pero el Ayuntamiento no nos hizo caso”, dicen.

El Ayuntamiento de Pájara adjudicó en junio de este año un proyecto de reurbanización de la calle Maxorata. Desde Adivia piden al Consistorio que se contemplen los accesos universales a los que la normativa de accesibilidad obliga, de tal manera que una persona en silla de ruedas pueda entrar y salir de su casa en este vehículo, ir a establecimientos públicos, entrar en otro domicilio o deambular por otros espacios sin problemas.

En unos tiempos en los que los ayuntamientos presumen, cada vez más, de ser accesibles, aparecen historias de puertas para dentro, como las de Ayoze, que solo pide una solución que le permita volver a salir a la calle, ir a comprar el pan, dar un paseo junto a su hijo o poder ir a rehabilitación porque, después de todo este tiempo postrado en la cama, ha perdido movilidad.

“Esto nos puede pasar a todos. Hasta salir de casa, tropezar en un bordillo y quedarte como yo estoy. Es injusto que se gaste dinero en un parque para hacerse la foto y no se ayude al pueblo con lo que realmente se necesita. Al final, los políticos solo piensan en la foto y salir elegidos otra vez”, denuncia. Ayoze y su familia solo piensan en que alguien les escuche y pueda volver a ver el sol desde la calle.

Comentarios

De película ,es tan buena que nos quedaría nos sin premio para todos los actores....de este drama. Patética la actitud de políticos ,vecinos ....ver para creer Eliminando Barreras.
Es lamentable que los ayuntamientos no resuelvan estas cosas tan necesarias.

Añadir nuevo comentario