ENTREVISTA

“La poesía es todo. La función del poeta, describir ese todo”

Jonay Cabrera, poeta

María Valerón 0 COMENTARIOS 17/09/2022 - 09:28

El poeta Jonay Cabrera, residente en Fuerteventura, publica La casa donde nací, un poemario de carácter autobiográfico en el que el dolor y lo social dialogan en el abstracto poético.

-¿Cómo es la casa donde nació Jonay Cabrera?

-La casa donde nací (que da título al poemario) es mi gran enseñanza de vida; quizás la casa donde ya lo viví y sentí todo, especialmente lo malo. Me crié en uno de los barrios más deprimidos de Tenerife y viví mi infancia en una época difícil (los 80, tiempos de la heroína). Vi cosas que, a lo mejor, un niño no tendría que haber visto, pero quizás por eso ya desde niño entendía que algo iba mal y me preguntaba por todo. Puede que sea el origen de ese cierto existencialismo.

-Es un poemario de luces y sombras, muy enigmático, mucha abstracción. ¿Autobiográfico?

-Sí, es autobiográfico y parte de esa casa donde nací, pero, en realidad, me interesaba ir más allá y no referirme exclusivamente a mi casa, sino a la casa de todos: trata de las desigualdades sociales, porque fue lo que viví, del desarraigo social, inclusive el desprecio de unos contra los otros. Hablo de inmigración, porque veo el paralelismo en ese trato despectivo hacia la inmigración y hacia otras realidades sociales que están en la periferia, y de muchas cosas que vivo de primera mano. Investigo sobre el por qué vivimos bajo diferentes condiciones, unos con tanto y otros con nada. Esa es la casa, que debe arroparnos a todos: a unos los tiene bajo recaudo el techo, otros ni siquiera un techo.

-Para esta casa de todos, que cuentas, se aborda bajo la superficie en el poemario: ¿Necesitamos aplicar cambios? ¿Cómo lo planteas, desde la escritura?

-Siendo sincero, sin querer ser negativo, creo que para poder cambiar algo deberíamos volver a nacer, no físicamente hablando, sino el nacer de una conciencia diferente. De cierta forma lo que estamos haciendo es matarnos los unos a los otros, y creo que ya basta. Esto es lo que queda también en mis poemas: estamos siendo gobernados por una élite, con alto poder económico, también intelectual, y han sabido alzarnos entre nosotros: el hijo contra la madre, familias en ruptura, los propios vecinos. Creo que necesitamos darnos cuenta de lo que está pasando, verdaderamente, tener un cambio de conciencia y romper con determinados rituales, patrones instalados.

-Este es un nuevo camino en tu trabajo poético, este virar hacia lo social.

-Sí, pero no es solo eso. Hay un espacio para el amor, otro para la guerra, hay un espacio para la desidia, para el abandono, para el desprecio. Para todo hay espacio en la poesía, aunque es básicamente mi punto de vista (es autobiográfico, claro).

-De ‘Los Abismos de Cal’ (2020), donde hay más presencia del amor, de lo luminoso, a ‘La casa donde nací’, una obra más oscura, hay un cambio profundo en las temáticas y estilos. ¿Buscabas este salto?

-Las obras son muy diferentes, y a la vez muy similares. No entiendo la poesía como un espacio para hablar solo del amor, además no es mi fuerte. La veo de otra manera. Para mí la poesía es todo, de lo más bello a lo más grotesco, y la función del poeta es describir ese todo. El poeta es esa persona que lo que trata es de identificar lo que es la poesía y después darle nombre; debe tratar de captar eso que está viendo en el momento (algunos con mayor acierto, otros con menor acierto, claro). La poesía siempre está ahí, el poeta no tiene nada que ver con eso; simplemente, de una manera extraña, conecta.

-‘La mirada del mamut’ (2003), ‘El giro del girasol’ (2010), ‘Los abismos de cal’ (2020). Este poemario es el que menos tiempo ha pasado para publicar. ¿Era un trabajo que necesitaba salir?

-Lo que ocurre es que no paro de escribir, siempre estoy escribiendo y publico cuando va surgiendo la oportunidad. Pero escribo de forma constante: lo que pensé que era una sucesión de imágenes inconexas, que venían a mí, resultaron ser poesía y ahora escribo a partir de imágenes que me abordan.

-Este giro hacia un punto de vista más social, que comentas: ¿Surge, quizás, de entender de forma diferente la función del poeta?

-El poeta siempre es imprescindible. Su función, creo, es deshojar, romper en llanto, y que los demás compartan ese llanto. Y es fundamental el llanto porque nadie, absolutamente nadie, crece o evoluciona en un mar en calma. Por eso hablo en este poemario de la soledad, hablo del llanto, del quejido. Por eso digo que mi poesía es fado; no se trata, simplemente, de deshojarse en lágrimas, sino en ser conscientes del dolor.

-¿Ya preparas futuros proyectos literarios?

-Próximamente, publicaré una plaquette con el título Las caras visibles de la luna, con BGR ediciones, y en estos momentos trabajo en una edición que quiero que sea mi obra: Entre alma y el cuerpo 100 poemas del desacato. En este nuevo poemario me centro en explicar verdaderamente lo que yo quiero aportar desde mi humilde posición, a lo social y a lo literario. Pienso que si no lo dejé bastante claro en La casa donde nací, esta es la oportunidad de hacerlo: si yo sobreviví, si yo salí de mi infancia, de los ambientes, del entorno, todos pueden salir.

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