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“La nueva ley trans lo que hace es ampliar y reconocer derechos”

Cristina Macario, joven trans de 26 años, asegura que la futura ley que promueve el Ministerio de Igualdad no intenta, en ningún momento, borrar a las mujeres

Cristina Macario. Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 4 COMENTARIOS 30/03/2021 - 07:31

En más de una ocasión, Cristina Macario acabó la jornada escolar llorando en el baño. Durante años, sufrió bullying en el colegio y, más tarde, en el instituto. Era la risa de sus compañeros por su amaneramiento y su afición por las muñecas. Las burlas aumentaron en la ESO, cuando empezó a dejarse el pelo largo y a pintarse la raya del ojo. Fue entonces cuando empezó a ser feliz.

Cristina, de 26 años, llega minutos antes de la hora a la cita con Diario de Fuerteventura. Se sienta y empieza a hablar sin parar. Trabaja como administrativa en el Ayuntamiento de Puerto del Rosario y tiene formación en Administración y Finanzas, dominio de varios idiomas, conocimientos en Asistencia a Dirección... El tiempo libre lo dedica al activismo y a dar voz al colectivo trans a través de Altihay, la asociación de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales de Fuerteventura.

La conversación avanza. Es tiempo ahora de hablar de su infancia. “Iba al colegio y me sentía más a gusto con las niñas que con los niños, sin saber el motivo por el que también empezaba a sentir una atracción por los niños”, recuerda.

Un día sorprendió a su madre con una pregunta “es normal que me gusten los chicos porque mira qué chico más guapo es este”, le espetó mientras le mostraba la carátula de la película Harry Potter en la que aparecía el actor Daniel Radcliffe. Su madre le dijo que sí era normal.

“En mi casa y en el colegio fantaseaba con ser la princesa del cuento. Me veía reflejada en las princesas de Disney”, comenta. Todo aquello despertaba las burlas de sus compañeros de aula. Cristina recuerda salir de clase a llorar al baño. Los profesores no parecieron darse cuenta del bullying al que estaba expuesta.

Con algunos años más, empezó a oír hablar de las mujeres trans; a sentir interés por el discurso de Carla Antonelli y a seguir a Kim Petras, en aquel momento la persona transexual más joven del mundo en someterse a una vaginoplastia. Después de oír sus discursos y empaparse de información, comenzó a darse cuenta de que su sueño de ser la princesa del cuento podía hacerse realidad.

Primero se lo contó a su madre en el coche. Luego, a su padre en el sofá de casa. “Sé que para mis padres fue duro. Estaban informados y tenían amigos LGTBI, pero les preocupaba lo que yo iba a padecer. Lo único que me dijeron es que pasara de todo el mundo y fuera feliz. El hecho de tener unos padres como los que he tenido facilita muchísimo la vida”, confiesa.

Cristina empezó a dejarse el pelo largo y a pintarse la raya del ojo para ir al instituto “y me encantaba, me sentía bien”, reconoce. Mientras tanto, seguía acudiendo con vestimenta masculina a clase, lo que hizo que el acoso se perpetuara en la ESO.

“En aquel momento, tuve el apoyo de los profesores”, asegura. En torno a los 15 años, empezó el tránsito del género asignado al sentido. “Mis padres nunca me metieron prisa. Nunca me dijeron ‘tienes que hacer esto porque eres trans’, sino que me dejaron fluir. Sin yo saberlo, mi padre fue a su médico de cabecera para informarse de cómo me podía ayudar”, recuerda.

Con 16 años, empezó el tratamiento hormonal. Ella no llegó a tomarse los bloqueadores e inhibidores que las niñas y niños trans suelen tomar en la pubertad para frenar el desarrollo hormonal del cuerpo e impedir así que se desarrollen los caracteres sexuales secundarios. El tratamiento evita que a las niñas trans les aparezca el vello o se les agrave la voz y a ellos que se les desarrolle el botón mamario o les llegue la menstruación.

Cristina defiende que la toma de los bloqueadores debe ser con asesoramiento de un endocrino y siempre bajo la premisa de la libertad individual. “Hay mujeres cis (cuya identidad de género coincide con el sexo que se les asignó al nacer) que tienen un desarrollo muy exagerado para sus edades y eso no se frena. Es el niño o niña informada quien debe elegir el bloqueo. Se le debe decir ‘va a pasar esto en tu cuerpo si no lo tomas’, pero sin alarmismos ni miedos”, insiste.

“La sociedad impone unos roles de género que hay que seguir y desde que no entran en ellos empiezan las miradas y comentarios. Para impedir eso se ponen los bloqueadores. Es una medicación. No es peligrosa, pero todo lo tiene que decir el endocrino y no los amigos”, subraya Cristina.

La Organización Mundial de la Salud retiró en 2018 la disforia de género de la lista de trastornos psiquiátricos. El borrador de la nueva ley trans prevé eliminar los informes psicológicos y psiquiátricos y adelanta a la pubertad los tratamientos hormonales.

Cristina celebra la propuesta y calla voces planteando cómo “una niña puede elegir libremente abortar o tomar la píldora, que no dejan de ser hormonas y tener efectos secundarios, y yo no puedo iniciar un tratamiento hormonal supervisado y con analíticas reguladas”.

Autodeterminación

Otro de los aspectos más controvertidos de la ley trans, que impulsa el Ministerio de Igualdad, es la autodeterminación de género. El borrador recoge que “toda persona tiene derecho a construir para sí una autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género, orientación sexual, identidad de género y expresión de género”. Una rama del feminismo considera que la autodeterminación de género pone en riesgo el concepto jurídico y lo que supone ser mujer como sujeto político.

Antes de cambiar su nombre en el DNI, tuvo que acudir a una psicóloga

Cristina contesta a todo ello, asegurando que, si se borra a las mujeres, “se me borra a mí también. Entonces, la ley trans no tendría ningún sentido. Si se borra a la mujer se nos borra a todas y cada una de nosotras, con lo que nos afectaría a todas y cada una y una ley no va a promover eso”.

La joven insiste en que “lo único que hace esta ley es ampliar y reconocer derechos, pero no borrar a las mujeres. Si nos ponemos en la tesitura de que una mujer es una vagina, como un horno de gestar, entonces qué haríamos con las que no pueden gestar”. “Aunque seamos una minoría tenemos derechos igualados al resto de la sociedad. Ni más ni menos. Nos merecemos un respeto. La expresión de género tiene que ser una decisión personal. Tú decides cómo expresar tu género”, añade.

El borrador de la futura ley trans también permite cambiar el DNI con “una declaración expresa” de la persona y sin informes médicos o psicológicos. Cristina logró cambiarlo cuando estaba a punto de cumplir los 18 años. “Es un proceso muy largo. Hay que conseguir muchísima documentación. Desde que se hace la petición en el registro civil hasta que obtiene el DNI puede pasar un año o más”.

Antes de poder cambiar su nombre en el DNI tuvo que acudir durante un año y medio a una psicóloga y, en dos ocasiones, a la consulta de un psiquiatra. “Sabía que no estaba loca, ni trastornada, pero pensaba si esto es lo necesario para conseguir lo que quiero voy a hacerlo”, explica.

“En las últimas consultas con la psicóloga le dije que me llamara por mi nombre sentido y lo respetaron. Yo lo vi como la consulta con una médica con la que hablaba de otros temas como la falta de autoestima o el bullying en el colegio. Para mí era un sitio en el que me podía desahogar”, confiesa. También tuvo que pasar por un perito forense en el Registro Civil que le indicó que le dijera quién era.

Cristina puede presumir de no haber sentido discriminación en su entorno laboral. Sabe que otras compañeras no pueden decir lo mismo. Un estudio de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea refleja que el 63 por ciento de las personas trans encuestadas en España han manifestado sentirse discriminadas en el último año. El 39 por ciento, por profesional sanitario. El 51 por ciento de las entrevistadas aseguró haber sufrido acoso escolar.

Por este motivo, desde el colectivo Altihay siguen pidiendo más medidas que frenen la discriminación y protocolos de acompañamiento trans en los centros educativos y en la sanidad. También la despatologización total de la transexualidad.

“Para decir quién soy no necesito pasar por un psicólogo. Como yo decida manifestar mi género es un asunto mío”, sostiene Cristina. Termina la conversación con otra pregunta: ¿por qué las personas cis tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quieran y las personas trans no?”.

Comentarios

Una aberración de Ley,que da una serie de privilegios a este tipo de colectivos minoritarios.Una Ley que se suma al sometimiento,ante la Ley, del hombre ante la mujer.Despues se llenan la boca con la palabra Democracia e Igualdad.Unas palabras que no tienen nada que ver con este tipo de leyes que promueven,es más,van en contra de la Igualdad verdadera. Añadir que los tratamientos trans los pagamos el resto de los españoles,mientras que ciertas vacunas para nuestros hijos las tenemos que pagar(80 y 60€).También los arreglos dentales y demás...............Quieren ustedes más derechos..........Están ustedes robando los presupuestos de todos los españoles en contra de los intereses generales.
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En serio, a estas alturas? Pero de que tribu son estas personas? Increible
Respuesta a Ray : de la tribu de los que nos levantamos cada día a las 6 para trabajar catorce horas diarias y dedicar la mitad de nuestro esfuerzo a financiar chiringuitos varios. ¿Y usted de qué tribu es?

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