ENTREVISTA

“En Fuerteventura se han olvidado de los nómadas digitales, pese a sus ventajas”

Diego Gaspar, responsable de Coliving and Surfing del Hotel Surfing Colors

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 24/01/2023 - 08:43

Durante la pandemia por Covid, el Hotel Surfing Colors en Corralejo decidió no cerrar sus puertas y apostar por un turismo que cada vez ganaba más adeptos en Europa, los llamados nómadas digitales y remote workers. Pronto, se convirtió en un caso de éxito que no tardó en tener imitadores en otros lugares de la Isla. De las 200 camas que tiene en la actualidad, 35 las ha dedicado a crear un coliving: el Coliving and Surfing. Su responsable es Diego Gaspar Gómez, un experto en marketing que ha sabido encontrar las ventajas del turismo que llega a la Isla en busca de sol y playa, pero con un ordenador para seguir trabajando a distancia. “Es un turismo que puede aportar mucho a Fuerteventura” -sostiene- “un talento enorme que se puede aprovechar para desarrollar muchas cosas en la Isla”.

-En los últimos tiempos se oyen, cada vez más, en Canarias los términos nómada digital y ‘remote workers’. ¿Qué diferencias hay?

-Nómada digital es alguien, normalmente soltero, entre 20 y 30 años, que se dedica al marketing online con una filosofía de viajar por el mundo, mientras que los remote workers son personas, entre 30 y 40 años, que tienen que trabajar de ocho de la mañana a cinco y media de la tarde para una empresa, que le da potestad de poder trabajar en remoto durante tres meses al año fuera de su país de origen, pero en Europa. Por ejemplo, muchas empresas en Berlín están dando facilidades a los trabajadores para poder teletrabajar en remoto tres meses al año fuera de su país, pero dentro de la Unión Europea.

-¿Cuál es el perfil de personas que llegan a Fuerteventura para teletrabajar?

-Nuestro coliving lleva abierto desde septiembre de 2021. En él hemos visto varios perfiles, pero casi todos son trabajadores del norte de Europa, Alemania e Inglaterra. Muchos de ellos son remote workers con otras necesidades al nómada digital. Te puedes encontrar otro tipo de perfil más maduro y con otras necesidades: familias, parejas, gente con mascotas... Hemos hecho una investigación bastante exhaustiva y hemos visto perfiles de personas que ganan una media de 80.000 euros al año y son programadores o trabajan dentro de startups consolidadas o los famosos unicornios.

-¿Cuál es el tiempo de estancia que están en la Isla?

-Suelen ser entre un mes y mes y medio de media. Hay algunos que pasan tres meses y otros dos semanas.

-Con la llegada de la pandemia por Covid los hoteles de Fuerteventura, que se quedaron abiertos, encontraron un respiro en el turismo de los nómadas digitales. Dos años después, ¿se ha desinflado ese modelo turístico en la Isla?

-En ese momento parecía que era la esperanza para el sector. Luego, volvieron los turoperadores y todo se puso en ellos. Creo que la normalidad se ha estancado. El año pasado fueron 45.000 los nómadas digitales en Canarias. Vemos que va creciendo y creo que se va a duplicar. Eso significarán 90.000. En Fuerteventura se ha consolidado y, especialmente, en Corralejo, que ha tenido la suerte de que ya venían atraídos por el tema del surf. Ahora mismo, hay muchos remote workers y nómadas digitales. En nuestro caso, estamos buscando otros espacios para abrir en otras localidades. Además, con nuestra experiencia hemos creado una consultora, Innremote, para ayudar a establecimientos que quieran adaptarse a este tipo de cliente.

“Hasta que no se tenga una buena wifi y espacios preparados no vendrán

-¿Está preparada Fuerteventura para el previsible incremento de llegadas?

-Ni Fuerteventura ni Canarias. No hay gente ni espacios capacitados. No estamos preparados para eso. Hay que tener en cuenta una realidad, hasta que no se tenga una buena wifi y espacios preparados para trabajar no vendrá gente. Tenemos que pensar que es una oportunidad muy grande. Es un turismo que se quiere quedar y sentirse local, y tiene sus ventajas. No es un turismo de bajo coste que llega, destroza y se va, sino que es un turismo que quiere la Isla y, al final, se enamora y quiere contribuir a la Isla. Puede aportar mucho, pero puede traer consecuencias como la subida de precio. Es un turismo que, al final, se siente local. El hecho de sentirse locales puede aportar a Fuerteventura un talento enorme. Son personas muy formadas y preparadas. Ese talento se puede aprovechar para desarrollar muchas cosas. Yo tengo un reto muy interesante ahora, que es hacer retiros para equipos de empresas. Se empieza a tener mucha demanda de este tipo y no existen espacios preparados para alojarlos. Creo que Canarias, y en especial Fuerteventura, es un lugar ideal para hacer retiros de empresa, en especial en el invierno del norte de Europa.

-¿Qué consecuencias negativas puede traer?

-En Berlín he visto una gentrificación que puede generar una subida de precios y también que se pierda la identidad local, pero no se puede olvidar que es una nueva identidad. Pero vamos a darle la vuelta. Por qué no hacer lo negativo positivo. Este tipo de perfil tiene talento que puede aportar mucho a Canarias. Nosotros intentamos enseñarles los retos de las Islas: falta de agua, migración, migración del talento local joven, subida de precios, el reciclaje... Invitamos a actores sociales locales para enseñarles esto y que se involucren con su conocimiento y ayuden a mejorar Fuerteventura. Incluso, hemos hecho un par de prototipos con alumnos y remote workers para que puedan idear mejoras para la Isla.

-¿Cómo tiene que prepararse un hotel para este tipo de turismo?

-El hotel necesita un espacio físico para trabajar que sea muy cómodo. No vale poner unas sillas en cualquier sitio. Toda persona, cuando quiere trabajar, demanda un espacio cómodo, una buena wifi y café. Un espacio que esté en silencio y luego que haya otro espacio para hacer las reuniones. También debe tener un dinamizador, una persona que sea community manager, que solucione los problemas que pudieran surgir entre ellos, que dé la oportunidad de que puedan conocer otras comunidades parecidas a las suyas y que sean conscientes de la realidad social y cómo pueden ayudar a mejorar. Ayudarles a sentirse como un local. Si no tienes estas facilidades, se van a un Airbnb, que puede ser, incluso, un poco más barato. El hotel tiene que prepararse para dar una experiencia de trabajo, ocio, generación de comunidad y conexión con la realidad social del entorno.

“Este perfil turístico tiene talento y puede aportar mucho a Canarias”

-¿Y cómo se debe preparar Fuerteventura?

-Desde mi visión, tiene que prepararse en todo el tema de la wifi. Preparar las instalaciones para la llegada de estas personas. Tenemos que prepararnos, por ejemplo, para recibir a empresas que se dediquen a mover muchos datos. Ahí no vale una conexión normal a internet. Hacen falta sistemas para que ellos puedan trabajar cómodos. No sé si estamos preparados para eso. Mi gran problema ahora mismo es buscar espacios para atraer equipos de trabajo de empresas. Si sube la demanda, no tenemos oferta de calidad para estos.

-Se ha dicho que la llegada de nómadas digitales disparará el precio de la vivienda…

-Cuando se oye todo esto de la vivienda y se suele culpar a los remote workers y nómadas digitales digo lo mismo. Pienso que es un problema más a nivel social e internacional. Lo he vivido en Berlín y he visto en Barcelona y Madrid cómo se gentrifican las ciudades y no es solo por este tipo de perfiles, sino que es producto de una nueva sociedad. Hay que sentarse y ver qué está pasando socialmente. Es fácil poner el foco en este tipo de perfil, pero hay que pensar que es un porcentaje bajo de todo el turismo que llega. Además, ¿quién permite sacar a mercado tantas viviendas vacacionales y casi ninguna social? ¿Quién se lucra de este negocio? Tengo una vivienda, construyo una habitación extra ilegal y.... Vamos a ser serios y hablar de verdad de este tema a nivel social.

-El cierre de algunos destinos por la pandemia ayudó al despegue del turismo remoto en las Islas, pero una vez que se han ido abriendo estos mercados ¿cómo ha afectado a Fuerteventura?

-En el caso del nómada digital sí, en el remote worker no. El nómada digital se puede permitir volver a Bali, porque no depende de una empresa directamente, pero en el caso del remote worker, una de las cosas que le dice su empresa es que no se puede ir a un sitio de 12 horas de viaje por si pasa algo y tiene que volver. Al remote worker le dan tres meses para que se vaya donde quiera, pero no puede salir de Europa. Eso le está ocurriendo a Costa Rica, Panamá y Colombia con los canadienses y americanos. A Bali le está pasando con los australianos y en Canarias o Madeira lo estamos teniendo con las empresas europeas.

-La llegada de la normalidad al sector turístico está haciendo que suban los precios. ¿Cómo les puede afectar?

-Si subimos los precios y encima estamos sin vivienda social para que vengan los trabajadores nos estamos cargando la gallina de los huevos de oro.

“Fuerteventura es un destino ideal para el turismo de los retiros de empresa”

-¿Tiene la impresión de que, una vez recuperado el turismo tradicional, se ha dejado de lado la apuesta en la Isla por el turismo nómada?

-En Canarias sigue habiendo una apuesta, pero a nivel Fuerteventura se han olvidado de ellos, a pesar de ser una oportunidad muy grande. Es un tipo de turista que no es de bajo coste y quiere sentirse parte de la Isla. Luchar contra la gentrificación es algo imposible, pero se puede dar la vuelta a la historia. ¿Por qué no damos la oportunidad a los locales de estudiar data, programación o experiencia de usuario (UX) para que puedan trabajar desde aquí para empresas de fuera?

-El Patronato de Turismo lanzó el pasado año una campaña con la intención de captar este tipo de turismo. ¿Cree que ha hecho bien su trabajo?

-Aquí veo que cada uno va por su lado. Vemos cómo Corralejo ha hecho su propio proyecto, en vez de ir todos juntos. Creo que los que estamos apostando por este tipo de comunidades o coliving estamos haciendo más que el gobierno local.

-Corralejo es la zona de la Isla con más nómadas digitales y ‘remote workers’. ¿El municipio de La Oliva ha avanzado o se ha quedado en el intento para atraer este tipo de turismo?

-Creo que el gran problema que hay es el desconocimiento de cómo son este tipo de clientes. La campaña del Ayuntamiento de La Oliva, desde mi punto de vista, no tuvo sentido. No supe cuál era la dirección hacia la que querían ir.

-Cómo experto en marketing, ¿cómo tiene que ser una campaña para atraer a este tipo de clientes?

-Creo que no se ha hecho un buen estudio de cómo es el cliente que está viniendo. Hay un desconocimiento total. Hay que hacer un proyecto serio sobre el tipo de cliente que viene aquí. Hacer entrevistas de usuario, conocer cuáles son los miedos y las ventajas de venir. Esos miedos hay que intentar atenuarlos y provocar algo que sea beneficioso para ellos. Se deben adaptar las necesidades de estos a una buena experiencia y no vale con la idea del turista tradicional. Vienen por el sol y playa, pero también hay que vender una buena wifi, buena conexión, que van a hacer amigos, impacto social, conectarles con la realidad de la Isla... Nos hemos dado cuenta, incluso, de que algunos quieren comprar pisos porque quieren vivir aquí. Creo que no se está entendiendo al nuevo cliente. Hay que conocerlo muy bien para adaptarse a lo que él quiere.

-¿Faltan ‘coworkings’?

-Ahora mismo hay, pero necesitamos más coworking y coliving que sean de verdad. No aquellos a los que se les pone esta etiqueta, pero detrás es un Airbnb. El coliving debe tener una parte de comunidad. Una de las cosas que quiero hacer es intentar que se cree un título oficial para gestionarlo. Creo que la persona que lo gestiona debe tener un certificado. ¿Por qué no montamos desde Canarias el primer certificado para coliving a nivel mundial? Debe ser una persona que sepa gestionar las comunidades, ser un conector con la realidad de la Isla para ellos, saber algo de los programas de gestión, que sepa de gestión de limpieza y mantenimiento. Me he dado cuenta de que estamos haciendo innovación dentro del turismo y no es fácil. Es un sector al que le cuesta innovar.