ENTREVISTA | Carlos Battaglini Manrique de Lara

“El mejor proyecto de cooperación es el instinto de supervivencia”

Diplomático y escritor, tras residir en sitios como Granada, Irlanda, Londres, Madrid, Bruselas, Liberia y Papúa Nueva Guinea, Carlos Battaglini se ha afincado en Fuerteventura donde vive dedicado en cuerpo y alma a Salir, su libro de relatos cortos

En medio de la selva en Liberia.
Lourdes Bermejo 4 COMENTARIOS 26/05/2018 - 09:42

Carlos Battaglini es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y máster en Medio Ambiente. Ha trabajado en el ámbito diplomático, concretamente en el servicio exterior de la Unión Europea, y mantiene el blog ‘Las palmeras mienten’ (www.laspalmerasmienten.com), donde habla de los viajes realizados por más de cuarenta países, de sus impresiones acerca de la literatura así como de sus reflexiones del día a día. Tras residir en sitios como Granada, Irlanda, Londres, Madrid, Bruselas, Liberia y Papúa Nueva Guinea, se ha afincado en Fuerteventura donde vive dedicado en cuerpo y alma a Salir, su libro de relatos cortos para el que ya ha recibido varias ofertas de publicación. Está a punto de finalizar su nueva web: www.carlosbattaglini.es.

- Después de viajar por el mundo y residir en países tan diferentes ¿Qué le ha hecho apagar el móvil e irse a vivir a El Cotillo a escribir?

- Se dio una serie de factores: me encontraba absorbido por un trabajo muy exigente y no tenía tiempo libre. Por otro lado me di cuenta que me estaba empezando a aburguesar. Me lo ‘curré’ para tenerlo todo, pero eso hizo que llegase un momento donde empecé a perder la perspectiva, la capacidad crítica. Tanto viaje hizo incluso que perdiese la capacidad de asombro, de sorpresa ante la belleza de lo que veía. Llegó un momento en que aterrizaba en sitios como Sidney y no sentía nada. En una palabra: necesitaba volver a recuperar la sensación de vértigo. Influyó también que mi producción literaria, una pasión que he tenido siempre, no era eficaz. Mantenía el blog y procuraba sacar tiempo de madrugada o por la noche para escribir y leer, no tenía vida. Así que tomé la decisión de pedir una excedencia y elegí Fuerteventura, precisamente por la paz que siempre me ha transmitido. Aquí me concentro muy bien.

- Aunque aún no está decidido, probablemente titule su libro de relatos Salir. ¿Qué temas aborda y cuál es su línea literaria?

- Los relatos van de gente como tú, como yo, de gente como los que leerán esta entrevista. Es decir, va de lo que nos pasa a los seres humanos en el día a día. Son, por tanto, relatos contemporáneos, que abordan nuestras peculiaridades: la extrañeza ante el mundo, la desubicación, los sueños, las traiciones, las relaciones amorosas, la rabia, la familia, la identidad, la memoria, el ego… Por momentos son relatos autobiográficos, cosas que me han pasado. Por ejemplo hay un relato inspirado en mi estancia en Londres, cuando finalicé un trabajo de becario de la UE y tuve que ponerme a buscar trabajo de lo que fuera. Acabé metido en una furgoneta con un montón de chicos paquistaníes y africanos que se pegaban por ir como mano de obra a un trabajo miserable. Fue como una revelación, un despertar de lo ‘chungo’ que puede ser la búsqueda de trabajo. De Fuerteventura, de momento, he incluido los rasgos de un personaje. Los majoreros de costa y los surferos de por aquí me recuerdan a veces a los australianos, con esos ojos salinos que crea el mar.


Explicando un proyecto a las comunidades en Liberia.

- ¿Qué conclusiones vitales ha sacado de su estancia en tantos países tan diversos?

- He estado en más de cuarenta, hasta en Corea del Norte. Creo que la lección más importante es que hay que ser humilde. No importa el éxito que tengas, lo leído o viajado que seas, tu rango social, si te pasas de listo. En la vida siempre viene algo o alguien que te pone en tu sitio. Hay que ir a por todas sí, pero teniendo respeto, prudencia y los pies en la tierra porque absolutamente todo el mundo tiene algo que aportar y contar. Otra conclusión es que todo está vivo, hasta un azulejo. Solo hay que aprender a mirar.

- Díganos un buen sitio para quedarse a vivir.

- A veces me gustaría no estar en ningún lado, desaparecer en cuerpo. No, en serio, sinceramente solo he estado tranquilo, con una sensación de paz interior de la mañana a la noche, en África. Iba siempre con una medio sonrisa. Allí tengo una sensación de comodidad, de cercanía, de compadreo que no la tengo en Occidente. Pero siempre acabo volviendo a las Islas Canarias. Fuerteventura y Lanzarote son lugares especiales, que pueden competir en armonía y belleza con los lugares más excepcionales del mundo. Eso lo tengo ahora muy claro.

- Háblenos de su trabajo en cooperación internacional.

- Desde que aprobé las oposiciones para el servicio exterior de la Unión Europa he desarrollado mi labor diplomática como cooperante en delegaciones de varios países. En Liberia estuve de 2010 a 2014. Llegué a un país devastado por una guerra civil cruenta y con la mentalidad de ‘darlo todo por la causa’. Fue mi bautizo en el mundo de la cooperación, protegiendo el bosque liberiano y lidiando con exniños soldados para su satisfactoria reincorporación a la sociedad. En Liberia existe un grado altísimo de analfabetismo, creado por las élites de antiguos esclavos que provenían de las plantaciones de algodón de Estados Unidos y que regresaron para ejercer un poder tiránico, cuando todo el mundo esperaba que trajesen libertad. Lo cierto es que Liberia es una sociedad desvertebrada. En cuanto al mundillo de la cooperación, francamente, yo pensé ingenuamente que encontraría a muchos ‘cheguevara’, a muchos seguidores de Mandela o de Thomas Sankara (líder revolucionario de Burkina Faso), pero lo primero que percibí fue una brecha social brutal entre los cooperantes y los ciudadanos del país, amén de unos altos índices de frivolidad. Esperaba gente comprometida y encontré muchísima, pero también di con mucho burócrata y ocioso, sin ser injusto con los que creen en lo que hacen, que como digo hay muchos. Por otro lado, tiré abajo el mito condescendiente de que todos los pobres o víctimas son buenas personas por definición. Muchos de los ‘pobres’ no querían democracia o un parlamento, sino una casa y un coche. Iban a por ‘sus 15 dólares’. Pero claro, esos valores se los inculcó la visión de lo que veían pasando enfrente de sus narices. Hay que dar ejemplo. Otra cosa que he aprendido es a no esperar a ser salvado por nadie, ni por un proyecto de cooperación en África, ni por un líder político en Occidente. Si esperas que te salve Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera tienes un problema. En Liberia descubrí que el proyecto más eficaz es el instinto de supervivencia. Solo tú puedes salvarte.


Visita a los proyectos en las comunidades en Liberia.

- ¿El ambiente era distinto en Papúa Nueva Guinea?

- Papúa tiene una base cultural muy diferente. El país se independizó de Australia en 1975 y todavía está saliendo de la colonización. Muchos no han asimilado el cambio de tribu a ciudad, el proceso de occidentalización que se está generando a su vez acarrea un preocupante componente de violencia. Hay que tener en cuenta que es un país donde se habla 875 lenguas y con un componente tribal todavía más bestial que el que percibí en Liberia. La población está estratificada entre las poblaciones de la costa y la montaña, que aún no acaban de aceptarse. Allí la otredad está remarcadísima. Si eres de los míos, te ayudo, si no, ya veremos. Y luego hay un terrible fenómeno de violencia de género. El 70 por ciento de las mujeres han sido maltratadas al menos una vez en sus vidas y, lo que es más grave, ese tipo de comportamiento está bien visto por mucha gente. Nuestra misión allí fue intentar revertir esta y otras situaciones injustas. Yo estaba particularmente concentrado en el área forestal y de cambio climático. Por lo demás, desde el punto de vista ambiental, Papúa Nueva Guinea es espectacular, con muchísima riqueza forestal y unas playas de colores turquesa y cobalto. Es un país también de gente buena con un gran potencial que esperemos sepan aprovechar en los años venideros.

- Tiene experiencias por todo el mundo, pero usted vive ahora en El Cotillo.

- Como he comentado, al final siempre vuelvo a mis queridas Islas Canarias.


Papúa. Día de la Independencia.

Comentarios

Ojos Salinos!!?? LoL Chico por muy viajado que estés, lo que ves son más bien ojos engrillaos!! En fin, otro mas que se apunta al cuento de la buena pipa.
Bien dicho, Surfero.
Magnífica entrevista!! Llenas de vivencias interesantes!! Te auguro un gran futuro, Campeón!!!
Enhorabuena!!! Dá gusto leer una entrevista como esta!! Ánimo!! Necesitamos gente con cultura, ante tanta ignorancia!!

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