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“El cine estimula y entrena tanto la razón como la emoción”

Alan González, cineasta y miembro de la Escuela de San Antonio de los Baños

Myriam Ybot 0 COMENTARIOS 16/08/2025 - 08:53

Director de la cátedra de Guion de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba) y referente internacional en la enseñanza audiovisual, Alan González Hernández ofreció en Lanzarote un taller de fundamentos de guion, invitado por la asociación Tenique Cultural. A sus 38 años de edad, el realizador ha recorrido ya un largo camino desde que se graduara en el Instituto Superior de Arte de La Habana y luego en la Escuela de Cine de San Antonio. Fue beneficiario de una beca de investigación en Canadá, sobre antropología aplicada al cine, y durante la última década ha ejercido como docente en Cuba y en convocatorias internacionales, tarea que enseguida comenzó a compatibilizar con el rodaje profesional, sobre todo en formato de cortometraje, desarrollando una extensa obra, en un principio como director de fotografía y guionista, y después más dedicado al guion y la dirección. Su primer largo, La mujer salvaje, ha sido premiado en Málaga, BAFICI y La Habana, así como en Perú, Brasil, Costa Rica, Panamá, Bélgica y Marruecos. Considera que su trabajo como profesor, al frente de la cátedra “es una responsabilidad alta en la formación de los guionistas que se gradúan en la escuela, que vienen de distintos lugares del mundo para formarse en un oficio complicado”. Por otro lado, asesora proyectos, “una tarea también relacionada con el costado de la experiencia docente, con participación en laboratorios y talleres prácticos”.

-Precisamente, vino Lanzarote para impartir una formación en fundamentos de guion, invitado por Tenique Cultural. ¿Conocía la asociación?

-Sí, conocía a Tenique Cultural por las Muestras de Cine de Lanzarote, claro. Y respecto al curso, me gusta que el alumnado sea muy diverso. Lo que une a las personas que participan es que no tienen tanta experiencia como guionistas o como directores, pero tienen muy distintas edades y experiencias; hay quien viene de la literatura, quien viene del audiovisual, hay algunos que han tomado otros talleres de guion, hay otros que es su primera vez... Mi propuesta es pasar por la mayoría de los temas fundamentales de escritura de guion, con énfasis en descentralizar la mirada desde la perspectiva del personaje y de la estructura, que suele responder más al cine hegemónico. Yo trato de incorporar el análisis desde la perspectiva del punto de vista y del narrador. O sea, quién narra, quién observa y los bailes que ocurren a nivel secuencial y escénico en las películas. También hacemos un peinado histórico, viendo distintos enfoques de análisis de estructura desde el origen, desde los estudios de Aristóteles sobre la tragedia griega, hasta la actualidad, para tener un mapeo lo más completo posible. Y finalmente, creo que en los talleres de guion se muestra mucho el material audiovisual, el fragmento de serie, de película, la escena, pero se lee poco, así que estoy tratando de leer cuentos, de leer narrativa, de leer la escena escrita.

“El guion puede tener valor literario, pero yo lo veo más como una herramienta”

-¿Diría entonces que el guion cinematográfico es una suerte de género literario, o es una herramienta más entre las muchas necesarias para la construcción de la película?

-Se podría considerar un género en sí mismo, pero es un asunto muy polémico. Indudablemente tiene su valor literario, pero yo lo veo más como una herramienta de trabajo con una importancia práctica y utilitaria. Un guion no pretende describir la riqueza total de la situación sino que se focaliza en perspectivas determinadas, en el baile de puntos de vista y en los bloques de acción reacción. Es decir, un guion se escribe desde la perspectiva del drama, de cómo avanza la acción dramática. Entonces, para eso tiene que dejar fuera muchas cosas.

-En el cine clásico, la escritura de guion era un oficio más, dentro de los muchos vinculados a esa industria; sin embargo, cada vez más los realizadores y realizadoras intentan llevar sus propias historias a la pantalla.

-Creo que ahí hay de todo. En el momento que estamos viviendo hay un espectro muy amplio de audiovisual y de maneras de trabajar. Y, claro, muchas directoras y directores trabajan con sus propias escrituras. Pero también hay muchas personas que ejercen el oficio de manera exclusiva, como asesores o guionistas; y otras que comienzan escribiendo su obra y en algún punto del proceso acuden a una mirada externa más experta en ese tipo de construcción, porque se trata de una tarea de mucha constancia y de mucha actualización también. En el ejercicio de la profesión está abierto el debate sobre hasta dónde puede llegar un guion, hasta dónde el guion se está metiendo en el terreno de la dirección... En realidad es un texto de transición, que puede estar más cerca o más lejos del producto audiovisual. Hay un gran profesor cubano, Eliseo Altunaga, que dice que mientras más uno trata de que el guion se parezca a la película, más se aleja de ella.

-Otro asunto de debate es si el cortometraje es un proceso de aprendizaje para llegar al largometraje o un género en sí mismo, cargado de dignidad y con perfil propio.

-Optar por uno u otro depende mucho del tipo de creador que tú seas, de lo que estés buscando, de tus necesidades vitales. Hay una mirada muy generalizada del corto como un medio para poder llegar a filmar un largo. Pero sería como decir que el cuento es una manera de llegar a la novela. Y hay grandes autores de cuentos y hay grandes autores de novelas y hay autores que hacen cuentos y novelas y hay autores que después de novelas escriben cuentos. Para mí es muy importante hacer cortos porque en la periferia uno se demora demasiado en lograr levantar un largometraje; hacer cine es siempre complicado, a menos que tengas un gran nombre o suficientes recursos, y estés en los centros de privilegio. Y yo necesito estar vivo, necesito pensar cinematográficamente, crear cinematográficamente, así que el corto ofrece posibilidades de entrenamiento a personas que piensan imágenes y sonidos, pero también el desarrollo de habilidades narrativas.

“Hoy el espectador está más habilitado para la fragmentación”

-Pero sin el apoyo y la inversión suficientes, ¿es factible dedicarse solo al corto? ¿Tendría oportunidades comerciales?

-El espectador de hoy está cambiando al ritmo que están cambiando las maneras de comunicarnos. Es un espectador de redes sociales, más habilitado para recibir los productos desde la fragmentación, desde la multiplicidad de puntos de vista. Entonces, si lo vemos desde ese sentido, podemos pensar que tenemos más preparación para ver cortometrajes que para ver largometrajes. Pero la difusión y el apoyo económico son mucho menores. Y eso que se están filmando más cortos que nunca, porque existen más escuelas de cine que nunca, aunque se necesita estudiar cine supuestamente menos que nunca, porque tú puedes suplir la formación con la experiencia y hacer grandes obras sin haber estudiado. Pero al mismo tiempo, la competencia por acceder a espacios para compartir con el público es feroz. A los festivales de cine les llega muchísimo, entonces la curaduría es muy dura.

-Los festivales se han convertido en el primer trampolín para llegar a la gran pantalla y al gran público. ¿Los premios responden siempre a criterios de calidad o la presión de la taquilla se cuela en los jurados?

-Depende del enfoque de cada festival. El momento que estamos viviendo es muy interesante porque muchas verdades están saliendo a la luz; pero, por otro lado, la coexistencia de tantas verdades hace que se anulen entre sí. También hay mucha mirada conservadora que no quiere ver, y entonces la selección de las películas muchas veces termina siendo demasiado conveniente y deja por fuera mucha visión interesante, mucho riesgo creativo. A la larga podría modificar las maneras de mirar porque los autores se vuelven complacientes.

-¿Sigue el cine siendo una herramienta poderosísima de sensibilización y de transformación social?

-Yo sí lo creo, porque el cine toca sensibilidades y toca a la razón. Y desde la emoción y desde la razón hay mucho que compartirle al otro. El cine es un lenguaje, es una herramienta de comunicación, y uno de los problemas fundamentales que tiene el mundo hoy es la falta de comunicación, la incapacidad de las personas para entenderse, para escucharse, para empatizar con el otro. Y el cine estimula y entrena la razón y la emoción para que seamos capaces de pensar. Una película puede impactarnos de maneras muy diferentes, se dice que una película es tantas como espectadores tenga. Me puede impactar una escena, me puede impactar un momento, me puede impactar la película toda, puedo tener deseos de revisitarla, puede regalarme una verdad o puede no reducirse a ofrecer una verdad sobre el mundo y mostrarme una situación de absoluta complejidad, sin limitarme a una única visión, lo que puede ser, precisamente, el lugar de su riqueza, independientemente de que sea un corto o un largo. Y eso sucede al margen de nuestro trabajo, el cine siempre va a llegar, para bien o para mal. Así que es mejor que nos represente.

“Una película hecha con cierta responsabilidad, siempre va a llegar”

-¿Es la Escuela de San Antonio de los Baños un reducto de libertad de expresión, pese al complejo contexto político en Cuba?

-Te diría que sí, porque el arte solo puede ser libre. ¿Pero hasta dónde la libertad existe o no? Como decimos en Cuba, eso son otros cinco pesos. Es verdad que hay mucha autocensura; la obra que produce la escuela es producida en Cuba, y un lugar importante de su exhibición es Cuba, y por lo tanto, se ve afectada por lo que es Cuba. Hay películas que son atravesadas por un proceso de censura, que también existe de distintas maneras en muchos lugares del mundo. Ya se sabe que todas las felicidades se parecen, pero la tristeza tiene cada una su fisonomía particular, y la desgracia del fenómeno de Cuba no es ni superior ni inferior a otras desgracias. Pero el arte trasciende, o sea, una película más o menos lograda, que está hecha con cierta responsabilidad, siempre va a llegar, siempre va a tener su público, siempre va a comunicar un fenómeno, un estado de ánimo. Hay mensajes paratextuales que gravitan sobre la película y añaden capas de información y de análisis, incluso. Para los estudiantes y su obra, la escuela es un espacio de libertad y la libertad tiene muchas maneras de manifestarse. Incluso, cuando aparentemente uno no sea libre, tiene maneras de serlo. Esa es la habilidad de los sujetos en resiliencia, de los sujetos en desgracia en todo el mundo, que siempre tienen unas maneras muy particulares de proteger su espacio y de ser todavía más creativos.

-¿Qué emociones le genera la inteligencia artificial y su aplicación en los universos creativos?

-Quisiera ser muy positivo y decir que no, que no genera ningún problema, que el ser humano es irremplazable; que la tecnología siempre ha sido cuestionada y el ser humano ha terminado imponiéndose. Pero al sujeto de este tiempo que soy, le toca temerle. No sé si un día vamos a descubrir que en realidad nosotros también éramos una construcción. Por supuesto que la Inteligencia Artificial tiene sus ventajas, puede ser muy útil. En el mundo en que vivimos, aquello que te ahorra tiempo tendemos a considerarlo como positivo. Pero el tiempo es relativo, la linealidad del tiempo, desde el poder, responde a una concepción del mundo. Y por otra parte, la rapidez de la respuesta no sustituye el valor de llegar de manera indirecta. La búsqueda es enriquecedora y por el camino se aprende. Como decía el cineasta chileno Raúl Ruiz, “el arte es ir por las ramas directo a lo esencial”. Y yo diría también que la vida es ir por las ramas directo a lo esencial.

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