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‘Árboles singulares’: reivindicación de la palmera de Fuerteventura

El periodista y geógrafo César-Javier Palacios incluye las palmeras de la Rosa de Los Negrines en su última obra y subraya la urgencia de conservar ejemplares amenazados

M. Riveiro 0 COMENTARIOS 27/12/2025 - 08:45

Los árboles singulares son “los más antiguos habitantes de nuestros paisajes”. También los “más sabios” y los “más frágiles”. “Conocerlos es el primer paso para valorarlos” y “el primer gesto para protegerlos”. Así lo destaca el periodista ambiental César-Javier Palacios en el libro Árboles singulares, en el que detalla los ejemplares que considera más fascinantes en un recorrido por el país con cinco paradas en Canarias, una de ellas en Fuerteventura.

“Los árboles nos permiten entender mucho de lo que pasa a su alrededor”, dice el autor de una guía inspirada en los cuadernos de campo del mítico divulgador ambiental Félix Rodríguez de la Fuente. Las minuciosas descripciones de Palacios se conjugan con hasta 364 ilustraciones de Nacho Sevilla, a lápiz y acuarela, lo que confiere al libro el carácter de una obra de arte.

La idea de este volumen, que recoge 45 árboles destacados, tuvo un antecedente: una serie de artículos publicada por Palacios en El País Semanal. El periodista y geógrafo se dio cuenta de que aunque “el árbol en sí era importante”, también lo era conocer la vida que se generaba en su entorno y lo que significa para la comunidad. “Al final, los árboles son reductos de biodiversidad, que mantienen y sustentan un ecosistema”.

La guía incluye las palmeras de la Rosa de Los Negrines, a las que el autor define como “sonrisas en el desierto”. “Cuando nos adentramos en la interminable sequedad de los llanos majoreros camino de El Cotillo”, escribe Palacios, “vemos allí a lo lejos, como faros verdes en un mar de piedras, la inconfundible melena al viento de estas hermosas princesas”. El autor destaca que “el desierto representa la dificultad, la escasez, lo árido”, y también “es un símbolo de los momentos duros de la vida”. En ese contexto, “las palmeras son el oasis, un premio, una señal de vida en medio de la adversidad”.

Estas palmeras enclavadas en el municipio de La Oliva se estima que tienen unos 200 años de vida. Su inclusión en el libro es un llamamiento a su conservación. El estado del palmeral de Fuerteventura, tal y como subraya Palacios, es “terrorífico”.  “Las palmeras se están muriendo”, alerta. De hecho, una de las que retrata en la guía, se diría que “la más bonita” y “famosa”, se ha secado. “Estamos perdiendo un patrimonio inmenso”, destaca el periodista ambiental.

“En el libro explico que las palmeras de Fuerteventura son la base genética de la palmera canaria”, indica Palacios. En Fuerteventura es donde surge la Phoenix canariensis, que luego “se extiende por todas las Islas”. “Esa inmensa riqueza genética la estamos perdiendo con las plagas, con la sequía y con el cambio climático, es terrible”, subraya el autor, que tiene claro que “no podemos perder un patrimonio compuesto por ejemplares centenarios”.

“Las palmeras se están muriendo, estamos perdiendo un patrimonio inmenso”

Uno de los problemas a los que se enfrentan las palmeras es el progresivo abandono del campo. “Ya no beben de las gavias, porque las gavias están muy abandonadas, y ya no entra agua en las áreas en las que entraba”, incide Palacios. A este factor se suma “el poco control que se ha hecho de las plagas, como la diocalandra, que está arrasando también con numerosos ejemplares y debilitando muchísimo el palmeral de la Isla”. Palacios reclama más implicación de las autoridades y una mayor apuesta de inversión pública en el cuidado del medio ambiente. Y se queja de que parece más fácil “hacer autopistas” que “preservar lo que tenemos”.

La reivindicación de la palmera en la obra, editada por Anaya Touring y que ya se encuentra en librerías, es también una forma de llamar la atención “sobre la importancia de este paisaje” y de la historia de Fuerteventura. El propio nombre con el que se conoce a la zona, explica Palacios, se remonta a antes de la conquista de Canarias. La Rosa de Los Negrines “lleva el apellido de quien fuera su primer propietario a finales del siglo XV, Juan Negrín Armas, el Viejo".

César-Javier Palacios.

Turismo pausado

Además de las palmeras de la Rosa de Los Negrines, el autor ha incluido como árboles singulares al Pino de la Virgen -un “titán resucitado”- en El Paso (La Palma); la Sabina de La Frontera (El Hierro), que define como “la dama del viento”; el Drago milenario de Icod de los Vinos (Tenerife) y los Viñátigos monumentales de Fuensanta en La Gomera. Estos últimos, resalta Palacios, son “árboles de proporciones colosales”, de cerca de 30 metros de altura, que encierran el “secreto de la inmortalidad”. Troncos de los que nacen una “maraña de brotes surgidos de la misma cepa”, como clones naturales. “Cuando finalmente el gigante muera será sustituido por uno o varios de ellos, manteniendo así viva una personal saga quizá perpetuada durante milenios”.

El libro cuenta con un apartado en el que se indica la ubicación exacta de los árboles singulares. Todo en la guía parece pensado para un acercamiento a estos ejemplares únicos que permita una lectura del universo que los rodea. “Este cuaderno de campo busca reivindicar ese turismo más pausado, más tranquilo, se podría decir que de lupa, de estar sentado delante de un árbol y dedicarle tiempo”, valora Palacios, que abomina de esa otra forma de visita, la del selfie apresurado, que se ha popularizado y que ha colonizado espacios de alto valor ambiental. “Sin los árboles singulares, nuestro paisaje, nuestra cultura y nuestra memoria estarían incompletos”, sentencia.

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