DEPORTES

Rivalidad femenina en el campo de fútbol

El fútbol femenino se abre paso en Fuerteventura y lleva el debate de género al deporte rey

El Tuineje es uno de los primeros equipos de la tabla de la Liga interinsular.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 18/02/2019 - 07:23

Una tarjeta amarilla desencadena las críticas del público que asiste al encuentro UD Lomo y la UD Tuineje, celebrado en enero en las instalaciones del parque deportivo de Arrecife. Una jugadora majorera advierte al árbitro tras reanudarse el segundo tiempo de que la portera de su equipo aún no se ha puesto los guantes. La joven interpreta erróneamente que es tarjeta roja y abandona el campo refunfuñando, buscando apoyo entre dos familiares que han venido a animar a otra compañera. El grupo se revuelve y grita que la portera de Lanzarote no se ha puesto todavía la equipación y él no va contra ella. “Es que siempre perjudican a Tuineje”, asegura María, madre de otra jugadora. El colegiado aclara finalmente que la tarjeta ha sido amarilla y la expulsada se incorpora al partido que finaliza con el incontestable resultado de 0-7.

“La amonestación fue por los modos en los que se dirigió a mí”, explica el árbitro Abraham Pérez, que cree que el problema de estas polémicas es “el desconocimiento del reglamento”. “Es cierto que nuestra labor es velar por que se cumpla lo estipulado en el campo, por eso paré el partido para que las chicas retiraran pulseras y otros adornos que a veces usan de amuletos e intentan ‘colar’ tras la comprobación inicial. Sin embargo, en el caso de esta tarjeta, “el hecho de que la portera decida ponerse o no los guantes no me incumbe, fue la actitud irrespetuosa lo que provocó la sanción”, indica Abraham, que incluso habló con la joven “para hacerle ver que no tenía mucho sentido discutir una decisión arbitral con tanta vehemencia, cuando el partido estaba sentenciado prácticamente, lo que ella misma terminó reconociendo”.

Abraham dice estar acostumbrado al rechazo que generan las decisiones arbitrales, pero asegura notar “más intensidad” en los partidos femeninos. Desde hace cinco años, Lanzarote y Fuerteventura participan con seis equipos por Isla en una liga interinsular que despierta pasiones. “Puede que sea por el hecho de que las chicas en su mayoría han llegado hace poco a este deporte, no como los chicos, que muchas veces han competido desde muy pequeños”, dice. Lo cierto es que, “sobre todo en la grada”, la crispación se hace notar más por el público femenino, según asegura Pérez, que, no obstante, ve cierto prejuicio en las aficiones. “Hasta los entrenadores alaban a los árbitros de las otras Islas y no a los suyos”, asegura. Los piques llegan, en según qué campos, a ni siquiera ofrecer una botella de agua de cortesía al árbitro local.

Los técnicos majoreros David de Ganzo y Francis Méndez, que acompañaron a las chicas del UD Tuineje en su encuentro con El Lomo, también consideran al público femenino más exaltado. “Hay madres muy incisivas, que viven con sufrimiento los normales lances del partido y se quejan de que a su hija ‘le han dado una patada’”, dicen.

Dos animadoras de excepción del Tuineje son María Rodríguez y María Mesa, auténticas representantes de la afición más cañera, “aunque para caña, la de los partidos del Herbania y el Peña”, dicen. Suelen ejercer de azote del árbitro y no reparan en mostrarle su disconformidad con sus decisiones. Su hija y nieta, Samara, “que juega con el número 7, que fue el que llevó su padre”, parece por el contrario una joven más prudente que sus apasionadas familiares. La chica comparte su pasión futbolística con la del baile y se integra en la escuela Datana de Gran Tarajal.

De hecho, en el partido contra El Lomo se dieron varias anécdotas que desmontan la supuesta vehemencia del fútbol femenino, incluyendo un ‘perdón’ sincero de una de las jugadoras más jóvenes del equipo lanzaroteño tras rozar sin querer a otra majorera, intentando infructuosamente hacerse con el balón.

Una de las puntales del equipo majorero es Ariadna Santana, portera titular que, para ser sinceros, tuvo pocas oportunidades de lucirse ante la falta de tiro a puerta de El Lomo. “Chicas, tocamos balón”, repetía la entrenadora Lourdes Morera, que a pesar de todo se siente satisfecha con el equipo, recién creado en la presente liga, aunque “no hayan ganado aún ningún partido”. “Lo importante es su actitud, que están aprendiendo y con buenas prácticas, evitando las trampas que enseñan los técnicos que no están cualificados”, aduce, en referencia a la demanda de titulación que se está realizando en el mundo del deporte base.

Las chicas de la UD Tuineje, entrenadas por Iván Andújar, salen a ganar y cuentan con un equipo “bien compenetrado”, con una franja de edad de entre 14 y 35 años. La veterana es Joana Estévez, exluchadora canaria que fue una gran campeona en este deporte.

En El Lomo el perfil es menos experimentado. Las edades oscilan entre los 14 y los 18 años, siendo la mayor la portera, Selena Batista, una de las más bregadas, que ya ha tenido que escuchar desde la grada comentarios como ‘eres una manca’ o ‘el fútbol es para chicos’. Además, los compañeros del club de otros equipos “se meten con nosotras en el instituto porque en el club no se atreven. Son unos cobardes”, bromea, antes de salir a por todas al campo de juego.

La visión del fútbol femenino cambia cuando se habla con las interesadas. “Claro que hay pasión, pero no por ello el ámbito femenino tiene que ser más agresivo”, puntualiza la árbitra de fútbol juvenil V, Victoria Cabrera, actualmente la única en activo en Lanzarote. “Las mujeres tenemos otra forma de jugar al fútbol. Sí es cierto que cuando se ha jugado desde pequeño se adquiere táctica y técnica y las chicas a veces son más rudas en el contacto. De hecho hay compañeros que se niegan a arbitrar encuentros femeninos porque aprecian más empujones de los habituales”, explica.

Victoria admite que hay que pitar con otra sensibilidad los encuentros femeninos, sobre todo cuando está en juego un puesto en la tabla. “En el último encuentro Lanzarote-Peña de la Amistad, que pité yo, llamé previamente a la federación de Fuerteventura para informarme del sistema de juego del equipo. También tuve que intervenir en situaciones tensas durante el partido, dado que los dos equipos se jugaban conservar el primer puesto, e incluso hubo una expulsión por una mala contestación”.

Victoria Cabrera: “Claro que hay pasión, pero no por ello el ámbito femenino tiene que ser más agresivo”

Otra cuestión es la aceptación de profesionales femeninas en el deporte rey. La entrenadora habilitada nacional Lourdes Morera dice, directamente: “No nos quieren como técnicas”. Y cree que la mujer aporta templanza a las enseñanzas deportivas. “Lo comprobé de primera mano en el curso de entrenadora, donde tenía diecisiete compañeros varones y me encargaba de poner paz cuando la discusión subía de tono”. Demanda “más apoyo familiar” a las jugadoras, “a las que casi no vienen a ver sus padres”, aunque admite que ocurre igual en las categorías masculinas a partir de juveniles.

Victoria, por su parte, subraya el apoyo mostrado en su ámbito por sus compañeros. “Nunca he tenido ningún problema, aunque es verdad que tengo carácter y que he luchado para que se me respete profesionalmente hasta el día de hoy. Si te empujan dos pasos para atrás, tú tienes que dar cuatro adelante”. Solo guarda una mala experiencia con un delegado de campo, “que es precisamente el responsable del buen desarrollo del partido”. Su ofuscación llegó a la violencia verbal de tono machista, “pero mis compañeros me arroparon”. Aun así, admite que ha pensado en tirar la toalla.

“Cuando renuncias a pasar tiempo con tu familia por una pasión, como es el deporte en mi caso, y ves que te están increpando desde la grada, con frases como ‘dónde vas tú a pitar’, ‘niña, vete a fregar’ y cosas por el estilo, te planteas dejarlo, pero, al final, puede más la determinación. Siempre les pregunto a los jugadores, sobre todo a los más pequeños, ‘¿por qué estamos aquí?’. La primera vez contestan ‘para ganar’, pero los que ya me conocen responden ‘para divertirnos’, que es el objetivo. Si esto está claro, las jugadoras admitirán nuestros errores, como les ocurre a ellas también”.

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