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Más Ruines que Caín, un colectivo de oro

El Gobierno de Canarias premia su compromiso con la promoción del patrimonio histórico y cultural

Itziar Fernández 2 COMENTARIOS 23/05/2025 - 07:19

Érase una vez un grupo de amigos curiosos, defensores de las tradiciones de su pueblo de Tuineje y bastante revoltosos, que dejaron una huella imborrable en una isla del Atlántico. El colectivo Más Ruines que Caín es un emblema de la defensa de la cultura majorera y este mes reciben con orgullo la Medalla de Oro de Canarias. El Gobierno  premia su compromiso con la promoción del patrimonio histórico y cultural de Fuerteventura y de todo el Archipiélago. “Estamos contentos, orgullosos y agradecidos por valorar nuestros objetivos y hacer realidad nuestros proyectos para recuperar la historia y defender nuestra identidad”, explica el presidente, Juan José Cabrera. También destaca que es un premio para todo el pueblo de Tuineje que participa y se implica en todos los actos que organiza este grupo. “Me llamó el presidente Clavijo para comunicarme el premio, le pregunté si estaba seguro, porque dar un premio a los ruines da mala suerte, y nos reímos porque me respondió que no somos tan malos”.

En junio de 2024 el colectivo cumplió 15 años de trabajo, sin pausa. “Echamos la vista atrás y nos quedamos sorprendidos con todo lo que hemos organizado, con tantas obras, actos y, sobre todo, con lo que hemos conseguido, como la Casa de la Simona, dar brillo al diamante de la Cantata, la divulgación de las Fiestas Juradas de San Miguel y el expediente para que sean declaradas Bien de Interés Turístico Nacional, los inicios con la escenificación de la representación de El Bien y el Mal, dar brillo a la Semana Santa, o terminar el parque escultórico de Tuineje”, resume.

Ana, Lolina, Lorena, Oneida, Inma, David y Juan José eran un grupo de jóvenes que se unieron con el deseo de recuperar la obra teatral de El Bien y el Mal, que se representaba el 24 de diciembre y que se había dejado de hacer. Es la única obra religiosa que tiene un diablo y un ángel, una pieza que el año pasado fue declarada Bien de Interés Cultural. En Tuineje ya había tradición de hacer portales, engalanar calles y fachadas. “La escenificamos con mucho éxito, pero queríamos seguir haciendo cosas y surge la idea de crear una murga, porque había mucha ilusión por el Carnaval y se había disuelto la murga Los Palanquines Quisquillosos. Palanquín se relacionaba con un chiquillo revoltoso, se me ocurre el nombre de Más Ruines que Caín y creamos la asociación cultural”, rememora. Un aspecto curioso es que la murga dura cuatro años pero el colectivo cultural se mantiene porque se había consolidado, el nombre funcionaba bien y habían iniciado nuevos proyectos culturales. “Dentro hay muchos colectivos que funcionan solos y nos acompañan, como el de las bailarinas, los fusileros, la Banda de San Miguel, y fuera, pero siempre ayudando, Acaicate y Manitaga... Comprobamos que la unión hace la fuerza”.

Para Juan José resulta impresionante el trabajo realizado en la recuperación y divulgación de las Fiestas Juradas de San Miguel Arcángel, “que son un tesoro para la Isla y se ha iniciado el expediente para que sean declaradas Fiestas de Interés Turístico Nacional, que incluye batallas, romería y Cantata”. También nombra a dos personas que han jugado un papel fundamental en la historia de este grupo, como son los dos Felipes, Marrero y Bermúdez. “Sin ellos no hubiera sido lo mismo”, confiesa. También destaca el logro de inaugurar la Casa museo de La Simona, conseguir que se hicieran excavaciones para conocer nuevos datos de las batallas, las investigaciones sobre las espadas, la recopilación de documentación y nuevos proyectos que quieren desarrollar para recuperar la historia y tradiciones. “Nuestro patrimonio y nuestra historia es lo más valioso que tiene Tuineje y no podemos dejar de investigar y divulgar”, sentencia Cabrera.

Por otro lado, Lolina Negrín destaca de los orígenes la inquietud juvenil por trabajar por la cultura del pueblo: “Fue importante formalizar la asociación cultural para cualquier proyecto y ha funcionado con seriedad, rigurosidad, constancia y entusiasmo”. También resalta el relevo generacional, la ilusión de sus hijos por continuar y trabajar desde dentro para seguir con este legado en el futuro.

“Patrimonio e historia son lo más valioso, no podemos dejar de investigar”

Otra de las personas que forma parte de ese grupo de pioneros es David Curbelo, que recuerda con nostalgia la murga. “Fueron años divertidos, pero reconozco que la evolución del colectivo ha sido impresionante, todo lo que se ha conseguido, lo que se ha quedado en el camino que se recuperará y la gente tiene ganas e ideas”, resalta. Además, destaca siempre la participación de todo el pueblo. “En mi casa había tradición de participar, mi abuela era la campanera de Tuineje, Juana, y me parece bonito ver cómo ha evolucionado un grupo juvenil con inquietud cultural que ha hecho historia”, apunta.

Una de las fundadoras, que se siente orgullosa de pertenecer al grupo, es Ana Martín: “Me defino como soldado raso, no puedo implicarme al cien por cien como el resto de compañeros, pero reconozco que es una labor maravillosa, me emociona y siempre estoy para sacar adelante todas las obras y para trabajar en lo que haga falta”. Otra fundadora esencial fue Oneida Marrero, que lleva las finanzas. Sin mucho dinero se pueden emprender grandes proyectos, destaca, tanto por el reciclaje del material, como por el apoyo voluntario de muchas personas que trabajan de forma profesional, ya que es un colectivo con una red de grupos implicados en todos los proyectos. “Hemos formado una obra social y cultural de gran nivel con esfuerzo, trabajo, constancia y estudio”, afirma.

“La labor de dinamización ha sido impresionante, por ejemplo con una tradición muy bonita en el Corpus, que no sólo ha consistido en confeccionar las alfombras de sal, sino también rescatar altares. La gente se ofrece a poner los altares en las puertas de las casas, y quedan preciosos con el paso de la procesión”, destaca Oneida. También subraya la importancia de recuperar el patrimonio arquitectónico, como el Taro de Teguerey, donde se almacenaba el grano, alimentos y agua o las casas del Llano de la Florida.

Inma Marrero también ha sido alma del grupo junto a Juan José Cabrera. “Me gustaría destacar el proyecto llamado ‘Las palabras no se las lleva el viento’, para charlar con los mayores, porque Tuineje tiene muchos residentes de edad avanzada, incluso siete están entre los 90 y 100 años, y queremos que no se pierda la memoria oral”, afirma. En este sentido, recuerda la importancia de la obra teatral La Tafeña, para enseñar tradiciones de labranza, en la que hay dos canciones compuestas por Juan José Cabrera. “Otra de las cosas que hemos conseguido es homenajear a Eulogita, la maestra que enseñó a todo el pueblo, y en su casa, que fue escuela, se puso una placa, también hicimos realidad el sueño de su descendiente Pepe Díaz, al recopilar todos sus poemas en un libro. Nuestra labor social ha sido muy importante”, concluye.

50 años

Para Felipe Bermúdez, la historia de la asociación Más Ruines que Caín es una carrera de relevos y no se entiende si no se conoce el pasado. “Hay que remontarse a los años 70, yo era párroco y llegaron las monjas salesianas, que jugaron un papel esencial al enseñar a la gente a reunirse, a tener una inquietud cultural, en especial la monja Sor Lucana Falcón, que tocaba todos los instrumentos: laúd, timple, tambor... y también cantaba. Dio clases de música a todos los niños, se generó un movimiento social y cultural muy atractivo e incluso montó la rondalla Tamasite”.

Es un premio para todo el pueblo de Tuineje que participa y se implica

A ello, se une la iniciativa del vecino artesano Felipe Marrero Francés de impulsar una romería por San Miguel en 1974. “La monja me pide que escriba unos versos para las fiestas de San Miguel, ya que el cura leía la historia en misa y querían hacerlo más vistoso. Me documento con el libro de Antonio Bethencourt de los ataques piráticos de 1740, hice un resumen y pedí la estimable ayuda de Francisco Navarro Artiles y Charo Prada para componer unos poemas recogiendo la historia de la batalla. Así surge la primera Cantata, que escenificamos en 1975 con diapositivas con fotografías del pueblo, la música de la rondalla y con mucha alegría dentro de la iglesia”.

Luego Bermúdez se va y regresa a la Isla, tras dejar los hábitos, en el año 2000, y comprueba que la Cantata se había abandonado. “Conseguimos recuperar la Cantata en 2004 y no ha parado de celebrarse hasta la actualidad”, repasa. Se forma el grupo coordinador de la Cantata y Juan José coge el relevo, empieza a dar realce a las representaciones, cogiendo el testigo de Felipe Marrero. Y Bermúdez lo deja en sus manos al ocuparse de la Fundación Manuel Velázquez y del Rancho de Tiscamanita. “Por eso siempre comenta Juan José que pulieron un diamante porque está registrada, yo soy el autor intelectual, pero ellos han logrado adaptarla a los nuevos tiempos hasta conseguir un espectáculo artístico precioso, y que ahora disfruto entre el público”, dice Bermúdez.

Comentarios

Más que merecido este reconocimiento. Enhorabuena para el colectivo. Talento majorero.
¡Felicidades!

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