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La Lajita, un pueblo a medio construir

Unos 1.800 residentes de este núcleo sureño esperan desde hace años que terminen de ejecutarse las calles y aceras y que se instalen papeleras, farolas, bancos y espacios de sombra

Itziar Fernández 0 COMENTARIOS 16/03/2022 - 06:53

La localidad de La Lajita (Pájara) se ha convertido en las últimas dos décadas en el núcleo residencial de la comarca sur para la población que trabaja en el sector turístico. El núcleo es un atractivo refugio pesquero, que conserva la vida tradicional, donde reinan la tranquilidad y el ambiente familiar. Todos esos factores atrajeron a los inversores para la ejecución de las conocidas promociones de viviendas La Lajita 2000, y así surgieron también nuevos barrios sin una planificación urbanística previa. En estos 20 años han crecido como champiñones edificios de casas en montañas y solares, sin orden ni concierto.

“Lo más triste es que ni siquiera han terminado las obras básicas de aceras, asfaltado, alumbrado público o papeleras, y el pueblo se ha quedado a medio hacer”, explica, indignado, Pepe Fernández Jurado, que lleva 35 años afincado en la localidad.

El pueblo cuenta en la actualidad con una población cercana a los 1.800 habitantes de derecho. “He sido testigo del gran cambio y crecimiento urbanístico de La Lajita, recuerdo cuando ni siquiera había ambulatorio, solo un despacho de médico junto a la iglesia, pero las cosas se podían haber hecho mucho mejor, porque dieron licencias para construir y que los empresarios ganaran dinero, sin pensar en los espacios públicos para mejorar la calidad de vida del vecindario”, lamenta Fernández.

Este vecino acumula una amplia trayectoria involucrado en colectivos sociales: ha sido ocho años presidente de la Asociación de madres y padres (Ampa) del colegio de La Lajita, otros cuatro años, vicepresidente de la Federación de Padres Fimapa, presidente de la Asociación Los Bidones, coordinador de la Semana de la Juventud de Gran Tarajal y portavoz de diferentes reivindicaciones en La Lajita y Costa Calma.

En un pequeño paseo por La Lajita llaman la atención las numerosas deficiencias y precarias instalaciones públicas que presenta la localidad y, de forma especial, las aceras rellenas de picón, intransitables para las familias con carros de bebé o personas con movilidad reducida. Farolas colocadas sin orden, algunas sin conectar, y muchas instaladas, incluso, en el borde y centro de las calles, que son un peligro y que obliga a sortearlas para poder transitar.

“Hay calles de tierra, otras están mal asfaltadas, no hay papeleras, faltan sombras, bancos y, por desgracia, creo que somos un ejemplo de cómo no se debe construir un pueblo”, critica el portavoz vecinal.


Urbanización Playa Las Águilas.

A los problemas de alumbrado o cortes de agua, se suman otros déficits históricos en la localidad, como la denuncia de los 200 vecinos que residen en el diseminado de La Lajita, que ha quedado prácticamente rodeado por las instalaciones del zoológico, y que demandan desde hace años su conexión a la depuradora de La Lajita. “Reclaman desde hace años al Ayuntamiento que les conecte a la depuradora porque son un barrio de los años ochenta, pero nunca han conseguido nada, y están abandonados”, señala Fernández.

Los residentes piden conexión a la depuradora y accesos y limpieza del barranco

Este barrio está integrado por un grupo de viviendas terreras al otro lado de la carretera, que pagan sus impuestos y reclaman sus derechos, añade este portavoz vecinal, que se hace eco de sus críticas. “Denuncian a diario que se encuentran totalmente desamparados en el ámbito municipal, nadie quiere realizar las conexiones, la depuradora de La Lajita está colapsada y se han quedado aislados”, destaca Fernández.

Por otro lado, el barranco y Playa de las Águilas de La Lajita han sido siempre un lugar de ocio, esparcimiento y paseo vecinal, pero la acumulación de vegetación seca, arboleda y basura dificultan el tránsito por este espacio. Se han levantado promociones de viviendas alrededor, pero no se han ejecutado aceras, ni accesos o pasarelas por el barranco, ni se retira la vegetación y es un entorno inseguro por la noche.

“El barranco conecta con la playa, pero hay un abandono considerable por parte del Ayuntamiento y de las autoridades para poder disfrutar de este entorno costero, que adecentan y limpian los propios residentes porque no hay limpieza, ni inversión municipal para hacerlo”, critica el portavoz vecinal.


José Fernández Jurado, portavoz vecinal.

En plena burbuja inmobiliaria se levantaron cimientos para nuevas promociones y quedan esqueletos de obras sin terminar, mientras que las viviendas ejecutadas y habitadas carecen de servicios. Durante la crisis económica que estalló en 2008, ha habido muchos problemas de seguridad y algunas viviendas fueron ocupadas. Por eso, algunas edificaciones están tapiadas con bloques y los residentes solicitan batidas de limpieza de los alrededores, mejora de la iluminación y servicios, porque se han quedado como una “urbanización fantasma”, eso sí, con unas vistas espectaculares al mar.

La otra cara

Frente a esas deficiencias, con el paso del tiempo el casco viejo de La Lajita ha mejorado su imagen, con una plaza y un parque en las inmediaciones de la iglesia, una calle peatonal con terrazas y un pequeño paseo frente al mar. Allí se mantiene abierto el histórico y pionero bar restaurante Ramón, que regenta en la actualidad Alicia Viera Hernández.

“Por el pueblo aparecen cada día muchos turistas. En el restaurante no paramos, aunque el pueblo solo tiene un reciente complejo hotelero en lo alto de la montaña con vistas al mar, pero existen muchas viviendas turísticas y este tipo de alojamientos dan mucha vida a los negocios del pueblo, porque los huéspedes consumen, salen a almorzar y cenar y les encanta la gastronomía canaria”, explica Alicia, que cogió el restaurante Ramón en plena pandemia, en noviembre de 2020.


Bar restaurante Ramón, en el paseo marítimo.

“Nosotros hemos tenido una enorme suerte y no hemos parado de trabajar, ofrecemos una comida casera, tradicional, con el pescado y la paella como especialidades, y nos va muy bien”, confirma. Incluso, dice, el pasado mes de diciembre recibieron un volumen de clientes nunca visto. “Parecía agosto y en enero decidimos cerrar un mes para hacer nuevas reformas, porque el restaurante permanecía casi igual desde 1982”, señala Alicia.

Con la eliminación paulatina de restricciones por el Covid, espera que la situación también mejore, en un enclave donde los visitantes pueden disfrutar de una agradable brisa marina que inunda la terraza. “Creo que nuestro restaurante es un referente en la zona sur y por eso vamos a decorar el salón con fotos de mi tío Ramón, fallecido hace varios años, que fue un pescador muy conocido y el que abrió el restaurante, donde siempre acogió a los turistas que llegaban a esta playa con mucho cariño, con el pescado como producto rey”, recuerda Alicia Viera.

LUCHA VECINAL POR EL DEPORTE

El entrenador y directivo del Club Deportivo La Lajita, Yeray Esteban, ha recordado que el campo de fútbol de La Lajita lleva tres años cerrado por el mal estado de las instalaciones, hoyos en el césped y numerosas deficiencias que ponían en peligro el entrenamiento para los cinco equipos en activo. “Sin campo de fútbol se pierde la base y la afición”, lamenta el entrenador. Un problema que repercute de forma negativa en la población, que deja de practicar deporte y se queda sin ocio. Por eso, el club ha batallado con las administraciones insulares para repararlo cuanto antes.

“La Consejería de Deportes del Cabildo destinará una partida de unos 800.000 euros para la reforma de este campo y que volvamos a disfrutar de los partidos de fútbol en el pueblo, ya que muchos jugadores se han ido a otros clubes, de Tarajalejo y Costa Calma”, añade. El club cuenta ya con el proyecto técnico y ficha financiera, por lo que espera estrenar campo nuevo a finales de año.

Por otro lado, la presidenta del Ampa del CEIP La Lajita, Nuria Moares, recuerda que La Lajita es un pueblo dormitorio y por eso la mayor inquietud de los padres es conciliar el horario laboral y familiar. Para conseguirlo, cuentan con un programa pionero en atención temprana que comienza a las seis de la mañana en el centro y un abanico de actividades extraescolares por la tarde.

“Tenemos atletismo, baloncesto, karate en el campo de lucha, clases de apoyo, baile, idiomas y música para que nuestros pequeños puedan desarrollar diferentes habilidades y tener las mismas oportunidades que los de las capitales”, señala esta madre.

Además, el colegio dispone de un programa de apoyo educativo, y hace años comenzó con planes multiculturales y de integración al reunir hasta 17 nacionalidades diferentes. “Podemos presumir de una convivencia muy positiva y respetuosa en el pueblo hasta la fecha”, destaca Nuria. Incluso el Ampa ha programado clases de español para alumnos extranjeros, pero “no han tenido éxito porque muchos pequeños prefieren hacer deporte por la tarde, y ya se imparten para adultos en la mezquita árabe”.

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