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La historia que puede acabar destruida por la piqueta

Puerto del Rosario sigue sin contar con un catálogo de protección que preserve los inmuebles históricos de la capital

Fotos: Carlos de Saá.
Eloy Vera 3 COMENTARIOS 03/11/2018 - 06:18

El derribo de la pensión Zamora, una de las fondas que a principios del siglo XX dio cobijo a los visitantes y comerciantes que recalaban por la capital, con licencia de la Concejalía de Urbanismo de Puerto del Rosario, ha sido el último “gesto” del Consistorio por borrar la historia de Puerto de Cabras. Un informe de los técnicos de Patrimonio Histórico del Cabildo, que aconsejaba su protección y catalogación, no sirvió para frenar la piqueta. Esperaba la ampliación de un hotel.

Con un Plan General aprobado en 2016, que no contempla ninguna figura de protección, y a la espera de un catálogo arquitectónico para el que parece no haber fecha, Puerto de Cabras desaparece.

Antes de que las piquetas terminen de borrar su historia, recorremos junto al historiador Francisco Cerdeña los últimos reductos del antiguo Puerto de Cabras. El historiador se adentra por unos edificios que, más allá de su valor arquitectónico, tienen el privilegio de haber sido escenario de los primeros momentos de la historia de la ciudad.

Antes de iniciar la ruta por las calles que diseñó el comerciante inglés Diego Miller en 1808, Cerdeña insiste en que en una ciudad como Puerto del Rosario, de doscientos años, cualquier edificio antiguo debe suponer “nuestra Puerta de Alcalá” en cuanto a valor histórico y recuerdos.

Esa es la historia de algunos de esos edificios que aún siguen en pie. Tampoco se deben olvidar los pequeños almacenes, las casas de pescadores y de empleados de la cal o las viviendas de la cornisa. Todas ellas forman parte de la historia del viejo Puerto de Cabras.

El primer oratorio. La primera parada lleva a la calle Gobernador García Hernández, antigua calle La Marina, uno de los centros fundacionales de Puerto de Cabras. Rodeado de nuevas edificaciones, se halla el almacén que un grupo de vecinos alquiló para oficiar culto a la virgen del Rosario. Diego Miller y Cristóbal Molina solicitaron autorización al Obispado, cuya licencia fue otorgada en junio de 1812.

Allí depositaron la primitiva imagen del Rosario, traída de la campiña andaluza por Teresa López y su marido Manuel Martos. Posiblemente, la imagen que hoy se conserva en la sacristía de la iglesia del Rosario sea la llegada de Andalucía, El almacén, propiedad en 1819 de Cristóbal Molina, sirvió de oratorio hasta, al menos, 1828. Cuatro años antes, había comenzado la construcción de la actual iglesia.

Casa del telégrafo. Cerca del oratorio aún se conserva una vivienda de piedra con techos de madera de tea en la que se instaló la oficina del telégrafo en 1909. Fue un 12 de diciembre de 1909 cuando Fuerteventura se enganchó al mundo tras décadas de promesas y de peticiones a través del semanario La Aurora. La llegada del telégrafo se celebró con una misa, procesión hasta el edificio de la calle La Marina, actuación de la banda de música, desfile militar, brindis y un baile en el Casino El Porvenir.

Cuartel de la Guardia Civil. La puesta en funcionamiento del Puesto de la Guardia Civil en Fuerteventura fue un 23 de enero de 1899. Tras permanecer un tiempo en el Cuartel de la Milicia y en unas dependencias, propiedad del Ayuntamiento, en la calle del Norte, la Corporación puso a disposición del puesto un inmueble en el número 20 de la calle La Marina. El contrato con fecha de agosto de 1901 describe la casa con “dos habitaciones para matrimonio con sala y cuarto, Sala de Armas para cuatro solteros, una despensa, una cocina, un lugar excusado y una aljibe”. Allí permaneció hasta que se inauguró el actual cuartel en 1960. La edificación, que albergó el cuartel de la Guardia Civil durante casi seis décadas, aún sigue en pie en la calle García Hernández.

Casa Swanston. Ubicado en la calle Ruiz de Alda, número 2, el edificio fue construido por el escocés Diego Swanston en 1837. Swanston fue una de las primeras firmas comerciales, instalada en Gran Canaria, que abrieron sucursal en Puerto Cabras. Más tarde, la vivienda fue sede de las Casas Consistoriales, desde 1891 hasta 1914. Como Ayuntamiento recibió el 5 de abril de 1906 a la comitiva real del rey Alfonso XIII durante su visita oficial a la Isla. También presume de ser el primer inmueble en acoger al recién creado Cabildo. Allí, se constituyó el 13 de marzo de 1913, presidido por Juan Domínguez Peña. Durante un periodo corto de tiempo, también albergó el Juzgado de Primaria Instancia de Puerto de Cabras.

La fonda de Olivia M. Stone. José Galán y Benigna Pérez compraron en 1881 un inmueble en la actual calle Ruiz de Alda esquina Doctor Mena. La vivienda serviría para que José Galán, recaudador del Ayuntamiento de Puerto de Cabras por aquellas fechas, instalara su despacho y una fonda. Allí se alojó la escritora inglesa Olivia M. Stone durante su visita a la Isla. Sus impresiones sobre Fuerteventura y el resto de Canarias las plasmaría en el libro Tenerife y sus seis satélites. En sus páginas describe la fonda como “una casa pequeña y curiosa, con una forma rara. La puerta de la calle da directamente a un patio pequeño. A la izquierda, donde comemos, hay una habitación sin ventanas. Parte de ella es una tienda y está separada por un tabique... Fuera del patio se alza una escalera que termina en un pequeño balcón”.

La casa de los Medina. Se encuentra ubicada en la calle Comandante Franco esquina Doctor Mena. Esta casona de dos plantas y grandes ventanales fue construida a finales del siglo XIX por Agustín Medina Rodríguez, un empresario nacido en Las Palmas de Gran Canaria que llegó a convertirse en uno de los comerciantes más importantes de Puerto de Cabras a finales del XIX y principios del XX.

Sede de la Falange. Subiendo León y Castillo, aparece la que fue hasta hace unos años la discoteca El Camelot. Muchos de los que bailaron en ella no saben que se trata de un edificio del siglo XIX, propiedad de Juan Martín Morales y Agustina Alonso, hermana de Secundino Alonso, el que fuera presidente del Cabildo y al que el callejero de la capital aún homenajea. El edificio acogió al Regimiento de Artillería 18 en la década de los cuarenta del siglo pasado. Años más tarde, en los cincuenta, fue sede de la Falange y del Consorcio de Abastecimiento, gestionado por el comerciante Alonso Hernández, conocido naviero del velero Maruja Molina.

Casa de los Manrique de Lara. Cerdeña avanza ahora hasta la médula de Puerto de Cabras. En torno a la bahía se levantaron las primeras viviendas y almacenes. Una de esas casas está en la calle Teófilo Martínez Escobar haciendo esquina con la calle Eustaquio Gopar. Allí se resiste a caer la casa de los Manrique de Lara, descendientes de los Coroneles. Los Manrique de Lara llegaron a Puerto de Cabras desde La Oliva, movidos por el auge del puerto como exportador de barrilla y cereales a finales del siglo XVIII. La edificación, de dos plantas, muestra paredes toscas y esquinas en cantería que la catalogan como una de las viviendas más antiguas de la ciudad.

Casa Manrique. Al lado de la vivienda de los Manrique de Lara, subiendo la calle Teófilo Martínez Escobar se halla la casa de los Manrique, antepasados del artista César Manrique. Hoy solo se conserva la primera planta. Fue sede del Casino, en cuyos salones se realizaron bailes como el que sirvió para acoger a la tripulación del buque escuela de la Armada Española Juan Sebastián Elcano en 1929. También albergó el centro de ocio Unión Puerto en su etapa final y la pensión La Tinerfeña.

Sede del Ayuntamiento. En la calle Secundino Alonso, al lado del Oasis, se halla uno de los edificios que fue sede del Ayuntamiento. La casa fue alquilada a la viuda de Aquilino Fernández para ser Ayuntamiento y Juzgado años después de la Guerra Civil. Antes de estar en la calle Secundino Alonso, el Consistorio estuvo en una sala habilitada en la plaza de la iglesia, más tarde en la casa Swanston y en tiempos de la República en el Corral Concejil, en la esquina de la calle Fernández Castañeyra. El edificio terminó derribándose y construyéndose allí el Hogar del Pensionista.

Tienda de Luis el Canario. Al lado de esta vivienda de la calle Secundino Alonso se halla una casa del siglo XIX. Fue escuela y tienda de ultramarinos hasta hace unas décadas. Tras el mostrador estaba Luis el Canario, otro de los personajes de la historia de Puerto de Cabras.

Comentarios

Felicidades Eloy, un gran articulo.
Una de las viviendas derribadas, junto a la Pensión Zamora y la pensión Tamasite, fue mi refugio y lugar de nacimiento en mis primeros años, de esa calle Eustaquio Gopar, guardo muchos recuerdos y anécdotas de los vecinos que en esa calle vivíamos: Doña África, que en paz descanse, señora de Don Arístides, Raimundo el carpintero, Carlitos, Los del Refugio, Sr. Valido, Teresa Machín, y otros, todos desaparecidos, gozando hoy de la felicidad eterna.
Muchos son los recuerdos del antiguo Puerto Cabras, defender nuestro Patrimonio es defender nuestra identidad.

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