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La desconocida vida de Inés Peraza, señora de Canarias

Víctor Bello relata en la novela ‘Un sueño ajeno’ la vida de la mujer que llegó a obtener, por herencia, todas las islas y que tuvo que vender tres de ellas a Isabel de Castilla

Saúl García 3 COMENTARIOS 09/12/2023 - 08:19

“He sido dueña accidental de una tierra inhóspita y hostil, mermada por la voluntad real, pero igual de complicada de administrar. Cómo no habría de tener dudas sobre su futuro”. A punto de morir, antes de hacer su testamento definitivo en Sevilla, Inés Peraza, que había sido la primera Señora de Canarias, hacía memoria y le contaba a su sobrina Leonor las complicaciones de su vida en Lanzarote intentando tomar posesión de un archipiélago heredado. 

O al menos así se lo imagina Víctor Bello, historiador, archivero, escritor y ahora también editor, en su última novela, Un sueño ajeno (Editorial Caballos azules). La novela se sujeta a los hechos históricos, pero es libre en los diálogos y la ambientación. Bello cuenta la vida y andanzas de Inés Peraza (1488-1503), la mujer que heredó de su padre todas las Islas Canarias y que tuvo que vender a los Reyes católicos tres de ellas, Tenerife, Gran Canaria y La Palma, las que aún no había logrado conquistar, por cinco millones de maravadíes, que acabó cobrando tarde y mal.     

En 2019, Victor Bello comienza con la tarea de localizar documentos de la historia del siglo XV en Canarias en varios archivos nacionales. Enrique Pérez Herrero, del Archivo General de Las Palmas, se encargaba de hacer las transcripciones y él del estudio histórico. Dice que “la figura de Inés Peraza se refleja en la historia de forma parcial” y principalmente a través de su marido, Diego García de Herrera, más que por ella misma. Y sin embargo, fue una figura muy relevante. “Fue Señora de Canarias, de todas las Islas, durante veinte años y tomaba las decisiones”, apunta el autor. Pero no se sabía mucho de ella.

Mientras buscaba y leía esos documentos “pensaba en cómo se sentiría esa mujer”, señala. Inés Peraza había nacido en la capital hispalense en la época del Renacimiento y de repente viaja hasta Canarias y pasa “de pasear por la catedral de Sevilla a llegar a un erial como eran Lanzarote y Fuerteventura”. Fue, en realidad, una pionera. Colón aún no había llegado a América y el de Canarias supone el establecimiento definitivo de los castellanos en el Atlántico. Bello se preguntaba cómo tuvo que vivir esa situación.

En otro pasaje de la novela, su sobrina le pregunta cómo era la vida en Lanzarote.

- Triste, niña. Muy triste.

- (…) Por tantos fallecidos en la familia, imagino.

- (…) No solo por eso -aseguró-. Era una vida muy sacrificada. Sin las comodidades de Sevilla. Allí todo era mucho más complicado. Además, apenas tenía con quien hablar más allá de esclavos y criadas. Nadie en quien confiar demasiado.

La familia Peraza estaba interesada por las Islas desde el siglo XIV, según Viera y Clavijo. Habían participado en la expedición que se llevó a cabo en 1393, pocos años antes de que los normandos desembarcaran en el sur de Lanzarote con el permiso de Enrique III de Castilla. De hecho, hubo protestas de los Peraza por ese permiso. Poco después la Corona obliga a Jean de Bethencourt a desprenderse de las Islas, que pasan a manos del Conde de Niebla, que no muestra mucho interés. El padre de Inés Peraza, Hernán Peraza, el Viejo, las obtiene mediante una permuta finalmente en 1445 con Guillén de las Casas, pariente de su mujer, a cambio de una hacienda en Huévar, en el sur de Andalucía. Peraza, como Fernando de Aragón, tenía interés en el continente africano.

Así es como Inés Peraza comienza a vivir ese sueño ajeno de dominar las Islas Canarias, que se acaba convirtiendo casi en una pesadilla. En Canarias acaba enterrando a su padre, a su marido y a uno de sus hijos y tiene que enfrentarse a las continuas rebeliones de sus habitantes.

Los vasallos se sublevan de forma habitual. No quieren pertenecer a los señores, sino a la Corona, porque consideran que de esa manera pagarían menos de lo que pagaban a la Casa Peraza. El autor, por otra parte, sitúa en esa casa de Los Valles la residencia de Inés Peraza aunque asegura que no hay constancia de que fuera allí donde vivió la señora con su familia. Hasta la casa llegan unos asaltantes que acaban detenidos y ahorcados por orden de la protagonista de la historia, a quien le correspondía el llamado mero mixto imperio, lo que le otorgaba competencias para “juzgar, sancionar y condenar”. Señala Bello que Peraza ganó fama de cruel o despiadada cuando, en realidad, tomaba las mismas decisiones que la propia Reina o que otros señores en sus mismas circunstancias. 

Peraza comerciaba con la orchilla con los genoveses, mientras que su marido se empeñaba en seguir conquistando Gran Canaria o Tenerife, y después en administrar Fuerteventura. El matrimonio pasaba muchas temporadas separado, cada uno en una isla. 

Para esta historia, el autor utiliza la “lectura detallada” de los documentos de la época

Para abordar esta historia, el autor utiliza la “lectura detallada” de los documentos de la época. “No hay documentos sobre su personalidad, pero sí hay documentos sobre transacciones”, señala. Las quejas de Inés hacia la Reina Isabel después de que ordene una pesquisa sobre los derechos de los señores o hacia su nuera Beatriz de Bobadilla, “no están en los libros de historia”, pero responden a una lógica, igual que responde a esa misma lógica el encuentro, imaginado, entre Diego de Herrera y Juan Rejón. La novela permite esas licencias que no permite un libro de historia.   

Cuenta Bello que para reconstruir este periodo histórico hubo mala suerte, porque ardieron los protocolos notariales de Sevilla, ardieron los documentos que se guardaban en San Lúcar de Barrameda y desapareció el archivo con todos los documentos que guardaba la familia Peraza en Lanzarote, probablemente en alguno de los ataques corsarios que sufrió la Isla. 

Finalmente, destaca que tiene dos objetivos principales con la publicación de este libro. El primero es el de “llegar a más gente” gracias a una novela, que es más accesible que un libro de historia, y el segundo es “que se conozca esta historia en la Península, porque en la historiografía nacional se suele omitir la historia de Canarias, que es muy importante para entender la expansión posterior”. La figura de Inés Peraza no es una figura muy conocida, incluso en su lugar de nacimiento, aunque Un sueño ajeno se presenta el próximo 13 de diciembre en el Archivo general de Indias de Sevilla. 

Comentarios

Obra sobre un tema y una mujer fascinantes, del comienzo de la historia de la Canarias española. Seguro que será interesantisima y dará mucho placer a quienes la disfruten leyéndola, al tiempo que enriquecerá sus conocimientos de nuestro pasado.
LA PRIMERA SEÑORA DE FUERTEVENTURA: CONSTANZA DE SARMIENTO, hija de Inés Peraza. Verdaderamente, la vida familiar de Inés Peraza no fue muy feliz. Primero, murio joven su hermano Guillen Peraza, en la expedición de conquista de La Palma, lo que la convirtio en la única heredera del Señorío, que ostentaba su padre, Fernán Peraza, por matrimonio con Inés de Las Casas, heredera del Señorío de Canarias al morir su padre, Guillén de Las Casas. Inés Peraza, casó con Diego de Herrera, que se convirtió por ello en Señor de Canarias. El primer hijo del matrimonio y heredero del Señorío, se llamó Pedro García de Herrera, un verdadero desastre de persona, que acabó atentando contra la vida de sus propios padres y provocando revueltas y contra ellos en las tierras señoriales. Acabaron por desheredarlo. El segundo hijo, Fernán Peraza " el Joven", casó con Beatriz de Bobadilla, que tantos quebraderos de cabeza dio a Inés Peraza, después de morir Fernán Peraza " el joven". Otros hijos de Inés Peraza: Sancho de Herrera, María de Ayala y CONSTANZA DE SARMIENTO, considerada como la PRIMERA SEÑORA DE FUERTEVENTURA. Se esposó con Pedro Fernández de Saavedra... cabeza de la casa de los Saavedra de Ftv.
MUJERES IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE CANARIAS. Doña Inés Peraza no fue la única mujer que tuvo un papel importante en los comienzos de la historia de Canarias, como señora heredera y transmisora del Señorío de Canarias: el mismo papel tuvo su madre, Inés de las Casas (Que casó con Fernán Peraza), y, en época muy posterior, doña María de Moxica o Muxica, o Mojica, hija natural de un miembro de la familia señorial. Y doña Constanza de Sarmiento, hija de Inés Peraza y nieta de Inés de Las Casas, que fue primera señora de Fuerteventura y casó con Pedro Fernández de Saavedra… Entre la historia y la leyenda, Cleopatra Selene II, reina de Mauritania, que si algunos definen a su marido, Juba II, rey de mauritania, como “primer rey de Canarias, Cleopatra Selene II, podría ser denominada como “primera reina de Canarias”, también. Cleopatra Selene (Cleopatra la luna), nació el año 40 a.de C., en Alejandría de Egipto, hija de la reina egipcia Cleopatra VII y del romano Marco Antonio. Casó, alrededor del año 25 a. de C., con Juba, que luego sería nombrado rey de Mauritania por los romanos. Murió en algún momento del cambio de milenio. Cleopatra Selene, no fue una mera reina consorte, sino que ejerció un papel activo como soberana.

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