CULTURA

J.E.R.I., el niño que soñaba el rap y lo subversivo

Tras su último álbum ‘Grand Theft Charco’ el músico formó parte del cartel del FEM por primera vez en solitario

María Valerón 1 COMENTARIOS 09/07/2022 - 07:42

Jeri empezó a escribir letras con 14 años; cuenta que llenaba “libretitas y tachaba frases”. Soñador del rap, grababa canciones con el micrófono del ordenador y con el tiempo, de forma autodidacta y a partir de la experiencia compartida con otros músicos, aprendió a mezclar, a editar sonido, a autoproducirse. Hoy, con 31 años, ha compuesto dos álbumes en solitario, varios singles, y coloca su nombre, escrito como un acrónimo, en la edición 2022 del Festival Fuerteventura en Música (FEM). Llena, por sí mismo, el escenario.

Su último álbum, Grand Theft Charco, reúne 13 temas compuestos entre 2019 y 2021, un periodo que el artista define como un cúmulo de “vivencias, aprendizajes vitales”. No es un disco conceptual, señala, pero sí reúne en sus letras temas conectados entre sí, como los que recurren a la calle y a la necesidad de ocio nocturno, al rechazo (contradicciones postpandémicas) a ese mismo ocio: “Hay canciones que se contradicen unas a otras: en algunas, parezco hacer apología del hedonismo. En otras, reniego totalmente. Es un álbum que se crea en el camino, en el transcurrir de los meses, y abarca un período más que un concepto”.

Su barrio de Puerto del Rosario, El Charco, tiene su cuota de protagonismo en las letras y el músico asegura que es un elemento imantado en toda su trayectoria: “Sé que muchos tenemos casi sobreexplotada la imagen de El Charco, pero está bien explotada por su idiosincrasia: hay muchos artistas que surgen de este barrio, la mayoría de las bandas de los últimos 10 o 15 años en la Isla contaban con artistas que venían de este barrio. Por eso hay una serie de elementos bonitos y vivencias, y por eso me gusta todo lo que engloba el nombre de El Charco”.

El álbum, el primero en solitario desde 2007, cuando lanzó El lado oscuro, mantiene el rastro de lo social que caracteriza al autor, pero se aleja, según él mismo reconoce, de su estilo precedente, más marcado por la denuncia social y por una búsqueda hacia lo subversivo.

“Hay un ambiente más festivo: no me gusta cuando un artista se centra en un noventa por ciento de sus trabajos en el desamor, o en la denuncia, o en cualquier temática. Me apetecía hacer canciones más festivas, desahogando un poco para escribir, reuniendo el aprendizaje que saqué de una época. Ahí salió un álbum en el que, es cierto, abandono al hater subversivo de siempre”, bromea.

El Jeri más subversivo había lanzado apenas un año antes una serie de temas en solitario: fueron su regreso a las grabaciones a solas, después de cinco años como vocalista en Proyecto Liquen y formando parte de los últimos años en activo de la banda Cuerno Cabra. Con Maná Cabrones, el tema que conquistó rápidamente las redes sociales en marzo de 2019, el artista arremetió con todo el arsenal: dejadez política, corrupción encubierta, deterioro de la sanidad pública, contaminación, la central de Unelco en el barrio de El Charco, falta de espacios de ensayo, falta de oportunidad para las bandas locales, desinterés por los jóvenes creadores.

En este sentido, y aunque su música tomó en Grand Theft Charco tonos menos amargos, su denuncia, como su música, sigue apegada a lo local y su opinión sigue siendo firme: los grupos de la Isla necesitan ser atendidos. “Estamos en un momento muy débil: creo que ahora es cuando menos bandas (grupos de metal, de reggae, de rap) hay en la Isla. Hubo una época en la que podías hacer tres carteles del Lebrancho Rock con bandas locales, a día de hoy da para hacer medio”, reflexiona.

El músico, que se fraguó a caballo entre los estudios domésticos y los antiguos locales (ya desaparecidos) de la Plaza de la Paz, cree que el golpe del Covid dio el carpetazo definitivo a un panorama ya dañado: “Antes de la pandemia había vacas flacas para las bandas, pero el Covid ha afectado a muchas que cesaron definitivamente su actividad: primero, por el tiempo de espera, luego por la falta de oportunidad. Además, la Isla sigue evolucionado y creo que, a pesar de eso, no da cabida a muchas oportunidades para los jóvenes creadores: antes teníamos varios escenarios al año, hoy desaparecieron”.

El artista hace referencia, concretamente, a festivales locales como Invicto Rock, Lebrancho Rock (regresado este año), Calima Fest o el ‘concierto pirata’ en las calles de Cotillo con motivo del Fuerteventura en Música: “Son necesarias esas oportunidades de subir al escenario, de compartir lo que se trabaja, y se han perdido en los últimos años. Si no tienen una opción para subir al escenario, entiendo que muchos desisten, tiran la toalla”.

Micros para jóvenes

“Me acogieron, con 16 años, los chicos de 451. Tocamos un par de años, también algunos Lebrancho Rock, salimos de la Isla. Empecé con ellos y, aunque hoy además son amigos, también fueron en el momento mi influencia, mi referente musical”. Para Jeri, el paradigma de la música local ha cambiado en el salto generacional, también la percepción del rap en la Isla y todo en menos de 15 años. “Creo que con 451 se abrió, verdaderamente, una vía para el hip hop: habría que mirar a un grupo de rap actuando en Lebrancho Rock, en un momento en el que el rap no tenía la popularidad que tiene ahora”, cuenta.

En 2021, Jeri lanzó su último álbum en solitario: ‘Grand Theft Charco’

En el cambio de paradigma, sin embargo, el músico pone el foco en el retroceso de las formaciones frente a la mayor proliferación de las llamadas batallas de gallos, encuentros de freestyle donde se enfrentan dos competidores en improvisación de rap sobre una base. No hay composición, solo improvisación: “Se está apostando mucho por eso y está bien: mueve masas. La cuestión es que muchas veces las personas que compiten en esas batallas no crean, después, temas propios, no sacan temas, no escriben. Y está bien, es un nuevo estilo pero cómo comparar dos panoramas musicales como generaciones si ya se apuesta cada vez menos por escribir y hacer temas propios”, apunta.

También señala, en cambio, que “en Fuerteventura siempre hubo, hay y siempre habrá personas con inquietud” y puntualiza que aún, aunque en solitario y sin formaciones, quedan jóvenes haciendo rap. Él, cuenta, encontró su sitio en compartir con otros inquietudes. A estos “otros” les reserva un hueco en su último álbum con un tema colaborativo que lleva por título Viejas glorias; también tiene palabras de cierta nostalgia sobre los antiguos grupos de rap de la Isla en sus inicios, como Guardianes del Templo o Lírica homicida: “El sentido de hacer música, para mí, es divertirme. Me lo paso genial escribiendo, me lo paso bien produciendo una instrumental y echo una tarde superdivertida con colegas grabando, por eso lo sigo haciendo. Hay mucho del ánimo de desahogarme, de sacar los demonios fuera, pero la mayor parte, diría yo, es que me lo paso bien creando música”, cuenta. ¿Qué le diría a los jóvenes de la isla que tienen inquietudes en el rap? “Les diría que se compren un micrófono y cierren, un poquito, Instagram”. Jeri, el niño que un día soñó el rap y luego lo subversivo, compró hace 15 años un micro. Ya nunca lo soltó.

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Todo oscuro negro la casa póster como si fuera un niño ropa como un niño nada la madurez no entiende este señor

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