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El abandono azota las salinas más antiguas de Fuerteventura

Fueron construidas en el siglo XVII en la marisma de Gran Tarajal y redescubiertas en 2004 tras el paso de un temporal. En 2016 se excavaron y se prometió su recuperación, pero el olvido planea sobre ellas

Eloy Vera 6 COMENTARIOS 09/07/2021 - 07:58

En marzo de 2004, un temporal de mar inundó la marisma de Gran Tarajal. Las olas arrastraron con la tierra y dejaron al descubierto un empedrado con piedras unidas con mortero de cal. Se empezó a pensar la posibilidad de que fueran las antiguas salinas de las que hablaban los viejos del lugar.

En 2016 se realizaron unas excavaciones arqueológicas en la zona que permitieron documentar que, efectivamente, se trataba de las salinas que el señor de la Isla, Fernando Arias de Saavedra, construyó a finales del siglo XVII. Desde el Ayuntamiento prometieron nuevas excavaciones y poner en valor el yacimiento, “para que Gran Tarajal recupere sus raíces históricas”. Cinco años después, las salinas más antiguas de la Isla están azotadas por el abandono y expuestas a una serie de condiciones que amenazan su conservación.

En 1677, Fernando Arias de Saavedra, obtuvo facultad del rey Carlos II para la construcción de unas salinas en la marisma de Gran Tarajal. El profesor José María Hernández Rubio Cisneros en su libro Fuerteventura las dató en 1681, aunque precisaba que los trabajos de construcción de las salinas no llegaron a concluir, pues en 1700 el Cabildo declaraba “no haber en la Isla salinas, sino sólo algún charco que poca sal recoge”.

Poco más se supo de esta infraestructura, que pudo haber sido la primera industria salinera de la Isla, hasta que en 2004 un temporal dejó al descubierto un empedrado con mortero de cal y alineaciones de piedras formando bordes, situado entre la marisma y el campo de fútbol.

El profesor Juan Miguel Torres fue quien redescubrió estas salinas de las que tenía conocimiento a través de fuentes orales y escritas. “Había leído en el trabajo de Hernández Rubio Cisneros la referencia a las salinas y siempre me había preguntado dónde estaban”, reconoce este doctor en Ciencias Biológicas. “Sabía que la única zona donde podían estar en Gran Tarajal era por la marisma, que respondía a estas características”, añade.

Tras el hallazgo, informó al Ayuntamiento de Tuineje y al Cabildo y planteó la necesidad de realizar estudios para su valoración. En el escrito, Torres indicó que “durante la primera mitad del siglo pasado, las salinas fueron explotadas según referencias orales”. Más tarde, un técnico de la Unidad de Patrimonio Histórico de la institución insular lo acompañó a la zona y testiguó que estaba ante algo interesante. Los vestigios fueron incorporados al inventario de bienes etnográficos desarrollado por la Consejería insular de Patrimonio Histórico.

Las salinas de Gran Tarajal continuaron en el olvido y bajo tierra hasta que el 24 de septiembre de 2015 el Ayuntamiento de Tuineje acordó, en sesión plenaria, “promover e impulsar” el inicio de los trabajos de excavación de la estructura para conocer su delimitación, amplitud y estado de conservación para, a continuación, proceder a su recuperación, rehabilitación y dotación de figuras que garanticen su protección. Además, se decidió proponer al Cabildo un convenio de colaboración para llevar a cabo los trabajos de recuperación y rehabilitación de las salinas de Gran Tarajal.

En 2016, el Ayuntamiento de Tuineje encargó a la empresa Evalúa Soluciones Ambientales la realización de unos sondeos arqueológicos en la zona. En el equipo de arqueólogos trabajó Rosa López, quien recuerda cómo aquella primera fase de los sondeos tenía como objetivo comprobar si los muros que habían quedado al descubierto, tras el paso del temporal, correspondían con las salinas de las que hablaban las fuentes o pertenecían a otro edificio. “Se trabajaba en la idea de ampliación de la Avenida de Gran Tarajal y se planteaba el uso también de un antiguo edificio de salazón para convertirlo en un museo de la pesca, con lo que era totalmente necesario excavar para documentar la antigüedad y entidad de los restos que habían aparecido”, explica.

El director de la excavación arqueológica fue Vicente Valencia, de la empresa Evalúa Soluciones Ambientales. El arqueólogo cuenta a este diario cómo la primera intervención se dirigió a “documentar y sondear con metodología arqueológica los restos constructivos de un empedrado que se encontraba en su mayor parte soterrado”.

La excavación permitió “exhumar, acotar y analizar su morfología, dimensión de estructuras, profundidad en la cimentación y estado de conservación”. El arqueólogo recuerda cómo la obtención de estos primeros datos ya les permitió confirmar la existencia de los restos constructivos de la salina de Gran Tarajal. El hallazgo hizo que se prolongaran los trabajos arqueológicos en una nueva fase, que contó con el respaldo de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, en la que se incrementaron los sondeos y zanjas y que dieron como resultado descubrir otras estructuras constructivas de la salina de las que no se tenía conocimiento y que se hallaban bajo tierra. Fue el caso del cocedero o depósito donde se calentaba el agua antes de enviarla a los tajos además del tomadero o caño de alimentación del agua marina y que se proyectaba hacia el mar por debajo de las actuales viviendas de pescadores.

De cal antigua

Rosa López explica cómo esta segunda fase permitió ver que el lugar donde estaban los muros y la cal eran “los tajos de las salinas, mientras que los restos más cercanos a las casas se correspondían con el cocedero y el tomadero”. No quedaban dudas de que se trataba de “una obra muy potente hecha con muros de piedra con cal”, continúa explicando. Además, su ejecución en cal, precisa, “nos indica que son muy antiguas, pues luego vemos cómo se va abandonando la cal en las construcciones de las salinas en beneficio de otros materiales”.

Vicente Valencia coincide con su colega Rosa López en destacar que se trata de una “salina antigua de mortero de cal”, con tajos regulares, manufacturados con piedra e impermeabilizados con cal y “heredera del sistema constructivo romano” de la que con esta característica tipológica en Canarias solo se conocen las salinas de Timijiraque y la de la Punta del Golfo en la isla de El Hierro, fechadas en el siglo XVII, y la salina de Los Cancajos, en La Palma, hacia la mitad del siglo XIX.

El descubrimiento de las salinas llevó visitas de autoridades a la zona, fotos en prensa y proyectos que abogaban por su restauración, protección y puesta en valor. También un compromiso de una tercera fase de excavación en la zona que no se iba a retrasar más allá de unas semanas. De todo aquello han pasado cinco años y las viejas salinas que encargó el señor de la Isla siguen sin tener su lugar en la historia de Fuerteventura.

Tras la última intervención en la salina, se levantó un “camellón” perimetral de arena de la propia playa, junto al campo de fútbol, para que las protegiera de forma provisional y se cubrieron con geotextil y arena las estructuras y paramentos exhumados más frágiles. En la actualidad, apunta Vicente Valencia, “se conserva el camellón perimetral, que ha funcionado frenando las subidas de marea, pero urge la reposición del geotextil para la protección de paramentos, así como la aplicación de medidas para su mantenimiento, conservación y restauración en las estructuras descubiertas”.

Sin protección

Rosa López reconoce que, si se hubiera sabido que se iba a tardar tanto en reanudar las excavaciones, se hubiera cubierto todo el yacimiento con tierra y se hubiera evitado que fuera a parar basura a él. Así, se evitaría su progresivo deterioro”. Además, alerta del riesgo que corren algunas partes del yacimiento y pone como ejemplo las paredes de los espacios aledaños al cocedero que estaban revestidos con mortero de cal del siglo XVII y que están sin cubrir, a la intemperie y expuestas a la lluvia y al sol que “acaban haciendo que se deterioren los encalados”.

“Un patrimonio de tal antigüedad no puede estar en este estado”, sostiene Torres

Valencia también lamenta que la ausencia de trabajos de conservación y mantenimiento hayan hecho que “los restos constructivos estén expuestos a la afección por agentes erosivos medioambientales como el viento y la lluvia”. De hecho, continúa explicando, “se puede observar cómo los geotextiles de protección que cubrían las estructuras más frágiles hoy están expuestos y ya no cumplen su función”. Para este arqueólogo, lo más importante de cara a su conservación es “realizar labores de mantenimiento y limpieza, hasta que prospere la continuación de los trabajos proyectados con la puesta en valor de un enclave de interés patrimonial referente del pasado histórico de Gran Tarajal y su vinculación a la actividad pesquera”.

En este sentido, el director de las excavaciones llevadas a cabo en 2016 plantea como “necesario” culminar los sondeos arqueológicos y la exhumación completa de las estructuras de las salinas, en gran parte bajo tierra. “Las intervenciones arqueológicas realizadas hasta ahora hasta ahora solo permiten la delimitación e identificación de estructuras, como plataforma destinada a los tajos, el cocedero o calentador, el tomadero y unos hornos de cal vinculados a la construcción de la salina”, explica. A su juicio, la intervención pendiente permitiría “el descubrimiento total de los restos constructivos que aún se hallan bajo tierra”.

“Son unas salinas muy antiguas que nos pueden aportar datos de cómo funcionaba el proceso salinero en la Isla y claves de cómo podrían ser los inicios del funcionamiento de la sal en Fuerteventura”, añade Rosa López.

El redescubridor de las salinas de Gran Tarajal, Juan Miguel Torres, se suma a la denuncia de los arqueólogos y exige medidas que paren el deterioro de las históricas salinas. “Ahora mismo, dan la apariencia de un lugar caótico, abandonado y desordenado donde no se destaca el lugar que tiene este patrimonio cultural”, sostiene. “Un patrimonio de esta antigüedad no puede estar bajo este abandono durante tantos años”, añade. Una visita a las salinas muestra al visitante una imagen de caos y olvido. Se ve cómo el paso del tiempo ha ido deshaciendo el geotextil que protegía el yacimiento dejando los restos al descubierto. La imagen es la de auténtico abandono.

Para este doctor en Ciencias Biológicas, la situación actual del yacimiento produce “un impacto visual y paisajístico en la zona. Lo que puede ser un atractivo se convierte en un impacto visual desagradable debido a la gestión que se le ha dado y en una incomodidad para el tránsito por la zona. Hay que actuar para darle el atractivo que se merece”.

Los arqueólogos que trabajaron en la excavación también abogan por su señalización y por la instalación de mesas interpretativas dirigidas a la población local y foránea para conocer las funciones y características de la obra salinera. Una vez más, la respuesta está en manos de las instituciones implicadas en el patrimonio de la Isla.

LA HISTORIA SALINERA DE LA MAXORATA

Los frailes que acompañaron a los conquistadores europeos en su incursión por el Archipiélago en los albores del siglo XV recogieron en ‘Le Canarien’, la crónica de la conquista, que en Fuerteventura “se encuentran grandes cantidades de sal, por el lado del mar, y por el otro lado muy hermosos sitios para poner eras de salinas”. Sin embargo, parece ser que no fue hasta 1677 cuando el señor de la Isla, Fernando Arias de Saavedra, obtuvo facultad del rey para construir unas salinas en la marisma de Gran Tarajal.

En 1786, el vecino de Gran Canaria Juan Evaristo del Castillo Olivares solicitó permiso para abrir unas salinas en La Hondurilla, al sur de Caleta de Fustes. La petición fue impugnada por el señor territorial, Francisco Bautista de Lugo y Saavedra, que mantenía la facultad del rey concedida a su antepasado.

Finalmente, se llevó a cabo la fabricación de unas salinas en esta zona. Fueron mandadas a hacer por el señor de la Isla, Francisco Bautista de Lugo y Saavedra, y son el antecedente de las del Carmen, ubicadas en el caserío que da nombre a estas salinas. Los herederos del señor territorial las vendieron a los hermanos Velázquez Cabrera, quienes donaron una parte de ellas a uno de sus sobrinos, Manuel Velázquez Cabrera, en 1904.

Posteriormente, adquirió el resto y levantó sobre ellas o junto a ellas las actuales salinas del Carmen en 1910. En el siglo pasado, se construyeron otras salinas en Fuerteventura: las de El Matorral, en Jandía; las de El Marrajo, al sur del islote de Lobos, y las de El Charco en Puerto de Cabras.

Comentarios

Cualquiera que conozca a los gobernantes de Tuineje sabe de su nivel cultural. Qué queremos ahora después del voto...
Aquì no importa el pueblo,a no ser que algunos chupen y si encima no vas por el camino marcado por los de ahì,peor porque te amargan la vida,ya le ha pasado a màs de un polìtico viejo,pero tienen muy mala memoria,que cada vez que se querìa hacer algo,venìan con prejuicios y tonterìas de patio de colegìo y envidias entre los mismos vecinos que cuando chico bien que se comìan los mocos juntos.Asì abrieron paso al de afuera que nì sabe ni entiende del pueblo,ni costumbres ni raìces,pero oye mejor uno de afuera que no un vecino,no sea que vaya a tener màs que yo,asì que el mal de Gran Tarajal,es su propia gente,que todo sea de paso dicho,pocos son del pueblo,los que quedan son que han venido de otros pueblos y campo de Fuerteventura,y gente de otros lados a estos,poco les interesa el pueblo en sì.
Y donde no pasa eso? Toda la isla está afectada, dentro de poco nuestros alcaldes se llamarán William, Giuseppe o Mohamed o un largo etcétera, porque si algo abunda en la isla son nacionalidades. Bueno o malo? Depende, conozco extranjeros más concienciados de lo nuestro que nosotros mismos, pero no son los más. El problema son los que vienen detrás del dinero, de la posibilidad de negocio, legal o ilegal, esos son el auténtico peligro y los que han convertido las islas en el vertedero que son hoy. Eso sí, con la ayuda de autóctonos a los que les da lo mismo 8 que 80.
El ayuntamiento de Tuineje, pésimo en cultura,por algunos festejos te hagan ya se piensan que el pueblo se queda contento. Pero es normal que pasen éstas cosas,si derrochan dinero en la pérgola del campo de fútbol, así a ellos no les da el sol,mientras las salinas más antiguas se quedarán peor de lo que salen en la foto, DISFRUTEN LO VOTADO.
Lo mejor de todo, es que a los gobernantes le da igual estas cosas. Se dan codazos para sacarse fotos en proyectos incensarios. DISFRUTEN LO VOTADO
Se te ven los colores mi niñio.

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