DESTACAMOS

El último molinero

Francisco Cabrera Oramas vuelve a dar vida a la molina de La Asomada donde elabora el gofio como hacían sus ancestros

Foto: Manolo de la Hoz.
M.J. Lahora 2 COMENTARIOS 13/05/2018 - 09:10

Tras sufrir un accidente que le mantuvo apartado del oficio, el molinero Francisco Cabrera Oramas regresa a sus labores en el Museo del Gofio de Tetir y la molina de La Asomada, donde mantiene la elaboración artesanal del gofio. El tostado se realiza tal y como se elaboraba hace 300 años, casi los mismos que tiene la molina de La Asomada.

Francisco, considerado el único molinero de molina de viento en activo, explica la elaboración: “con un removedor mezclamos el grano canario (millo, trigo y cebada) y le añadimos tierra blanca o arena de barranco”. Más detalles: la picadura con la piedra, que debe ser pura de lava y de Lajares, se realiza en las molinas, mientras que en los molinos se tritura la harina.

La madera también es un factor importante, debe ser de riga o tea y el engrasado de las máquinas debe hacerse durante los meses previos a la molienda, dado que los efluvios de las lacas o aceites pueden malograr el gofio. “Hay que impedir que coja olores, por ello siempre se evita que los visitantes entren cuando la máquina está en plena actividad, dado que el aroma de un perfume o colonia puede pasar al grano”, explica.

Son tres los procesos por los que pasa el grano: La primera cuarta parte el grano, la segunda lo tritura y la tercera realiza la molienda, para luego terminar en unas sacos que confeccionados de tejido natural cuida también hasta el último detalle y le gusta exponer impolutos. Todo ello acaba en un producto que ofrece a la venta también en el museo de Tetir y que es demandado por el turista más que por el residente, como suele ocurrir por estos lares donde parece más valorado el trabajo artesano por los foráneos que por los propios residentes, que suelen adquirir el gofio en grandes superficies. Nada que ver con la elaboración tradicional y mucho más natural de un producto parido del vientre de una molina con 280 años de antigüedad.

El sonido de las aspas en movimiento le envuelve en este ritual. El trabajo de la picadura con la piedra la aprendió de su maestro molinero Domingo Saavedra, que aún vive y que junto con Francisco, son los dos únicos molineros de la Isla capaces de manejar una molina que puede producir en un día con “buen viento” hasta 130 kilos de gofio. Pero si el viento falla está disponible la máquina, capaz de afrontar entre 40 o 45 kilos la hora.

La elección del grano es otra de las exigencias de la producción artesanal. Francisco comenta que lo adquiere a diferentes productores de canarios. “Familias que tengan cultivo para contribuir a que se mantenga la tierra y esos cultivos, para que se valore nuestro grano”. Económicamente son poco rentables, según explica el molinero, dado que el kilo de grano crudo es mucho más caro que un simple kilo de gofio ya procesado en el supermercado, pero que también supone un coste laboral y personal para prepararlo y molerlo.

La venta de la producción final podrá encontrarse en puntos estratégicos como museos, restaurantes y bodegas. Francisco, que no cuenta con ayudas institucionales para realizar este proyecto aún está a la espera de que le concedan el carné de artesano, que lleva solicitando desde hace cinco años, demora que atribuye a una maraña burocrática. Como diabético él mismo gusta de promocionar la elaboración de un gofio sano y sus propiedades.

Vestir con lino

La vestimenta del molinero es otra parte importante de la labor que no hay que descuidar. Destaca la importancia de vestir con prendas de lino para evitar accidentes si las aspas se llegan a enganchar, dado que este tejido natural se rasga e impide que se agarre. El uso del lino añade un toque elegante a su “uniforme” formado también por chaleco y boina, esta última costumbre que ha heredado de su tío, del que también aprendió el oficio, Manuel Oramas y de la rama francesa de la familia. Todo el ropaje ha sido confeccionado por su madre.

La molina cesó su actividad en 1950, al frente de la misma se encontraba Domingo Saavedra. Tras la rehabilitación realizada por el Ayuntamiento y el Cabildo insular, en 2011 Francisco Cabrera Oramas, inquieto defensor de la elaboración artesanal de la producción majorera, vuelve a dar vida a la molina, propiedad de su familia, y al museo del gofio de Tetir. Lo concibe como una profesión y con la posibilidad de transmitir estas tradiciones a los residentes y turistas, pero de manera altruista organiza visitas escolares a la molina para que las nuevas generaciones puedan seguir conociendo oficios ancestrales.

Fue en esa época cuando redecora la molina para hacerla más atractiva, pero sin sobrecargarla, con imágenes antiguas de la Isla, aunque intentando mantener la esencia y el protagonismo de la madera, de tea o riga para soportar mejor los fuertes vientos que soplan en la Isla y el calor. Durante las épocas de altas temperaturas “hay que sofocarla empapándola con agua”.

También tiene su ciencia y sabiduría el cuidado de las velas de la molina, las telas de estilo lona hay que lavarlas no más de una vez al año, porque corren el riesgo de deshacerse. En cuanto a la molina de La Asomada se muestra firme: “la máquina va a aguantar mientras haya un molinero que la atienda”.

Un proyecto divulgativo

En 2014 le ceden además la industria, que restauró con sus propias manos para reconvertirla en el museo del gofio. Se trata de dos patrimonios únicos trabajando tanto el grano canario como el tostado a leña. “Somos los únicos que elaboramos un gofio legalizado en el mercado, cien por cien artesanal”.

Francisco comenta el peso que supone ser considerado el único molinero de molina de viento, porque hoy día solo quedan en Lanzarote y Fuerteventura y su deseo es que no se pierda y además que la gente joven vea que hay un futuro para el alimento y para el turismo.

Así, la molina abrirá dos días a la semana y el resto estará disponible en el museo de Tetir. De martes a sábado, en el museo. de 9:00 a 15:00, y domingo y lunes en la molina. El gofio de la molina de La Asomada no se encuentra en los supermercados, pero gracias a la unión de la empresa asturiana que se ha hecho cargo de varios patrimonios privados, habrá una posibilidad de comercializarlo en puntos estratégicos.

Comentarios

Un buen tipo. Tiene un gran discurso sobre su trabajo que traslada inmediatamente al visitante haciéndole participe de su pasión. Merece la pena parar un rato en Tetir y hacerle una visita y a la salida pasar por la iglesia a contemplar el recién restaurado retablo de Animas.
Totalmente de acuerdo con el comentario anterior. Le doy la enhorabuena a Francisco Cabrera por su gran labor con la molina y que siga adelante en su proyecto por el bien de la cultura canaria.

Añadir nuevo comentario