“Para mí la Legión era lo más grande, hasta que la conocí...”
Gerardo Mesa, expresidente del Cabildo de Fuerteventura
A este hombre sosegado y de familia militar, le tocó ser el primer presidente democrático del Cabildo de Fuerteventura entre 1979 y 1987. Sin experiencia política previa, Mesa tuvo que hacer frente a grandes desafíos en una etapa fundamental para el futuro de la Isla. Con Gerardo Mesa se inaugura una serie dedicada a la generación de la Transición.
-Usted nace en La Gomera, pero a su padre lo destinan a Fuerteventura y se viene muy joven.
-Mi padre hizo el servicio militar y cuando terminó la Guerra Civil lo destinaron a Fuerteventura. Él y su familia eran agricultores de toda la vida en La Gomera. Éramos dos hermanos y mi madre nos cogió a los dos y se vino para aquí, para Fuerteventura, en 1939. Mi padre siempre me había dicho que España se hundía y que menos mal que vino Franco y nos salvó. Esa era la idea que me había inculcado mi padre y por eso cuando me fueron a contactar en las primeras elecciones democráticas algunos partidos políticos, como UCD, el PSOE o el Partido Comunista, yo me negué. Creo que me vinieron a ver porque había adquirido cierta notoriedad con el tema de la federación de fútbol, porque había sido presidente y había tenido cierto éxito. En el año 1956 éramos siete hermanos, varones todos. Y viendo el panorama mi padre pidió destino para Tenerife para que estudiáramos allí, pero yo dije que desde que pudiera volvería a Fuerteventura. Y cuando volví aquí no había nada de nada, solo los domingos se jugaba al fútbol pero mal organizado, todo bastante caótico, hasta que me eligieron presidente casi de forma casual.
-La isla estaba en un momento histórico y con unas demandas importantes. ¿Cómo recuerda usted esa Fuerteventura de finales de los 60 y principios de los 70?
-Aquí no había nada. El Cabildo no recibía los recursos que necesitaba. No había obras públicas. La economía estaba muy atrasada. La gente no tenía trabajo y emigraba, la población iba bajando. Cuando todo el mundo en España iba a Alemania, aquí se iban al Sáhara. Por otra parte, también estaba la Mancomunidad de Cabildos, con Olarte y toda esta gente, pero eso eran los típicos señores que venían por aquí a decir que iban a hacer tal o cual, pero de aquí no había nadie ni nada, solo lo que aportaba un poco Gran Canaria, como una limosna. En vez de una reivindicación era una limosna. La verdad es que en el ámbito político, yo vine aquí en paracaídas. Quiero decirte, que tras el tiempo que pasé en Tenerife, donde estuve en el seminario, volví a Fuerteventura sin verdadero conocimiento.
-Pero en Fuerteventura se empezaban a ver movilizaciones, reivindicaciones…
-Sí, pero es que en esos movimientos yo no participé. Por eso digo que caí en paracaídas. Porque al principio no tenía conciencia de esas cosas, ni de nada. Y además tenía el hándicap de la influencia de mi padre en ese aspecto, aunque yo a mi padre lo conozco como una persona muy seria, muy trabajadora, muy responsable.
“6.000 personas uniformadas en una población de 15.000 civiles lo distorsiona todo”
-Aunque aterrizara en paracaídas, ¿cómo recuerda esa movilización de los primeros tiempos de Asamblea Majorera? Porque la gente se reunía con mucha frecuencia en las asambleas de cada pueblo y había un sentimiento comunal importante.
-Sí, la verdad es que ayudaba mucho a integrarse. Daban ganas de venir. Veías a toda la gente, primero con la alegría que tenían y, segundo, con la amistad. O sea, la gente se conocía, se abrazaba, se hablaba... Todos podían comentar, no había vetos para nadie, cada uno explicaba lo que quería. Era un ambiente propicio para integrarse.
-Imagino que tuvo que ver con el momento que vivía el Estado español, pero para Fuerteventura también debió ser trascendental el tema de la Legión. ¿Cómo recuerda usted su impacto?
-Date cuenta que yo, siendo hijo de militar, estuve viviendo en cuarteles o viviendas de militares desde que tenía cuatro años. A nosotros, durante las fiestas de navidad, en Reyes, nos ponían una corneta, un tambor y un fusil de palo. Íbamos a ver hacer instrucción a los soldados y nos ponían con ellos desde que éramos niños. Cuando me echaron del seminario hice el servicio militar voluntario. Y para mí la Legión era lo más grande. Era donde uno quería estar y uno quería ser legionario. El ideal del militarismo era la legión, hasta que la conocí...
-También conocieron a una Legión que llegaba de la salida del Sáhara, en unas condiciones muy especiales.
-Antes de instalarse la Legión aquí en 1975, ya llegó todo el tema de la droga y la prostitución. Como en las legiones romanas, eso es algo consustancial a las legiones. En aquel entonces, en Playa Blanca estaban surgiendo urbanizaciones que servían de relax, incluso aquí, en Puerto del Rosario, había apartamentos que la gente alquilaba, con piscinas y una estupenda playa. Todo eso murió. La Legión lo destrozó todo. Fíjate cómo era la situación que incluso hubo un coronel que decía que los ciudadanos debían estar agradecidos, porque para ir de putas no tenían que irse a Las Palmas porque ya lo tenían aquí. ¡Eso está publicado! Lo he visto en prensa...
-No me imagino bien cómo tuvo que ser el impacto de ese grupo de gente, con antecedentes violentos, en una población que normalmente estaba acostumbrada a poner la aldaba e irse a dormir. Y luego empezaron todos los episodios violentos: el accidente de tráfico en el que muere el presidente del Cabildo, el ametrallamiento de Guisguey, bombas, atracos...
-Hay que ser conscientes de que 6.000 personas uniformadas en una población de 15.000 civiles lo distorsiona todo, aunque fueran monjas. Y no eran precisamente monjas. Eso está claro. Recuerdo que un día escuchamos un alboroto y era la Guardia Civil custodiando a civiles que se venían a refugiar al Cabildo, porque los legionarios les estaba pegando. Entonces fui con el delegado del Gobierno al cuartel y nos encontramos a los legionarios saliendo con palos. Tuvimos que hablar con el coronel y el motivo de la pelea era por una papelina de droga, pero el coronel defendía a los legionarios. Otro día, en las fiestas de Puerto del Rosario, se pusieron de acuerdo y nombraron miss a la hija del teniente, porque era por votación popular. La gente protestó y lo que hizo el coronel como castigo es acuartelar a la Legión durante las protestas, con lo cual los feriantes, que habían venido en masa a Fuerteventura porque los legionarios cobraban bien, se rebelaron. Poco después, la Legión empezó a comprar en negocios de aquí y entonces ya todos los industriales y comerciantes de la isla la defendían. O sea, que no solamente producían distorsiones sociales, sino también económicas. Después vino el primer secuestro de un avión. ¿Quiénes lo secuestran? ¿Unos golfos de la Legión? No, la policía militar, ¡los que tenían que vigilar a la Legión! Me reúno con el coronel y vamos al aeropuerto. El coronel habla por radio con los que están en el avión y dice: “A ver, miren, yo me entrego y ustedes sueltan a la gente, pero se llevan el avión conmigo”. Ellos dicen que no y cuando se les preguntó qué querían, lo que dijeron fue: “Nosotros solamente queremos demostrar que la Legión es una mierda. No queremos nada más”.
“Los legionarios llegaron buscando sangre. La mayoría quería irse de la Isla”
-¿Y qué le decían en Madrid de todo este tema?
-En aquel entonces yo creo que apenas sabían dónde estaban las Islas Canarias. Además, la Legión de África tenía unos grandes privilegios, hacían lo que les daba la gana. Tenían carta blanca para todo. Cuando llegaron aquí, salían a la calle con un puñal. En mi casa, un día un teniente o algo así entró hasta la cocina con la pistola tan tranquilo, que mi mujer lo vio de repente y se quedó muy asustada. Te cuento otra: se jubiló el almirante de Canarias y vino aquí un barco de guerra a despedirse de la Legión. Pues me invitaron a mí entonces porque era presidente del Cabildo y cuando yo llego, todos engalanados y con sus familias, el coronel le dice al almirante: “Ha llegado una persona que está profanando este recinto, nos retiramos”. Y efectivamente se retiraron todos. Le pregunté al almirante pero él echó balones fuera... cuando eran sus subordinados. Otra vez, llegó otra autoridad militar al aeropuerto y yo fui a recibirlo bien vestido, pero sin ponerme el traje y porque no quería que la gente del pueblo dijera: “Mira, Lalo se ha convertido ahora en Don Gerardo por los militares”. “No, mire, yo voy a vestir igual, porque aquí no hay cambio”. Pero cuando llegué allí, no me dejaron ni saludar a los militares. El coronel de la Legión hasta me mandó un escrito de queja. Decía: “Espero, por lo que a mi persona se refiere, que en lo sucesivo no tenga el cinismo de imponerme su presencia al acercarse al grupo en el que me encuentre. Su sola visión me causa náuseas...”. A mí, en lo personal, me daba igual, pero yo era presidente del Cabildo, elegido por los ciudadanos.
-Y también está su famoso incidente con el hijo de Milans del Bosch.
-Ellos llegaron buscando sangre por todos sitios. La mayoría quería marcharse de la Isla. Aquí, ¿qué pintaban? ¿qué hacían en Fuerteventura? Esto era una cárcel para ellos. Entonces empezaron a robar barcos de pesca, pero tenían que ir a buscarlos porque no sabían y estropeaban los barcos. Los marineros venían a ver al coronel para ver cuánto le daban por los barcos. Si valía 12.000 pesetas el arreglo, el coronel les daba 15.000 y pedía que no dijeran nada. Lo de Milans del Bosch fue en el desfile de la bandera. Yo presidía el acto y al pasar la Legión por allí, va ese señor, se sale de la fila y me da un puñetazo por la espalda que perdí el equilibrio... Gritándome: “Rinda bien honores a la bandera”. No entendía nada, quién era él para decirme a mí cómo tenía que rendir honores. El coronel se puso, de nuevo, a echar balones fuera. Es verdad que hubo una serie de oficiales que me llamaron después disculpándose. Sin embargo, Capitanía General emitió un comunicado diciendo que lamentaba la incidencia con el presidente del Cabildo de Fuerteventura, pero realmente no tenía los pies juntos cuando pasó la bandera. ¿Qué disparate era ese? La UCD era pro legión y nosotros no. Aunque cuando cometían uno de estos actos, los acuerdos eran por unanimidad en el Cabildo. Es que había cosas indefendibles.
“Tuve que echar gente del despacho. Venían a ofrecerme apartamentos”
-Me imagino que la UCD, que estaba en el gobierno, trataría de defender que se hiciera una limpieza dentro del ejército, pero que la Legión no era mala…
-Me acuerdo que vino el príncipe de España, Juan Carlos, creo que no era rey todavía. Pedí una entrevista con él en el aeropuerto, a la que fui temblando. Imagínate yo, que la primera vez que asistí a una reunión del Cabildo o del Ayuntamiento fue en mí toma de posesión. No tenía ninguna idea de nada. Bueno, el caso es que fui a ver a Juan Carlos, con todos los generales allí entorchados y tal. Juan Carlos me preguntó “¿Qué quiere usted?”. Yo le respondí que quería que disolvieran la Legión. Él me dijo que disolverla no, sino intentar trasladarla. Pero yo, delante de todos ellos, lo que le dije es que no me parecía justo que lo que teníamos en ese momento le cayera a otra gente. Tuve que actuar así, porque es que el apoyo era impresionante. En la fiesta de la bandera, el alcalde de La Oliva, Domingo González Arroyo, le regaló la nueva bandera a la Legión. Su mujer era la madrina. A la fiesta de la bandera vino Carmelo Artiles, presidente del Cabildo de Gran canaria. Vino Eligio Hernández, delegado del Gobierno. Yo cogí el coche del Cabildo, fui al aeropuerto, los recogí, los llevé donde la Legión y me vine a mi casa. El alcalde de Puerto del Rosario, Matías González, había firmado un telegrama a Raúl Morodó, me parece que era, cuando se dijo que la Legión iba a venir para Fuerteventura, en contra de que la Legión viniera para Fuerteventura y tal. Él, además de alcalde de Puerto del Rosario era consejero del Cabildo, y en los actos violentos de este tipo, él votó a favor de protestar. Pero lo llamaron de Madrid y le apretaron las clavijas. Él era amigo de Don Juan, el padre de Juan Carlos. Entonces organizó un acto de homenaje al rey, a la bandera y al ejército.
-En ese momento había miedo y tensión, ¿usted no estaba cómodo, no?
-Perdón por la expresión, pero yo me estaba cagando, como se suele decir. Nadie se atrevía a decirlo, lo que pasa es que yo tenía que hacerlo por mi cargo.
-¿Cómo le convencieron para presentarse al Cabildo?
-Los de Asamblea estaban buscando gente para las listas y creo que ellos vieron que el tema del fútbol se estaba organizando bien y que la gente me conocía. Entonces dijeron, pues mira, este es un individuo que lo conoce todo el mundo y es más o menos buen chico. Vinieron a comentarme la idea Miguel Cabrera y Felipe Bermúdez. Y cuando llegué a Asamblea me preguntaron que si quería ir al Cabildo o al Ayuntamiento. Les dije: “Yo vengo a trabajar. ¿Dónde quiere usted que vaya? ¿Dónde hace falta echar una mano?”.
“La diferencia entre las islas periféricas y las capitalinas era muy grande”
-¿Y se esperaba ese resultado?
-Bueno, yo vi el entusiasmo de la gente y pensé que teníamos posibilidades, pero cuando terminó la jornada electoral y se cerraron las mesas, me fui a casa a dormir. Les dije: “Si ganamos me avisan”. Toda la gente de Asamblea se quedó allí contando y a medianoche me fueron a buscar a casa.
-¿Cómo se encontró el Cabildo cuando entró?
-Muy curioso. Lo primero fue la interventora, que me preguntó: “Mira, que no sé cómo llamarte, porque yo te he llamado Lalo toda la vida y ahora será señor presidente, ¿no?”. Yo le dije que me siguiera llamando Lalo. Pusimos de secretario a un chico de Asamblea que preguntó cómo organizar las citas y le dije que simplemente dejara pasar a la gente cuando yo no estuviera reunido con otras personas. El periodista Gerardo Jorge tenía un teletipo allí en el Cabildo y él era un seguidor de UCD cerrado. Le dijimos que lo sacara porque no queríamos propaganda y se enfadó muchísimo conmigo. Era un hombre muy apasionado, me llegó a amenazar con un cuchillo, bueno, con un abrecartas. Gerardo Jorge llegaba siempre tarde porque decía que tenía problemas para dormir. “Pues vas al médico Gerardo”, le dije. También el chofer del Cabildo, que había estado cuando el accidente en el que había fallecido el anterior presidente del Cabildo, decía que tenía depresión y no podía conducir el coche. “Pues a hacer otra cosa”, le tuve que decir. Había gente que estaba trabajando en el arreglo de las carreteras de tierra, pero que habían cumplido la edad para jubilarse. Pues a retirarse con la paga. Entonces, toda la familia de esa persona contra mí. Así era todo. Luego, por otro lado, teníamos el problema de que muchos funcionarios, de todos los servicios, venían a Fuerteventura solo porque no les quedaba más remedio y desde que podían se iban.
-Un capítulo muy importante era todo el tema de las infraestructuras atrasadas...
-Antes, el Cabildo nombraba a un presidente que estaba allí mientras viviera y las reuniones eran por teléfono, poco a poco, mientras él estuviera allí. Entonces, poner en marcha todo eso fue un trabajo tremendo. Tampoco había gente suficiente ni ordenadores ni nada de eso. Había una máquina de escribir. Los horarios de llegada no funcionaban. Además, en los ocho años, las dos legislaturas, en las que estuve en el Cabildo, ni yo ni ningún consejero cobrábamos nada. Todos teníamos nuestros trabajos paralelos. Sí había una subvención para gastos de representación del presidente. Eso el Cabildo lo ingresaba a la Caja de Ahorros, que mantenía mi sueldo, pero yo tenía que ir desde las seis de la mañana hasta las diez a trabajar a La Caja. Las reuniones del Cabildo las hacíamos a las nueve de la noche.
-¿En ese momento, principios de los años 80, veían que el turismo era el camino futuro?
-Sí, nosotros lo veíamos claro. Era evidente que Corralejo iba a ser un polo de desarrollo tremendo por sus condiciones naturales. Incluso, le propusimos al alcalde de La Oliva hacer un concurso internacional de ideas para diseñar bien el desarrollo. Pero Domingo González [alcalde de La Oliva] tenía el proyecto de construir 12 hoteles en Las Dunas y vender la arena... Ya empezaban los follones. También tuvimos que organizar un plan de arreglo de carreteras. Cuando llovía algo, las guaguas de los turistas de Jandía no subían la cuesta de La Pared. Teníamos que mandar un tractor de cadenas del Cabildo a remolcar. Así que reparábamos todas las carreteras menos las de La Oliva, porque Domingo González tenía su tren de camiones y maquinaria. Sacando arena de Las Dunas y vendiéndola. Había órdenes judiciales para que pararan los tractores, pero no había forma. El municipio no actuaba. Domingo González invitaba al jefe de la Audiencia a Corralejo a los hoteles y a comer. No había forma de parar aquello. Recuerdo una vez que convoqué una comisión de gobierno del Cabildo en Las Dunas, donde estaban los tractores. Le dijimos al chofer de los tractores que parara porque había una sentencia, pero él decía que no paraba si Domingo González no se lo decía en persona. Entonces me tuve que poner delante de los tractores para que pararan. Era así la situación. En Jandía, en la época ya de Jerónimo Saavedra de presidente y con manifestaciones en contra, el plan era urbanizar todo el saladar. Cuando empezó la presión urbanística fue tremendo, tuve que echar gente del despacho porque venían a ofrecerme apartamentos. Le mentían al consejero de Obras Públicas diciéndonle que yo estaba de acuerdo, mientras a mí me decían que era él el que estaba de acuerdo.
-Antonio Lorenzo, presidente del Cabildo de Lanzarote, decía que la Mancomunidad de Cabildos, que era clave en ese momento, al final era solo un manejo para Gran Canaria. ¿Qué opina usted de ese tema?
-Manuel Velázquez Cabrera ya luchó él por todo eso hace más de un siglo, pero creo que no se ha publicitado lo suficiente. Lo que pretendía Manuel Velázquez es que cada isla tuviera su propio gobierno, que se ajustara a la isla como un guante a la mano. Sin embargo, eso no tuvo efectividad hasta que llegamos nosotros. Es que en aquel momento todos eran de UCD, menos El Hierro y Fuerteventura. Ahí dijimos “basta ya”. La diferencia entre las islas periféricas con las capitalinas era muy grande. Para nosotros estaba claro que la situación no se arreglaba si no eliminábamos la Mancomunidad y hacíamos una distribución de recursos en base a las necesidades del territorio y no solamente de la población. Usar solo el criterio de la población no era suficiente. Entonces empezamos reuniones secretas, aquí y en El Hierro. Hablamos en Lanzarote con Antonio Lorenzo, que era un tipo razonable y que tuvo problemas internos con UCD, como le pasó al presidente del Cabildo de La Palma. Gracias a eso. La valentía de UCD de las islas periféricas y el impulso de El Hierro y Fuerteventura hizo que avanzaran los cabildos. Incluso muchos del Partido Socialista estaban a favor de eso también, pero no lo podían decir. En esa época también sucedía que, por un lado, nosotros éramos muy inexpertos, y por otro lado, solo había leyes franquistas. No queríamos hacer caso a esas leyes pero tampoco había nuevas, así que actuábamos muchas veces por sentido común, improvisando un poco y buscando el camino del medio.
“En el Cabildo tampoco había gente suficiente ni ordenadores ni nada de eso”
-Al final del franquismo había un movimiento renovador dentro de la iglesia, ¿cree que esa corriente de “cristianos de base”, por llamarlos de alguna manera, tuvo influencia en Fuerteventura?
-Sí tuvo mucha mucha influencia. Sobre todo porque los cristianos de base ya tenían una cierta organización, con una dinámica de reuniones, una red formada...
-Mirando con perspectiva, aquella Fuerteventura de 1956, cuando usted vuelve, no se parece mucho a la actual, ¿verdad?
-No, para nada. La isla es otra diferente. Cuando nosotros fuimos a Corralejo al poco de llegar con mi padre en 1939 tuvimos que alquilar un camión para llevar cosas y una parte del camino era campo a través. No había ni carretera.
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1 Anónimo Dom, 18/05/2025 - 10:00
2 Otro majorero Dom, 18/05/2025 - 15:58
3 Anónimo Dom, 18/05/2025 - 16:08
4 Xu Lun, 19/05/2025 - 06:24
5 Majorero Lun, 19/05/2025 - 09:11
6 Anónimo Lun, 19/05/2025 - 09:42
7 Anónimo Lun, 19/05/2025 - 09:50
8 Mateo Lun, 19/05/2025 - 12:50
9 Majorero Lun, 19/05/2025 - 12:59
10 Matheus Lun, 19/05/2025 - 14:15
11 De Lun, 19/05/2025 - 17:53
12 André Pérez Lun, 19/05/2025 - 18:09
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