ECONOMÍA

“Fuerteventura y Lanzarote suponen el gran desafío del desarrollo agroecológico”

El experto Eduardo Fránquiz destaca que la agricultura regenerativa es un “instrumento de transformación social” que permite un mejor rendimiento para los cultivos

Saúl García 5 COMENTARIOS 17/01/2023 - 19:29

“La agricultura orgánica, antes de ser un instrumento de transformación tecnológica, es un instrumento de transformación social”. Lo dice el agricultor y consultor medioambiental Eduardo Fránquiz, que imparte talleres sobre este tipo de agricultura, orgánica o regenerativa para profesionales del sector. Fránquiz también es experto en el cuidado y detección de enfermedades en las palmeras, y responsable de un estudio en el que alertó del riesgo al que se enfrenta el palmeral de Fuerteventura

¿Qué hace falta para poner en marcha este tipo de agricultura regenerativa? “Conocer las técnicas y los recursos a nuestro alcance”, señala Fránquiz, que asegura que “la compra de insumos es mínima y que está comprobado que puede suponer un ahorro de entre 4.000 y 8.000 euros por hectárea y año “dependiendo del cultivo”.

Es una agricultura sin pesticidas ni químicos en la que se trata de regenerar, en primer lugar, el suelo. ¿Se trata de volver a lo tradicional? Sí y no, ya que la agricultura a escala industrial desecha muchos conocimientos anteriores que después se empiezan a rescatar. “El suelo es un organismo vivo y es el aparato digestivo y el sistema nervioso de las plantas. Por eso, para saber la salud de una planta hay que partir de la salud del suelo”, destaca Fránquiz.

El rendimiento del cultivo aumenta si se logra reproducir los microorganismos, es decir, la microbiología que ha ido desapareciendo con el uso de pesticidas o abonos químicos. “Regenerar no es difícil”. Es necesaria la captura, reproducción, activación e inoculación de microbiología nativa. “La reproducimos de forma masiva, ponemos las condiciones para que se desarrollen, y hay microbiología que es capaz de una regeneración total, de separar la molécula de hidrógeno del carbón y disolver las grasas”, asegura.

El que impartió Fránquiz fue el primer taller de este tipo en Lanzarote, pero en el Archipiélago se están generalizando. Ya ha realizado 16 talleres en Arucas, cuatro en Las Palmas de Gran Canaria y en Telde. “En La Laguna se llenan en dos horas”, apunta. Cree que las islas orientales, Fuerteventura y Lanzarote, suponen “el gran desafío del desarrollo agroecológico de Canarias”.

Desde el punto de vista agrícola, son las islas más abandonadas, donde los ecosistemas naturales están más afectados “y donde se ve que no se cree en el sector primario como un modelo de producción que puede ser una alternativa”. Señala Fránquiz que la dependencia alimentaria en ambas islas del exterior es superior al noventa por ciento de lo que se consume y que no es casualidad que los niños de estas islas sean los que peor comen y, sin embargo, tengan la cesta de la compra más cara. “Más del 95 por ciento del suelo productivo de Fuerteventura está abandonado”, añade, mientras que en Lanzarote el porcentaje también es muy alto.

“Para que una planta esté sana, si queremos un alimento sano –apunta- tiene que estar procesado por la microbiología de la planta”. Y para que la planta se alimente bien hacen falta varios elementos fundamentales. En primer lugar, la materia orgánica, que empieza su proceso de descomposición en el suelo. “Lo que para otros son residuos, como restos de poda, para nosotros son un recurso fundamental”.

“Más del 95% del suelo productivo de la isla de Fuerteventura está abandonado”

La microbiología disuelve los minerales que necesita la planta. Señala Fránquiz que si aumentamos un uno por ciento la materia orgánica del suelo, podemos captar 150.000 litros de agua por hectárea y año. El ahorro de agua con este sistema es del 50 por ciento, aproximadamente, al año. “Perdemos dinero dejando escapar la bruma”, dice.

Por otro lado, “producir agua para agricultura supone un coste altísimo y además el agua que se desecha la vertemos al mar”. Subraya que una molécula de carbono retiene cuatro de agua y las fija al suelo, y un kilo de carbono en el suelo retiene 3,8 kilos de carbono en la atmósfera.

Adaptada

Dice Fránquiz que se trata de una agricultura “hecha a la mano del campesino”, adaptada al agricultor. En segundo lugar, están los minerales. Los organismos vivos necesitan más de cien minerales (“ya sabemos que el Parkinson se origina por falta de cadmio”) pero la agricultura industrial trabaja con no más de diez o quince elementos “y nosotros con más de cien”. “Su carencia es lo que se llama el hambre oculta, relacionada con múltiples enfermedades, en las que Canarias está a la cabeza de muchas, como la diabetes o la obesidad infantil”.

¿Cuánto tarda el terreno en regenerarse? “En tres meses regeneramos un suelo contaminado con esta tecnología, aceleramos los procesos naturales, reproducimos los microorganismos, logramos un fermento sólido como el bocashi y todas las aportaciones con las que nutrimos el suelo para fertilizar la planta”, señala el consultor medioambiental.

Asegura que los programas formativos sobre agroecología no entran en la filosofía de la agricultura orgánica, sino que tan solo hablan del cambio de insumos, “de productos elaborados de síntesis, como pesticidas, a otros comprados a las mismas empresas”.

“Nosotros elaboramos nuestros propios productos conociendo los principios fundamentales de la biología y la nutrición vegetal, que se basa en tres principios: que haya diversidad mineral en el suelo, que esos minerales estén de manera constante y que estén procesados por la microbiología”, destaca. “Cuando entendemos eso, entendemos cómo es una planta en su integridad y eso no lo enseñan los planes formativos actuales”.

Fránquiz cree que, en cualquier caso, este cambio se va a acabar haciendo por necesidad, por la urgencia de la crisis climática. Dice que las principales resistencias a este sistema nacen del desconocimiento y cree que hacen falta políticas activas de desarrollo agrícola que creen puestos de trabajo estables y hagan que se mutiplique la superficie cultivada, que se generalicen los productos locales en todos los centros públicos, como comedores de colegios u hospitales “porque estamos hablando de salud”. “¿Por qué los niños de las islas orientales tienen que ser los que peor comen del Archipiélago?”, se pregunta.

Comentarios

Un artículo muy interesante.
El señor Fránquiz y quien le hizo esta foto eligieron un buen marco donde encuadrarse. Las tuneras son preciosas, por sus formas, colores, la imagen de rusticidad que ofrecen...Y qué fruta más rica producen, en los años " buenos", que en los " malos", lo que dan es pena, ellas y los poquísimos tunos que pueden echar.
Que artículo más interesante,gran sabio de la tierra el señor Franquiz,ojalá se escuche en la isla y se le de la vuelta a la tortilla y se empiecen a usar los terrenos abandonados con su metodología
Muy interesante este artículo, gracias... vamos a compartirlo
Imparte talleres para profesionales del sector: eso está muy bien pero,¿ por qué no para gente en general a la que le guste el mundo del campo, la naturaleza y sus cosas? ¿ Por qué no, por ejemplo, para guiar excursiones de campo, sobre el terreno, de grupos o cursos de alumnos, especialmente de institutos? Seguro que aparte de dar conocimientos útiles a los jóvenes, a más de unos cuantos " engancharía" para convertirse en profesionales de la agricultura y ganadería. Y siempre, a todos, les infundiría amor a su tierra, a sus campos.

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