ENTREVISTA

“Con el hallazgo de la cueva de Villaverde la gente empezó a ver la importancia del patrimonio local”

Entrevista a Elizabeth Rahman, antropóloga

Fotos: Carlos de Saá.
Eloy Vera 1 COMENTARIOS 26/09/2019 - 07:07

Elizabeth Rahman es una antropóloga social y médica e investigadora del departamento de desarrollo internacional de la Universidad de Oxford y del Instituto de Antropología Social y Cultural. Llegó a Fuerteventura desde Inglaterra hace 15 años por primera vez y siempre que puede regresa a ella. Forma parte del equipo multidisciplinar que trabaja en la excavación de la cueva de Villaverde. Su función es recopilar la información de aquellas personas que participaron a finales de los setenta en el hallazgo.

Además, es una de las coordinadoras de la Escuela de Verano de Antropología y Arqueología que promueven la Asociación Canaria de Antropología, Alianza Educere de Oxford, la Universidad de La Laguna y la empresa de arqueología Arenisca, con la colaboración de la Universidad de Las Palmas, el Ayuntamiento de La Oliva y la financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural.

-¿Qué beneficios tiene para el estudio de la cueva de Villaverde la unión de la arqueología y la antropología?

-Se involucra, se escucha y se da valor a la población, a su conocimiento y a sus visiones e interpretaciones. El conocimiento laico es más que la etnoarqueología. No es sólo la luz que nos pueden dar sobre los espacios y artefactos encontrados, sino que participan en la construcción de patrimonio. Ellos son el archivo actual y corriente de la tradición majorera, de las tradiciones que se desarrollan en el medio ambiente, en el territorio. En algunos casos, se percibe una continuidad con las prácticas que desarrollaban los mahos.

-¿Cuáles son los objetivos del estudio antropológico que está realizándose en la cueva?

-Se trata de entender cómo fue la experiencia durante la primera excavación, en los años ochenta, y cómo participó la gente de Villaverde en ella. Hubo niños que fueron explorando dentro de la cueva antes de que llegaran las arqueólogas. Entraban, jugaban, se echaban al fresquito. Todo eso era su campo de fútbol. Al llegar las arqueólogas se rompió, un poco, la relación con el propio territorio, aunque tuvieron una buena relación con las arqueólogas y la “jefa en sí”. Parece que la gente local está satisfecha de que los estemos involucrando. Se dio el caso de un hombre que cuando era niño participó en la primera campaña de excavación. Antes de eso entraba a la cueva para jugar al escondite. Cuando entró ahora de adulto nos dijo que era distinto a como era antes. El suelo de la cueva era más elevado y me llevó al final donde los arqueólogos no han ido aún. Ahí me enseñó un muro donde saltaban. Es un muro aborigen que aún no se ha estudiado y que los arqueólogos no conocían. Se van descubriendo cosas por lo que la gente nos cuenta.

-¿Cuál es la metodología que aplica?

-Hay entrevistas semiestructuradas, estructuradas y abiertas para que la gente nos hable y nos cuente la historia de su vida. Se hace etnografía caminante, o a pie, porque la entrevista en sí es una forma no muy común ni cómoda para relacionarse. También las personas se inspiran caminando. Eso sí es algo que están acostumbrados a hacer y te cuentan lo que notan sobre la flora, la fauna, insectos, cambios de suelo y de clima, con su percepción atenta. Nosotros queremos entender cómo otras personas perciben el mundo y cuáles son los valores que transmiten a través de esto.

-¿Qué supuso para la sociedad de Villaverde el hallazgo de la cueva?

-Fue la primera experiencia en lo que es el patrimonio. En conocer qué son los arqueólogos y saber que esto tenía una importancia. Fue para ellos también muy impresionante el hecho de encontrar un guanche. Eso permitió a la población ver que tenemos un patrimonio que siempre ha sido desvalorizado. Esta cultura no era apreciada. Se empezó a ver la importancia del patrimonio local. Pasaron a sentirse muy involucrados en la campaña de excavación. Los propios niños ayudando. Cuando se fueron los arqueólogos se cerró aquello y no pasó nada. Eso es de lo que más se quejan las personas, que no hubo continuidad en la investigación.

-Antes de la llegada de los arqueólogos la gente entraba a la cueva...

-Mucha gente entró en la cueva antes de que fuera reconocida de importancia arqueológica. Fue un lujo encontrar un tubo volcánico. Todos estaban impresionados con el frescor del lugar, un lugar que se busca mucho en este clima tan árido y caliente. Los niños iban allí para acostarse. Luego he escuchado que venía gente del sur, de Gran Tarajal y de otros lugares por la noche a buscar tesoros. Unos que entraron primero vieron una cuerda en forma de espiral, la tocaron y se deshizo. La ignorancia, me dicen, de no saber que los arqueólogos lo trataban de otra manera. La población local sacaba cosas de la cueva porque eran interesantes, curiosas.

“Hoy nuestra sociedad, con tanto ritmo y locura, está poco expuesta al medio ambiente. La percepción del medio se está perdiendo porque estamos encerrados en casas”

-¿Qué suponía para un niño de Villaverde de aquella época entrar en la cueva?

-Los niños estaban contentos de tener un lugar donde jugar. En esa época, tenían más libertad que hoy en día. No hay el control y los miedos que hay hoy. Bajaban a explorar. Era una aventura cercana a casa. Lo que más les gustaba era ir abajo y estar al fresco y jugar al escondite. Como antropólogos lo que nos interesa es esa percepción del medio.

-¿Cuál era la percepción que tenían del medio?

-En esa época vivían más tiempo fuera. Participaban más en las tareas de la casa, que consistían en cuidar el ganado y la agricultura. Todo eso hace que la gente estuviera más atenta y fueran más perceptivos con el medio ambiente, con los movimientos de los animales, de las aves. Eran personas diferentes a las que son hoy porque tenían paciencia y capacidad de percepción y observación. Eso es lo que nos fascina a nosotros. Hoy nuestra sociedad con tanto ritmo y locura está poco expuesta al medio ambiente. La percepción del medio se está perdiendo porque estamos cerrados en casas. La gente antes se iba a explorar la Cueva del Llano, donde está la araña, la de las Brujas en Tindaya y también se iban de acampadas para pasar la noche. Entraban en un hueco tan pequeño y pasaban dos o tres noches. Eso es algo que hoy nosotros no hacemos. Era otra época y otra forma de vivir. Queremos dar luz a esas experiencias. Hay una cultura viva ahora mismo que no se está evaluando ni apreciando.

-¿Es Fuerteventura un buen territorio para el estudio antropológico de su población y costumbres?

-Hay muy poca investigación, tanto arqueológica como antropológica. Es interesante porque es un lugar que está desarrollándose y creciendo muy rápido. Cómo va a crecer la Isla, en qué dirección. Vamos a mirar atrás. Toda la riqueza y el patrimonio intangible y usar eso para crecer. Vamos a educar a nuestros niños y niñas en esa cultura.

-Por otro lado estuvo ralizando una investigación en la Amazonia brasileña. ¿En qué consistió?

-La primera investigación fue con la etnia warekena, una población indígena de Amazonas que está en Brasil y Venezuela. El estudio consistió en ver como los warekenas se hacen fuertes y cuidan su salud en sintonía con el medio ambiente con el que conviven. Por ejemplo, cómo atienden el parto. En nuestra cultura prestamos mucha atención al parto, pero para ellos es sólo una parte de un proceso complejo para realizarse como verdaderos humanos, un proceso que implica mucho cuidado. Enfoqué el estudio en todas las técnicas que se usan para ayudar al desarrollo humano, para lo que ellos es humano. Fue un estudio biosocial.

“Fue muy impresionante el hecho de encontrar un guanche. Eso permitió a la población ver que tenemos un patrimonio que siempre ha sido desvalorizado. Esta cultura no era apreciada”

-En el estudio incorporó también a su propia familia...

-Sí. Fui allí con mi marido y mi hijo mayor que tenía cuatro años. Allí nació mi segunda hija. Seguí las pautas de ellos. Por ejemplo, de cómo hay que parir y cuidar a un recién nacido, según como ellos decían. Se trata de la experimentación-experiencia. Si quieres saber sobre parto mejor parir ahí.

-Además es autora de un libro donde examina los usos del tabaco en las comunidades indígenas. ¿Qué utilidad tiene?

-El tabaco es originario de América del Sur. Hay más de 47 especies distintas de tabaco. Los pueblos indígenas llevan más de 5.000 años cultivándolo. Lo utilizan para fortalecer y desarrollar su salud. Es lo inverso a la perspectiva que tenemos del tabaco. Lo usan de muchas maneras: fumado, en contextos rituales, pero también el rape inhalado por la nariz o como una pasta mezclada con sal. Se lo dan a los niños para así estimular sus capacidades de percepción cuando van a practicar deporte o a la escuela para dar mejores resultados. Llevan muchas generaciones consumiendo tabaco y han incorporado esta planta dentro de su desarrollo.

-¿Cómo influye la Escuela de Verano de Antropología y Arqueología en el desarrollo de estos jóvenes arqueólogos y antropólogos?

-Se trata de una práctica experimental. La teoría no existe sin saber cómo se puede utilizar y cómo podemos llegar a las conclusiones. Es fundamental que tengan esta experiencia que es tangible, que pueden convivir y practicar la metodología.

Comentarios

Muy interesante, una pena que las autoridades locales e insulares no le prestaran atención en su momento. Igual con la cueva del Llano donde entre por primera vez en 1963, y caminamos un su interior más de tres kilómetros, algunos trozos gateando, para luego contemplar amplios espacios. Bueno eso fue ayer.

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